VERSIÓN 2.0
INTRODUCCIÓN
La psicología del razonamiento ha llevado a cabo investigaciones basadas en las dos modalidades principales de inferencia: la inferencia deductiva y la inferencia inductiva. En la inferencia deductiva, las conclusiones se derivan necesariamente de la información proporcionada, permitiendo así llegar a una conclusión que sigue lógicamente de las premisas del argumento.
Cuando la psicología se propuso estudiar el razonamiento humano, se enfocó en el modelo lógico, centrándose en el análisis del rendimiento en función del criterio de validez lógica. Las tareas presentadas a los participantes incluyen argumentos deductivos en los que las consecuencias necesarias ya están expresadas, y se les pide evaluar si el argumento es válido o inválido. También se puede solicitar a los participantes que elijan entre un conjunto de conclusiones la que se sigue necesariamente de las premisas, o que generen su propia conclusión basada en las premisas presentadas. El interés y desafío de la psicología del razonamiento radica en explicar cómo razonan los individuos y por qué cometen errores.
Una parte significativa de la investigación empírica ha cuestionado la idea de que los seres humanos razonen de acuerdo con un cálculo puramente lógico. Los errores observados en la realización de tareas de razonamiento deductivo han dado lugar a diferentes enfoques teóricos. Algunos consideran que los principios lógicos son irrelevantes para explicar el razonamiento, mientras que otros defienden la existencia de una lógica mental, que puede estar influenciada por la noción de «lógica natural». En esta lógica mental, se aplican conjuntos de reglas abstractas y los errores no indican un fracaso en el razonamiento lógico, sino la presencia de condiciones particulares que conducen a los errores.
RAZONAMIENTO SILOGÍSTICO CATEGÓRICO
El estudio del silogismo categórico tiene sus raíces en la filosofía griega, y el análisis de la deducción se ha centrado en establecer las conexiones a través de la cópula «es». Un argumento categórico se compone de dos premisas y una conclusión en la que se establece una nueva conexión a través del término medio. La premisa que contiene el sujeto de la conclusión se conoce como premisa menor, mientras que la que contiene el predicado se llama premisa mayor. La estructura típica del argumento comienza con la premisa mayor, que relaciona el término medio y el predicado de la conclusión, seguida de la premisa menor, que relaciona el término medio y el sujeto de la conclusión. Por último, se presenta la conclusión. A continuación, veamos un ejemplo:
REPRESENTACIÓN CON CONTENIDO
- Todas las personas honestas (término medio) evitan la corrupción (predicado).
- Todas las empresarias (sujeto) son personas honestas (término medio).
- En consecuencia. Todas las empresarias (sujeto) evitan la corrupción (predicado).
REPRESENTACIÓN ABSTRACTA
- Todas las B son A. (Predicado en la premisa MAYOR)
- Todas las C son B. (Sujeto en la premisa MENOR)
- En consecuencia. Todas los C son A. (Conclusión)
En este ejemplo vemos que la primera premisa del silogismo es la premisa mayor al constituirse en predicado de la conclusión y que la segunda premisa es la premisa menor al ser sujeto de la conclusión. El sujeto de la conclusión lo hemos designado con la letra C, el predicado con la letra A y el término medio con la letra B, aunque conviene señalar que existen distintas convenciones para dicha representación.
Además de esta estructuración del argumento, los silogismos categóricos contienen enunciados de cantidad (universal, particular) y polaridad (afirmativa, negativa), dando lugar a cuatro tipos de proposiciones: universal afirmativa, universal negativa, particular afirmativo y particular negativo. Estas cuatro proposiciones se designan con las letras A para una proposición universal afirmativa, E para una universal negativa, I para una particular afirmativa y O para una particular negativa. En los silogismos categóricos también se tiene en cuenta la posición del término medio en cada una de las premisas. Existen cuatro posiciones que dan lugar a las cuatro figuras del silogismo categórico.
Existen 256 silogismos categóricos producto de la combinación de los cuatro tipos de enunciados en las dos premisas y la conclusión y en las cuatro figuras (4 x 4 x 4 x 4= 256). Si calculamos sólo el modo, obtenemos un total de 64 silogismos categóricos resultado de la combinación de sus tres enunciados (dos premisas y una conclusión) y de los cuatro modos posibles de las premisas (A, E, I, 0): 4 x 4 x 4 = 64. Como además hay 4 Figuras posibles, entonces volvemos a multiplicar por 4 y obtenemos un total de 256 (64 x 4 = 4 x 4 x 4 x 4). De este total de 256, solamente los siguientes 24 silogismos categóricos son válidos.
Hay que señalar que el número total de silogismos válidos incluye todas las conclusiones válidas, sean fuertes o débiles. Una débil será aquella que se obtenga como conclusión particular, cuando se permite una conclusión universal. P. ej., Consideremos el siguiente silogismo:
- Todas las personas demócratas evitan votar VOX.
- Todos los psicólogos son personas demócratas.
- En consecuencia. Todos los psicólogos evitan votar VOX.
Este silogismo pertenece a la Figura 1:
- B A Todos los B son A
- C B Todos los C son B
- ____
- C A Todos los C son A
La estructura del modo de este silogismo es AAA porque las dos premisas y la conclusión son enunciados universales afirmativos. La conclusión universal afirmativa es la conclusión válida fuerte. Esta conclusión fuerte también garantiza la validez de la conclusión débil con la particular afirmativa «algunos psicólogos evitan votar VOX» (AAI). Algunos autores no hacen esta distinción y sólo consideren las conclusiones fuertes en el número de silogismos válidos. Esta consideración da lugar a 19 silogismos válidos.
