D E M O C R A T O P I A

Comprendiendo la ansiedad social y el trastorno de ansiedad social

Factores etiológicos: aportaciones iniciales

Marks (1987). El criterio fundamental para identificar las fobias es que son miedos irracionales, miedos desproporcionados, ya que, objetivamente no hay razones que justifiquen la reacción de miedo.
Barlow (1988). La ansiedad es una emoción más compleja que el miedo; en la ansiedad suelen estar presentes muy distintos sentimientos (p. ej, incertidumbre, excitación, alarma, cólera, tensión, enfado, frustración, nerviosismo, preocupación, tristeza, etc), junto con un componente fundamental de miedo. Por tanto, lo ansiedad es distinta del miedo, aunque tiene con este importantes similitudes.
Gilbert y Trower (1990). En la línea de Seligman (1970, defienden la naturaleza biológicamente preparada de la AS y, al igual que Marks (1987), afirman que la AS surge de la activación de primitivos sistemas de valoración/respuesta evolucionados para hacer frente a amenazas intra-especie y defienden que el desencadenamiento de dichos mecanismos de valoración/respuesta de forma inadecuada subyace a los procesos patológicos característicos de las personas que experimentan ansiedad en las interacciones sociales.

Isaac Marks (1970) fue quien llamó la atención sobre la ansiedad social y su inclusión en los sistemas diagnósticos como trastornos fóbicos. Marks diferenció entre fobias monosintomáticas (miedo a animales u otras situaciones específicas) y fobias difusas (como la agorafobia y algunas fobias sociales).

Años después, Marks (1987) analizó el tema desde una perspectiva evolucionista, subrayando el valor adaptativo del miedo como un sistema de alarma primitivo que protege a la persona de peligros. El miedo señala la presencia de un peligro, activa los sistemas de alarma y nos da la energía para hacerle frente. El criterio fundamental para identificar las fobias es que son miedos irracionales y desproporcionados.

La ansiedad es más compleja que el miedo, y suele incluir diferentes sentimientos junto con un componente fundamental de miedo. La ansiedad es menos concreta y más orientada hacia el futuro, mientras que el miedo está centrado en el presente. El grado de ansiedad puede facilitar la acción, pero si se sobrepasa cierto nivel, puede resultar perjudicial.

Marks (1987) consideró que la ansiedad social es un aspecto de un sistema de respuesta defensiva que evolucionó para hacer frente a las amenazas. En el caso de los seres humanos, existen amenazas reales en las interacciones sociales y en las relaciones que podemos mantener con otros seres humanos, como los actos terroristas, las guerras o la desigualdad social.

El análisis de Marks (1987) sobre la evolución y la conducta defensiva demuestra que las respuestas defensivas son adaptaciones a los peligros naturales y las amenazas de enemigos, ya sean del exterior o del propio grupo social. La adaptación es un proceso sin fin, con adaptaciones cada vez más exitosas e intentos más sofisticados para vencerlas. En cada momento y en cada situación, amenazar o escapar pueden tener ventajas o desventajas. Las reacciones de miedo son similares ante amenazas procedentes de predadores de otras especies o ante congéneres de la propia especie. Es una lucha que supone dominar o ceder.

El miedo y la conducta defensiva permiten la supervivencia ante un agresor, pero reducen la probabilidad de éxito en el grupo. Los animales temerosos quedan relegados a la periferia del grupo o incluso son obligados a dejarlo. El miedo al extraño es una protección eficaz ante amenazas de los congéneres. Marks afirma que muchos animales matan a miembros de su misma especie y normalmente se mata a extraños, especialmente a las crías más jóvenes. Este patrón también se observa en la especie humana. Marks apela a una serie de episodios trágicos para ilustrar que el hombre es el mayor depredador del hombre y que existe riesgo tanto con extraños como con miembros del propio grupo o en la propia familia.

Las especies no son ni buenas ni malas, sino que es una mera lucha por la supervivencia. Los congéneres cooperan y cuidan unos de otros, cortejan y copulan, pero también luchan y se matan entre ellos. El contacto entre compañeros y la vida en grupo proporciona muchas ventajas y ello ha dado lugar a la evolución de las conductas sociales y también a la AS. La AS no es un desarrollo reciente, sino que tiene una larga historia filogenética de la que se deriva la moderna ansiedad respecto a la interacción y las relaciones sociales.

La teoría evolutiva puede ayudar a entender los equilibrios necesarios en las relaciones sociales. La ansiedad social (AS) es clave en la transición a la vida social, ya que permite vivir en grupo. Según Trower et al. (1990), la AS en la sociedad moderna sigue siendo importante y se basa en los sistemas de defensa y seguridad descritos por Gilbert (1989) y Chance (1988).

