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Introducción
La psicología del lenguaje, también denominada psicolingüística, es la parte de la psicología dedicada a estudiar la forma en que los seres humanos procesamos el lenguaje. Su objetivo es explicar cómo comprendemos y producimos el lenguaje. El término psicolingüística surgió cuando esta disciplina comenzó a rodar, a principios de los años cincuenta del siglo pasado, fruto del trabajo conjunto de psicólogos y lingüistas. La psicología del lenguaje o psicolingüística forma parte de la psicología cognitiva.
En un principio, los psicólogos del lenguaje se dedicaban a investigar los mecanismos cognitivos que nos permiten comprender y producir el habla; sin embargo, en los últimos años, con el desarrollo de nuevas tecnologías de investigación, fundamentalmente las de neuroimagen, se interesan también por conocer los mecanismos neuronales responsables del procesamiento lingüístico.
Los dos campos básicos de la psicología del lenguaje son la comprensión y la producción, tanto en su forma oral como escrita, aunque en el mundo anglosajón también incluyen el campo de la adquisición del lenguaje. Por lo tanto, esta disciplina estudia todas las operaciones que realizamos desde que llegan los sonidos del habla hasta nuestros oídos, o los signos gráficos de la escritura a nuestros ojos, hasta que extraemos el mensaje y lo integramos en nuestros propios conocimientos. Y, a la inversa, desde que planificamos un mensaje en nuestra mente hasta que lo transformamos en sonidos que pronunciamos o en letras que escribimos sobre el papel o la pantalla del ordenador.
👁️🗨️DEFINICIONES DE PSICOLOGÍA DEL LENGUAJE O PSICOLINGÜÍSTICA |
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Garnham, 1985.- La psicolingüística se ocupa del estudio de los mecanismos mentales que hacen posible a la gente usar el lenguaje. Su objetivo es conocer la forma en que el lenguaje es entendido y producido. |
Ellis y Beattie, 1986.- Nosotros queremos saber que? ocurre dentro de las cabezas de las gentes cuando hablan, escuchan, escriben o leen. |
Taylor y Taylor, 1990.- La psicolingüística es el estudio de la conducta lingüística: cómo la gente real (por oposición a ideal) aprende y usa el lenguaje para comunicar ideas. Intenta responder a preguntas sobre cómo se produce, percibe, comprende y recuerda el lenguaje. Cómo se usa, cómo se adquiere y cómo está representado en la mente. |
Jay, 2003.- La psicolingüística es un campo interdisciplinario que abarca la psicología y disciplinas relacionadas con el estudio de los procesos del lenguaje. Se centra en los procesos necesarios para adquirir, producir o comprender el lenguaje. |
Carroll, 2006.- La psicolingüística es el estudio de cómo los individuos comprenden, producen y adquieren el lenguaje. Es parte del campo de la ciencia cognitiva. |
Harley, 2009.- La psicolingüística es el estudio de los procesos psicológicos implicados en el lenguaje. Los psicolingüistas estudian la comprensión, producción y recuerdo del lenguaje. |
El lenguaje humano es una realidad polifacética y multidisciplinar, son varias las disciplinas científicas que, de un modo u otro, se ocupan de su estudio. Pero los objetivos que persiguen y las metodologías que utilizan son diferentes. Sin duda, la disciplina más relacionada es la lingüística, ya que su objeto de estudio es justamente el lenguaje. Las características de los estímulos que interesan a lingüistas y psicólogos pueden ser muy diferentes. Así, por ejemplo, una de las variables más importante de las palabras en lingüística es la categoría gramatical a la que pertenecen, esto es, si son nombres, adjetivos, verbos, etc. En psicolingüística, una de las variables más importantes es la la frecuencia con que se utiliza cada palabra, ya que cuanto mayor es la frecuencia de uso, más fácil resulta su procesamiento: tardamos menos en comprender las palabras de alta frecuencia y también tardamos menos en recuperarlas cuando hablamos.
También son muy diferentes las metodologías que utilizan los lingüistas y los psicólogos del lenguaje.
- La lingüística:
- Emplea el método racional, consistente en reflexionar sobre materiales verbales (p. ej., tratando de descubrir las reglas que rigen una lengua).
- La lingüística parte de materiales verbales que han sido producidos en situaciones ideales, por ejemplo frases perfectamente gramaticales.
- La psicolingüística:
- La psicología del lenguaje usa el método científico (observación y experimentación) para recoger datos empíricos y verificar hipótesis sobre el uso del lenguaje por parte de las personas.
- La psicolingüística parte de materiales que han sido producidos en situaciones reales, con todos sus defectos y errores.
A los lingüistas les interesa el lenguaje como un producto acabado, externo a quien lo ha generado. A los psicólogos del lenguaje nos interesa el proceso que ha dado lugar a ese producto. No tanto el pastel terminado, recién salido del horno, sino el proceso de su fabricación, todo lo que «se cuece» antes de su salida. Hay otras disciplinas con las cuales la psicología del lenguaje tiene estrechos vínculos, como la sociolingüística. Asimismo, son estrechos los vínculos con las disciplinas médicas que estudian los aparatos y órganos que intervienen en el lenguaje, especialmente la foniatría, o la neurológica, así como las ciencias computacionales, especialmente la inteligencia artificial, que tratan de simular y, quizás en el futuro, emular las capacidades lingüísticas de los seres humanos.