En un estudio realizado por Johnson-Laird y Steedman (1978) se encuentra que no siempre se considera la segunda premisa del silogismo categórico como sujeto de la conclusión, produciéndose conclusiones en dos sentidos: C-A, A-C. Cuando se consideran ambos tipos de conclusiones, el número total de silogismos posibles es de 512 (4 x 4 x 4 x 4 x 2). Los resultados mostraron un efecto de la figura para los silogismos de las Figuras 4 y 1. En concreto, la mayoría de los sujetos (71 %) daban una conclusión A-C para los silogismos de la Figura 4 y conclusiones C-A (70%) para la Figura 1.
Desde la estructura lógica tradicional del argumento, las conclusiones A-C se ajustan a un cambio de orden de las premisas y a un posible cambio del término medio. En concreto, en el caso de las conclusiones A-C de la Figura 4, se invierte el orden de las premisas y la Figura 4 se convierte en la Figura 1. Sin embargo, la posición del término medio no se altera al cambiar el orden de las premisas en las Figuras 3 y 2. En líneas generales, los trabajos experimentales sobre el silogismo categórico se han centrado principalmente en estudiar cómo influyen los aspectos estructurales y de contenido en el rendimiento de los sujetos. El rendimiento de los sujetos en los distintos silogismos es variable, encontrándose, por ejemplo, desde un 89% de respuestas correctas hasta un 8% (Johnson-Laird y Byrne, 1991).
FIGURA 4: CONCLUSIONES A–C
- Todos los psicólogos son personas demócratas.
- Todas las personas demócratas evitan votar VOX.
- En consecuencia. Todos los psicólogos evitan votar VOX.
FIGURA 1: CONCLUSIONES C-A
- Todas las personas demócratas evitan votar VOX.
- Todos los psicólogos son personas demócratas.
- En consecuencia. Todos los psicólogos evitan votar VOX.
LA HIPÓTESIS DE LA ATMÓSFERA DE LAS PREMISAS
La hipótesis de la atmósfera no es una teoría en sí misma, sino una explicación basada en la tendencia observada en los sujetos al dar sus respuestas, la cual parecía estar determinada por los aspectos estructurales del silogismo. En un estudio realizado por Woodworth y Sell (1935), se presentó una tarea en la que los participantes debían evaluar la validez de los argumentos. Se encontró que los participantes cometían errores, y esto se explicaba por el modo de las premisas. Cuando ambas premisas eran universales (A – E), ya sean afirmativas o negativas, tendían a elegir una conclusión UNIVERSAL. En cambio, cuando ambas premisas eran afirmativas (A – I), tendían a dar una conclusión afirmativa. Este fenómeno fue llamado «efecto atmósfera» debido a que inducía a una conclusión del mismo tipo.
Este efecto, conocido como «efecto atmósfera», ha sido objeto de estudio en diversas investigaciones centradas en la identificación y análisis de los errores. Begg y Denny (1969) formularon de manera más explícita los principios de este efecto, teniendo en cuenta la cantidad (universal, particular) y la cualidad (afirmativa, negativa) de las premisas. Estos autores ampliaron el efecto para premisas heterogéneas, estableciendo que cuando las premisas contienen al menos una premisa particular, la conclusión también es particular, y en caso contrario, la conclusión es universal. Además, cuando las premisas contienen al menos una premisa negativa, la conclusión es negativa, y en caso contrario, es afirmativa.
Sells (1936) sugirió la existencia de un principio general de prudencia según el cual se supone que las conclusiones son menos arriesgadas que las particulares, lo que explicaría la preferencia de los sujetos por las conclusiones particulares. Sin embargo, este principio no ha sido ampliamente aceptado, especialmente porque los sujetos producen pocas conclusiones particulares negativas (O), lo cual va en contra de lo que se esperaría según el principio de prudencia (Evans, Newstead y Byrne, 1993).
La tendencia no lógica del efecto atmósfera puede predecir un porcentaje aceptable de respuestas. Por ejemplo, la hipótesis de la atmósfera fue capaz de predecir el 49% de las respuestas en el estudio de Dickstein (1978) y el 43% en el estudio de Johnson-Laird y Bara (1984). Sin embargo, los propios autores, Woodworth y Sell, reconocieron que este efecto solo explicaba la tendencia al error y no constituía una teoría completa del razonamiento silogístico. También se observaron respuestas diferentes ante silogismos válidos y no válidos, lo que indica un sesgo en las respuestas. Además, la hipótesis de la atmósfera no predice los diferentes niveles de dificultad de los silogismos categóricos y no siempre se obtiene una conclusión válida en tareas de producción, a pesar de que los resultados indican que esto debería suceder.
“Una tarea de producción es por ejemplo cuando te piden dar una conclusión. Por ejemplo, te presentan: Todos los españoles son europeos; Algunos europeos no son ecologistas; Conclusión: La tarea de los participantes consiste en escribir la conclusión. Según la hipótesis de la atmósfera, si hay una premisa particular o negativa, la conclusión será particular o negativa. Es decir, la hipótesis predice que las personas tienen que dar una conclusión necesariamente, en este caso: «Algunos españoles no son ecologistas», pero los resultados han mostrado que los participantes también responden de forma correcta que no hay una conclusión válida, como es este el caso que la conclusión correcta sería «No hay conclusión».
Equipo Docente.
MODELOS BASADOS EN LA INTERPRETACIÓN DE LAS PREMISAS
La explicación del efecto atmósfera como una tendencia a considerar factores extralógicos fue rebatida por Chapman y Chapman (1959) al señalaban que el efecto atmósfera podía ser más una ilusión de irracionalidad pues ellos explicaban los resultados de sus estudios por la conversión ilícita de las premisas y por la inferencia probabilística. El principio de inferencia probabilística supone que mostramos una consistencia interna en su razonamiento, pero con una regla errónea. Esta nos conduce a que consideremos que las entidades que comparten determinadas propiedades tendrían mayor probabilidad de compartir otras relaciones.