Gilbert y Trower (1990) creen que la AS surge de la activación de sistemas evolutivos para hacer frente a las amenazas intra-especie. El cerebro humano tiene diferentes áreas con diferentes funciones: el cerebro reptil tiene un papel central en la conducta competitiva, el cerebro paleomamífero supone la transición a la sangre caliente y el cuidado de los niños, y el cerebro neomamífero permite realizar tareas complejas.

Gilbert y Trower sugieren que la AS se puede explicar a través de dos sistemas: el sistema de defensa y el sistema de seguridad. El sistema de defensa se refiere al poder y las jerarquías de dominancia presentes en especies territoriales y animales no territoriales, respectivamente. En los grupos de mamíferos, las jerarquías de poder se establecen a través del modo agónico, donde los subordinados reconocen y anticipan amenazas de los miembros dominantes. Esto permite la supervivencia en grupo, pero también inhibe la exploración, la creatividad y la innovación.

Por otro lado, el sistema de seguridad se refiere a una forma de organización social denominada modo hedónico. En este modo, los miembros de la misma especie cooperan sin activar comportamientos agónicos, a través de señales de calma, seguridad y tranquilidad. En los humanos, esto se ejemplifica a través de las conductas de cortesía profundamente arraigadas en el comportamiento social. Estas señales de seguridad facilitan la cooperación mutua, la interacción y la aparición de conductas creativas e innovadoras, disminuyendo las conductas defensivas.

La evolución ha dado lugar a sistemas complejos que permiten la vida en grupo, y la AS es el resultado de un fracaso en activar un sistema filogenéticamente más tardío, el modo hedónico. Sin embargo, el sistema de defensa y el de seguridad no necesariamente tienen que ser excluyentes, ya que una persona puede reaccionar de diferentes formas dependiendo de la situación. Aunque muchas personas experimentan habitualmente ambos sistemas, suelen funcionar en el modo hedónico la mayor parte del tiempo (Trower y Gilbert, 1989).

No obstante, las personas con AS tienen dificultades para construir formas hedónicas de interacción social, lo que hace que en sus interacciones sociales se active un sistema más antiguo, el modo agónico. En este modo, los procesos de pensamiento atencionales y simbólicos se filtran a través de una perspectiva defensiva, en la que se presta atención al daño potencial y la persona se percibe a sí misma como inferior en jerarquías hostiles. Además, se ponen en marcha conductos de sumisión para impedir el rechazo y la pérdida de estatus.

En el modo agónico, la persona opera con una mentalidad competitiva y defensiva, en la que la atención se centra en sí misma y se compara frente al otro. Las interacciones sociales son percibidas como situaciones amenazadoras y peligrosas, similares a las de muchos animales. Por el contrario, en el modo hedónico, la atención ya no se centra en uno mismo, ni se compara frente al otro, debido a la percepción de señales de seguridad amigables.

Según estos autores (Gilbert y Trower, 1990; Trower y Gibert, 1989), esto no se produce por igual en todos los miembros del grupo, lo que implica que la AS puede ser el resultado del fracaso de algunos individuos para identificar las señales de seguridad. La persona con AS operaría bajo el predominio de una mentalidad competitiva/defensiva y la ansiedad surgiría del temor a ser considerada sin valor o carente de atributos positivos por otros miembros del grupo.

Estos autores también mencionan una serie de factores que podrían explicar por qué algunas personas no se sienten seguras en las interacciones sociales con los demás, como el tipo de apego, los factores relacionados con el desarrollo (como el sistema de crianza de los padres y las relaciones con otros allegados significativos), las expectativas, la capacidad de afrontamiento, el contexto, los valores y la cultura.

La importancia de la cognición y la imaginación (modelos cognitivo-verbales y cognitivo-imaginativos)

En los últimos años, han surgido algunos modelos que buscan comprender la AS/TAS desde una perspectiva cognitiva. Estos modelos, si bien toman en cuenta posibles factores etiológicos, se centran principalmente en identificar los factores que contribuyen al mantenimiento de la sintomatología (Barlow y Hofmann, 2002; Botella et al., 2001; Clark y Wells, 1995; Heimberg Brozovich y Rapee, 2010; Hofmann, 2007; McEvoy et al., 2018; Moscovitch et al., 2009; Rapee y Heimberg, 1997; Schlenker y Leary, 1982; Stopa, 2009; Wells, 1997).