Desarrollo histórico de la Psicología del Lenguaje
A principios de los años cincuenta, un grupo de psicólogos y lingüistas se reunieron para discutir acerca de sus respectivas relaciones. La primera reunión se celebró en 1951 en la Universidad de Cornell, la segunda dos años después, con un grupo mayor de participantes, en la Universidad de Indiana. Con las aportaciones de este segundo seminario, dos de los organizadores, el psicólogo Osgood y el lingüista Sebeok, publicaron un libro un año más tarde con el título «Psycholinguistics. A survey of theory and research problems». La publicación de este libro en 1954, donde aparece por primera vez el término psicolingüística, se considera como fecha de nacimiento de la disciplina.
Antecedentes
- Wilhelm Wundt (1879). Los estudios de psicología del lenguaje se iniciaron en el mismo momento en que comenzó la psicología científica, con la creación del primer laboratorio de psicología experimental en Leipzig, Alemania:
- Para Wundt es la oración (y no la palabra) la unidad primaria del lenguaje. No es posible pronunciar varias palabras a la vez, por lo que el lenguaje exige la ordenación secuencial en el tiempo de los elementos lingüísticos (palabras, sonidos, etc.).
- Wundt considera la producción del lenguaje como el proceso de transformación desde un pensamiento completo y unitario a una secuencia organizada de segmentos de habla.
- Para Wundt, el habla tiene su origen en la apercepción de una impresión general de la conciencia. Después, a través de un procedimiento de análisis, el hablante descompone esta apercepción global en distintos componentes y, al mismo tiempo, identifica las relaciones que hay entre ellos, como las de sujeto y predicado. En el proceso recíproco de comprensión del lenguaje, el oyente reconstruye la impresión general a partir de la secuencia de elementos que constituyen la oracio?n. A su vez, lo importante para el oyente es esta impresión general, no la organización superficial de los elementos desde los que se ha derivado. Por eso, el oyente recuerda el significado de lo que oye, aunque olvida pronto las palabras exactas de la oración.
- Wundt sienta las bases de algunos conceptos contemporáneos como, por ejemplo, la noción de estructura superficial y estructura profunda del lenguaje que Chomsky propondría años más tarde. También realizó estudios empíricos utilizando el método introspectivo consistente en intentar observar las operaciones mentales que uno mismo realiza mientras lleva a cabo una actividad.
- Conductismo (principios del siglo XX). Este enfoque reaccionó vigorosamente contra el empleo de la introspección como método de estudio, por subjetivo y poco fiable, y abordó sólo aquello que se podía medir y observar objetivamente.
- Se concebía el lenguaje, o mejor dicho la «conducta verbal», con el mismo enfoque que los restantes comportamientos.
- Greenspoon (1955). El hecho de que un entrevistador refuerce con sonidos como «mmm», u otros signos sutiles de aprobación, un tipo determinado de palabras (p. ej., plurales frente a singulares), hacía aumentar la probabilidad de que el entrevistado usara tales palabras, incluso sin ser consciente de ello.
- Skinner (1957), trataba el lenguaje como una respuesta a los estímulos del entorno que podía ser condicionada y reforzada por sus consecuencias.
- La influencia del enfoque conductista en el plano teórico de la psicolingüística fue reducida, su repercusión en el ámbito aplicado ha sido mayor, especialmente en la elaboración de programas de entrenamiento lingüístico tanto en la enseñanza de segundas lenguas, como en el tratamiento de trastornos graves del lenguaje.
- Cognitivismo (desde mediados del siglo XX). En la década de los años cincuenta se produjo un cambio de paradigma desde el conductismo a la psicología cognitiva, lo cual propició la aparición de la psicología del lenguaje.
- Fue en ese contexto en el que se realizó el seminario de verano en la universidad de Cornell, en 1951, que sirvió de lugar de encuentro interdisciplinario entre psicólogos y lingüistas, lo que originó el nacimiento oficial de la actual psicología del lenguaje o psicolingüística.
- Poco después de esos primeros encuentros entre psicólogos y lingüísticas se produjo un hecho crucial que cambió totalmente el panorama y fue la publicación en 1957 del libro Syntactic structures de Noam Chomsky.
- Chomsky plantea la existencia de una estructura profunda que, a través de un conjunto de transformaciones, se convierte en una estructura superficial, que es la que aflora en las palabras y frases que pronuncia el hablante. El oyente, en cierto modo, recorrería el camino inverso: partiendo de la estructura superficial de la frase llega a la estructura profunda.
- El modelo gramatical de Chomsky tenía una fuerte base psicológica y constituyó una fuente de hipótesis que los psicólogos pusieron a prueba a través de numerosos experimentos durante las dos décadas siguientes.
- Con el tiempo, los planteamientos de Chomsky fueron sufriendo diversos cambios hasta llegar a su actual programa minimalista, centrado en el concepto clave de la recursividad sintáctica (Hauser, Chomsky y Fitch, 2002).
El debate Skinner-Chomsky
La explicación del lenguaje desde el conductismo y, más concretamente, desde el condicionamiento operante tiene su mejor representante en la figura de Skinner. Llevó los postulados conductistas sobre el lenguaje a su extremo más radical, fundamentalmente por dos vías: por una parte, negando la validez psicológica, por su carácter mentalista y poco objetivo, de los conceptos mismos de lenguaje, símbolo o significado, y proponiendo su sustitución por el más genérico de conducta verbal y, por otra parte, negando la validez de toda explicación psicológica de la conducta verbal más allá de los estímulos y las respuestas. Es decir, cualquier explicación habría de basarse necesariamente en el análisis funcional de las respuestas de los sujetos y de las contingencias de refuerzo determinadas por el ambiente.