Por ejemplo:
- Algunos A son B
- Algunos C son B
- ________________
- En consecuencia, Algunos C son A
Si dotamos de contenido a este argumento, vemos que esta conclusión no se sigue necesariamente de las premisas:
- Algunos votantes de PODEMOS son demócratas.
- Algunos votantes de VOX son demócratas.
- En consecuencia, Algunos votantes de VOX son votantes de PODEMOS.
La hipótesis sobre la conversión ilícita es, sin embargo, un error en la interpretación de la universal afirmativa y de la particular negativa, sin aludir al efecto atmósfera y sin hacer referencia a una regla de inferencia falaz. El error por la conversión ilícita de las premisas ocurre cuando se interpreta que la premisa universal afirmativa (A) «Todos los A son B» es equivalente a «Todos los B son A» y que la premisa particular negativa (0) «Algunos A no son B» es equivalente a «Algunos B no son A». Conviene señalar que esta conversión es lícita para las premisas en el modo universal negativa (E) «Ningún A es B» y particular afirmativa (I) «Algunos A son B».
Veamos algunos ejemplos con contenido:
- Universal afirmativa (A) “Todas las votantes del Partido Popular son unas delincuentes” no es equivalente a “Todas las delincuentes son votantes del Partido Popular”.
- Particular negativa (O) “Algunas personas no están inscritos en PODEMOS” no es equivalente a “Algunos inscritos en PODEMOS no son personas”
- Universal negativa (E) “Ninguna mujer es madre de DIOS” es equivalente a “Ninguna madre de Dios es mujer”
- Particular positiva (I) “Algunos miembros del ED son unos excelentes profesionales” es equivalente a “Algunos excelentes profesionales son miembros del ED”
La conversión de un enunciado categórico en otro consiste en intercambiar los términos sujeto y predicado entre ambos enunciados. Un aspecto importante del enunciado categórico es la distribución de sus términos. El término de un enunciado categórico está distribuido si se refiere a todos los miembros de la clase designada por dicho término. Así, por ejemplo, en el enunciado Universal Afirmativo, “Todas las votantes del Partido Popular son unas delincuentes”, el sujeto (las votantes del Partido Popular) se encuentra distribuido porque se refiere a todos y cada uno de los miembros de la clase “las votantes del Partido Popular”. De esta forma, la cantidad (universal, particular) del enunciado determina que el sujeto se encuentre distribuido en los enunciados universales y que no esté distribuido en los enunciados particulares.
La conversión sólo es legítima para los enunciados (E) e (I), pues son los únicos que tienen los mismos valores en su distribución: sujeto y predicado distribuidos en (E), y no distribuidos en (I), permitiendo realizar la conversión del enunciado y que con ello no se altere ni su cantidad ni su calidad. Sin embargo, la conversión en los enunciados (A) y (O) daría lugar a transformar un término distribuido en uno no distribuido o viceversa, generando una inferencia que no está garantizada en el enunciado original.
La propuesta de Revlis (1975a, b; Revlin y Leirer, 1978) ofrece una perspectiva más concreta sobre el razonamiento silogístico. Según esta propuesta, se lleva a cabo un proceso de conversión de todas las premisas, asumiendo que preferimos razonar con estas versiones convertidas. El procesamiento comienza con la codificación y conversión de las premisas, generando representaciones de ambas versiones. Luego se crea una representación compuesta de las dos premisas y se procede a codificar la conclusión de manera similar a la primera etapa. Por último, se compara la representación conjunta de las premisas con la representación de la conclusión. Si son congruentes, se acepta el silogismo como válido. En caso de que sean incongruentes, se realiza una comparación de las representaciones en sus versiones originales sin conversión, hasta encontrar un argumento válido. Si no se encuentra un argumento válido dentro del límite de tiempo establecido, se recurre a un modelo de selección aleatoria de una de las alternativas o a un modelo de selección de rasgos (cantidad y calidad).
El contenido temático del silogismo puede influir en el razonamiento. Por ejemplo, la conversión de la premisa «Todos los gatos son felinos» a «Todos los felinos son gatos» generaría una premisa que contradice el conocimiento del sujeto. Según Revlin y Leirer, el razonamiento silogístico con contenido temático es más efectivo que el razonamiento abstracto, ya que el contenido bloquea la conversión de las premisas durante el proceso de codificación. Sin embargo, los resultados experimentales contradicen esta afirmación, ya que el efecto del contenido o de las creencias persiste incluso en aquellos silogismos donde la conversión no altera la validez del argumento.
En relación al efecto del contenido (sesgo de creencias), Wilkins (1928) ya había descubierto que el contenido familiar facilitaba el rendimiento, pero disminuía si el contenido entraba en conflicto con la estructura lógica. En general, los sujetos tienden a considerar que un argumento es válido si están de acuerdo con su conclusión y que es falso si no lo están. Además, Evans, Barston y Pollard (1983) encontraron una interacción entre la validez lógica y la credibilidad de las conclusiones, siendo este efecto más pronunciado para los silogismos inválidos que para los válidos. Se observó que los sujetos aceptaban más conclusiones creíbles (80%) que conclusiones no creíbles (33%), independientemente de su validez lógica. Sin embargo, la diferencia (61%) entre la aceptación de conclusiones inválidas creíbles (71%) y conclusiones inválidas no creíbles (10%) fue mayor que la diferencia (33%) entre las conclusiones válidas creíbles (89%) y las conclusiones válidas no creíbles (56%).
Evans y cols. propusieron dos modelos para explicar cómo se realiza el proceso de evaluación de las conclusiones: (1) el modelo de escrutinio selectivo y (2) el modelo basado en una mala interpretación de la “necesidad lógica”.