El modelo de Clark y Wells (1995).
Clark y Wells (1995). Su modelo parte de planteamientos que subrayan la importancia de factores cognitivos en la ansiedad social que defienden que las personas se preocupan por sus pensamientos acerca del arousal fisiológico que experimentan en situaciones sociales, su ejecución y las percepciones que puedan tener los demás acerca de ellas y también ponen mucho énfasis en la auto-evaluación
Clark y Wells (1995). El aspecto central del trastorno es la atención focalizada en uno mismo (esto es, el procesamiento disfuncional del self como un objeto social que genera ansiedad, perjudica el rendimiento e impide que la persona perciba información inconsistente con el temor respecto a la interacción socia

El modelo de Clark y Wells (1995) destaca la importancia de factores cognitivos en la ansiedad social. Según estos autores, las personas se preocupan por sus pensamientos acerca del arousal fisiológico que experimentan en situaciones sociales, su ejecución y las percepciones que puedan tener los demás acerca de ellas. Además, ponen énfasis en la auto-evaluación. Para las personas con ansiedad social, el problema comienza con la detección de una audiencia que las puede observar y juzgar. Estas personas mantienen creencias y supuestos disfuncionales respecto a las interacciones sociales, lo que les lleva a pensar que siempre están en riesgo de comportarse de una manera que será considerada defectuosa e inaceptable por los demás. Clark y Wells enfatizan que la activación del programa de ansiedad social gira alrededor de un proceso crítico: la atención focalizada en uno mismo y la creación de la impresión del self como un objeto social.

En el modelo, se asumen diversas premisas que explican la aparición de la ansiedad social o el trastorno de ansiedad social (AS/TAS). En primer lugar, se considera que la persona que lo padece está motivada para presentar una buena imagen de sí misma, pero tiene dudas sobre su capacidad para hacerlo en situaciones sociales concretas. Esta inseguridad se debe a un procesamiento negativo autolocalizado y se asocia a conductas de seguridad que la persona utiliza para protegerse, evitar juicios negativos de los demás y salvaguardar su autoestima. Sin embargo, se presume que algunas de estas conductas de seguridad pueden ser contraproducentes, aumentando la probabilidad de una ejecución deficiente y de consecuencias negativas. A lo largo del proceso, la persona experimenta síntomas de ansiedad que, junto con las consecuencias negativas de las conductas de seguridad, alimentan la autoevaluación negativa y refuerzan las impresiones distorsionadas del self. Además, se produce un procesamiento distorsionado de la información en relación con las situaciones sociales en tres fases: anticipación, ejecución y procesamiento postmortem. Por otro lado, se defiende la existencia de una serie de supuestos y creencias disfuncionales que aumentan la vulnerabilidad de la persona a padecer AS/TAS, como creencias básicas sobre el self, supuestos disfuncionales y reglas rígidas sobre la ejecución en situaciones sociales. Todos estos patrones de pensamiento rígidos favorecen un procesamiento disfuncional autolocalizado, lo que es un elemento central en el AS/TAS.

En resumen, el modelo sostiene que la ansiedad social o el trastorno de ansiedad social son el resultado de una combinación de factores psicológicos que incluyen la inseguridad en la capacidad para presentar una buena imagen de sí mismo, el procesamiento negativo autolocalizado, las conductas de seguridad contraproducentes y los patrones de pensamiento rígidos. Estos factores contribuyen a una evaluación negativa del self y a una percepción de las situaciones sociales como potencialmente peligrosas.

Clark y Wells (1995) proponen tres procesos adicionales que explican el mantenimiento de la AS/TAS. El primero es el procesamiento del self como un objeto social, que se produce cuando la persona se enfrenta a una situación social y cambia su foco de atención hacia sí misma. La persona percibe imágenes vívidas de sí misma como un objeto social, lo que la hace sentir más consciente de sí misma y aumenta su ansiedad. Este análisis se basa en información interna de los síntomas o pensamientos y suele contener representaciones distorsionadas acerca de lo que es visible para los demás. Además, el uso de un razonamiento emocional conduce a la conclusión errónea de que los demás también perciben los síntomas como negativos. Todo este proceso de autofocalización reduce los recursos atencionales disponibles para procesar información externa y desvía la atención de otras fuentes necesarias para realizar adecuadamente la tarea, lo que perjudica el rendimiento y aumenta la probabilidad de consecuencias temidas. El segundo proceso son las conductas de evitación y de seguridad que utiliza la persona para evitar posibles catástrofes. Si la evitación total no es posible, se ponen en marcha estrategias para protegerse y evitar que se produzcan las catástrofes temidas, como las conductas de seguridad. Clark y Wells (1995) proponen cuatro mecanismos a través de los cuales estas conductas de seguridad mantienen las creencias negativas acerca de las situaciones sociales: la exacerbación de los síntomas, la prevención de la desconfirmación de las creencias negativas, la auto-atención y la contaminación de la situación social. El tercer proceso es la presencia de síntomas cognitivos o somáticos que captan recursos atencionales y perturban la ejecución real en la situación social. Sin embargo, el grado de perturbación depende de la interpretación que la persona haga de estos síntomas. Generalmente, la persona los percibe como un signo de fracaso inminente y piensa que no va a alcanzar los estándares establecidos por los demás, lo que tendrá consecuencias catastróficas en cuanto a la pérdida de estatus.