Esta concepción se recoge en su libro Verbal behavior (Conducta verbal), cuya redacción comenzó, al parecer, en 1932 y cuya primera edición apareció más de 20 años después (Skinner, 1957). En este libro el autor trata de demostrar que toda habla humana puede ser atribuida al condicionamiento de los hablantes por su am biente. Entiende el lenguaje como un conjunto de operantes verbales o respuestas verbales del sujeto, adquiridas por mero condicionamiento. Pretende explicar el lenguaje como un conjunto de hábitos que se van formando durante la vida, sin necesidad de apelar a complejos mecanismos innatos o mentales. Lo único que hace falta es la observación sistemática de los sucesos que acontecen en el mundo exterior y que llevan al hablante a articular sonidos.
Sus explicaciones sobre el lenguaje se basan en trabajos sobre ratas y palomas. Había logrado demostrar que, con tiempo suficiente, se podía adiestrar a estos animales en la ejecución de una enorme variedad de tareas en apariencia muy complicadas (p. ej., tocar una melodía en un piano), siempre y cuando se siguieran dos principios elementales: primero, las tareas debían descomponerse en una serie de pasos cuidadosamente graduados, y segundo, había que recompensar repetidamente a los animales en la medida en que sus respuestas se aproximaban a las deseadas.
Según Skiner, respecto al lenguaje, lo único que hace falta es identificar las variables controladoras que nos permiten predecir ciertos enunciados lingüísticos. Por ejemplo, así como es posible afirmar que la conducta de la rata de apretar una palanca se halla parcialmente «bajo el control de una luz encendida», también puede decirse que una sensación de hambre puede «controlar» o predecir la emisión de una frase como «Por favor, pásame el pan y la mantequilla», o la presencia de un bello cuadro puede «Controlar» y provocar la exclamación «¡Oh, que? bonito!», o que un mal olor nos puede llevar a decir «¡Que? mal huele!». Conceptualmente, la explicación skinneriana de la conducta verbal se asienta en la descripción de las secuencias de estímulos y respuestas. De acuerdo con su valor funcional, Skinner clasifica las unidades de conducta lingüística en varios tipos, como comportamientos repetitivos, textuales, intraverbales, etc.
La aportación de Skinner a la psicología del lenguaje se ha dejado sentir más en el ámbito aplicado, gracias al diseño de programas de adiestramiento lingüístico para la enseñanza de segundas lenguas, o el tratamiento de problemas graves del lenguaje. Dos años después de la publicación de Verbal behavior, el entonces joven y brillante lingüista Noam Chomsky escribe una crítica muy dura a la posición de Skinner en su artículo Review of B.F Skinners Verbal behavior publicado en el volumen 35 de la revista Language (Chomsky, 1959). Chomsky sostiene que las secuencias sencillas y bien definidas de sucesos que ocurren en las cajas de las ratas y palomas sencillamente no pueden aplicarse al lenguaje humano, y que la terminología empleada en esos experimentos no puede extrapolarse sin más al ámbito lingüístico, sin incurrir en una extrema vaguedad. Gran parte de la crítica de Chomsky se asienta en la enorme creatividad o productividad del lenguaje. La mayor parte de las oraciones que dice un hablante, o que escucha un oyente, son nuevas gracias a esta propiedad clave del lenguaje humano. George A. Miller estimó en unos 100 quintillones el número de frases de 20 palabras que podrían construirse correctamente en inglés y ser, en principio, emitidas y comprendidas por hablantes del idioma. Cualquier hablante distingue sin esfuerzo si una secuencia de palabras constituye una oración correcta o no en su idioma y, al mismo tiempo, es poco probable que se haya enfrentado (y condicionado) a ella con anterioridad. Por otra parte, la variedad de «estímulos» que podrían estar asociados al lenguaje es impredecible.
La crítica chomskiana no recibió respuesta por parte de Skinner, lo que contribuyó a acrecentar esta sensación de fuerza demoledora, unida al hecho de que, incluso en inglés, ha tenido mucha más difusión el artículo de Chomsky que el libro de Skinner.
Años después no faltaron algunas voces que se alzaron en defensa de Skinner, con argumentos ad hominem, pero bueno… Bayés (1980), en su introducción, dice: «En nuestra opinión, los juicios bruscos, teñidos de emotividad, de Chomsky, se encuentran bastante alejados del modelo de cri?tica científica, respetuosa hacia los autores pero implacable con los errores que es preciso no tanto denunciar como demostrar». MacCorquodale (1970) se queja de que «probablemente, la razón de más peso por la que nadie ha replicado a la crítica es su tono. Es duro hasta la ofensa; humillante, intransigente, obtuso y resentido».
Primeros pasos de la psicolingüística
Con Chomsky se inició un cambio profundo en la forma de concebir la psicolingüística, un cambio paradigmático sobre el que se articularían las investigaciones posteriores. Durante los años siguientes, especialmente en la década de los sesenta, la mayor parte de las investigaciones realizadas en el campo de la psicología del lenguaje estaban inspiradas en los postulados de Chomsky.
