Gunstone y Watts (1985). A pesar de las grandes variaciones que tienen los participantes de los diferentes estudios con respecto a la experiencia escolar, la lengua y la cultura, parece que los niños desarrollan «los mismos tipos de concepciones y exactamente de la misma manera en todas partes». |
Strike y Posner (1982, 1992). En el proceso de cambio o desarrollo conceptual no sólo se añade nueva información complementaria, sino que se reorganizan los elementos centrales de la representación, produciendo una verdadera revolución cognitiva. |
Ayas, Özmen y Çalik (2009); Pozo y Gómez-Crespo (1998). Diversas investigaciones muestran que, al igual que ocurrió a lo largo de la historia de la ciencia, los estudiantes encuentran muchas dificultades para aceptar y utilizar el modelo corpuscular de la materia. |
Piaget realizó un estudio pionero en 1926 que se recoge en su libro «La representación del mundo en el niño» sobre los rasgos generales con que los niños se representan la realidad . En dicho libro, Piaget distingue cuatro rasgos principales en esa representación del mundo: el realismo, el artificialismo, el finalismo y el animismo. Considera que esos rasgos provienen de la tendencia egocéntrica del pensamiento infantil.
Progresivamente, las ideas de los niños se van descentrando, y estos son capaces de construir representaciones menos basadas en los aspectos aparentes y más centradas en los procesos ocultos como ocurre con la comprensión de las transformaciones que subyacen a los estados de la materia y les permiten concebir las conservaciones físicas. Las representaciones pueden resultar insuficientes para asimilar la información escolar a la vez que mostrarse muy resistentes al cambio. Por ejemplo, la comprensión del modelo corpuscular de la materia, que se enseña en la escuela, resulta complicada de entender y sólo algunos adultos que han recibido una amplia formación al respecto son capaces de utilizar correctamente este conocimiento científico.
La forma en la que los niños y adolescentes de distintas culturas organizan su conocimiento parece ser bastante similar. Las características esenciales de su forma de pensar en los diferentes momentos evolutivos resulta equivalente a través de las culturas, mientras que las diferencias que se han detectado en sus explicaciones en función de su experiencia escolar o su cultura no parecen ser fundamentales.
Gunstone y Watts (1985) comparan diversos estudios acerca del movimiento de los objetos y las fuerzas inerciales (como puede ser la de la gravedad) realizados en distintos países: Australia, Gran Bretaña, Francia, Bélgica, Noruega y Turquía y extraen cinco reglas intuitivas que se emplean transculturalmente para pensar sobre el movimiento de los objetos físicos:
- Las fuerzas están relacionadas con los seres vivos. Esta regla lleva a ofrecer explicaciones animistas en las que se atribuye a los objetos físicos voluntad y capacidad de desplazamiento autónoma . Por ejemplo, cuando un niño dice que un objeto se detuvo cuando quiso o que trató de elevarse venciendo la gravedad .
- El movimiento constante requiere una fuerza constante. La idea fundamental de esta regla es que una fuerza ha de seguir actuando constantemente sobre un objeto si éste ha de seguir moviéndose . Según este tipo de pensamiento, si un objeto no recibe el impulso de una fuerza constante, la fuerza que causó el inicio del movimiento se «gastará» permitiendo que otras fuerzas se «impongan» y muevan el objeto en otra dirección. Por ejemplo, un objeto que es lanzado hacia arriba y luego cae en la misma vertical por la fuerza de la gravedad.
- La cantidad de movimiento es proporcional a la cantidad de fuerza. La regla nos indica que cuanto más fuertemente se empuje una cosa más rápido irá y llegará más lejos, lo cual concuerda con los supuestos de la única fuerza impulsora.
- Si un cuerpo no se mueve, no actúa ninguna fuerza sobre él. Esta regla parece apoyar el pensamiento de que si un objeto está en reposo no tiene sentido buscar ninguna fuerza que influya en él, pues si hubiese una fuerza habría movimiento.
- Si un cuerpo se mueve es que hay una fuerza que está actuando sobre él en la dirección del movimiento. La dirección del movimiento es necesariamente la misma que la dirección de la fuerza impulsora . Así por ejemplo, cuando los sujetos tienen que explicar el movimiento de un objeto que se mueve trazando una línea curva dentro de un circuito o un tubo, predicen que las fuerzas implicadas van necesariamente en la dirección del movimiento, ya que de lo contrario el objeto no podría seguir esa trayectoria circular.
Aunque con distinta intensidad y no siempre combinándolas dela misma forma, los niños y adolescentes de distintas culturas emplean estas cinco reglas en sus explicaciones sobre el movimiento de los objetos.
Las investigaciones llevadas a cabo por Nussbaum (1985) acerca de la forma de la Tierra con niños entre los 8 y los 14 años permiten destacar otras de las características de la formación de representaciones. Las representaciones sobre la forma de la Tierra y sus propiedades físicas van cambiando hasta alcanzar una representación más o menos equivalente a la científica. En concreto se proponen cinco nociones progresivas que están ordenadas de forma que sugieren un avance desde la noción más egocéntrica y elemental, hasta una noción más descentrada y cercana al concepto científico.
Este progreso se realiza en torno a tres dimensiones que se corresponden con los tres aspectos básicos del concepto Tierra: su forma, cuyos extremos son plana y esférica; la naturaleza del cielo y del espacio, desde concebirlo como un fondo limitado a considerarlo expandido por todas partes; y la dirección de caída de los cuerpos, desde la dirección absoluta vertical (arriba-abajo) a una dirección relativa al centro de la Tierra, vinculada con la fuerza gravitatoria. De los estudios a propósito de la forma de la Tierra realizados en diferentes culturas (Mali y Howe, 1979; Nussbaum y Novak, 1976; Sharp y Sharp, 2007; Vosniadou y Brewer, 1992) se desprende que los avances están al menos parcialmente relacionados con la edad . Así, observamos que las concepciones 1 y 2 predominan hasta los 10-11 años, mientras que los sujetos mayores de 12 años defienden nociones que van desde la 3 a la 5 . No obstante, aunque pueda haber diferencias en la velocidad en que avanzan en sus concepciones, los participantes de distintas procedencias muestran el mismo patrón evolutivo, es decir, ofrecen de manera secuenciada los mismos tipos de explicaciones.
REFERENCIAS
- García Madruga, Delval, & Delval, Juan. (2019). Psicologia del desarrollo I (2ª ed. rev. ed., Grado (UNED); 6201201). Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.