D E M O C R A T O P I A

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Afectividad negativa y personalidad

Introducción

Las personas utilizamos tanto sentimientos como estados de ánimo para explicar cómo y por qué nos comportamos de una determinada manera en distintas situaciones de nuestras vidas.

El concepto general de afectividad se refiere a la realidad subjetiva que abarca cualquier aspecto de la vida de una persona. Presenta diferencias individuales en términos del tono afectivo (positivo o negativo) y la frecuencia e intensidad con la que se experimenta. Incluye las reacciones emocionales, que son estados transitorios de conducta muy específicos, y los estados de ánimo o afectivos, que son manifestaciones emocionales más duraderas e inespecíficas que influyen en muchos ámbitos de la personalidad.

Desde un enfoque parsimonioso, se pueden utilizar dos dimensiones unipolares y parcialmente independientes para organizar el espacio emocional: las emociones negativas y las emociones positivas. Las emociones negativas son desagradables y se experimentan cuando se bloquea una meta, se produce una amenaza o sucede una pérdida. Requieren la movilización de importantes recursos cognitivos y comportamentales para crear y elaborar planes que resuelvan o alivien la situación. Por otro lado, las emociones positivas son agradables y se experimentan cuando se alcanza una meta. En estas emociones, es menos probable que se necesite revisar los planes y otras operaciones cognitivas. Como resultado, se espera que las emociones negativas sean más prolongadas en el tiempo que las emociones positivas. El balance entre ambas dimensiones es responsable del tono hedónico, es decir, el grado de tristeza o felicidad que expresan las personas en su vida cotidiana.

Uno de los cambios más relevantes en el estudio de las emociones es el reconocimiento de los procesos evaluativos o cognitivos que los individuos hacen de la realidad. Las teorías psicológicas actuales, centradas en la emoción, asumen la existencia de un proceso de evaluación en términos de la relevancia personal de los acontecimientos externos. Se sostiene que para que se produzca una reacción emocional, debe haber un procesamiento evaluativo o afectivo de los acontecimientos externos, lo cual activa los componentes fisiológicos, conductuales y subjetivos que conforman la emoción. Desde esta perspectiva evaluativa de las emociones, se entiende que los estados emocionales son el resultado de patrones duraderos de evaluación cognitiva de la realidad, los cuales afectan la prioridad al procesar la información externa y la recuperación de la información importante almacenada en la memoria. Además, se sostiene una relación de reciprocidad entre los procesos cognitivos y las emociones: la evaluación cognitiva influye en la experiencia emocional y lo emocional incide en lo cognitivo.

En la psicología, se ha prestado mayor interés al estudio de los aspectos cognitivos asociados a las emociones, diferenciándolos de sus aspectos reactivos o comportamentales. La mayor parte de la investigación psicológica se ha centrado en las emociones y estados de ánimo negativos, como la ansiedad y la depresión, debido a que son los más frecuentes en el ámbito clínico.

Definición, concepto y evaluación de la ansiedad y la depresión

Ansiedad

La ansiedad, según la Teoría del Triple Sistema de Respuesta de Lang, implica diferentes aspectos:

  1. Respuestas cognitivas: incluyen preocupación, inquietud y otros procesos mentales asociados a la ansiedad.
  2. Respuestas fisiológicas: se refieren a un alto grado de activación del sistema nervioso autónomo (SNA), que se manifiesta a través de cambios en la frecuencia cardíaca, la respiración, la sudoración, entre otros.
  3. Respuestas motoras o conductuales: se manifiestan a través de comportamientos observables, como la inquietud, la agitación o la evitación de situaciones temidas.

Las reacciones de ansiedad también pueden tener una faceta adaptativa tanto a nivel psicológico como biológico, ya que permiten detectar estímulos potencialmente amenazantes y movilizar recursos para hacerles frente.

Lindenfield propone algunos criterios para diferenciar entre una respuesta «normal» de ansiedad y una respuesta patológica:

  1. Intensidad, frecuencia y duración de la ansiedad.
  2. Proporción entre la gravedad objetiva de la situación y la intensidad de la respuesta de ansiedad.
  3. Grado de sufrimiento que experimenta la persona.
  4. Grado de interferencia negativa en la vida cotidiana del individuo, incluyendo el funcionamiento laboral y las relaciones sociales.

Sin embargo, lo que realmente pone de manifiesto una experiencia de ansiedad a un nivel patológico es un alto nivel de sufrimiento personal y una interferencia significativa en las actividades cotidianas.

En cuanto a las experiencias de ansiedad, se pueden presentar de las siguientes formas:

  1. Ansiedad rasgo: es una manifestación general y permanente a lo largo del tiempo y las situaciones. Las personas con altos niveles de ansiedad rasgo experimentan un mayor grado de amenaza en situaciones estresantes, muestran reacciones de ansiedad más frecuentes y/o intensas. Actualmente, el estudio de la ansiedad rasgo se aborda desde una perspectiva multidimensional que considera la interacción entre las características de personalidad y las condiciones de la situación. Los individuos pueden diferir en su predisposición a reaccionar con ansiedad en diversas situaciones, que se pueden agrupar en cuatro áreas: situaciones de evaluación, ansiedad interpersonal o social, ansiedad fóbica y ansiedad en la vida cotidiana.
  2. Ansiedad estado: es una manifestación más específica, transitoria y limitada en el tiempo. La ansiedad estado se activa en situaciones y momentos específicos, generando sentimientos de inquietud, tensión y nerviosismo, así como una activación del SNA que se manifiesta a través de expresiones conductuales y motoras. Se conceptualiza desde una perspectiva multidimensional, haciendo hincapié en la ansiedad psíquica (preocupación por la posibilidad de fracaso en una tarea y sus consecuencias) y la ansiedad somática (correlatos fisiológicos como taquicardia o sudoración) que acompañan a la reacción de ansiedad.

Depresión

La depresión es un trastorno afectivo que se caracteriza por la presencia de un estado de ánimo negativo persistente, sin un elevado nivel de excitación emocional. Los síntomas típicos de la depresión incluyen abatimiento, melancolía, tristeza, sentimientos de indignidad, soledad, culpa, falta de motivación, fatiga y cansancio. Se estima que aproximadamente el 10% de la población experimenta algún episodio depresivo en su vida.

Además de los síntomas emocionales, la depresión también puede producir déficits específicos en el funcionamiento cognitivo. Estos déficits se manifiestan a través de alteraciones en el nivel y el contenido del pensamiento. Las personas con depresión pueden experimentar dificultades en la concentración, la toma de decisiones, la memoria y la capacidad para disfrutar de las actividades cotidianas. Además, pueden presentar distorsiones cognitivas, como interpretar negativamente la información, tener pensamientos autocríticos y pesimistas, y experimentar una visión distorsionada de sí mismos, los demás y el mundo en general.

Es importante tener en cuenta que el término «depresión» se utiliza para describir una amplia categoría de síntomas depresivos, que van desde episodios depresivos leves hasta trastornos depresivos mayores. Además, se puede hacer referencia al estado de ánimo depresivo y al síndrome clínico de la depresión, que implica la presencia de varios síntomas durante un período prolongado.