Uno de los cambios más importantes fue el de considerar la oración como la unidad fundamental del lenguaje. Se abandonan los estudios de palabras aisladas para centrarse en las oraciones, pero no en todos los aspectos de la oración, sólo en los sintácticos, pues Chomsky deja fuera los contenidos semánticos y comunicativos e intenta explicar las reglas sintácticas por las que se rige la oración, las reglas por las que un hablante del castellano sabe que la oración «el perro fue atacado por el ratón» es gramaticalmente correcta (aunque semánticamente improbable), mientras que la oración «el perro atacado por fue el ratón» es gramaticalmente incorrecta. Para ilustrar que es perfectamente posible estudiar la sintaxis de las oraciones sin tener en cuenta su significado formuló la frase, absurda desde el punto de vista semántico pero correcta gramaticalmente, tan conocida por lingüistas y psicólogos del lenguaje:
Ideas verdes incoloras duermen furiosamente.
Características de la gramática generativa de Chomsky que más influyeron en el desarrollo de la psicolingüística:
- Chomsky hace una distinción entre la competencia del hablante y la actuación real que hace del lenguaje; esta distinción será transcendental en la delimitación de los campos de la psicología y la lingüística. Competencia es el conocimiento que el hablante tiene de su lengua, y actuación es la puesta en práctica de esos conocimientos. De acuerdo con esta distinción, la lingüística debe ocuparse del estudio de la competencia, y la psicología, de la actuación.
- La elaboración de unas reglas que permiten al hablante generar un sinfín de oraciones gramaticalmente correctas aún cuando no las hubiese oído nunca. Son de tres tipos:
- Reglas de estructura de frase. Se encargan de asignar etiquetas a las distintas palabras y frases para poder conexionarlas entre sí.
- Reglas transformacionales. Operan sobre las oraciones ya formadas, unas son obligatorias, por ejemplo las que señalan la concordancia entre el sujeto y el verbo, y otras opcionales, como las que producen la transformación en pasivas, negativas, etc. Cuando se aplican sólo transformaciones obligatorias se producen las oraciones básicas o nucleares. Reciben este nombre porque a partir de ellas se generan todas las demás. Este es uno de los puntos fuertes de esta nueva gramática y la razón por la que se la denominó gramática generativa. Cuando se aplican las transformaciones opcionales se producen las oraciones complejas.
- Reglas morfofonémicas. Son las encargadas de transformar las cadenas terminales en la mente del hablante en los sonidos fonéticos que constituyen la oración hablada.
- Chomsky hace también una distinción entre estructuras superficial y profunda. La estructura profunda se refiere al significado que el hablante trata de expresar, y la estructura superficial, a la forma gramatical concreta que se utiliza para expresar ese significado. De esta manera, un mismo significado puede expresarse de varias formas gramaticales diferentes («El ciudadano controla la gestión de su Alcalde», «La gestión del Alcalde era controlada por el ciudadano», «Era un ciudadano en que controlaba la gestión del Alcalde», etc.).
Los psicolingüista, en su mayoría, adoptaron el enfoque de Chomsky y dejaron de lado el estrecho marco conductista. La gramática generativa planteaba que los hablantes de una lengua debían conocer una serie de reglas que les permitiesen producir y comprender oraciones correctamente formadas, lo cual resultaba difícil de explicar desde la posición conductista. El objetivo que se marcaron los psicolingüistas a partir de la teoría generativa fue probar si las reglas propuestas por Chomsky para la formación de oraciones son las mismas que utilizan las personas cuando producen o entienden oraciones.
En 1962 Miller demostró que los individuos tardan más tiempo en comprender oraciones que necesitan una transformación, por ejemplo las pasivas y las negativas, que las oraciones nucleares. Ello se debe, según Miller, a que para comprender una oración compleja es necesario desmontarla de sus transformaciones hasta llegar a la oración nuclear, y eso requiere tiempo. Así, la oración negativa «El alumno no hizo trampas en el examen» estaría formada por la oración nuclear « El alumno hizo trampas en el examen» y la regla de negación. En 1963, Mehler comprobaba que los individuos recuerdan mejor las oraciones nucleares que las complejas.
Desde el momento en que empezaron a utilizarse metodologías más perfeccionadas y se introdujo el componente semántico, los resultados dejaron de ajustarse a las predicciones de la gramática chomskiana. Cuando las oraciones negativas (y también las pasivas) se presentan dentro de un contexto adecuado en el que puedan cumplir su función, no son más difíciles de comprender ni de recordar que las oraciones nucleares. Las oraciones negativas tienen el papel fundamental de corregir información ya dada y también la de señalar la excepción de la norma. De esta manera, cuando un hablante emite un enunciado negativo, por ejemplo, «El concejal no prevaricó hoy», es porque presupone que el oyente considera verdadero el enunciado afirmativo correspondiente: «El concejal prevarica todos los días». De hecho, cuando las oraciones negativas forman parte de un contexto adecuado en el que se utilizan para corregir información previa o para señalar la excepción de la norma, no resultan más difíciles de comprender que las afirmativas correspondientes (Green, 1970; Wason, 1965).
