Trastorno de deseo sexual hipoactivo en el varón
Baumeister et al. (2001). Metanálisis que mostraba que los hombres tienen mayores niveles de impulso sexual que las mujeres, medido a través de su percepción subjetiva, número de pensamientos sexuales, fantasías, frecuencia deseada de sexo y número deseado de parejas sexuales. |
Smith et al. (2011). Llevó a cabo una encuesta basada en la población de 4.290 hombres y 4.366 mujeres entre australianos de 16 a 64 años de edad de diversos orígenes sociodemográficos, de los cuales 3.240 hombres y 3.304 mujeres mantenían relaciones heterosexuales regulares. Sólo el 46% de los hombres y el 58% de las mujeres estaban satisfechos con su frecuencia actual de relaciones sexuales. Los hombres insatisfechos deseaban de forma abrumadora tener relaciones sexuales con más frecuencia; entre las mujeres insatisfechas, sólo dos tercios deseaban tener relaciones sexuales con más frecuencia. La edad fue un factor significativo, pero sólo para los hombres, ya que los que tenían entre 35 y 44 años tendían a estar menos satisfechos. Los hombres y las mujeres insatisfechos con la frecuencia de sus relaciones sexuales también eran más propensos a expresar una menor satisfacción sexual y de relación en general. Las conclusiones de los autores no sólo ponen de manifiesto que la frecuencia deseada de las relaciones sexuales es un factor importante para la satisfacción, sino que también revelan importantes diferencias de género y otras diferencias sociodemográficas que deben ser tenidas en cuenta por los investigadores y terapeutas que tratan de comprender y mejorar la satisfacción sexual y de las relaciones entre las parejas heterosexuales. Otras cuestiones, como la duración de las relaciones sexuales y las prácticas realizadas, también pueden ser relevantes, especialmente para las mujeres. Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator |
Mark y Murray (2012). Ponen el énfasis sobre la importancia no del deseo, sino de la discrepancia de deseos en una pareja, que constituye un buen predictor de una baja satisfacción sexual especialmente para la mujer. |
Ballester-Arnal, Castro-Calvo et al. (2019). Estudios realizados sobre hipersexualidad o sobre adicción al sexo indican que muchas personas pueden recurrir al sexo como medio de afrontamiento de sus estados de disforia o sus emociones negativas en general. |
Ballester-Arnal, Castro-Calvo et al. (2019). Atendiendo a la gran variabilidad del deseo sexual entre personas y dentro de cada persona, la importancia que en el DSM-5 se le da al juicio clínico es necesaria, pero incorpora una carga de subjetividad importante dado que nadie ha sido capaz de establecer hasta el momento cuánto deseo sexual es el normal y el patológico, tanto por defecto, que es de lo que estamos hablando aquí, como por exceso en el caso de la hipersexualidad. |
Casi todo lo que señalamos a continuación puede ser aplicable tanto al hombre como a la mujer. El principal síntoma del «Trastorno de deseo sexual hipoactivo» en el varón es el de «fantasías o pensamientos sexuales o eróticos y deseo de actividad sexual reducidos o ausentes de forma constante o recurrente». La fase de la respuesta sexual que tiene que ver con el deseo sexual es la más cognitiva y la menos fisiológica de todas. El grado de deseo o de apetencia sexual puede variar mucho dependiendo de multitud de factores. En líneas generales solemos encontrar mayor deseo en las personas jóvenes que en las mayores. También se ha hablado mucho del menor deseo sexual en las mujeres pero que probablemente tenga más que ver con factores educativos y sociales que con factores biológicos intrínsecos al género femenino.
