EL DÍA A DÍA DEL NEUROPSICOLOGO CLÍNICO INFANTIL

Evaluación neuropsicológica

Aunque el proceso de evaluación sigue fases similares en niños y adultos, difiere en su orientación, el contexto en el que debe realizarse, los datos que hay que recabar y los instrumentos de medida. La finalidad de dicha evaluación es comprobar las consecuencias que tiene el funcionamiento alterado del sistema nervioso en la cognición, la emoción y la conducta, con el propósito de plantear métodos adecuados de intervención. Para lograrlo, la evaluación neuropsicológica en el niño debe entenderse como un proceso con varias fases.

  1. Aproximación al problema. Analiza el motivo de consulta, que en ocasiones no tiene por qué coincidir con la situación real.
  2. La entrevista. Se recoge información de antecedentes familiares, datos prenatales, perinatales y posnatales, grado de autonomía en las actividades básicas de la vida diaria, rendimiento académico, relaciones sociales, etc. Con niños de aproximadamente 12 años o más resulta interesante recabar su propia opinión sobre las dificultades que han originado la consulta.
  3. Evaluación del menor. Se seleccionan los tests que se van a utilizar; hay que seleccionar aquellas pruebas que midan mejor los procesos afectados. La evaluación tiene que ser muy flexible, pudiendo dejar una prueba sin acabar porque el niño esté cansado o desmotivado. En la evaluación se tiende a incluir primero una valoración cognitiva global y después se construye un protocolo con pruebas específicas para explorar procesos concretos. Las escalas de desarrollo no son pruebas neuropsicológicas, pero pueden ser interpretadas desde esta perspectiva.
  4. Corrección e interpretación de datos. Teniendo en cuenta las peculiaridades de la evolución del daño cerebral en la infancia.
  5. Devolución de la información. El informe que se redacte para los profesionales que lo demanden y la información que se facilite a los padres deben estar basados en un perfil neuropsicológico del niño, que incluya tanto las funciones afectadas como las que se mantienen preservadas.

Desde nuestra perspectiva clínica, la evaluación neuropsicológica infantil debe ser de naturaleza cuantitativa y cualitativa, como apuntaban los pioneros de la neuropsicología Luria y Vigotsky. La estandarización de las pruebas y los datos psicométricos es muy importante porque permite objetivar los déficits, comparar las puntuaciones con las que obtiene la población normal o formar grupos para investigación y analizarlos estadísticamente. No hay que ceñirse sólo a los datos obtenidos en una situación que no deja de ser ligeramente artificial. De ahí que la información que facilitan Los padres sobre el contexto familiar y los maestros sobre el ambiente escolar sean imprescindibles en una valoración ajustada. Muchas veces hay que ir más allá, explorando las variables moduladoras que son el entorno familiar y escolar y que condicionan en gran medida el desarrollo infantil.

Intervención neuropsicológica

En el caso de niños no es adecuado emplear el término rehabilitación neuropsicológica ya que muchos
procesos o funciones que se van a abordar no se perdido, sino que nunca llegaron a generase, se trata de trastornos congénitos. En estos casos lo correcto es hablar de habilitación.

En la intervención terapéutica siempre se partirá de la línea base obtenida durante la evaluación, y los objetivos, la metodología y los materiales deben ser individualizados y adaptados a las particularidades de cada caso. Un programa de tratamiento neuropsicológico personalizado resulta esencial para reducir los déficits funcionales, pero puede ser muy complicado evaluar su eficacia debido a la variabilidad sintomatológica y la distinta naturaleza de los trastornos a los que se dirigen. Se han encontrado algunas características asociadas a mejores resultados (Muñoz y Tirapu,2001):

  • Partir de modelos teóricos de referencia.
  • Adoptar una perspectiva múltiple e interdisciplinar.
  • Establecer un orden de prioridades.
  • Comenzar la intervención de forma temprana.
  • Basar el tratamiento en las habilidades y capacidades conservadas.
  • Considerar las variables emocionales.
  • Tener en cuenta aspectos familiares, sociales, culturales y económicos.
  • Servirse de los principios de modificación de conducta para mejorar su eficacia.

Para conseguir una buena recuperación funcional, estos programas de tratamiento emplean estrategias que actúan sobre los déficits y sobre las potencialidades. Las actuaciones dirigidas a los aspectos deficitarios o alterados se conocen como estrategias restitutorias (en el caso de los niños, estrategias habilitadoras), y las focalizadas en los puntos fuertes se conocen como estrategias compensatorias.

La neurociencia cognitiva ha creado, durante los últimos años, programas de entrenamiento cognitivo que permiten objetivar mejoras en procesos concretos como la atención, la memoria de trabajo, la inhibición, etc., y su transferencia a la inteligencia fluida (Jaeggi et al., 2011). El diseño de dichos programas incluye actividades focalizadas que generalmente son de dificultad creciente. No se trata de una sobreestimulación desorganizada, sino de una estimulación sistematizada y adaptada a las características individuales del niño. Este tipo de actuación debe ser lo más ecológica posible y complementarse con otras que tengan en cuenta variables emocionales y sociales.

Referencias

  • Arnedo Montoro, M. (2018). Neuropsicología del desarrollo. Madrid: Médica Panamericana.
  • Apuntes Alicia Ferrer
  • Apuntes Jovana RN
  • YouTube

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