A finales de los años sesenta ya era ampliamente aceptada entre los investigadores la idea de que la oración debe estudiarse dentro de un contexto más amplio y de que el componente sintáctico sólo es insuficiente para explicar los procesos de comprensión y producción del lenguaje. En consecuencia, hacia los años setenta la mayoría de los psicolingüistas ya habían renunciado a esa línea de investigación chomskiana y comenzaban a incluir los componentes semánticos y pragmáticos. A partir de este intento fracasado de trabajar conjuntamente, psicólogos y lingüistas comenzaron a desarrollar sus teorías de forma autónoma. Los lingüistas se dedicaron al estudio de la competencia, centrándose principalmente en las restricciones universales de las gramáticas sin prestar atención a la actuación, y los psicólogos se dedicaron a la actuación haciendo caso omiso de la competencia.
Durante las décadas de los setenta y los ochenta, se realizaron numerosos estudios sobre el papel del contexto en la comprensión. Por otra parte, se toma también como objeto de estudio una unidad más pequeña que la oración: la palabra. La palabra aislada se convierte en el centro de atención de los psicolingüistas, especialmente el reconocimiento visual de palabras, uno de los temas más investigados de la psicolingüística e, incluso, de toda la psicología cognitiva. El desarrollo de la psicología cognitiva en los años setenta y ochenta cambió totalmente el enfoque de la psicolingüística. La psicología cognitiva consideraba la mente como un ordenador que percibe la información del exterior, o input, procesa esa información y produce un resultado o output. Los psicolingüistas, siguiendo ese enfoque, intentaron construir modelos, generalmente basándose en «cajas» y «flechas», para explicar el procesamiento del lenguaje. Como una alternativa a los modelos de cajas y flechas y de procesamiento serial, en los años ochenta surgieron, a partir de la inteligencia artificial, los modelos conexionistas. Estos modelos consideran que en nuestro léxico mental las palabras se encuentran conectadas entre sí y con las unidades subléxicas, como las sílabas o las letras, formando una especie de red. Algunas de esas conexiones son activadoras (p. ej., las letras «c» y «a» activan la palabra «casa») y otras son inhibidoras (p. ej., las letras «c» y «a» inhiben la palabra «perro»). Entre los modelos más influyentes de esos años destacan el PDP (procesamiento distribuido en paralelo) de Rumelhart y McClelland (1981) sobre el reconocimiento de palabras escritas y el TRACE de McClelland y Elman (1986) sobre el reconocimiento de palabras habladas.
Sistema de procesamiento lingüístico
La psicología cognitiva concibe la mente como un sistema de procesamiento en el que la información de entrada es sometida a numerosas transformaciones a través de distintas etapas. El sistema completo, o arquitectura cognitiva, está formado por diversas estructuras o componentes relativamente estables que operan con representaciones internas. Desde el paradigma basado en la analogía o metáfora del ordenador, se entiende que los procesos mentales funcionan de modo semejante a las operaciones internas que ejecutan estas máquinas; de modo que en los procesos mentales es posible identificar, al igual que en un ordenador, un conjunto finito de estados internos del sistema, denominados computacionales (Belinchón et al., 1992).
Por otra parte, todo sistema de procesamiento, natural o artificial, tiene que vérselas con un entorno continuamente cambiante, con el que debe interactuar para su supervivencia. Ha de ser capaz de extraer y manejar las covariaciones o regularidades existentes en la estructura de los datos que proceden de dicho entorno. Su actividad interna debe llevarlo a abstraer el «orden» existente en el ambiente. En un entorno completamente caótico, sin ningún tipo de regularidad u orden, un sistema de procesamiento tendría poco que hacer. Si giro la cabeza a la derecha encuentro una estructura de datos visuales que guardan relación con lo que percibí en esa misma dirección unos segundos antes. Cuando salgo de mi casa encuentro la misma calle que dejé la víspera. La aprehensión de este orden no es algo exclusivo de nuestra especie, cualquier animal debe procesar adecuadamente el input, o datos de entrada, para pervivir en su medio, obtener alimento y no ser presa de otros. Hoy sabemos que los sistemas compuestos por muchas unidades elementales de procesamiento, densamente interrelacionadas (como es el caso de los cerebros), constituyen un mecanismo especialmente apropiado para extraer -abstraer- invarianzas o regularidades a partir de una masa incesante y variable de datos de entrada. Las arquitecturas masivas que operan en paralelo y de forma distribuida son una solución excelente que la naturaleza ha encontrado para «capturar» la regularidad en un entorno físico siempre cambiante.
Desde el punto de vista de la psicolingüística, el interés principal se dirige hacia los procesos y las representaciones que se producen mientras usamos el lenguaje de las dos maneras posibles: produciéndolo y comprendiéndolo. La forma en que habitualmente se representan los procesos u operaciones cognitivas es mediante cajas o elementos dispuestos en un diagrama de flujo, en el que la información fluye y va sufriendo transformaciones a su paso por las distintas etapas. Hay que indicar que este flujo no ha de ser necesariamente secuencial como se desprende del dibujo, ni tampoco es obligatorio que se agote un proceso antes de pasar al siguiente. La disposición gráfica obedece únicamente a su claridad conceptual, pero no presupone que los procesos sean forzosamente en serie y autoacabados. El objetivo del sistema completo es que la información que ingresa con el estímulo desemboque finalmente en la construcción de una representación mental del significado. La mayor parte de lo que sucede mientras tanto, en ese esquema general de procesamiento, es opaco a nuestra conciencia y ocurre de forma rápida y automática, sin que reparemos en ello.