Clark y Wells (1995) presentan diversos ciclos de feedback que contribuyen al mantenimiento del procesamiento auto-focalizado disfuncional en situaciones sociales. El procesamiento del self como un objeto social puede aumentar o disminuir las valoraciones de peligro según las auto-valoraciones que se realicen. Las conductas de seguridad, por su parte, mantienen los pensamientos y las interpretaciones negativas, impiden la obtención de feedback corrector y la desconfirmación de las creencias acerca de la peligrosidad de la situación social y las consecuencias temidas. Los síntomas de ansiedad alimentan la construcción de autovaloraciones distorsionadas y las conductas de seguridad pueden contaminar la situación social y sesgar negativamente las valoraciones de otras personas, lo que puede llevar a que se produzcan las catástrofes temidas. Además, los autores destacan la importancia del procesamiento anticipatorio y el procesamiento post-mortem, que también contribuyen al mantenimiento del trastorno. El primero se refiere a la anticipación detallada de lo que podría ocurrir y el intento de prever cómo evitar la situación temida, lo que aumenta la ansiedad y las predicciones negativas. El segundo se refiere a la revisión detallada de la situación social y la sensación de fracaso al no lograr los estándares deseados, lo que está dominado por la percepción negativa del self y puede llevar a una percepción más negativa de la ejecución de lo que realmente fue.

A pesar de la relevancia de estos procesos, Clark y Wells (1995) no incluyen la posibilidad de diferenciar entre un sesgo atencional hacia las señales de amenaza externa y otras señales. Es decir, no se considera la importancia de la vigilancia que pueda mantener la persona con AS/TAS respecto a estímulos de amenaza social existentes en el ambiente, como indicios de una posible evaluación negativa por parte de miembros de la audiencia. Por tanto, según Schultz y Heimberg (2008), es importante tomar en consideración la mayor o menor probabilidad, así como los posibles efectos, de que una persona socialmente ansiosa perciba que un miembro de la audiencia bostece o que otro esté sonriendo y asintiendo con la cabeza. Este sesgo atencional hacia la amenaza externa ha sido considerado por otros teóricos como particularmente relevante tanto en la ansiedad general como en la AS/TAS.

En conclusión, el modelo de Clark y Wells (1995) destaca la atención focalizada en uno mismo como el aspecto central del trastorno, lo que genera ansiedad, perjudica el rendimiento e impide que la persona perciba información inconsistente con el temor respecto a la interacción social. Este modelo ha dado lugar a estrategias de intervención que han tenido una notable influencia en el tratamiento de la AS/TAS. No obstante, es importante considerar también el sesgo atencional hacia las señales de amenaza externa en la evaluación y el tratamiento de este trastorno.

Modelo de Rapee y Heimberg (1997)
Rapee y Heimberg (1997). Postulan que cuando la persona está en una situación social, centra sus recursos atencionales en ambos focos de posibles amenazas. por una parte, la representación interna que mantiene acerca del self, por otra, sobre cualquier amenaza que pueda percibir en el entorno social.

Los autores basan su modelo en las contribuciones iniciales de Carver y Scheier (1988) y Schlenker y Leary (1982), así como en los planteamientos de Clark y Wells (1995). Se basa en la idea de que la ansiedad surge cuando alguien está motivado para causar una impresión particular en los demás, pero no está seguro de poder hacerlo. Las personas con AS/TAS buscan obtener la aprobación de los demás pero no están seguros de poder hacerlo y experimentan temor en situaciones sociales porque creen que los demás son críticos y probablemente los evaluarán negativamente. La presencia de una audiencia puede constituir una amenaza y las personas con AS/TAS buscan información de varias fuentes para determinar si se producirán los resultados temidos. El modelo describe una serie de conceptos y procesos que mantienen y alimentan la AS/TAS y considera cualquier situación en la que una audiencia está presente como una situación social evaluativa. Las características de la audiencia y de la situación también pueden influir en el nivel de ansiedad experimentado.

La representación mental del self para una persona con AS es cómo cree que es percibida por la audiencia. Según Rapee y Heimberg (1997) y Clark y Wells (1995), cuando la persona con AS se encuentra en una situación social, accede a una representación mental de cómo cree que aparece ante los demás. Esta representación puede ser una imagen o una sensación vaga percibida desde la perspectiva de un observador externo. Para la persona con AS/TAS, es importante influir en cómo piensan las personas de la audiencia acerca de ellos, ya que la audiencia es la fuente de una posible evaluación negativa.

La representación mental del self es el resultado de varios inputs. Primero, la información previa de la memoria a largo plazo que tiene la persona con AS/TAS acerca de cómo se ve a sí misma y cómo cree que aparece ante los demás. Segundo, las situaciones sociales pasadas en las que se hayan producido experiencias difíciles consistentes con las creencias centrales acerca del self. Tercero, los síntomas de ansiedad que la persona cree que son visibles para la audiencia y el significado que dicha audiencia les puede dar. Cuarto, los posibles rechazos externos que perciba en los miembros de la audiencia.