Para evaluar la ansiedad rasgo, ansiedad estado y el estado de ánimo depresivo, es común utilizar autoinformes. Uno de los instrumentos más utilizados para evaluar la ansiedad es el Cuestionario de Ansiedad Estado-Rasgo (STAI) desarrollado por Spielberger, Gorsuch y Lushene. Este cuestionario consta de dos escalas independientes, una para medir la ansiedad estado y otra para la ansiedad rasgo, con un total de 40 ítems. Los participantes responden a los ítems utilizando una escala de tipo Likert (0-4) y el cuestionario se administra de forma autónoma.

En cuanto a la evaluación de la depresión, el Inventario de Depresión de Beck (BDI) es ampliamente utilizado. Este inventario consta de 21 ítems, de los cuales 15 se refieren a síntomas psicológico-cognitivos y 6 a síntomas somáticos y vegetativos. Los participantes indican la intensidad de cada síntoma en una escala de respuesta y el inventario se administra de forma individual.

Estos autoinformes son herramientas útiles para evaluar y medir la ansiedad rasgo, la ansiedad estado y el estado de ánimo depresivo, permitiendo obtener información subjetiva de los individuos y facilitando el diagnóstico y el seguimiento en el ámbito clínico y de investigación. Sin embargo, es importante tener en cuenta que los resultados de estos instrumentos deben ser interpretados en conjunto con otras evaluaciones clínicas y considerando el contexto individual de cada persona.

Sesgos cognitivos y trastornos emocionales

Propuestas Teóricas Iniciales: el modelo de esquemas (Beck, 1976) y el modelo de red asociativa (Bower, 1981)

Ambos modelos cognitivos, el Modelo de Esquemas de Beck y el Modelo de Red Asociativa de Bower, resaltan la importancia de los sesgos cognitivos en el procesamiento de la información como factores fundamentales para comprender la etiología y el mantenimiento de los trastornos emocionales, como la ansiedad y la depresión. El estudio y la explicación de estos sesgos son cruciales para comprender los mecanismos involucrados en la etiología, el mantenimiento y la vulnerabilidad de estos trastornos.

El Modelo de Esquemas de Beck se basa en el concepto de esquemas propuesto por Bartlett. Los esquemas son estructuras cognitivas estables que contienen representaciones de experiencias pasadas de fracaso o pérdida (en el caso de la depresión) y amenaza o peligro (en el caso de la ansiedad). Estos esquemas organizan el procesamiento de la información al establecer los parámetros de procesamiento una vez que son activados por el estado emocional del individuo. Además, influyen en cómo los estímulos son codificados, almacenados y recuperados de la memoria.

En una reelaboración posterior de su teoría en 1997, Beck describe que el procesamiento de la información en personas con trastornos emocionales consta de tres etapas. En primer lugar, se produce una orientación y rápida detección de estímulos emocionales, que es un procesamiento automático. Luego, se activan los esquemas relacionados con el tema central de preocupación, como el peligro en el caso de la ansiedad y la pérdida en el caso de la depresión. Por último, se lleva a cabo un procesamiento metacognitivo del tema de preocupación, que implica la elaboración semántica de la información y la evaluación de los recursos de afrontamiento disponibles. En esta reelaboración, se destaca nuevamente el efecto de facilitación que produce la activación de esquemas específicos, lo que conduce a un procesamiento selectivo de la información congruente emocionalmente con el contenido de los esquemas. Estos sesgos cognitivos de procesamiento se convierten en un factor de vulnerabilidad para experimentar trastornos emocionales.

Por otro lado, el Modelo de Red Asociativa de Bower concibe la memoria humana como una red asociativa de conceptos y esquemas semánticos. Según este modelo, la información y las emociones se organizan en la memoria en forma de nodos interconectados, que están vinculados por asociaciones. La activación de un nodo emocional aumenta la accesibilidad de la información de los nodos asociados, lo que a su vez produce un sesgo cognitivo que favorece el procesamiento de dicha información emocional.

La recuperación de la información de la memoria implica reconstruir experiencias pasadas, y esta reconstrucción puede estar influenciada por el estado emocional de la persona. Si un acontecimiento se codifica bajo un determinado estado emocional, ese estado emocional puede servir como una señal que favorece el recuerdo al momento de la recuperación. Esto se observa en el fenómeno del recuerdo dependiente del estado de ánimo, donde hay un mayor recuerdo de la información cuando coincide el estado emocional de la codificación y el de la recuperación de lainformación. El estado de ánimo actúa como una señal discriminativa contextual adicional en el aprendizaje y el recuerdo. Es importante destacar la coincidencia entre la información (positiva o negativa) que se debe recordar y el estado emocional (positivo o negativo) en el momento de la recuperación. La información congruente con el estado emocional suele estar incluida en una red rica de conceptos y temas activados por el estado emocional, lo que hace que esa información sea más accesible y recuperable que la información incongruente.

Además, se observa el fenómeno de la memoria congruente con el estado de ánimo, que ocurre cuando las personas prestan más atención y aprenden más acerca de los acontecimientos que coinciden con su estado emocional actual. Esto se puede entender como una profecía autocumplida, donde el estado emocional influye en la atención y el procesamiento de la información relacionada, lo que a su vez refuerza y mantiene el estado emocional.

Tanto el Modelo de Esquemas de Beck como el Modelo de Red Asociativa de Bower comparten algunos postulados fundamentales:

  1. Existen sesgos cognitivos congruentes con la información característica de la ansiedad y la depresión (peligro y pérdida, respectivamente).
  2. Estos sesgos cognitivos en el procesamiento de la información, que se orientan hacia estímulos amenazantes o negativos, ocurren en todas las etapas del procesamiento, ya que la activación de esquemas y nodos influye en cómo se atiende, interpreta y recuerda la información.

Sin embargo, enfoques cognitivos más recientes han cuestionado la idea de que las personas con trastornos emocionales difieren de las personas sin trastornos emocionales en términos de procesos automáticos y controlados. Estos enfoques sugieren que los diferentes trastornos emocionales pueden diferir en cuanto a la etapa del procesamiento en la que se producen los distintos sesgos cognitivos. Es decir, los sesgos cognitivos específicos pueden manifestarse de manera diferente en cada trastorno emocional, lo que refuerza la importancia de un enfoque más diferenciado en la comprensión de estos trastornos.

Nuevas propuestas teóricas para el estudio de los sesgos cognitivos asociados a la ansiedad y la depresión

El estudio y la comprensión de los sesgos cognitivos en el procesamiento de la información emocional reviste una gran importancia para entender los mecanismos subyacentes a la etiología, el mantenimiento y la vulnerabilidad a los trastornos emocionales. En este sentido, se han propuesto diversos modelos teóricos que ponen énfasis en diferentes mecanismos cognitivos como los principales implicados y responsables de los sesgos atencionales y de memoria que facilitan dicho procesamiento.

Estos modelos teóricos ofrecen un marco conceptual que permite comprender cómo los sesgos cognitivos contribuyen al desarrollo y mantenimiento de los trastornos emocionales. Al examinar y explicar estos sesgos, podemos identificar los procesos específicos que desempeñan un papel en la generación y mantenimiento de los síntomas emocionales.