En esencia, el esquema sería semejante para otras modalidades de lenguaje, sea escrito (patrones gráficos) o lenguaje de signos (gestos y movimientos de las manos), excepto, obviamente, las primeras etapas perceptivas. Mediante los procesos perceptivos del habla (visuales en el caso de la lectura), la primera tarea consiste en la identificación y activación de representaciones relativamente estables y discretas a partir de una señal acústica continua y extremadamente variable. Estas representaciones estables que el sistema tiene ya previamente almacenadas corresponderían a los fonemas de la lengua particular que conoce el oyente. Se trata de una función bastante más compleja de lo que se pensó en un principio, dada la enorme variabilidad y versatilidad del estímulo. Por otra parte, para algunos autores no está claro que sea el fonema la unidad perceptiva básica con la que opera el sistema, cuestión que todavía se halla abierta.
Otro paso necesario es la identificación de las palabras o lexemas contenidos en la señal a través de los procesos léxicos. Nos referimos a operaciones de acceso al «diccionario» o léxico mental, entendido como una hipotética estructura en la que se guarda de forma organizada la información asociada a las decenas de miles de palabras que conoce el oyente. Son necesariamente mecanismos muy rápidos y eficientes, porque identificamos una unidad léxica entre miles, a razón de dos o tres veces por segundo.
- ¿Se accede directamente a la unidad léxica en cuestión o se realiza algún tipo de búsqueda secuencial antes de dar con ella? Esta es una pregunta que aún no tiene una respuesta definitiva, y los investigadores se dividen entre los que defienden modelos de acceso directo y quienes creen en modelos de acceso secuencial.
- ¿Es necesario identificar previamente los fonemas antes de identificar las palabras? Este es otro tema de discusión. Lo que parece claro es que algunas palabras de uso muy frecuente las identificamos probablemente como un todo sin analizarlas previamente en sus partes, y que para identificar una palabra no se necesita un análisis exhaustivo de todos sus componentes; no es necesario identificar todos y cada uno de sus fonemas (o letras, en el caso de la lectura).
El siguiente paso es el del procesamiento sintáctico. Cuando comprendemos el lenguaje, no nos limitamos a extraer el significado de una lista de palabras aisladas, sino que manejamos palabras organizadas en oraciones. Durante la comprensión del lenguaje, llevamos a cabo un análisis sintáctico de la oración que nos permite extraer su estructura formal sintáctica y determinar qué unidades actúan de sujeto, cuáles de objeto directo, objeto indirecto, etc., y qué relaciones de dependencia se establecen entre ellas. Se trata de un proceso de segmentación. Esta clase de procesamiento, a juzgar por su opacidad fenomenológica, se realiza comúnmente de modo automático e inconsciente, sin acceso desde el nivel de nuestra conciencia. Sólo salta a ésta cuando advertimos un error en el mensaje o una ambigüedad difícil de resolver que nos obliga a reparar conscientemente en la estructura sintáctica para optar por la mejor solución.
Además, el oyente debe realizar el procesamiento semántico del mensaje que está escuchando (o leyendo), basándose en los significados léxicos y la asignación correcta de los papeles temáticos a las diferentes partes de la oración. Debe determinar qué entidad de la oración actúa como «agente» de la acción, quién o qué como «objeto», «lugar», «instrumento» o «receptor de la acción», y construir una representación proposicional completa del significado que porta la frase.
Uno de los problemas más importantes de la psicología del lenguaje es determinar qué tipo de relación o dependencia existe entre ambas clases de procesamiento, el sintáctico y el semántico. ¿Es el primero completamente autónomo e independiente del segundo, sin ser influido por él durante su ejecución? ¿Existe una interacción entre ambos desde el primer momento?. Por otra parte, la comprensión exige relacionar con coherencia las distintas partes del discurso (o texto), para construir una representación global y estructurada de su significado (Sandford y Garrod, 1994).
¿Existe un plano de representación propio que corresponda al discurso/texto por encima del plano oracional? La construcción de esa representación coherente se basaría en procesos pragmáticos que hacen uso de información que está más allá de la que estrictamente aparece en el estímulo y que debe ser inferida por el oyente, y sería posible gracias al conocimiento extralingüístico sobre el mundo en general.
Cuestiones centrales en la Psicología del Lenguaje
Procesos abajo-arriba y arriba-abajo
Si observamos el esquema general de procesamiento en la comprensión del lenguaje, lo primero que viene a la cabeza es que la información del estímulo fluye desde abajo hacia arriba, desde los procesos perceptivos hasta los semánticos y pragmáticos. Este es el procesamiento abajo-arriba, conocido en la literatura internacional como procesamiento bottom-up, o también como guiado por los datos. Sin embargo, muchos autores consideran que, al mismo tiempo, se produce un procesamiento en sentido inverso, de arriba-abajo, o top-down. En virtud de este procesamiento, también conocido como guiado conceptualmente, los procesos superiores influyen sobre los inferiores facilitándoles la tarea. Así, por ejemplo, los procesos perceptivos se beneficiarían de información descendente desde los niveles léxicos y oracionales, haciendo que su trabajo sea más rápido y requiera menos información del estímulo. Una manifestación de este hecho es el denominado efecto del contexto.
Como comprobará el lector, a pesar de que las palabras tienen las letras desordenadas, es posible leerlo sin gran dificultad al beneficiarnos del contexto oracional. Gracias a los procesos superiores (sintáctico/semánticos y pragmáticos), mientras leemos el texto construimos una representación global de su significado que nos permite anticipar en gran medida las palabras que nos vamos encontrando y reconocerlas con poca información estimular (letras desordenadas).