Todo esto contribuye y retroalimenta la representación mental del self, lo que hace que la persona ajuste su imagen en una dirección negativa y la convierte aún más en el foco de su atención. En resumen, la focalización en las señales de amenaza externa y la representación mental del self, que se va modificando a partir de las percepciones que tiene la persona de los síntomas de ansiedad internos y las señales externas, sirven para mantener el problema.

Rapee y Heimberg (1997) defienden que cuando la persona está en una situación social, centra sus recursos atencionales en ambos focos de posibles amenazas. Por un lado, la representación interna que mantiene acerca del self y, por otro, cualquier posible amenaza que pueda percibir en el entorno social. La persona divide sus recursos atencionales sobre los aspectos más destacados de la imagen interna que son relevantes para la situación y potencialmente valorados por la persona, y también vigila posibles amenazas externas para ajustar su imagen a partir de ellas. Además, las personas con AS/TAS suelen centrarse en señales negativas procedentes del entorno social, a pesar de que se puedan producir señales o estímulos positivos por parte de la audiencia. Esta hipervigilancia hacia las señales externas de amenaza sería similar a la que se produce respecto a las señales internas de amenaza, ya que en ambos casos, la persona está atenta a información acerca de la probabilidad de que se produzcan los resultados negativos temidos. Finalmente, esta división de los recursos atencionales puede perturbar la ejecución y aumentar la probabilidad de que se produzcan dichos resultados.

La persona con AS/TAS compara su representación mental del self con la percepción que la audiencia tiene de él, y espera que se utilicen estándares muy altos para juzgar su comportamiento. Si considera que no cumple con las expectativas de la audiencia, anticipa una evaluación negativa y consecuencias desfavorables, como el rechazo o el desprecio. Además, esta persona juzga que es muy probable recibir una evaluación negativa por parte de la audiencia y que las consecuencias serán muy negativas. Los recuerdos de fracasos sociales del pasado aumentan esta probabilidad y contribuyen a sobreestimar las consecuencias negativas de la situación social.

La ansiedad en las personas con AS/TAS se produce cuando la persona recibe información de señales internas y externas que indican que su actuación ha sido deficiente. Al considerar la opinión de la audiencia, evalúa la probabilidad de que se produzcan las consecuencias temidas. Estas expectativas negativas generan síntomas conductuales, cognitivos y fisiológicos de ansiedad, lo que a su vez refuerza la representación mental negativa que tiene la persona de cómo cree que la audiencia lo ve.

En resumen, se crea un círculo vicioso en el que las expectativas negativas influyen en los síntomas de ansiedad y, a su vez, en la representación mental negativa que tiene la persona de cómo cree que la audiencia lo ve, lo que aumenta las expectativas negativas en la siguiente situación social.

Actualizaciones del modelo

El modelo de ansiedad social/trastorno de ansiedad social (AS/TAS) ha sido actualizado por varios autores (Heimberg et al., 2010; Heimberg, Brozovich, et al., 2014; Hyett y McEvoy, 2018; McEvoy et al., 2018; Schultz y Heimberg, 2008; Spence y Rapee, 2016; Wong y Rapee, 2016). En este sentido, se ha comprobado que las imágenes afectivas activan una red que evoca respuestas fisiológicas, conductuales y cognitivas de miedo, lo cual puede tener efectos perturbadores en el desempeño social de las personas con AS/TAS. Además, la perspectiva del observador y la imagen negativa de sí mismo también pueden influir negativamente en la ejecución y en las emociones de estas personas.

Por lo tanto, es importante considerar tres cuestiones que parecen ser relevantes en el estudio de la AS/TAS. En primer lugar, se ha demostrado que las personas socialmente ansiosas se involucran espontáneamente en imágenes que pueden tener un efecto negativo en la representación mental. En segundo lugar, adoptar la perspectiva del observador puede aumentar la autocrítica, las emociones negativas, los pensamientos negativos y la utilización de conductas de seguridad, especialmente en situaciones evocadoras de ansiedad. En tercer lugar, la imagen negativa del self durante diversas tareas en situaciones sociales también puede afectar negativamente al rendimiento y aumentar la utilización de conductas de seguridad.

Los autores también destacan la importancia del procesamiento pos-evento social (PES), que consiste en revisar minuciosa y reiteradamente todo lo sucedido después de la situación social. Se trata de un patrón de pensamiento reiterativo que puede facilitar la activación de sesgos de memoria y predicciones sobre el éxito en situaciones futuras. Sin embargo, este proceso puede generar una visión cada vez más distorsionada de la situación, del resultado de la ejecución y de la responsabilidad que tiene en ello la persona con AS/TAS.