El Modelo de Williams, Watts, MacLeod y Mathews (1988, 1997)

El Modelo de Williams, Watts, MacLeod y Mathews (1988, 1997) plantea predicciones sobre la existencia de diferentes sesgos cognitivos en los trastornos de ansiedad y depresión. Este modelo se desarrolla a partir de la distinción teórica entre dos procesos: el proceso de activación o facilitación (priming) y el proceso de elaboración.

modelo de Williams
Principales mecanismos cognitivos propuestos en el modelo de Williams
y colaboradores (1988).

El proceso de activación es considerado automático y ocurre en las etapas iniciales del procesamiento cognitivo. Consiste en la activación de las representaciones internas de los estímulos, lo que incrementa temporalmente su accesibilidad. Este proceso afecta principalmente a los procesos atencionales. Por otro lado, el proceso de elaboración es estratégico y controlado, y ocurre en etapas más avanzadas del procesamiento. Su principal efecto es la creación y fortalecimiento de las conexiones entre las representaciones. Este proceso tiene un impacto en la recuperación de la información.

Esta diferenciación permite establecer diferentes sesgos cognitivos o modos de procesamiento relacionados con los diferentes estados emocionales. Los sesgos atencionales se vinculan a los estados de ansiedad, ya que implican una mayor atención hacia los estímulos amenazantes para una respuesta rápida. Por otro lado, los sesgos de memoria se relacionan con los estados depresivos, donde los pensamientos rumiativos sobre la pérdida o el fracaso son centra

En el modelo, se introducen dos mecanismos: el Mecanismo de Decisión Afectiva (MDA) y el Mecanismo de Asignación de Recursos (MAR). El MDA actúa a nivel pre-atencional y evalúa la valencia afectiva de los estímulos para determinar rápidamente su grado de amenaza. Su respuesta depende tanto de las características del estímulo como del nivel de estado emocional del individuo. Por su parte, el MAR se activa cuando los estímulos se evalúan como amenazantes en la etapa pre-atencional. Su función es examinar más detenidamente dichos estímulos y asignar recursos para su procesamiento, lo cual ocurre a nivel post-atencional y requiere procesos estratégicos.

Según este modelo, las personas ansiosas tienden a no elaborar la información amenazante, lo que dificulta la aparición de un sesgo en la recuperación de dicha información en la memoria. En caso de que se produzca, esto ocurre a nivel de la memoria implícita. En la ansiedad, el sesgo de procesamiento se manifiesta a través de un sesgo atencional selectivo hacia la información amenazante durante la fase automática de codificación y recuerdo.

En la depresión, el sesgo se produce a nivel de una codificación más estratégica y elaborada. Los estímulos negativos se recuerdan mejor en la memoria explícita.

El modelo también plantea diferencias en cuanto a los efectos de la ansiedad en su estado versus su rasgo. La ansiedad en estado afecta al MDA, mientras que la ansiedad en rasgo afecta al MAR.

En 1997, Williams y colaboradores introdujeron algunas modificaciones al modelo original. Se redefine el MDA siguiendo los planteamientos teóricos del conexionismo y se sustituyen los conceptos de priming y elaboración por procesperceptual y conceptual. El procesamiento perceptual analiza las características físicas y la valencia afectiva genérica de los estímulos, y está asociado a los procesos de activación. Por otro lado, el procesamiento conceptual analiza semánticamente los estímulos y está asociado a los procesos de elaboración estratégica.

En concreto, los autores postulan que las personas con trastornos de ansiedad presentan sesgos atencionales y pre-atencionales (no conscientes) que facilitan el procesamiento perceptual de la información emocional amenazante. Por otro lado, las personas con depresión muestran sesgos cognitivos relacionados con el procesamiento conceptual o elaborado de la información, lo que favorece el recuerdo y reconocimiento de información emocional negativa.

Tanto en el modelo original como en el revisado, se argumenta que la orientación constante y continua (pre-atencional y atencional) de las personas ansiosas hacia estímulos amenazantes las lleva a percibir su entorno como peligroso, lo que se convierte en un factor de vulnerabilidad cognitiva, especialmente en situaciones de estrés. Los autores proponen terapias que ayuden a las personas a adoptar un estilo de evitación con niveles bajos de ansiedad.

Imaginemos a una persona que padece trastorno de ansiedad generalizada (TAG). Según el Modelo de Williams, Watts, MacLeod y Mathews, esta persona experimentaría sesgos cognitivos relacionados con el procesamiento de la información emocional.

Durante una situación cotidiana, como caminar por la calle, la persona con TAG podría mostrar un sesgo atencional selectivo hacia estímulos amenazantes. Por ejemplo, su atención se enfocaría en los ruidos fuertes, personas que parecen sospechosas o señales de peligro, mientras que otros estímulos no amenazantes podrían pasar desapercibidos.

Este sesgo atencional se atribuiría al Mecanismo de Decisión Afectiva (MDA) del modelo. El MDA evaluaría rápidamente la valencia afectiva de los estímulos ambientales, y debido al estado emocional de ansiedad constante, la persona estaría más inclinada a percibir incluso estímulos neutros como amenazantes.

Además, este sesgo atencional selectivo podría estar relacionado con la preocupación constante por detectar posibles peligros, lo que requeriría una respuesta rápida y vigilancia constante. Por lo tanto, la persona con TAG tendería a prestar más atención a estímulos que se ajusten a su temática de amenaza.

En contraste, una persona con depresión podría manifestar un sesgo de procesamiento a nivel de codificación y recuerdo más estratégico y elaborado. Por ejemplo, esta persona podría tener una mayor tendencia a recordar y rumiar pensamientos negativos relacionados con la pérdida o el fracaso.

En resumen, el modelo propuesto sugiere que los sesgos cognitivos en los trastornos emocionales pueden manifestarse de diferentes maneras. En la ansiedad, el sesgo se manifiesta a través de un sesgo atencional selectivo hacia la información amenazante, mientras que en la depresión, se produce a nivel de una codificación y recuerdo más elaborados de estímulos negativos.

Es importante tener en cuenta que este es solo un ejemplo hipotético para ilustrar el modelo. Los trastornos emocionales son complejos y cada persona puede experimentar los sesgos cognitivos de manera única.

El Modelo de Mogg y Bradley (1998)

El Modelo de Mogg y Bradley (1998) es un enfoque cognitivo-motivacional que busca explicar los sesgos pre-atencionales y atencionales asociados a la ansiedad. Estos autores introducen la idea de sistemas motivacionales como mediadores entre las respuestas cognitivas y comportamentales y la información amenazante.