Concebimos la arquitectura cognitiva como un sistema dinámico que interactúa continuamente en ambos sentidos, y esta es una de las principales dificultades para su replicación artificial a través de las máquinas. Como propiedad general del sistema se debe pensar que cuanta más información fluye de arriba-abajo, menos se necesita de abajo-arriba. Cuanto más poderoso sea el efecto del contexto, menos información se requerirá desde el estímulo.
Modularidad
La mente no es un todo uniforme e indiferenciado. La mente podría tener componentes diferenciados que llevaran a cabo subprocesos o tareas especializadas dentro del conjunto general. ¿alguno de estos componentes sería un módulo, o constituiría un proceso modular? El gran teórico de la modularidad ha sido Jerry Fodor y la obra de referencia es su libro de 1983 The modularity of Mind.
Los módulos son específicos de dominio, es decir, están especializados en un tipo particular de estímulos y sólo trabajarían ante una clase específica de información. Si el mecanismo lingüístico es un módulo, como defienden algunos autores, éste sólo actuaría ante estímulos de lenguaje.
Los módulos funcionan de modo obligatorio ante la presencia del estímulo apropiado. Es decir, en el momento en que está presente la información específica sobre la que el módulo está especializado, éste se activa inevitablemente. Por ejemplo, no podemos mirar una palabra sin leerla. Precisamente, el fenómeno Stroop es un efecto muy poderoso imposible de evitar incluso tras meses de práctica. Tampoco podemos escuchar una palabra como si fuera un sonido ininteligible. Si esta palabra es un insulto, o cualquier otro vocablo, su significado se activará en nuestra mente aunque nos obstinemos en impedirlo.
Los módulos están encapsulados, blindados ante cualquier otro proceso. Cuando un módulo se activa, su tarea no se ve afectada por la acción de cualquier otro proceso. Es una de las características más relevantes en su concepción modular.
Los módulos son rápidos; realizan su actividad en un plazo de milisegundos. Por ejemplo, acceder al significado de una palabra lleva menos de 200 milisegundos.
Los módulos son automáticos y su actividad es poco accesible a la conciencia. Su tarea es automática y autónoma, no podemos intervenir en ella de forma controlada y el propio proceso es opaco a nuestra conciencia. Sólo somos conscientes de los productos finales, no de las representaciones intermedias que se generan dentro del módulo. Por ejemplo, no somos conscientes de cómo llegamos al significado de las palabras, del mecanismo en sí; sólo lo somos del producto final, cuando ya hemos accedido al significado.
Fodor (1983) planteó también otras características:
- El desarrollo ontogenético de los módulos seguiría una secuencia madurativa fija, de unos individuos a otros, durante las fases tempranas de la evolución infantil.
- Los módulos también deben ser compactos y estar localizados en estructuras neuronales fijas.
En nuestros días no se hace tanto hincapié en esta cuestión porque hay evidencia de que procesos automáticos y dotados de las características mencionadas podrían depender de sistemas neurales distribuidos. Originalmente, el planteamiento modular de Fodor se dirigía hacia los denominados sistemas de entrada, o procesos perceptivos, y sobre algunos procesos de salida.
Más allá de los sistemas perceptivos, Chomsky (1980) y otros entienden que nuestra especie posee un «órgano del lenguaje» innato, generado a lo largo de la evolución humana, que funcionaría como un módulo separado del resto del sistema cognitivo. Otros autores, por el contrario, en una tradición teórica que arranca desde Piaget (1923), conciben el lenguaje como un proceso cognitivo más entre otros y cuyo desarrollo dependería directamente del desarrollo cognitivo global.
¿La modularidad es una propiedad real o sólo una propiedad conveniente del lenguaje? Parece que la evidencia empírica se decanta sobre todo hacia los niveles de procesamiento inferiores, o más periféricos, mientras que en los procesos superiores, o más centrales (semánticos y pragmáticos), el concepto de modularidad queda difuminado.
En el campo de la percepción del habla, el eje de discusión teórica ha discurrido a lo largo de 50 años entre dos concepciones de base divergentes:
- Liberman (1996). Los que defienden la existencia de un mecanismo específico para percibir el lenguaje, separado de la percepción auditiva general.
- Kiefte yKluender (2005). Los que entienden que el lenguaje es percibido gracias a los mismos mecanismos generales que intervienen en la percepción de cualquier sonido.
Autonomía o interacción en los procesos
Dos modelos o visiones se contraponen:
- El modelo autónomo no niega la interdependencia de los componentes en cuanto a sus productos finales, pero considera que son autónomos durante la ejecución interna de su tarea y que ésta no se ve alterada por influencias exteriores.
- El modelo interactivo considera que la interactividad alcanza al funcionamiento interno de los componentes cognitivos.
Hoy no se cuestiona, por ejemplo, el efecto del contexto, pero sí su verdadera interpretación, el locus de su acción en el procesamiento lingüístico: ¿afecta el contexto realmente a los procesos perceptivos per se o simplemente restringe las opciones posibles, permitiendo conjeturas por parte del sujeto, es decir, la adivinación (no percepción) del estímulo? En el experimento clásico de Tulving y Gold (1963), un contexto oracional apropiado permite identificar una palabra escrita con bastantes menos milisegundos de exposición que si ésta se presenta de forma aislada o en un contexto inapropiado.
