Antes de abordar las aplicaciones de la evaluación psicofisiológica en los ámbitos clínico y de la salud, es crucial comprender una serie de conceptos que constituyen el marco teórico y metodológico del tema. Entre estos conceptos se encuentran la activación y la reactividad. Las respuestas reflejas, como los reflejos de orientación, defensa y sobresalto, están vinculadas con procesos psicológicos tales como la atención, la memoria, el aprendizaje y la emoción. Además, estas respuestas están sujetas a procesos de plasticidad, como la habituación, el condicionamiento, la inhibición, la potenciación o la sensibilización, los cuales también pueden verse afectados por variables psicológicas o psicopatológicas (Stern y Sison, 1990).
La activación es un constructo hipotético que describe las fluctuaciones en la excitabilidad, actividad o reactividad del sistema nervioso central y periférico. También conocido como nivel de activación, este puede medirse a través de diversas formas de actividad psicofisiológica, como los niveles de actividad electrodérmica o la frecuencia de respuestas electrodérmicas inespecíficas. Tradicionalmente, se ha propuesto que la activación sigue un continuo que va desde estados de máxima alerta hasta estados de mínima alerta, como el sueño y el coma. Sin embargo, esta perspectiva unitaria de la activación ha sido cuestionada debido a la baja correlación ocasional entre diferentes parámetros psicofisiológicos y la disociación entre estos parámetros y la conducta observable. Los críticos de la teoría clásica argumentan que existen distintos patrones de activación para diferentes situaciones y personas.
Por su parte, la reactividad hace referencia a la intensidad y características de las respuestas fisiológicas de un individuo ante cambios en su entorno. Las tres respuestas más destacadas son la de orientación, la de defensa y la de sobresalto. La respuesta de orientación es la reacción del organismo ante un estímulo nuevo o significativo, afectando a varios sistemas corporales y siendo mejor indicada por la respuesta de conductancia de la piel (SCR). La respuesta de defensa se activa ante estímulos intensos o amenazantes, afectando a numerosos sistemas de respuesta y siendo frecuentemente estudiada a través de la respuesta cardiovascular. La respuesta de sobresalto, por otro lado, se presenta ante estímulos más intensos que los que generan una respuesta de orientación, pero que no llegan a desencadenar una respuesta de defensa.
En cuanto a la plasticidad, se refiere al grado en el que las respuestas fisiológicas pueden ser modificadas. Incluye conceptos como la habituación, la sensibilización, el biofeedback y la modulación refleja. La habituación es la disminución de una respuesta ante la estimulación repetida, mientras que la sensibilización es el aumento de la intensidad de la respuesta debido a la estimulación repetida. El biofeedback es un conjunto de procedimientos que proporcionan información inmediata y precisa a una persona sobre algún aspecto de su actividad biológica, con el objetivo de que aprenda a regular voluntariamente dicha actividad. Todos estos procesos están sujetos a la influencia de estímulos externos o procesos psicológicos.
Por último, es importante destacar dos propiedades fundamentales de los sistemas psicofisiológicos: la homeostasis y la ley de los valores iniciales. La homeostasis, término acuñado por Walter B. Cannon, describe la tendencia del organismo a mantener condiciones constantes o un estado de equilibrio entre sus diferentes elementos, un proceso de autorregulación permanente en todo el organismo. La ley de los valores iniciales, propuesta por Wilder (1931/1976), postula que la magnitud de una respuesta fisiológica ante un estímulo o situación depende del nivel previo del sistema que la regula, estableciendo una relación negativa entre la línea base previa a la estimulación y la amplitud de la respuesta.
Modulación emocional del reflejo de sobresalto
En el marco de este paradigma, se presenta el estímulo que induce el sobresalto mientras los sujetos observan imágenes que varían en su carga emocional, siendo estas agradables, desagradables o neutras. Entre todas las respuestas fisiológicas y conductuales que podrían variar según las dimensiones emocionales, la respuesta del reflejo de sobresalto ha captado significativamente la atención de los investigadores. La modulación en la amplitud de este reflejo, medido a través del músculo orbicular del ojo izquierdo, cuando los participantes visualizan imágenes de distintos contenidos emocionales, constituye uno de los hallazgos más consistentes en la investigación experimental, aunque también se ha explorado en otras variables psicofisiológicas como la actividad electrodérmica o el ritmo cardíaco mediante electrocardiograma. Este fenómeno de modulación emocional implica que la respuesta de parpadeo al sobresalto se intensifica con estímulos emocionalmente negativos y disminuye con los positivos.
La influencia de factores emocionales sobre el reflejo de sobresalto fue descrita inicialmente por Brown, Kalish y Farber en 1951, en estudios sobre miedo condicionado en ratas, donde la respuesta de sobresalto aumentaba si el estímulo que lo provocaba se presentaba conjuntamente con señales previamente asociadas al miedo. El primer estudio que investigó esta modulación en humanos fue realizado por Vrana, Spence y Lang en 1988, utilizando el paradigma de visualización de imágenes afectivas en combinación con la prueba de sobresalto, reemplazando los estímulos de miedo condicionados usados en los estudios con animales. Este enfoque permite evaluar procesos psicológicos, tanto en trastornos específicos como en población general, y reveló que la magnitud del reflejo de sobresalto variaba sistemáticamente según el contenido emocional de las imágenes visualizadas.
En el laboratorio, se evalúa la modulación emocional del reflejo de sobresalto mediante la visualización de imágenes afectivas, usando el Sistema Internacional de Imágenes Afectivas (IAPS). Este instrumento, adaptado para población española, consta de más de 1000 fotografías en color evaluadas en tres dimensiones afectivas: valencia, arousal y dominancia. Además, en España se han creado otras bases de datos de imágenes afectivas evaluadas en estas mismas dimensiones.
El procedimiento experimental típico consiste en seleccionar tres conjuntos de fotografías: agradables y de alta activación, desagradables y de alta activación, y neutras de baja activación, y durante su presentación, se induce el reflejo de sobresalto mediante un ruido blanco. La modulación emocional se estima a partir de las diferencias en magnitud del reflejo entre las imágenes de distintas categorías, reflejándose en una disminución de la magnitud del reflejo ante imágenes agradables y un aumento ante las desagradables, con las imágenes neutras en una posición intermedia.
La modulación emocional del reflejo de sobresalto es un efecto robusto, observado a lo largo de diferentes edades y en distintas condiciones de salud, tanto en población sana como en personas con diversas patologías. Este fenómeno se ha demostrado no solo con imágenes, sino también con otros tipos de estímulos afectivos, y no parece depender de la novedad del estímulo ni de la modalidad sensorial en la que se presente el estímulo provocador del sobresalto.
Referencias
- Moreno Rosset and Ramírez Uclés (2019) Evaluación psicológica : proceso, técnicas y aplicaciones en áreas y contextos. Madrid: Sanz y Torres.