El modelo se centra en los sesgos cognitivos asociados a la ansiedad, especialmente en los procesos pre-atencionales y atencionales. Mogg y Bradley postulan la existencia de dos sistemas que, en conjunto, explican los sesgos cognitivos en la ansiedad:

  1. Sistema de Evaluación de la Valencia (SEV): Similar al MDA mencionado en modelos previos, pero con mayor sensibilidad para clasificar estímulos ambientales como amenazantes en personas con alta ansiedad o vulnerabilidad a ella. El SEV valora el grado subjetivo de amenaza de los estímulos a través de un proceso rápido y automático, basado en la conexión directa entre el tálamo y la amígdala. Este sistema considera características básicas de los estímulos, su contexto y la información almacenada en la memoria de la persona.
  2. Sistema de Compromiso de Meta (SCM): Responsable de asignar recursos para el procesamiento cognitivo y la acción cuando un estímulo ambiental es considerado altamente amenazante. El SCM produce una interrupción automática de la actividad en curso. Si el nivel de amenaza percibida por el SEV es bajo, el SCM asigna escasos recursos, lo que inhibe el procesamiento de la amenaza y permite a la persona continuar con sus metas actuales.
modelo de mogg
Principales mecanismos cognitivo-motivacionales propuestos en el modelo de Mogg y Bradley (1988).

A diferencia del modelo de Williams y colaboradores, Mogg y Bradley argumentan que los efectos de la ansiedad no están vinculados a la asignación de recursos, sino a la evaluación de los estímulos. Además, señalan que la relación entre el valor de amenaza de los estímulos y los sesgos atencionales no es lineal. Depende de la percepción de amenaza, lo cual puede variar desde la evitación hasta la vigilancia hacia la amenaza.

Los individuos con altos y bajos niveles de ansiedad difieren en cómo evalúan lo que constituye una amenaza y en la frecuencia con que activan el «modo de peligro» en el procesamiento. Sin embargo, una vez que este modo se activa, ambos actúan de manera similar en términos de sesgos atencionales.

El modelo de Mogg y Bradley (1998) presenta varias ventajas significativas:

  1. Distingue entre los procesos de valoración de la amenaza y los procesos de coordinación controlada de procesos cognitivos y comportamentales dirigidos hacia metas. Esto permite comprender mejor cómo se relacionan y se influencian mutuamente estos procesos en la ansiedad.
  2. La distinción entre los dos sistemas propuestos en el modelo puede ayudar a explicar las diferencias en las respuestas de atención a los estímulos aversivos entre la ansiedad clínica y la depresión. Mientras que la depresión se caracteriza por una orientación hacia el pasado y una falta de compromiso con el entorno (valencia negativa + falta de compromiso con metas externas), la ansiedad se enfoca en el futuro y analiza el entorno en busca de amenazas y peligros anticipados (valencia negativa + compromiso con metas externas).
  3. El modelo permite considerar si las diferencias individuales en la vulnerabilidad a la ansiedad pueden ser atribuidas a una reactividad diferencial en uno o ambos sistemas propuestos. En particular, se destaca al Sistema de Evaluación de la Valencia (SEV) como responsable de la vulnerabilidad a la ansiedad.
  4. Mogg y Bradley señalan que los sesgos atencionales no necesariamente desempeñan un papel causal importante en la etiología de los estados de ansiedad clínica. Sin embargo, no excluyen la posibilidad de que los procesos atencionales sean relevantes en el mantenimiento de dichos estados. En este sentido, destacan la importancia de dirigir los esfuerzos terapéuticos hacia el cambio de los procesos implicados en la evaluación del valor de amenaza de los estímulos, como se aborda en las terapias cognitivas.

Imagina a una persona que experimenta ansiedad social, específicamente temor a hablar en público. Utilizando el modelo de Mogg y Bradley, un terapeuta cognitivo podría abordar el problema de la siguiente manera:

  1. Valoración de la amenaza: El terapeuta ayudaría al individuo a identificar y evaluar los estímulos que desencadenan su ansiedad social. Utilizando el Sistema de Evaluación de la Valencia (SEV), se exploraría cómo la persona percibe esos estímulos y qué grado de amenaza les atribuye. Por ejemplo, podría preguntarle al individuo qué pensamientos y emociones surgen cuando se le presenta la situación de hablar en público.
  2. Coordinación controlada de procesos cognitivos y comportamentales: El terapeuta guiaría al individuo en el desarrollo de estrategias para controlar y redirigir sus procesos cognitivos y comportamentales durante las situaciones de ansiedad. Esto implicaría trabajar en la identificación y cambio de pensamientos automáticos negativos y distorsionados, así como en el desarrollo de habilidades de afrontamiento eficaces.
  3. Diferencias entre ansiedad y depresión: El terapeuta ayudaría al individuo a comprender cómo la ansiedad se diferencia de la depresión en términos de orientación temporal y compromiso con las metas externas. Se destacaría que la ansiedad social se centra en anticipar amenazas y peligros futuros en el entorno social, mientras que la depresión se caracteriza por una orientación hacia el pasado y una falta de motivación o compromiso con las metas externas.
  4. Reactividad diferencial y vulnerabilidad: El terapeuta exploraría las diferencias individuales en la reactividad de los sistemas propuestos por el modelo de Mogg y Bradley. Se consideraría si el individuo tiene una mayor sensibilidad o reactividad en el Sistema de Evaluación de la Valencia (SEV), lo que podría explicar su vulnerabilidad a la ansiedad social. Esta comprensión permitiría adaptar las intervenciones terapéuticas para abordar específicamente los desequilibrios en el sistema motivacional del individuo.
  5. Cambio de los procesos de evaluación de la amenaza: Finalmente, el terapeuta se enfocaría en dirigir los esfuerzos terapéuticos hacia el cambio de los procesos que intervienen en la evaluación del valor de amenaza de los estímulos. Esto podría implicar técnicas como la reestructuración cognitiva, la exposición gradual y el entrenamiento en habilidades sociales, con el objetivo de ayudar al individuo a modificar sus patrones de pensamiento y respuestas emocionales asociados a la ansiedad social.

Este ejemplo ilustra cómo el modelo de Mogg y Bradley puede ser aplicado en un contexto clínico para comprender y tratar la ansiedad social. Al considerar los procesos cognitivos, motivacionales y atencionales, el terapeuta puede proporcionar una intervención más precisa y efectiva que aborda los mecanismos subyacentes de la ansiedad del individuo.

En resumen, el modelo de Mogg y Bradley ofrece una perspectiva integral que aborda los procesos cognitivos, motivacionales y atencionales en la ansiedad, permitiendo una mejor comprensión de sus mecanismos subyacentes y proporcionando una base para intervenciones terapéuticas efectivas.

El Modelo de Mathews y Mackintosh (1998)

El Modelo de Mathews y Mackintosh (1998) propone un mecanismo llamado Sistema de Evaluación de la Amenaza (SEA), que comparte similitudes con el Mecanismo de Decisión Afectiva (MDA) propuesto por Williams y colaboradores (1997), así como con el Sistema de Evaluación de la Valencia (SEV) de Mogg y Bradley (1998).

Modelo de Mathews
Esquema del modelo cognitivo propuesto por Mathews y Mackintosh (1988).

