CUESTIONES SOBRE FIABILIDAD Y VALIDEZ EN LA EVALUACIÓN CONDUCTUAL

Cone y Hawkins (1977); Haynes (1978); Silva (1989). Recomendaban prestar una mayor atención a la valoración psicométrica de los instrumentos de evaluación conductual.
Haynes y O’Brien (2000). El uso de sistemas multimétodo de evaluación debe contar con datos sobre la validez incremental que supone utilizar una serie de pruebas, para así poder confiar en que su uso realmente incrementa la validez del juicio clínico.
Hintze (2005). Lamentablemente, la valoración psicométrica no se ha generalizado como cabría esperar. Incluso técnicas emblemáticas como la observación conductual en el ámbito natural tienen todavía problemas de sesgo, efecto halo, bajo acuerdo inter-observadores, sesgo confirmatorio, etc.
Haynes (2006). Señala que las inferencias sobre la validez de una medida deberán basarse en el resultado de las evaluaciones psicométricas consistentes con las características del objetivo de evaluación y el fenómeno medido.
Haynes (2006). La validez de un instrumento puede variar a través de poblaciones, entornos y objetivos de la evaluación y no es un atributo que sea susceptible de fácil generalización. Siendo su validez condicional, los instrumentos de evaluación deben ser validados para el propósito concreto de la evaluación.
Haynes (2006). La validez discriminante puede ser una dimensión útil en la evaluación de las medidas de cuestionarios de auto-informe cuando el objetivo es la clasificación, sin embargo, esta misma dimensión tiene menor utilidad en la evaluación conductual, donde el interés clasificatorio es inexistente y los objetivos suelen estar relacionados con la medida del cambio conductual a lo largo del tiempo.
Groth-Marnat (2009); Haynes y O’Brien (2000); Haynes (2006); Suen y Rzasa (2004). A pesar de la discrepancia entre posturas, la revisión de la literatura actualizada pone de manifiesto que la postura más favorable a la integración de los principios psicométricos ha ido ganando terreno en la evaluación conductual, debido probablemente a la propia evolución de la evaluación conductual hacia planteamientos menos ortodoxos y más cercarnos al planteamiento psicométrico.

Las cualidades psicométricas de las medidas utilizadas afectan la validez de los juicios clínicos que se realicen. Estos índices de validez de las medidas son esenciales para establecer el grado de confianza que puede depositarse en las inferencias realizadas a partir de ellas. La validez puede variar a través de las poblaciones, entornos y objetivos de la evaluación y no es un atributo que sea susceptible de fácil generalización. Siendo su validez condicional, los instrumentos de evaluación deben ser validados para el propósito concreto de la evaluación.

Cualquier medida de una conducta problema está directamente relacionada con cómo esta puede
cambiarse, sin embargo, la mayor parte de los instrumentos no ha seguido un proceso riguroso de
validación careciendo la mayoría de datos sobre sus propiedades psicométricas. Actualmente diferentes áreas de la psicología clínica no tienen desarrollados instrumentos conductuales que permitan el curso óptimo de la evaluación conductual (p.ej., trastornos disociativos, paranoia, hipocondría, trastornos de personalidad, etc.). Prestigiosos autores recomiendan prestar mayor atención a la valoración psicométrica instrumental, sin embargo, el cambio no ha resultado tan radical y este déficit sigue siendo más generalizado de lo que cabría esperar. La observación conductual en el ámbito natural también tiene sesgos, efecto halo, bajo acuerdo inter-observadores o inter-jueces, sesgo confirmatorio. El problema con los auto-informes cognitivos es similar, pudiendo estar afectadas las medidas obtenidas por problemas como diferencias de significado del contenido de las pruebas entre evaluado y evaluador, sesgo de respuesta, deseabilidad social, baja honestidad del auto-informe, equivalencia cuestionable entre el diálogo interno y las descripciones verbales, etc.

La necesidad de investigación psicométrica en la evaluación conductual ha dado lugar a la aparición de posturas opuestas acerca de la aproximación hacia la psicometría. Los autores más ortodoxos defienden que la integración de los criterios psicométricos en la evaluación conductual no resulta posible y rechazan las interpretaciones nomotéticas o normativas, así como los criterios psicométricos de fiabilidad, validez y utilidad. Básicamente por las siguientes razones:

  • Respecto a los supuestos sobre estabilidad y consistencia en los comportamientos del individuo (p. ej., baja fiabilidad en los test-retest interpretados por el enfoque conductual que de fienden la variabilidad conductual en contra de los ortodoxos).
  • El nivel de análisis, siendo grupal en el psicométrico e individual en el conductual.
  • El modelo de causalidad (estructural intra-sujeto en el psicométrico, y funcional ambiente sujeto para el conductual).


En sentido contrario, hay quienes defienden el integracionismo pues consideran indiscutible la aportación psicométrica a la evaluación conductual (la fiabilidad inter-observadores es esencial para poder confiar en los datos recogidos o los derivados de los auto-informes en áreas como asertividad o miedo, pues necesitan demostrar la generalización a otros contextos como situaciones de role-playing, simulaciones y medio natural).

A pesar de la discrepancia entre posturas, la más favorable a la integración de los principios psicométricos, ha ganado terreno en la evaluación conductual. Incluso la aparición de la evaluación basada en la evidencia como nuevo área de interés parece que opta por esta opción de integración. También es cierto que la aplicabilidad y utilidad de los principios psicométricos es diferencial. La fiabilidad inter-jueces, validez predictiva, validez incremental, etc.y estas dimensiones tienen una aplicabilidad diferente en función de los objetivos, métodos, instrumentos y medidas. Por ejemplo, la validez discriminante puede ser una dimensión útil en la evaluación de las medidas de cuestionarios de auto-informe cuando el objetivo es la clasificación, sin embargo, esta misma dimensión tiene menor utilidad en la evaluación conductual, donde el interés clasificatorio es inexistente y los objetivos suelen estar relacionados con la medida del cambio conductual a lo largo del tiempo.

Entre otros ejemplos la estabilidad de las medidas a lo largo de cortos períodos de tiempo es una dimensión de gran utilidad en las mediciones psicofisiológicas pues necesita establecer una estimación fiable de las medidas por unidad de tiempo, estimación necesaria para obtener una muestra de respuesta psicofisiológica representativa. Esta estabilidad temporal será menos relevante cuando se trate de evaluar a un niño interactuar con su padre en distintos contextos. Haynes señala que las inferencias sobre la validez de una medida deberán basarse en el resultado de las evaluaciones psicométricas consistentes con las características del objetivo de evaluación y el fenómeno medido.

Referencias

  • Díaz García, et al. Manual De Técnicas y Terapias Cognitivo Conductuales. Desclée De Brouwer : Universidad Nacional De Educación a Distancia, 2017.
  • Apuntes M. Goretti González

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