Hay multitud de factores ambientales que pueden tener una incidencia sobre el deseo sexual. Es sabido que cualquier situación que genera estrés tiende a inhibir el deseo sexual, al igual que lo hace la ansiedad, la depresión o cualquier problema emocional. Otros factores como el estado de salud, la relación que se tiene con la pareja, el nivel de atracción que se experimenta hacia ella o la frecuencia sexual son determinantes muy importantes del deseo. Lo más habitual es que dentro de una pareja la frecuencia de relaciones deseada sea muy diferente y desde luego, esa disparidad no es motivo para diagnosticar este trastorno en el que tiene menor libido. El hombre con deseo sexual hipoactivo en general no tiene solo bajo deseo de tener relaciones con su pareja, sino también de masturbarse o de mantener cualquier otra actividad sexual. Dado que la falta de iniciativa a la hora de iniciar las relaciones sexuales puede ser un síntoma de este trastorno, hay que conocer bien la dinámica de la pareja.
La importancia que en el DSM-5 se le da al juicio clínico es necesaria, pero incorpora una carga de subjetividad importante. La inclusión del criterio temporal de seis meses pretende evitar que se diagnostiquen algunos casos en los que concurren estresores agudos que puedan explicar el bajo deseo sexual como una respuesta adaptativa. En muchas ocasiones el clínico toma como uno de los criterios los datos de que dispone acerca de la frecuencia habitual de las relaciones sexuales en cada sexo y franja de edad. No obstante, también eso resulta incierto dado que muchos estudios de los que disponemos han sido realizados en otros países y conocemos la influencia de los factores culturales en la sexualidad. Es importante diferenciar entre la frecuencia real de actividad sexual de las personas que la frecuencia deseada. La frecuencia deseada de actividad sexual tiene un papel importante en la satisfacción global con la vida sexual y en la satisfacción de pareja. El estudio de Smith et al. (2011) reveló que solo un 46% de hombres y 58% de mujeres estaban satisfechos con su frecuencia sexual. En el caso de los hombres insatisfechos, la práctica totalidad deseaba más frecuencia, mientras que entre las mujeres insatisfechas, solo dos tercios deseaban una mayor frecuencia. Los hombres que tenían una edad entre 35-44 años eran los más insatisfechos.
Ante una discrepancia en la frecuencia deseada en la que el hombre tiene más deseo, siempre le cabe la posibilidad de la masturbación, mientras que ella puede sentirse forzada a seguir un ritmo que no es el que desea. De hecho, existe un tipo de perfil de paciente con aversión al sexo que ha desarrollado este problema como consecuencia, no de una agresión sexual por parte de un extraño, sino de una frecuencia forzada de relaciones para satisfacer a la pareja. Si la persona con menos deseo puede vivenciar con culpabilidad y desarrollar una cierta aversión al sexo, la que presenta un mayor deseo puede experimentar un cierto sentimiento de abandono y una bajada de la autoestima si piensa que ha dejado de resultarle atractivo al otro miembro de la pareja. Es importante decir que el deseo sexual hipoactivo no solo se manifiesta de una manera comportamental expresada a través de una disminución de la frecuencia sexual. Tiene un componente no observable o no conductual que se expresa en forma de disminución notable o ausencia de fantasías, pensamientos sexuales o incluso atracción sexual hacia personas. En el caso de que el deseo reducido en un varón se explique por la identificación como «asexual» que el propio hombre hace de sí mismo, no se diagnosticaría el trastorno de deseo sexual hipoactivo en el varón.
TRASTORNO | CRITERIO DIAGNÓSTICO PRINCIPAL Y ASPECTOS ESPECÍFICOS DE CADA DISFUNCIÓN |
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Trastorno de deseo sexual hipoactivo en el varón (F52.0) | A. Fantasías o pensamientos sexuales o eróticos y deseo de actividad sexual reducidos o ausentes de forma constante o recurrente. La evaluación de la deficiencia la hace el clínico, teniendo en cuenta factores que afectan a la actividad sexual, como la edad y los contextos generales y socioculturales de la vida del individuo. |
Referencias
- Belloch, Sandín, Ramos Campos, and Sandín, Bonifacio. Manual De Psicopatología. 3ª edición. Madrid [etc.]: McGraw-Hill Interamericana De España, 2020. Print.
- https://www.tandfonline.com/doi/abs/10.1080/0092623X.2011.560531