El modelo de escrutinio selectivo sostiene que los sujetos se centran primero en la conclusión del argumento y si ésta es coherente con su sistema de creencias, la aceptan sin más. Está basada en los análisis de los protocolos verbales en los que se identificaban tres tipos de estrategias para la solución de los silogismos:
- “Estrategia solo la conclusión”: solo mencionan la conclusión.
- “Estrategia de la conclusión a las premisas”: mencionan primero la conclusión y luego las premisas.
- “Estrategia de las premisas a la conclusión”: mencionan antes las premisas.
Los sujetos que consideraban solo la conclusión o primero la conclusión y luego las premisas mostraron una mayor tendencia a responder de acuerdo con la credibilidad de la conclusión. Sin embargo, este modelo no explica el efecto de la lógica en las propias conclusiones creíbles. Algunos autores señalan que los sesgos de creencias persisten en tareas donde los sujetos deben generar sus propias conclusiones, sin necesidad de un proceso de escrutinio de la conclusión.
Un modelo basado en una mala interpretación del concepto de necesidad sostiene que los sujetos no comprenden correctamente la necesidad lógica. Un argumento deductivo es válido solo si es imposible que su conclusión sea falsa cuando sus premisas son verdaderas. Un silogismo con conclusiones posibles pero no necesarias se llama silogismo inválido indeterminado, mientras que cuando no se sigue ninguna conclusión se denomina silogismo inválido determinado.
En los silogismos inválidos indeterminados, los sujetos responden según la credibilidad de las conclusiones, pero en los silogismos inválidos determinados no se sigue ninguna conclusión y la credibilidad no ejerce influencia. Sin embargo, ambos modelos no explican el proceso de razonamiento y se centran únicamente en los errores para algunos silogismos (inválidos indeterminados).
Begg y Harris (1982) también argumentan que los errores en el razonamiento silogístico se deben a la interpretación de las premisas, pero no mediante un proceso de conversión, sino a través de la interpretación de los cuantificadores según las convenciones lingüísticas. Según estas convenciones, los sujetos interpretan los cuantificadores de tres formas: «ninguno» como exclusión, «algunos» como intersección y «todos» como identidad. Aunque la interpretación de «algunos» como «todos» y «algunos no» como «ninguno» es lógicamente correcta, psicológicamente resultan inútiles.
Esta explicación de los errores se centra en la interpretación de las premisas según las implicaturas conversacionales propuestas por Grice (1975). Las implicaturas designan el contenido implícito de lo que decimos, y la máxima conversacional de cantidad explica los errores en la interpretación de los cuantificadores particulares. Esta máxima se relaciona con la cantidad de información que se debe proporcionar en una conversación, y sugiere que la conversación debe ser tan informativa como requiera el diálogo, sin exceder lo necesario. Esto explicaría por qué los sujetos no aceptan la relación de subalternancia entre un enunciado universal y uno particular.
Un argumento es inválido cuando la conclusión no es necesariamente verdadera. Es Inválido indeterminado cuando la conclusión es posible, es decir, varias conclusiones son posibles, por tanto, no estamos ante una conclusión necesariamente verdadera.
Equipo Docente.
Como se puede apreciar, los enunciados universales (A, E) implican sus correspondientes enunciados subalternos particulares (I, O). Ambos enunciados comparten el sujeto, el predicado y la calidad, pero difieren en la cantidad. Por ejemplo, la verdad de “Todos los perros son peligrosos” implica la verdad de “Algunos perros son peligrosos”. También se puede ver que los enunciados Universal Afirmativo (A) y Universal Negativo (E) son contrarios. Se dice que dos enunciados con el mismo sujeto y predicado son contrarios si no pueden ser ambos verdaderos, aunque ambos puedan ser falsos. Por ejemplo, “Todos los perros son peligrosos” y “Ningún perro es peligroso” son enunciados contrarios. Por último, también se aprecia que el par de enunciados Universal Afirmativo (A) y Particular Negativo (O) y el par Universal Negativo (E) y Particular Afirmativo (I) son contradictorios. Estos pares de enunciados (A-O y E-I) tienen el mismo sujeto y predicado, aunque difieren en calidad y cantidad. Por tanto, dos enunciados son contradictorios si uno de ellos es la negación del otro y ambos no pueden ser verdaderos o falsos a la vez. Por ejemplo, los enunciados “Todos los perros son peligrosos” y “Algunos perros no son peligrosos” son enunciados contradictorios.
Grice (1975) propone que uno de los errores se debe a la interpretación de las premisas. Por ejemplo, lógicamente la universal afirmativa «todos los hombres son mortales» implica la particular afirmativa «algunos hombres son mortales» pero las personas no hacen estas interpretaciones porque no sería informativo usar una particular cuando quieres decir una universal. Precisamente la máxima de cantidad que propone Grice se refiere a esto, la información debe de ser informativa. El cuadro de oposición de la página 90 ilustra que los enunciados universales (A, E) implican sus correspondientes enunciados subalternos particulares (I,O). Ejemplo de arriba. Los enunciados Universal afirmativa «Todos los hombres son mortales» y la Universal negativa «Ningún hombre es mortal» son contrarios, es decir, no pueden ser ambos verdaderos a la vez, pero pueden ambos ser falsos. El Universal afirmativo «Todos los hombres son mortales» y el particular negativo «Algunos hombres no son mortales» son contradictorios, es decir, no pueden ser verdaderos o falsos. En resumen, lo que propone Grice es la máxima conversacional de cantidad que indica que se debe de transmitir la mayor cantidad de información posible y no ocultar deliberadamente parte de la información. Desde esta perspectiva, aunque el significado lógico «algunos» pueda usarse con el mismo significado que «todos» sería una trasgresión de las máximas conversacionales cuando se sabe que «todo» es verdadero y este último cuantificador es el que transmite más información.
Equipo Docente.