En resumen, el modelo actualizado de la AS/TAS incluye como aspectos centrales la imagen que tiene la persona de su representación mental del self, la perspectiva del observador y el procesamiento pos-evento social. Estos aspectos pueden influir negativamente en el desempeño social y en las emociones de las personas con AS/TAS. Por lo tanto, es importante considerarlos al abordar este trastorno.

El miedo a la evaluación positiva es una característica importante de las personas con AS/TAS, como han señalado varios estudios, incluyendo el grupo de Heimberg (Weeks et al., 2008). A diferencia de lo que se creía anteriormente, estas personas no solo temen la evaluación negativa, sino que también temen la evaluación positiva debido a las expectativas que genera el éxito. Esto puede generar dudas sobre su capacidad para mantener o superar ese éxito en el futuro, lo que a su vez aumenta su temor a cumplir con estas expectativas más altas. Según la perspectiva evolucionista de Gilbert (2001), el miedo a la evaluación positiva podría ser un mecanismo de defensa contra los conflictos con individuos más poderosos.

El grupo de Heimberg ha desarrollado una escala para medir el miedo a la evaluación positiva, la Fear of Positive Evaluation Scale (Weeks et al., 2012), que se ha demostrado que tiene buenas características psicométricas. Aunque correlaciona con el miedo a la evaluación negativa, los datos indican que se trata de dos factores independientes. Las personas con TAS obtienen una puntuación más alta en el MEP que las personas que padecen otros trastornos de ansiedad.

En cuanto a la regulación emocional, las personas con AS/TAS suelen inhibir la expresión de ciertas emociones en situaciones sociales para evitar las consecuencias negativas, como el rechazo o la evaluación negativa. Estas estrategias de supresión emocional pueden interferir con su funcionamiento social y pueden considerarse formas de conducta de seguridad. Los tratamientos que abordan la imagen de sí mismos de las personas con AS/TAS han comenzado a mostrar utilidad en este campo (McEvoy et al., 2018), y se espera que se realicen más investigaciones en el futuro.

The-Fear-of-Positive-Evaluation-Scale

Modelo de Botella, Baños y Perpiñá (2004)

Esta propuesta se basó en la experiencia obtenida en la evaluación y el tratamiento de personas con problemas de fobia social y en los trabajos de autores relevantes en el tema. Se sostuvo que la fobia social difiere del miedo irracional que definen otras fobias, pues muchos temores sociales pueden ser razonables y adaptativos. Se resumió la propuesta anterior en tres puntos fundamentales: la consideración de planteamientos evolutivos, la importancia de examinar el funcionamiento de los sistemas jerárquicos y la necesidad de comprender la relación entre los modos agónico y hedónico. Se insistió en la importancia de considerar estos planteamientos evolutivos para explicar el surgimiento y el mantenimiento de la fobia social.

Las aportaciones más recientes (Gilboa-Schechtman et al., 2014) destacan la importancia de considerar los planteamientos evolucionistas para comprender el surgimiento y el mantenimiento de la AS/TAS. La vida en grupo tiene ventajas claras, pero para mantener la estabilidad y el funcionamiento del grupo, es necesario recurrir a sistemas jerárquicos que implican manifestaciones complejas de dominio y sumisión. Las personas con AS/TAS parecen tener dificultades para encontrar un equilibrio saludable entre ellos. Por lo tanto, examinar el funcionamiento de estos dos sistemas bio-comportamentales nos puede ayudar a comprender los mecanismos básicos de la ansiedad social, incluyendo el rango social y la afiliación.

Además, estos planteamientos evolucionistas tienen puntos en común con perspectivas recientes sobre los factores etiológicos y mantenedores de la AS/TAS. Por ejemplo, Wong y Rapee (2016) defienden la importancia crucial del valor de amenaza que se otorga a los estímulos sociales, al guiar a un individuo en su entorno. Lo plantean como un principio al que denominan valor de amenaza de los estímulos socio-evaluativos o, simplemente, valor de la amenaza social.

Existen factores genéticos, evolutivos y familiares que pueden explicar una vulnerabilidad a padecer trastornos emocionales, incluyendo la AS/TAS. La vulnerabilidad general se manifiesta en una tendencia a centrar la atención en posibles peligros, magnificarlos y reaccionar excesivamente ante estímulos amenazadores. Por otro lado, la vulnerabilidad específica de la AS/TAS depende de factores familiares y estilos de crianza, como la sobreprotección o el control excesivo, así como del modelado, sistema de apego y el apoyo que recibe el niño por parte de sus cuidadores.