Recordemos la frase «los opilorios escrandaron fildamente a los plandiscos avistosos» (Belinchón et al., 1992), que ilustra cómo el lenguaje suministra suficientes pistas morfosintácticas para construir el andamiaje formal sin usar significados. El modelo autónomo considera que existe un analizador autónomo que se pone en marcha de forma automática e independiente y cuyo funcionamiento no se ve influido por otra información externa; después, su producto (una estructura sintáctica) es revisado por los procesos semánticos y pragmáticos y, si existe incongruencia o hay que resolver ambigüedades, el analizador puede retomar su trabajo y volver a generar otra estructura congruente con el resto de la información, pero su cometido es completamente autónomo o modular. El modelo interactivo, por el contrario, entiende que el procesamiento sintáctico está íntimamente unido al semántico y ya desde el principio intervienen ambos tipos de información en la construcción de la estructura sintáctica.
Métodos de investigación en Psicología del Lenguaje
Tradicionalmente (aunque las cosas están cambiando), para el estudio de la comprensión se ha utilizado más la experimentación, y para la producción, la observación. La observación de las pausas del habla, de las vacilaciones o de los errores que las personas cometen al hablar permite hacer inferencias sobre el funcionamiento del sistema de producción, pero la observación no tiene la fortaleza de la experimentación, principalmente porque no es posible producir el fenómeno que se quiere estudiar; hay que esperar a que ocurra espontáneamente y eso a veces tarda en suceder. En cambio, con la experimentación se puede producir el fenómeno tantas veces como se quiera.
En función del índice de respuesta que se considere hay dos tipos fundamentales de técnicas experimentales en la psicología del lenguaje: conductuales y fisiológicas.
- Conductuales:
- Basadas en el recuerdo. El recuerdo ha sido una variable muy utilizada en psicología del lenguaje, especialmente para el estudio de unidades complejas como la oración o el texto. Este índice se basa en el supuesto de que los procesos de comprensión y memoria están íntimamente relacionados, de manera que los resultados en las pruebas de memoria reflejan el nivel de comprensión. Pero este supuesto tiene algunos problemas importantes y el principal es que no hay una relación tan directa entre lo que se comprende y lo que se recuerda. Por otra parte, cuando los sujetos no recuerdan una información, rellenan las lagunas con sus propios conocimientos, o simplemente mienten.
- Basadas en los tiempos de reacción. Sin duda las más utilizadas para el estudio del procesamiento lingüístico. Se mide el tiempo que transcurre desde que se presenta un estímulo hasta que el individuo emite una respuesta. El estímulo puede ser un fonema, una palabra, una frase o un estímulo no lingüístico, como, por ejemplo, un dibujo. A pesar de que el tiempo de reacción es una medida muy simple y sujeta a muchas variaciones (es inestable, sensible al tipo de receptor, sensible a la práctica, varía enormemente de unas personas a otras, etc.), es el índice más objetivo de que dispone el psicólogo experimental, ya que mantiene una estrecha relación con la complejidad del proceso mental requerido para ejecutar la respuesta: cuanto más tiempo exige la ejecución de una tarea, mayor es el número de operaciones mentales que requiere. Entre las metodologías de tiempos de reacción hay dos grupos distintos de técnicas:
- Las que miden el tiempo total que requiere la realización de determinado proceso. Una de las más conocidas para estudiar el procesamiento de palabras es la de decisión léxica. En la modalidad visual se presentan series de letras ortográficamente legales sobre la pantalla del ordenador, y los participantes tienen que responder, pulsando uno de dos botones, dependiendo de si se trata de una palabra real (p. ej., plato) o no (p. ej., plota). En la modalidad auditiva, el participante escucha series de fonemas y, también a mediante dos botones, tiene que responder si corresponden a una palabra de su idioma. El cronómetro se pone en marcha en el momento en que se presenta la palabra y se detiene en el momento en que el participante pulsa el botón. El intervalo entre esos dos momentos es el tiempo que corresponde a cada palabra. La lógica de esta técnica es que para poder responder si una serie de letras o fonemas corresponden a una palabra, el participante tiene que acceder a su léxico interno para comprobar si existe o no esa palabra. La rapidez con la que responde ante cada palabra indica la accesibilidad de esa palabra.
- Las que miden el curso temporal del proceso (técnicas en curso). La más conocida es la de seguimiento de los movimientos oculares. Entre los varios procedimientos disponibles para realizar este seguimiento, uno de los más simples consiste en emitir un rayo de luz infrarroja sobre la córnea del lector. El ángulo de reflexión del rayo a medida que el ojo cambia de dirección permite saber qué parte del texto está mirando el lector en cada momento, cuánto tiempo está detenido en cada posición y adonde dirige el siguiente movimiento. En función de la dificultad de las oraciones y/o palabras se comprueba que los lectores se detienen más tiempo en ciertas partes del texto o que hacen mayor número de regresiones hacia atrás, a partes del texto que ya habían leído.
- Técnicas fisiológicas. También hay dos tipos:
- Las que recogen los cambios en la actividad electrofisiológica generada por el cerebro (potenciales evocados).
- Las que recogen los cambios de activación cerebral (técnicas de neuroimagen: resonancia magnética funcional, magnetoencefalografía, etc.).
Autoevaluación
Referencias
- Cuetos Vega, González Álvarez, Vega, and Vega, Manuel De. Psicología Del Lenguaje. 2ª Edición. ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana, 2020.