En resumen, los enunciados universales implican sus correspondientes enunciados subalternos particulares, y existen diferentes tipos de relaciones entre los enunciados según su sujeto, predicado, calidad y cantidad. La interpretación de los cuantificadores particulares se rige por las implicaturas conversacionales y no por la lógica. Sin embargo, no hay suficiente evidencia experimental para afirmar que las interpretaciones basadas en las implicaturas de Grice sean la principal fuente de errores en el razonamiento silogístico.
Los modelos de conversión también han sido objeto de críticas. Estos modelos explican el efecto de atmósfera bajo la suposición racionalista de que el razonamiento es lógicamente correcto, pero con representaciones invertidas de las premisas, sin tener en cuenta la figura del silogismo. Sin embargo, se ha encontrado un efecto similar al efecto de atmósfera relacionado con la figura del silogismo. Además, se ha observado que la figura del silogismo puede afectar la dificultad de la tarea, siendo la cuarta figura más fácil que la primera.
MODELOS BASADOS EN LA REPRESENTACIÓN DE CONJUNTOS
El método de los círculos de Euler se basa en la utilización de círculos para la representación en un plano de las relaciones entre los conjuntos comprendidos en las premisas del argumento.
Un argumento es válido cuando la conclusión es verdadera en todos los diagramas que representan todas las posibles combinaciones de las dos premisas. Es un proceso bastante costoso, sobre todo porque el número de combinaciones posibles es generalmente mayor que el producto de los diagramas de las dos premisas al existir más de una forma de combinarlos.
Erickson (1974, 1978) propuso una teoría del razonamiento silogístico basada en los círculos de Euler. Los sujetos representaban cada premisa de forma análoga a la representación espacial de los círculos. Las distintas interpretaciones posibles de las premisas llevan asociados unos parámetros probabilísticos que determinan su selección.
- Primera etapa de interpretación de las premisas también influirá el contenido del argumento. Para evaluar o producir una conclusión se combinan las representaciones de las premisas en una sola representación del silogismo.
- Segunda etapa de combinación se asume que el sujeto no hace un análisis exhaustivo de todas las combinaciones posibles de las interpretaciones de las premisas, sino que selecciona una combinación de acuerdo con los parámetros probabilísticos.
- Tercera etapa, en esta etapa se selecciona una etiqueta verbal que se corresponda con la descripción de la combinación obtenida para dar la respuesta.
Los errores en el proceso pueden ocurrir en cualquiera de las etapas y se asume que los sujetos son proclives al efecto atmósfera. El problema principal es el número tan grande de formas distintas en las que se pueden combinar los diagramas. Para resolver este problema, Erickson utiliza los parámetros probabilísticos, pero estos parámetros han sido determinados a posteriori en función de los datos empíricos de investigaciones anteriores sin ningún tipo de explicación psicológica que los justifique (Johnson-Laird y Bara, 1984).
El modelo de la cadena transitiva de Guyote y Sternberg (1981), asume una representación simbólica semejante a los círculos de Euler, pero libre de errores al ser una representación exhaustiva. El peso del modelo es la especificación de los procesos de combinación y comparación de la interpretación de las premisas.
- Primera etapa. Proceso de combinación, las interpretaciones de las premisas se van integrando en “cadenas transitivas”, que son los enlaces entre el primer y último término de las premisas a través del término medio. En esta etapa se pueden producir errores por la capacidad limitada de la memoria de trabajo.
- Segunda etapa de comparación, se elige una conclusión concordante con las representaciones combinadas. En el proceso de comparación se pueden producir errores debido a la falta de consideración de alguna conclusión concordante con la combinación de premisas y también por el efecto atmósfera.
- Tercera etapa, se da la respuesta que se corresponda con la conclusión seleccionada.
Una de las críticas más importantes al modelo es que asume que no hay errores en la primera etapa de la representación de las premisas cuando hay datos experimentales que lo cuestionan. Y como en el modelo de Erickson, tampoco contemplan los efectos de la figura y se recurre al efecto atmósfera como un sesgo de respuesta sin explicación psicológica.
Los modelos basados en los círculos de Euler predicen que la dificultad dependerá del número de diagramas necesarios para la interpretación y combinación de las premisas, pero los datos ponen de manifiesto que algunos de los silogismos fáciles precisan un número mayor de diagramas que otros silogismos que son más difíciles a pesar de que requieran un número menor de diagramas.
Newell (1981), propone otra aproximación para explicar el razonamiento silogístico por medio de la representación espacial de los diagramas de Venn. En este método se representa el silogismo en un solo diagrama. Estos utilizan círculos que se encuentran sobrepuestos de forma que representen las relaciones entre los conjuntos del silogismo. Se sombrea aquella zona en la que no hay miembros y se representa con una X las áreas en las que existe al menos un elemento cuando el enunciado categórico es particular (afirmativo o negativo).
El modelo de Newell pretende acomodar los silogismos categóricos al marco general que diseñaron Newell y Simon (1972) para la solución de problemas. Se entiende que el razonamiento silogístico es un proceso de búsqueda a través del espacio del problema y que este espacio se representa de forma análoga a los diagramas de Venn. No se hacen predicciones sobre los errores, ni se aportan datos empíricos que apoyen la viabilidad del modelo. Simon (1989), comentó que es probable que la utilización de los diagramas sólo ocurra en sujetos expertos y que una representación en la línea de los modelos mentales es preferible, y más acorde con una aproximación del razonamiento silogístico.
Los modelos mentales de conjuntos fue una teoría del razonamiento silogístico en sus orígenes y hoy constituye un marco teórico general del razonamiento deductivo.
Este comprende tres etapas:
- Etapa de interpretación y representación inicial de las premisas: utiliza su conocimiento sobre el lenguaje y su conocimiento general para comprender las premisas.