El SEA tiene como función incrementar la activación de los estímulos considerados potencialmente amenazantes, lo que resulta en un aumento automático de los recursos de procesamiento y en una atención selectiva dirigida hacia dichos estímulos. Independientemente de la vía utilizada para evaluar el valor de amenaza de los estímulos, sus representaciones se almacenan en el SEA y se accede a ellas de manera automática al comienzo del procesamiento, antes de que sean conscientes e identificadas (como el priming o el SEV). A medida que aumenta el nivel de ansiedad, estas representaciones amenazantes compiten con otras representaciones de diferentes estímulos, generando un sesgo de atención hacia los estímulos amenazantes. Se asume que los sesgos atencionales en personas ansiosas solo ocurren en condiciones de competencia, cuando dos o más estímulos compiten por los recursos de atención. La activación de estas representaciones de amenaza ocurre de manera automática (generalmente) y controlada (arriba-abajo) según las demandas de la tarea. Mediante el esfuerzo voluntario generado por las exigencias de la tarea o el contexto, las personas pueden evitar dirigir sus recursos de atención hacia los estímulos potencialmente amenazantes y atender a otros distractores, lo que resulta en un sesgo de evitación.

A diferencia del modelo de Williams y colaboradores, el modelo de Mogg y Bradley y el modelo de Mathews y Mackintosh enfatizan que es la evaluación inicial de los estímulos, y no la asignación de recursos para dirigir la atención, lo que causa las diferencias en los procesos de atención entre individuos con niveles altos y bajos de ansiedad observados experimentalmente.

Mogg y Bradley también difieren de Williams y colaboradores al rechazar la hipótesis de que las personas con bajos niveles de ansiedad rasgo no muestran un sesgo de evitación atencional ante una amenaza potencialmente grave. Consideran que los estímulos amenazantes siempre activan las representaciones correspondientes almacenadas en el SEA, de modo que cuando estas representaciones son fuertes e inhiben las de los estímulos distractores, se produce un sesgo hacia esos estímulos, sin importar el nivel de ansiedad.

Además, postulan que la sensibilidad hacia los estímulos amenazantes, debido al mayor número de representaciones de amenaza, hace que las personas con altos niveles de ansiedad puedan mostrar un sesgo atencional ante indicios leves de amenaza.

comparativa
Comparativa de los modelos cognitivos. a) Responsable de la evaluación de amenaza de los estímulos.
(b) Actúa a nivel pre-atencional, de manera automática. (c) Actúa a nivel post-atencional, de manera estratégica.

Imaginemos a dos personas, Ana y Juan, que se enfrentan a una situación social desafiante, como dar un discurso frente a un público. Ana tiene altos niveles de ansiedad social, mientras que Juan tiene bajos niveles de ansiedad social.

Según el Modelo de Mathews y Mackintosh, cuando Ana se encuentra en esa situación, su Sistema de Evaluación de la Amenaza (SEA) se activa automáticamente. El SEA identifica la situación como potencialmente amenazante y aumenta la activación de los estímulos relacionados con la ansiedad social, como la mirada crítica del público o la posibilidad de cometer errores.

Debido a esta activación, Ana experimenta un sesgo atencional hacia esos estímulos amenazantes. Su atención se enfoca en la mirada crítica del público, lo que puede llevarla a sentirse más ansiosa y autovigilante. Incluso puede ser más propensa a interpretar las reacciones del público de manera negativa y a magnificar los posibles errores que comete durante su discurso.

En cambio, Juan, con bajos niveles de ansiedad social, no experimenta el mismo nivel de activación del SEA. Aunque también es consciente de la situación desafiante, su atención se distribuye de manera más equilibrada entre los estímulos amenazantes y otros aspectos de la situación, como el contenido de su discurso o la interacción con el público.

En resumen, el Modelo de Mathews y Mackintosh explica cómo el SEA influye en la atención y la interpretación de los estímulos amenazantes en situaciones de ansiedad. Esto puede dar lugar a sesgos atencionales y cognitivos que contribuyen a los síntomas de ansiedad. El ejemplo ilustra cómo el SEA puede desempeñar un papel en la respuesta de atención y el procesamiento de información en individuos con diferentes niveles de ansiedad social.

Procedimientos Experimentales en el Estudio de la Atención

Aunque se han utilizado diversos paradigmas experimentales en los estudios sobre la atención a la información emocional (Yiend, 2010 ofrece un análisis exhaustivo de estos paradigmas), las principales tareas utilizadas son las siguientes:

  1. Tarea Emocional de Stroop: Esta tarea es una versión modificada del clásico paradigma de interferencia de Stroop (1935). Consiste en presentar palabras emocionales o neutras escritas en diferentes colores, ya sea en formato computarizado o en tarjetas. El sujeto debe nombrar lo más rápidamente posible el color en que están escritas las palabras. En esta tarea, se compara el tiempo de reacción ante la presentación de estímulos emocionales relacionados con la amenaza (por ejemplo, la palabra «cáncer») con el tiempo de reacción ante la presentación de estímulos emocionalmente neutros (por ejemplo, la palabra «madera»). Si hay un sesgo atencional, los estímulos relacionados con la amenaza interferirán más con la tarea de nombrar el color que los estímulos neutros o no amenazantes (MacLeod, 1991).
  2. Tarea de Sondeo Atencional o de Detección de Puntos (dot-probe paradigm): Diseñada por MacLeod, Mathews y Tata (1986), esta tarea consiste en la presentación simultánea de dos estímulos con diferente valencia emocional durante un breve periodo de tiempo, generalmente 500 milisegundos. Uno de los estímulos se muestra en la parte superior y el otro en la parte inferior del campo visual. Después de que los estímulos desaparezcan, aparece un punto en el lugar que ocupaba uno de ellos (el 50% de las veces aparece donde se presenta el estímulo amenazante y el otro 50% en el lugar del estímulo neutro). La tarea del individuo es responder lo más rápido posible cuando aparezca el punto. Esta tarea secundaria permite examinar la distribución de la atención. Si el punto reemplaza a la palabra que se está mirando, el tiempo de reacción es más corto que cuando aparece en la posición del estímulo no atendido. Un sesgo atencional se produce cuando los sujetos responden más rápidamente al punto que reemplaza a las palabras relacionadas con la amenaza que cuando reemplaza a los estímulos neutros (vigilancia atencional). Las dos principales ventajas de esta tarea son:
    • Evita el problema de un posible sesgo de respuesta, ya que el individuo responde a un estímulo no verbal (una respuesta neutra ante un estímulo neutro).
    • Permite manipular el intervalo de tiempo entre la presentación de los estímulos y la presentación del punto, lo que a su vez permite examinar la asignación temporal de la atención.

Procedimientos Experimentales en el Estudio de la Memoria

Procedimientos Experimentales en el Estudio de la Memoria. Según Brown y Craik (2000), el estudio de la memoria implica dos fases distintas:

  1. Fase de Estudio: Se refiere a la adquisición de la información.
  2. Fase de Prueba: Relacionada con la recuperación de la información almacenada en la memoria.