Determinados acontecimientos durante la infancia y la adolescencia, como padecer enfermedades con repercusión en la apariencia física o sufrir acoso por parte de compañeros, pueden contribuir al desarrollo de la AS/TAS. Recientemente, se ha prestado gran atención al hecho de haber sufrido eventos traumáticos o experiencias negativas en situaciones sociales, ya que están asociadas al surgimiento y la sintomatología de la AS/TAS. Estas experiencias están relacionadas con el desarrollo de una autoimagen negativa distorsionada y la valoración de dichas experiencias media la relación de la sintomatología del TAS con las creencias y las imágenes negativas acerca del self. En resumen, las experiencias traumáticas en la infancia y la adolescencia se podrían considerar una causa proximal clave en el desarrollo de la AS/TAS, que posteriormente mantiene el trastorno. (Norton y Abbott, 2017).

La AS/TAS es un trastorno que emerge por la confluencia de diversos factores, incluyendo la capacidad de considerar la perspectiva del otro, los primeros pasos hacia la independencia y autoafirmación, el desarrollo de la autoconsciencia, entre otros. Aunque la mayoría de las personas experimentamos algún grado de AS en la infancia o adolescencia, no todos desarrollamos el TAS. Factores psicológicos como el temperamento, la inhibición comportamental, la introversión y el neuroticismo también tienen un papel esencial en la AS/TAS. Además, la exposición a situaciones sociales y la práctica y familiarización con determinadas normas también influyen en la aparición del trastorno.

Los esquemas y creencias básicas sobre el self, las reglas rígidas sobre el funcionamiento social y los sesgos cognitivos como la atención auto focalizada, la memoria selectiva y los sesgos de juicio e interpretación también contribuyen a la vulnerabilidad y mantenimiento de la AS/TAS. Las personas con AS/TAS tienden a sobrestimar la probabilidad de peligro en situaciones sociales, subestimar su ejecución social y a interpretar de forma negativa estímulos o sucesos sociales ambiguos. En definitiva, la AS/TAS es un trastorno complejo y multifactorial que requiere un abordaje integral para su tratamiento y superación.

La teoría de la auto-presentación postula que la ansiedad social (AS) aparece cuando una persona está motivada para dar una impresión determinada y no está segura de lograrlo (Schlenker y Leary, 1982). Desde esta perspectiva, la peor situación en la que se puede encontrar una persona es estar altamente motivada para dar una impresión específica (por ejemplo, inteligencia, simpatía, capacidad de trabajo, honradez) y, sin embargo, sentirse incapaz de lograrlo. Es importante tener en cuenta que no siempre deseamos dar una imagen positiva, pero la teoría sugiere que actuamos para dar una impresión que influya en los demás para que reaccionen o actúen de la forma que queremos (por ejemplo, mostrándonos muy serios ante la demanda inadecuada de un niño). Además, muchas consecuencias sociales negativas que podemos experimentar (abandono, rechazo, abuso, humillación pública, castigo físico o psicológico, etc.) dependen del juicio y la conducta de otras personas (Leary y Kowalski, 1995). Por lo tanto, gran parte de la vida social implica la posibilidad de influir en otras personas o de ser influenciado por ellas, ya sea buscando reconocimiento y recompensas, evitando castigos, obedeciendo demandas, etc.

También es importante considerar lo que significa para la persona socialmente ansiosa dar una determinada impresión y en qué depende esto. Por ejemplo, si alguien dice: «Quiero hablar bien en público», es necesario preguntarse qué entiende esa persona por hablar bien. ¿Simplemente quiere transmitir la información que ha preparado, o desea dar una charla brillante que el público recuerde toda su vida? Si el objetivo que se desea alcanzar es muy elevado, la persona puede situarse en una trampa sin salida y sentirse insatisfecha al no poder nunca alcanzar el nivel absurdamente elevado que utiliza para juzgarse. Este es un problema típico de los modelos de autocontrol respecto al criterio de ejecución frente al cual la persona compara su conducta (por ejemplo, Bandura, 1976; Kanfer y Karoly, 1972). En nuestra opinión, este aspecto es de gran importancia en el mantenimiento de la AS/TAS.

Es importante destacar los elementos de contacto entre la teoría de la auto-presentación y las bases filogenéticas de la AS, en relación con la necesidad de pertenencia a un grupo, la jerarquía y las relaciones de dominancia dentro del grupo, y su valor para la supervivencia (Leary y Kowalski, 1995). Aunque estos autores discrepan sobre si la AS evolucionó en el marco del modo agónico, ya que puede darse en situaciones que no requieren sumisión o apaciguamiento, como cuando la persona no percibe señales de aceptación. Defienden que la AS evolucionó filogenéticamente como un mecanismo valioso para lograr la aceptación en grupos sociales que proporcionan apoyo y colaboración mutua.