- Segunda etapa. El sujeto combina las representaciones anteriores para generar una descripción lo más sencilla posible de los modelos construidos a partir de las premisas. Debe enunciar algo que no se encuentre explícito en las premisas y es la conclusión tentativa del argumento.
- Tercera etapa. El sujeto busca modelos alternativos para poder falsar la conclusión tentativa. Si no los encuentra la conclusión es válida, pero si los encuentra, regresa a la segunda etapa para seguir probando conclusiones tentativas con contraejemplos.
En la tercera etapa se ubica el “aspecto” deductivo del razonamiento. La dificultad se explica en términos de la cantidad de procesamiento y los errores vienen explicados por las limitaciones de la memoria de trabajo.
El principio de economía propuesto por la teoría asume que el modelo mental inicial sólo representará la cantidad de información explícita que sea necesaria para la interpretación de la premisa. Está constituido por símbolos que representan miembros representativos del conjunto. P. ej., en la universal afirmativa “Todos los A son B”, “a” es un miembro representativo del conjunto A y “b” del conjunto B. Cuando un miembro del conjunto se encuentra representado dentro de un corchete [a], quiere decir que el conjunto de miembros se encuentra exhaustivamente representado y, por tanto, puede haber miembros “b” que no sean miembros “a”. Una sola representación del modelo mental de la universal afirmativa comprende las dos representaciones espaciales de los círculos de Euler: relación de identidad y subconjunto. Los tres puntos (…) indican que podría haber otra clase de miembros que no se encuentran representados en el modelo inicial, es como una anotación mental que indica la existencia de otros modelos que están implícitos. Pueden hacerse explícitos en la que sea necesario ampliar la información enunciada en las premisas. Por ejemplo en la representación de los miembros que no son “a” y son “b” (¬a b ).
En la segunda etapa del modelo se deben combinar los modelos mentales de las premisas en una sola descripción. Se añade el modelo mental de la segunda premisa al modelo de la primera mediante el término medio. P. ej., si la segunda premisa es también una universal afirmativa “Todos los B son C”, sería:
- [b] c
- [b] c
- …
y por la combinación de ambos modelos se obtendría:
- [ [a] b] c
- [ [a] b] c
- …
Una universal afirmativa tiene dos representaciones: la identidad y el subconjunto. Imagina que dicen «Todos los murciélagos son mamíferos», es cierto que hay dos representaciones, pero es altamente posible que basándonos en el contenido del enunciado representemos el subconjunto. Digamos que cada representación se asocia a una probabilidad.
Equipo Docente.
De esta forma se obtiene un modelo mental de ambas premisas donde los miembros “a” se representan exhaustivamente con respecto a “b” y los miembros “b” se representan exhaustivamente con respecto a “c”. La conclusión entre “a” y “c” es “Todos los A son C” y ”Algunos C son A”. En este silogismo no se puede generar otra combinación que dé otra conclusión que pueda falsar la conclusión tentativa y se concluye como válido. Este silogismo AA solamente requiere un modelo mental y es el silogismo más fácil de resolver. Repetimos, que la combinación de los modelos mentales de las premisas se complica cuando hay más modelos mentales alternativos.
El contenido o las creencias son considerados fuentes de error en el razonamiento, ya que pueden influir en la interpretación, la combinación de modelos y el proceso de aceptación o rechazo de conclusiones tentativas. Cuando el contenido tiene influencia, puede acortar el proceso de búsqueda de modelos alternativos si la conclusión tentativa es compatible con el sistema de creencias, aunque sea inválida. Por otro lado, si la conclusión va en contra del sistema de creencias, el sujeto puede buscar diligentemente más modelos mentales alternativos. Esto puede estar relacionado con la búsqueda de contraejemplos.
Incluso el contenido puede influir en los silogismos de un solo modelo mental. Se propone que una conclusión increíble también puede actuar como filtro en el proceso de evaluación, llevando al sujeto a sustituirla por una conclusión creíble o a responder que no hay conclusión. Esto introduce un mecanismo similar al contemplado en el modelo de escrutinio selectivo, aunque en este caso la selección ocurre durante el proceso de evaluación.
La teoría de los modelos mentales se basa en un procedimiento formal para la representación semántica de los operadores lógicos que conectan los contenidos expresados en las premisas. Sin embargo, esta teoría ha recibido críticas fundamentales. Se le reprocha que, si bien se define como semántica, no explica cómo se vincula el conocimiento almacenado con la construcción de los modelos mentales en la memoria de trabajo. La teoría no determina cómo se construyen los modelos mentales ni el orden en la construcción de la secuencia de posibles interpretaciones. Tampoco se compromete con el tipo de representación de los modelos mentales ni con el orden de combinación de los mismos.
Aunque la teoría de los modelos mentales cuenta con un amplio respaldo de trabajos experimentales, el debate con respecto a otras teorías del razonamiento deductivo basado en reglas aún continúa y no existe consenso sobre su aceptación como el único modelo de razonamiento válido.
RAZONAMIENTO SILOGÍSTICO TRANSITIVO
Las investigaciones sobre el razonamiento con silogismos transitivos se centran en el estudio de inferencias basadas en relaciones de transitividad. La transitividad se refiere a la propiedad de cualquier escala o dimensión con la que se comparan u ordenan objetos. En este contexto, se han utilizado silogismos que consisten en dos premisas que relacionan los tres términos en función de una propiedad transitiva, y una conclusión que establece la relación entre los dos términos no adyacentes.
Estos estudios se han enfocado en analizar cómo las personas realizan inferencias y extraen conclusiones basadas en la transitividad. Exploran cómo los individuos aplican el principio de transitividad para inferir relaciones entre los términos y cómo esto puede afectar su capacidad de realizar inferencias válidas.
Por ejemplo:
- Luis es mayor que Juan.
- Juan es mayor que Pedro.
- En consecuencia, Luis es mayor que Pedro.