Las investigaciones sobre los procesos de memoria manipulan las instrucciones de codificación y el procedimiento de recuperación. Según el procedimiento de recuperación, se distinguen dos tipos de memoria:

  1. Memoria Explícita: Caracterizada por la recuperación voluntaria y consciente del material previamente presentado. Su evaluación se realiza mediante pruebas directas, como el recuerdo libre o el reconocimiento, donde los sujetos se les pide recordar o reconocer de manera intencionada el material presentado en la fase de estudio y que guardan en su memoria.
  2. Memoria Implícita: Supone la recuperación no consciente de la información. Su evaluación se realiza mediante pruebas indirectas, como completar inicios o fragmentos de palabras, toma de decisiones léxicas o asociaciones de palabras. En estas pruebas, se pide a los sujetos que realicen una actividad específica (motora o cognitiva) en la que se presentan los estímulos de la fase de estudio junto con otros nuevos. La memoria se mide mediante el efecto de priming, es decir, cuando determinadas experiencias facilitan la ejecución de tareas posteriores sin necesidad de recuerdo intencional o consciente.

La principal diferencia entre la prueba directa e indirecta radica en las instrucciones dadas a los sujetos en la fase de prueba. Las tareas más utilizadas para estudiar posibles sesgos de memoria asociados a la ansiedad y la depresión son:

  1. Tarea de recuerdo libre y de reconocimiento (memoria explícita): Se presenta a los sujetos un conjunto de estímulos para su estudio y posteriormente se les pide que indiquen todos los que recuerden. En la tarea de recuerdo libre, se les solicita que mencionen todos los estímulos que puedan recordar, mientras que en la tarea de reconocimiento se presentan los estímulos mezclados con otros nuevos, y se les pide que indiquen si los reconocen de la fase previa.
  2. Tarea de completar Inicios de Palabras (Word-Stem Completion) (memoria implícita): Se presentan una serie de palabras bajo instrucciones de aprendizaje intencional (se informa que se evaluará el aprendizaje) o incidental (no se informa sobre la evaluación posterior). En la fase de prueba, se presentan una serie de inicios de palabras correspondientes a las primeras letras de las palabras previamente presentadas, así como palabras nuevas no estudiadas. Se considera que la presentación previa, sin instrucciones de relacionar las palabras con las de la fase de estudio, facilita su recuerdo en la fase de prueba mediante el efecto de priming. Por ejemplo, se le pide al sujeto que escriba la primera palabra que le venga a la mente que empiece con las letras «tel___», asumiendo que es más probable que mencione «teléfono» si esa palabra se ha presentado previamente.

En estas pruebas, se habla de un sesgo de memoria cuando una persona recuerda, reconoce o completa inicios de palabras en mayor medida cuando estos son congruentes con su estado emocional (amenazantes o negativos) que cuando son incongruentes (no amenazantes o positivos).

Evidencia Experimental

En la investigación psicológica sobre sesgos cognitivos asociados a diferentes estados emocionales, se utilizan tanto muestras clínicas como subclínicas, dependiendo de si se aplican diagnósticos o medidas de autoinforme para formar los grupos experimentales de pacientes ansiosos y depresivos, respectivamente. Al utilizar muestras subclínicas, se asume que la diferencia entre pacientes clínicos y personas sin manifestaciones evidentes es similar a la diferencia entre aquellos pacientes que obtienen altas y bajas puntuaciones en cuestionarios que miden la ansiedad estado/rasgo o el estado de ánimo depresivo.

Para estudiar el sistema de procesamiento de los diferentes estados emocionales, se pueden adoptar dos enfoques complementarios:

  1. Planteamiento Cuantitativo: Se centra en la eficiencia del sistema de procesamiento, es decir, cuánta información puede procesar y con qué nivel de recursos se lleva a cabo.
  2. Planteamiento Cualitativo: Analiza qué estímulos del entorno son selectivamente procesados. A continuación, se presenta un análisis enfocado en este enfoque, tanto en muestras clínicas como subclínicas.
Ansiedad y sesgos atencionales  

La ansiedad y los sesgos atencionales: Bar-Haim y sus colegas (2007) llevaron a cabo un metaanálisis que recopiló 172 estudios publicados entre febrero de 1986 y mayo de 2005, con una muestra total de 4,031 participantes (2,273 ansiosos y 1,768 no ansiosos). El resultado más significativo de este metaanálisis fue la existencia de un sesgo atencional en el procesamiento de información amenazante en individuos ansiosos, que se manifestaba en diferentes condiciones experimentales y no se observaba en individuos no ansiosos. Se examinaron los posibles efectos de variables relacionadas con el procedimiento experimental, como el formato de presentación de los estímulos (verbales o pictóricos) y el tipo de exposición (subliminal o supraliminal).

Los resultados del metaanálisis revelaron lo siguiente en relación con estos posibles efectos:

  • No se encontraron diferencias significativas en el procesamiento de estímulos amenazantes según el formato de presentación. Tanto los estímulos verbales como los pictóricos generaron un sesgo significativo relacionado con la amenaza en los individuos ansiosos. Sin embargo, en la tarea emocional de Stroop, los estímulos verbales mostraron un mayor nivel de interferencia que los pictóricos.
  • Se observó un sesgo atencional hacia la información amenazante en las personas ansiosas, tanto en la presentación subliminal como en la supraliminal. Este sesgo no se observó en el grupo de control en ninguna de las dos condiciones de presentación. Al examinar la interacción entre la condición de presentación y el procedimiento experimental, se encontró que el sesgo era mayor en la condición subliminal en la tarea de sondeo atencional, mientras que en la tarea de Stroop se observó el patrón inverso. Estos resultados sugieren que los sesgos atencionales encontrados en ambas tareas se basan en procesos diferentes: la tarea de Stroop involucra procesos controlados y más tardíos (conscientes) en la secuencia de procesamiento atencional, mientras que el efecto de la tarea de sondeo atencional refleja la intervención de procesos atencionales más iniciales (pre-atencionales).

Otros hallazgos importantes del metaanálisis fueron los siguientes:

  • No hubo diferencias significativas en el sesgo atencional entre las muestras clínicas y subclínicas de sujetos ansiosos. Sin embargo, al examinar la interacción con las condiciones de exposición, se encontró que los pacientes ansiosos mostraban un mayor efecto selectivo en la condición supraliminal, mientras que no se observaron diferencias en las condiciones de presentación en los sujetos subclínicos ansiosos. Esto sugiere que, en términos de intervención terapéutica, podría ser beneficioso centrarse en los aspectos conscientes del sesgo.
  • El efecto selectivo de atención hacia la información amenazante se observó en todos los trastornos de ansiedad, lo que sugiere que este sesgo constituye un elemento central y común en todos ellos.
Depresión y sesgos atencionales          

La revisión de Mogg y Bradley señala que, a diferencia de la ansiedad, la evidencia de un sesgo atencional en pacientes depresivos (ya sea clínicos o subclínicos) es mucho más débil e incluso casi inexistente. Sin embargo, aquellos estudios que encuentran un sesgo atencional en individuos depresivos lo hacen bajo condiciones experimentales específicas.

En el caso de la tarea de Stroop, se ha observado un sesgo atencional hacia estímulos negativos en pacientes depresivos cuando estos son autoreferentes y se presentan durante un intervalo de tiempo relativamente largo, generalmente entre 1500 y 2000 ms. Es decir, la atención se ve dirigida de manera preferente hacia estímulos que están relacionados con la propia persona y tienen connotaciones negativas. Este hallazgo sugiere que los estímulos negativos con una carga emocional personal tienen un impacto en el procesamiento atencional de los individuos depresivos.

