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El trastorno de la personalidad paranoide se caracteriza por un patrón general de desconfianza y suspicacia hacia los demás, con una interpretación recurrente de las intenciones de los demás como maliciosas o perjudiciales.
Los criterios generales del trastorno de personalidad según los sistemas actuales de diagnóstico psiquiátrico implican patrones persistentes de pensamiento, comportamiento y experiencia emocional que se desvían significativamente de las expectativas culturales y que causan deterioro en la vida cotidiana del individuo.
La personalidad normal se refiere a un patrón de pensamiento, sentimiento y comportamiento que es relativamente estable y consistente a lo largo del tiempo y en diferentes situaciones.
«Trastornos destructivos, del control de los impulsos y de la conducta» se refiere a un conjunto de patologías que involucran comportamientos impulsivos, agresivos y/o destructivos que causan un malestar significativo o deterioro en áreas importantes de la vida de la persona.
La cleptomanía es un trastorno psicológico que se caracteriza por un impulso irresistible e incontrolable de robar objetos sin necesidad ni motivo aparente.
La piromanía es un trastorno de la conducta impulsiva, que se caracteriza por la fascinación por el fuego y por el placer que se siente al iniciar incendios. Los piromaníacos pueden sentir una gran satisfacción al ver el fuego y pueden experimentar una sensación de poder y control al provocarlo.
El trastorno de conducta es un trastorno psicológico caracterizado por comportamientos repetitivos y persistentes que violan los derechos de los demás y las normas sociales.
El trastorno explosivo intermitente es un trastorno mental caracterizado por arrebatos impulsivos y violentos que están fuera de proporción con la situación y pueden causar daño físico o psicológico a otras personas o a uno mismo.
El trastorno negativista desafiante se caracteriza por un patrón de comportamiento desafiante, hostil y desobediente, especialmente hacia figuras de autoridad.
Los trastornos del control de los impulsos y de la conducta comparten características transdiagnósticas como la impulsividad, la falta de control emocional y la dificultad en la autorregulación que pueden ser abordadas a través de intervenciones terapéuticas comunes.