Además de las relaciones de transitividad, se han introducido relaciones negativas en una o ambas premisas de los silogismos transitivos. Esto implica premisas de igualdad negada, donde se establece una relación negativa entre los términos. Por ejemplo, se pueden presentar premisas que indiquen que «A» no es igual a «B» o «C» no es igual a «D».
En las tareas experimentales más comunes, se presentan las dos premisas del silogismo y se solicita a los participantes que respondan una pregunta sobre la relación entre «A» y «C», como determinar cuál es el mayor o cuál es el menor. También se les puede pedir que evalúen la validez de una conclusión específica, como «Luis es mayor que Pedro» o «Pedro es menor que Luis». En estas situaciones, las estructuras básicas del silogismo pueden presentarse con dos preguntas o conclusiones alternativas.
Además, se han utilizado silogismos indeterminados en los cuales los dos términos de la serie se encuentran en el mismo extremo de la relación con respecto al término medio. En este caso, no se puede inferir una conclusión válida sobre la relación entre los dos términos. Por ejemplo, si en un silogismo se establece que «A» es menor que «B» y «C» es menor que «B», no se puede deducir la relación entre «A» y «C», solo que ambos son menores que «B».
Desde los primeros experimentos realizados por Stürring en 1908, el razonamiento con series de tres términos ha generado controversia en cuanto al tipo de representación de las premisas. Algunos participantes parecen utilizar representaciones mentales mediante imágenes, mientras que otros resuelven el problema de manera verbal. Esta cuestión ha sido objeto de debate en la investigación sobre el razonamiento con silogismos transitivos.
EL MODELO OPERACIONAL
en el modelo propuesto por Hunter (1957), se enfatiza la importancia de ciertos aspectos operativos para resolver el razonamiento transitivo. Según este modelo, para poder realizar una inferencia transitiva, es necesario que las premisas contengan la misma relación y que el término medio sea el predicado de la primera premisa y el sujeto de la segunda premisa.
Tomemos el siguiente ejemplo: Premisa 1: Luis es mayor que Juan. Premisa 2: Juan es mayor que Pedro.
En consecuencia, según el modelo propuesto por Hunter, podemos inferir que: Luis es mayor que Pedro.
Sin embargo, cuando el argumento no presenta la misma relación entre las premisas, como en el caso de «Pedro es menor que Juan» o «Pedro no es mayor que Juan», se requiere aplicar operaciones de conversión y reordenación de premisas. Estas operaciones tienen como objetivo lograr que los términos medios de ambas premisas sean adyacentes, es decir, se encuentren en una posición que facilite el razonamiento transitivo.
Por ejemplo, si la segunda premisa es «Pedro es menor que Juan», podemos aplicar las operaciones de conversión y reordenación para obtener una estructura más adecuada: Premisa 1: Juan es mayor que Pedro.
De esta manera, los términos medios (Juan) se colocan en una posición que permite establecer la relación transitiva con los otros términos (Luis y Pedro), facilitando así la inferencia transitiva.
En resumen, el modelo propuesto por Hunter destaca la importancia de que las premisas tengan la misma relación y que el término medio esté ubicado adecuadamente para realizar razonamientos transitivos. En casos donde no se cumple esta condición, se aplican operaciones de conversión y reordenación para ajustar la estructura del argumento y permitir el razonamiento transitivo.
Hunter estaba interesado en la graduación de la dificultad de los problemas y utilizó el análisis de los tiempos de solución para proponer que la aplicación de las operaciones de conversión y reordenación de premisas daba lugar a diferentes niveles de dificultad en los problemas de razonamiento transitivo. Sin embargo, los resultados experimentales no respaldaron todas las predicciones de este modelo operativo.
Posteriormente, Johnson-Laird y Bara (1984) realizaron un estudio sobre los silogismos transitivos y descubrieron que también se producía el efecto de la figura, similar al encontrado en los silogismos categóricos. En este caso, el tipo de figura, es decir, el orden de los términos en las premisas, influía en la facilidad para llegar a las conclusiones A-C o C-A. El nivel de dificultad de los silogismos transitivos estaba relacionado con el proceso de integración de la información en función de la figura o el orden de los términos.
En resumen, aunque Hunter propuso que la aplicación de operaciones como la conversión y reordenación de premisas determinaba la dificultad de los problemas de razonamiento transitivo, los resultados experimentales no apoyaron completamente esta idea. Además, se encontró que el efecto de la figura, relacionado con el orden de los términos en las premisas, también influía en la resolución de los silogismos transitivos. El proceso de integración de la información en función de la figura o el orden de los términos también desempeñaba un papel importante en la dificultad de estos problemas.
MODELOS BASADOS EN IMÁGENES MENTALES
El Modelo de la Imagen Mental, propuesto por De Soto, London y Handel (1965), se centra en el proceso de solución de los silogismos transitivos y sugiere que implica la combinación de las interpretaciones de las premisas en una representación unitaria y espacial. Este modelo se basa en la idea de que los sujetos elaboran e interpretan una imagen mental que representa el contenido de las premisas, y la dificultad de la tarea depende del tipo de términos relacionales utilizados en ellas.