Por otro lado, no se ha encontrado un efecto selectivo atencional en ningún caso cuando los estímulos negativos son presentados enmascaradamente, es decir, cuando se ocultan de forma que no sean conscientemente percibidos. Esto indica que la información negativa no accede a la conciencia de manera suficiente como para influir en los procesos atencionales en personas depresivas.

Una explicación propuesta por Mogg y Bradley para la dificultad en encontrar un sesgo en los procesos atencionales en personas depresivas se basa en la relación entre la rapidez de la respuesta atencional hacia las señales externas y la relevancia motivacional de dichas señales para la persona. Según esta explicación, solo un rango limitado de señales, como la información negativa autorreferente, tiene la capacidad de activar los mecanismos de persecución de metas y producir un sesgo atencional en la depresión clínica. En otras palabras, solo aquellos estímulos que son relevantes y significativos para el individuo depresivo tienen el potencial de influir en su atención de manera destacada.

En resumen, aunque la evidencia de un sesgo atencional en pacientes depresivos es limitada, existen algunas condiciones experimentales en las que se ha observado un sesgo hacia estímulos negativos autorreferentes. Esto sugiere que la relevancia emocional y personal de los estímulos puede desempeñar un papel crucial en la dirección de la atención en la depresión clínica.

Ansiedad y Sesgos de Memoria  

El interés por investigar los sesgos de memoria en relación con la ansiedad se ha reflejado en las revisiones realizadas por Coles y Heimberg (2002) y el meta-análisis llevado a cabo por Mitte (2008). Este último, tras analizar de forma cuantitativa 165 estudios que comparan a sujetos sin ansiedad (controles) con aquellos que presentan altos niveles de ansiedad rasgo/estado o trastornos de ansiedad, en distintas pruebas de memoria, ha encontrado los siguientes resultados:

En cuanto a la memoria implícita, los resultados no respaldan la existencia de un sesgo de memoria implícita asociado a niveles altos de ansiedad rasgo. Los datos son inconsistentes en la tarea de decisión léxica y no se observan diferencias significativas entre individuos con altos y bajos niveles de ansiedad en la tarea de completar inicios de palabras. Sin embargo, cuando se analizan los datos dentro de cada grupo, tanto los individuos ansiosos como los no ansiosos completan más palabras negativas que neutras o positivas.

En relación con la memoria explícita, no se encuentra un efecto global de la ansiedad en el recuerdo. En la tarea de reconocimiento, no se observan diferencias significativas entre personas con altos y bajos niveles de ansiedad. Sin embargo, al comparar el formato de presentación, se detecta una tendencia hacia un mejor reconocimiento de los estímulos pictóricos por parte de los individuos ansiosos. Mitte sugiere que este efecto se debe a que en el entorno natural de las personas ansiosas es más común encontrar este tipo de estímulos y/o a que, en general, los estímulos pictóricos generan más ansiedad que los verbales.

En la prueba de recuerdo libre, los datos arrojan resultados significativos (aunque la magnitud no es alta), mostrando que, en el análisis entre grupos, los individuos con altos niveles de ansiedad recuerdan mejor la información amenazante (estímulos negativos), mientras que las personas no ansiosas recuerdan mejor los estímulos positivos. En el análisis dentro de cada grupo, los individuos con bajos niveles de ansiedad recuerdan de manera similar todos los tipos de estímulos (positivos, negativos o neutros), mientras que aquellos con altos niveles de ansiedad recuerdan más estímulos amenazantes que neutros.

En cuanto a la influencia del tipo de diseño experimental utilizado, se observa que la diferencia en el recuerdo de la información amenazante entre individuos con altos y bajos niveles de ansiedad disminuye en condiciones de alto nivel de procesamiento (procesamiento más elaborado). Además, el número de estímulos y el intervalo de retención también juegan un papel: a medida que se utilizan más estímulos y aumenta el intervalo de retención (más tiempo entre la codificación y la fase de recuperación), la diferencia de recuerdo entre ambos grupos de sujetos disminuye.

En relación con el estatus clínico, no se encuentran diferencias significativas entre los estudios que utilizan muestras subclínicas y clínicas, ni entre los diferentes tipos de trastornos de ansiedad. Esto sugiere que el sesgo de memoria es un aspecto central de la ansiedad y no una característica específica de cada trastorno en particular. Además, el sesgo de memoria está asociado no tanto con la amenaza en general, sino más bien con estímulos negativos específicos relacionados con el tipo de trastorno de los individuos.

En resumen, los resultados obtenidos indican que la ansiedad, tanto en su forma subclínica como clínica, está asociada a un procesamiento más elaborado de la información amenazante, el cual está modulado por diferentes condiciones o variables moderadoras. Los hallazgos muestran que existen diferencias en los sesgos de memoria entre individuos ansiosos y no ansiosos, tanto en la memoria implícita como en la explícita, aunque estos sesgos pueden depender del tipo de tarea utilizada, el formato de presentación de los estímulos y otros factores experimentales. El estudio de los sesgos de memoria en la ansiedad continúa siendo un área de investigación importante para comprender mejor los procesos cognitivos relacionados con este trastorno y su posible implicación en la terapia y tratamiento de la ansiedad.

Depresión y Sesgos de Memoria

El estudio de los sesgos de memoria en relación con la depresión ha arrojado resultados interesantes. En general, se ha encontrado que el «Efecto de Recuperación Dependiente del Estado de Ánimo» presenta poca fiabilidad y se muestra como un fenómeno inestable e inconsistente. Como señala Eich, este efecto solo se observa de manera confiable en circunstancias y condiciones específicas. Por lo tanto, la mayoría de las investigaciones se centran en examinar la hipótesis de congruencia en la memoria explícita, utilizando tareas de recuerdo libre, señalado o reconocimiento.

Los datos experimentales indican que el recuerdo congruente con el estado de ánimo es un efecto sólido y poderoso en el contexto de la depresión, especialmente cuando se utilizan pruebas de memoria explícita. Se observa un sesgo en el recuerdo de información congruente (negativa) en personas con depresión clínica o subclínica.

Sin embargo, los resultados en relación con un posible sesgo de recuerdo congruente a nivel de memoria implícita son inconsistentes. Se han encontrado datos contradictorios y ambivalentes, lo que dificulta llegar a conclusiones firmes sobre la presencia de este sesgo en individuos deprimidos.

Es importante destacar que el sesgo de recuerdo congruente en la depresión se refiere principalmente a la memoria explícita, donde la información emocional congruente con el estado de ánimo negativo tiende a ser recordada con mayor facilidad. En cambio, en la memoria implícita, que se refiere a la recuperación no consciente de información, los hallazgos son menos claros y consistentes.

Estos resultados sugieren que el sesgo de memoria en la depresión está relacionado de manera más prominente con la memoria explícita y puede estar influenciado por el estado de ánimo negativo. Sin embargo, se requiere de más investigación para comprender completamente los mecanismos subyacentes y las condiciones específicas en las que se produce este sesgo.