Otro aspecto relevante es la influencia de los valores culturales en la conducta de sus miembros. En algunas culturas, se valoran conceptos asociados al éxito, el dinero y el prestigio social, mientras que en otras, se destaca la entrega a los demás y la colaboración del grupo. Además, las creencias sobre la sumisión a la autoridad pueden variar según la cultura y afectar los comportamientos y creencias de las personas con AS/TAS.

Por lo tanto, al tratar los problemas de AS/TAS, es necesario considerar tanto los valores culturales como las ideas sobrevaloradas en relación con ellos. Estos valores pueden estar relacionados con el modo agónico versus el modo hedónico y ejercer influencia en la percepción de las situaciones sociales de una persona con AS/TAS y en los planteamientos terapéuticos para ayudarla.

Cómo surge y como se mantiene lo AS/TAS

En nuestra propuesta anterior (Botella, Baños y Perpiñá, 2003), mencionamos la importancia de considerar la vulnerabilidad biológica, psicológica y social en cada individuo. Desde que nacemos, nuestro equipamiento genético, temperamento, cultura y experiencia social nos han dado lugar a una estructura de personalidad, esquemas cognitivos y repertorios comportamentales que nos permiten anticipar, afrontar y recordar situaciones sociales.

Sin embargo, las personas con problemas de AS/TAS tienen dificultades para activar el modo hedónico de funcionamiento y suelen funcionar desde el sistema de defensa, es decir, en el modo agónico. Estas personas perciben las situaciones sociales como peligrosas y temen ser rechazadas o no alcanzar la valoración que desean. A pesar de querer pertenecer al grupo y ser bien valoradas, dudan de su capacidad para lograrlo y se perciben como subordinadas e inferiores a los demás. Temen no solo la valoración negativa, sino también la positiva debido al peligro que tal valoración pudiera tener respecto a posibles exigencias futuras que no se consideran capaces de lograr.

Cuando una persona con AS/TAS anticipa o se enfrenta a una situación social, se activan muchas señales de alarma que desencadenan ansiedad en ella. Además, sus recursos atencionales se focalizan en las amenazas, rastreando posibles amenazas provenientes de fuentes internas o externas. La persona forma una representación mental del self utilizando información interoceptiva y de posibles memorias traumáticas o negativas, y experimenta que esta representación mental se hace más visible en la situación social.

La persona con AS/TAS también compara la representación mental que tiene de sí misma con la que cree que tienen los demás. Además, anticipa y se preocupa por el criterio que cree que va a utilizar la audiencia para juzgarla y sus posibilidades de igualarlo o superarlo. Todo ello influye en la probabilidad de recibir una determinada evaluación por parte de los demás y las repercusiones que tal valoración pueda tener.

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Una aproximación biológica, psicológica y social para explicar la AS/TAS.

Para una persona con AS/TAS, la probabilidad de que la evaluación (ya sea negativa o positiva) pueda tener consecuencias catastróficas es alta, lo que genera ansiedad que se manifiesta desde un punto de vista fisiológico, cognitivo y comportamental. Además, es común que la persona perciba su ejecución como deficitaria debido a la ansiedad experimentada y la falta de práctica previa en determinadas habilidades. Todo esto, a su vez, influirá en la representación mental que tenga de sí misma.

Ante los peligros, la persona tratará de protegerse evitando situaciones sociales o implementando conductas de seguridad. Después, rumiará acerca de lo sucedido, revisando repetidamente sus acciones y las respuestas de los demás. Esto crea un círculo vicioso en el que la persona se siente cada vez más atrapada en sus creencias negativas sobre sí misma y la peligrosidad de las situaciones sociales. La anticipación de futuras situaciones sociales aumenta el temor y la sensación de amenaza, lo que refuerza aún más la evitación de estas situaciones y el temor hacia ellas. La revisión obsesiva de la situación anterior y la autocrítica solo intensifican este círculo vicioso negativo.

Aunque hemos intentado proporcionar una perspectiva clara sobre el surgimiento y mantenimiento del trastorno de ansiedad social (AS/TAS), profundizar en los diferentes patrones de interacción social humana puede ser útil para abordar tanto este trastorno como otros trastornos de personalidad que presentan patrones alterados de interacción social.

Además, con la llegada de las tecnologías de la información y la comunicación, como las redes sociales, las interacciones sociales están cambiando y ampliándose, especialmente entre los jóvenes nativos digitales. Aunque se utilizan diferentes códigos y señales, la necesidad de afiliación y la estructura de jerarquía del grupo social se mantienen. Es necesario comprender el impacto que estos desarrollos tecnológicos tienen en el AS/TAS y en otros patrones de funcionamiento social patológicos, como la obsesión por las selfies, que se ha vuelto especialmente común entre la Generación Z.

Referencias

  • Belloch, Sandín, Ramos Campos, and Sandín, Bonifacio. Manual De Psicopatología. 3ª edición. Madrid [etc.]: McGraw-Hill Interamericana De España, 2020. Print.
  • ChatGPT

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