En resumen, los estudios sobre los sesgos de memoria en la depresión han demostrado que existe un sesgo de recuerdo congruente en la memoria explícita, donde la información emocional negativa se recuerda con mayor facilidad. Sin embargo, los hallazgos en la memoria implícita son menos consistentes y se requiere de más investigación para comprender mejor este fenómeno. Estudiar los sesgos de memoria en la depresión puede ayudarnos a comprender los procesos cognitivos asociados con este trastorno y puede tener implicaciones importantes para el desarrollo de intervenciones terapéuticas efectivas.

Algunas consideraciones finales en torno a la revisión de la Evidencia Experimental

Los estudios realizados sobre los sesgos cognitivos asociados a la ansiedad y la depresión proporcionan una serie de consideraciones finales importantes. Los resultados obtenidos a través de meta-análisis y revisiones indican que estos sesgos cognitivos operan en diferentes niveles de procesamiento según el estado emocional específico:

En el caso de la ansiedad, los sesgos cognitivos se reflejan principalmente en los procesos automáticos relacionados con la atención y la percepción. Se ha observado un sesgo atencional hacia estímulos emocionales amenazantes en individuos con altos niveles de ansiedad, tanto en muestras clínicas como subclínicas. Este sesgo se produce de forma automática y no consciente, incluso en condiciones donde la presentación de los estímulos es breve o enmascarada. Según la evidencia revisada, el sistema de evaluación de la amenaza parece ser el mecanismo responsable de estos sesgos atencionales en la ansiedad.

Por otro lado, en el caso de la depresión o el estado emocional depresivo, los sesgos cognitivos tienen más impacto en los procesos cognitivos estratégicos o elaborados relacionados con la recuperación de información de la memoria. Se ha encontrado que existe un sesgo en la recuperación de información congruente con el estado de ánimo negativo en individuos con depresión clínica o subclínica. Este sesgo atencional se manifiesta cuando los estímulos se presentan durante un tiempo más prolongado (500-1500 ms), permitiendo un procesamiento consciente, y desaparece cuando el procesamiento consciente no es posible, como en exposiciones breves o condiciones de enmascaramiento. Según los estudios que utilizan el paradigma de señalamiento espacial, el sesgo atencional en individuos con trastornos emocionales parece estar asociado con la dificultad para desviar la atención de estímulos emocionales.

En términos de memoria, el meta-análisis de Mitte indica que la ansiedad afecta tanto a los procesos perceptuales como al procesamiento conceptual y los sistemas de memoria que implican la elaboración de información. Estos resultados respaldan la existencia de un sesgo de memoria explícita en la ansiedad y sugieren que la ansiedad tiene un mayor impacto en los procesos de recuperación específica de información que en los procesos de reconocimiento. Se sugiere que este sesgo puede explicarse considerando los procesos motivacionales y los objetivos personales de los individuos, ya que la memoria tiende a estar influenciada por la relevancia personal y las metas subjetivas.

Es importante destacar que no se puede establecer una relación causal entre la presencia de sesgos cognitivos y el desarrollo o mantenimiento de los trastornos emocionales. Sin embargo, la presencia de numerosos sesgos cognitivos negativos en la ansiedad y la depresión sugiere que estos sesgos pueden representar un elemento de vulnerabilidad cognitiva para ambos trastornos.

Además de los sesgos cognitivos, también se han encontrado déficits en las funciones del control ejecutivo de la atención y la reducción de recursos cognitivos en tareas complejas en personas con ansiedad y depresión. Estos hallazgos complementan los datos expuestos y resaltan la importancia de investigar diferentes aspectos de los trastornos emocionales desde diversas perspectivas, como la neurociencia y otras disciplinas relacionadas. La incorporación de técnicas como la cartografía cerebral, la tomografía por emisión de positrones (TEP), la resonancia magnética funcional (RMF) o los potenciales evocados puede proporcionar una comprensión más completa de los mecanismos subyacentes a los sesgos cognitivos en la ansiedad y la depresión.

En resumen, los resultados obtenidos de los estudios sobre sesgos cognitivos en la ansiedad y la depresión indican que estos sesgos actúan en diferentes niveles de procesamiento según el estado emocional. La ansiedad se asocia con sesgos atencionales automáticos hacia estímulos amenazantes, mientras que la depresión afecta principalmente a los procesos cognitivos estratégicos relacionados con la recuperación de información de la memoria. Sin embargo, el panorama general de resultados no se ajusta completamente a los modelos cognitivos existentes, lo que plantea la necesidad de incorporar enfoques multidisciplinarios y explorar otros aspectos de la cognición y la atención en los trastornos emocionales. Estos hallazgos tienen implicaciones importantes para el desarrollo de intervenciones terapéuticas más efectivas en el tratamiento de la ansiedad y la depresión.

Ansiedad, depresión y regulación emocional

La regulación emocional juega un papel fundamental en la forma en que las personas manejan sus emociones. Sin embargo, los sesgos cognitivos asociados a los trastornos emocionales, como la ansiedad y la depresión, pueden interferir en la capacidad de utilizar estrategias de regulación emocional adaptativas y promover la utilización de estrategias desadaptativas.

Según Joormann y D’Azanvato, los sesgos cognitivos en el procesamiento de la información emocional, que se producen a nivel de la atención y la memoria, pueden generar evaluaciones rígidas y automáticas que dificultan la regulación emocional.

En el caso de la depresión, el sesgo de elaboración de información negativa hace que esta información sea más accesible y fácilmente recuperable. Esto dificulta el desenganche de los pensamientos negativos y favorece la rumiación, lo cual puede prolongar o dificultar la recuperación de un episodio depresivo. Este sesgo de memoria limita la capacidad de recordar información incongruente con el estado de ánimo negativo, lo que dificulta la regulación emocional.

Por otro lado, en el caso de la ansiedad, el sesgo pre-atencional que opera de forma automática impide que la persona pueda modificar de manera intencional la situación que desencadena la ansiedad. Si el sesgo atencional ocurre en etapas tardías del proceso de atención, se vuelve aún más difícil redirigir la atención lejos de los estímulos negativos.

Sin embargo, las investigaciones realizadas en el ámbito de la modificación de sesgos cognitivos han demostrado que es posible entrenar a las personas para reducir estos sesgos y facilitar el uso de estrategias de regulación emocional más efectivas. Mediante intervenciones específicas, se puede trabajar en la modificación de estos sesgos cognitivos y promover un procesamiento más equilibrado de la información emocional. Esto a su vez puede facilitar la capacidad de las personas para regular sus respuestas emocionales y mejorar su bienestar.

En conclusión, los sesgos cognitivos asociados a la ansiedad y la depresión pueden interferir en la regulación emocional, dificultando la aplicación de estrategias adaptativas. Sin embargo, la modificación de estos sesgos cognitivos ofrece oportunidades prometedoras para mejorar la regulación emocional y el bienestar de las personas que sufren de trastornos emocionales. Es importante continuar investigando y desarrollando intervenciones efectivas para abordar estos sesgos y promover una regulación emocional más saludable.

Referencias

  • Bermúdez Moreno, J., & e-libro, C. (2011). Psicología de la personalidad (1® ed.). Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.

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