Los dos principios generales propuestos por el Modelo de la Imagen Mental son los siguientes:
El principio de la preferencia direccional es un concepto que se aplica en el razonamiento transitivo y se refiere a la tendencia de los sujetos a construir órdenes espaciales en direcciones específicas. En la cultura occidental, por ejemplo, se tiende a trabajar de izquierda a derecha y de arriba abajo, lo cual influye en cómo se presentan y se perciben las relaciones en estos ejes espaciales. De acuerdo con este principio, se ha observado que los sujetos encuentran más fácil construir y comprender un silogismo transitivo cuando la primera premisa contiene en primer lugar el término que se sitúa más arriba o más a la izquierda. Por ejemplo, es más fácil procesar y representar la premisa «A es mejor que B» en lugar de «B es peor que A». Asimismo, resulta más sencillo representar el silogismo «A es mejor que B, B es mejor que C» que el silogismo «B es mejor que C, A es mejor que B». Esta preferencia direccional se basa en las convenciones culturales y las prácticas de lectura y escritura que han sido internalizadas por los individuos. La disposición espacial y el orden de los términos en las premisas pueden influir en la facilidad con la que se construye una representación mental y se comprende la relación entre los términos. Sin embargo, es importante destacar que el principio de la preferencia direccional puede variar en diferentes culturas y contextos, y que no todos los sujetos seguirán estrictamente esta tendencia. La experiencia individual y los factores culturales pueden interactuar para influir en cómo se aplica este principio en el razonamiento transitivo.
El principio de anclaje de los extremos es otro concepto relevante en el razonamiento transitivo. Este principio establece que la construcción espacial y la comprensión de una serie de tres términos será más fácil cuando se enuncie primero uno de los dos extremos de los ejes espaciales. En este sentido, se ha observado que los sujetos tienen una preferencia por comenzar con un término extremo y luego establecer la relación con el término medio. Por ejemplo, resulta más sencillo procesar y representar la premisa «A es mejor que B» o «B es mejor que C» en lugar de «B es peor que A» o «C es peor que B». Cuando los sujetos se enfrentan a un silogismo transitivo, construyen un eje mental marcado por la preferencia direccional y colocan los tres términos de la serie en esa disposición espacial. Es decir, establecen una relación secuencial entre los términos. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el principio de anclaje de los extremos parece influir principalmente en la comprensión de la segunda premisa. En la comprensión de la primera premisa, los sujetos colocan el término medio en relación con el otro término, según la disposición espacial que han construido. Posteriormente, al comprender la segunda premisa, colocan el tercer término en relación con los dos anteriores. Los resultados experimentales indican que los silogismos que siguen este principio, como «A es mejor que B, C es peor que B» y «B es peor que A, C es peor que B», son más fáciles de resolver y presentan una mayor tasa de aciertos en comparación con el silogismo «B es peor que A, B es mejor que C». En resumen, el principio de anclaje de los extremos sugiere que los sujetos tienden a preferir comenzar con uno de los términos extremos al construir una representación espacial en el razonamiento transitivo, lo cual puede influir en la facilidad de comprensión y resolución de los problemas.
EL MODELO LINGÜÍSTICO
Lo importante del modelo lingüístico es que defienden que las representaciones son abstractas en comparación con el modelo de la imagen que entiende que nuestras representaciones son imágenes. También son importantes sus principios.
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De acuerdo con Clark (1969), la inferencia transitiva se basa en representaciones proposicionales, es decir, en la comprensión y manipulación de proposiciones o declaraciones sobre las relaciones entre los términos. Clark propone tres principios generales que influyen en la dificultad de la inferencia transitiva:
El principio del marcado léxico propone que algunos adjetivos bipolares, es decir, aquellos que expresan una escala o polaridad, presentan asimetrías en su uso. Algunos adjetivos son considerados «no marcados» porque presuponen uno de los extremos de la escala, mientras que otros adjetivos son «marcados» porque no presuponen ningún extremo y son neutros en cuanto a la magnitud. Por ejemplo, en la premisa «A es mejor que B», el adjetivo «mejor» es considerado no marcado, ya que presupone que A y B son buenos y establece una comparación entre ellos en términos de grado. En este caso, la premisa es semánticamente más simple y más fácil de procesar. En contraste, en la premisa «A es peor que B», el adjetivo «peor» es considerado marcado. En este caso, el adjetivo no presupone ningún extremo de la escala y no expresa directamente el grado de comparación entre A y B. Esta premisa es semánticamente más compleja y puede resultar más difícil de procesar, ya que implica que tanto A como B son malos sin especificar el grado de comparación entre ellos. En resumen, el principio del marcado léxico señala que la asimetría en la carga semántica de los adjetivos bipolares puede influir en la dificultad de procesamiento de las premisas en el razonamiento transitivo.
El principio del marcado léxico se entiende bien con variables tales como la inteligencia. Realmente en cualquier prueba se mide la inteligencia. El extremo, no-inteligente o tonto digamos que se define a partir de inteligente. De ahí la asimetría de los adjetivos. Con la longitud pasa lo mismo. Medimos lo largo que es algo, no-largo o corto se define a partir del adjetivo largo. El ejemplo que se suele poner es «crudo»-> no crudo es cocido. No podría existir el concepto de «cocido» sin crudo. Esto se sabe que es así porque las personas tardamos más en procesar los adjetivos marcados. Se le llama marcado porque se definiría a partir del otro adjetivo. En el caso de «cocido»=»no crudo». Lo mismo ocurre con mejor y peor. La escala «por defecto» sería lo bueno que es algo, y a partir de ahí se define el otro extremo. En este caso, el marcado sería «peor», de ahí la mayor dificultad que se ha encontrado en los sujetos. Recuerda que estamos estudiando psicología y la verdad que los adjetivos bipolares nos dice mucho sobre cómo funciona nuestra mente y procesa información. El adjetivo marcado es la categoría, la altura: alto; la anchura: ancho; la inteligencia: inteligente. Realmente nos podríamos haber quedado con estos adjetivos solamente e indicar la ausencia de ellos a través de la negación, «no alto, no ancho, no inteligente», sin embargo, a nuestro cerebro no le gusta la negación y ha preferido tener otras palabras afirmativas. Es muy
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interesante.
El principio de las relaciones funcionales postula que en el procesamiento del razonamiento transitivo, las relaciones de predicación entre los términos tienen prioridad sobre la información comparativa. Esto significa que las relaciones de predicación, es decir, las afirmaciones sobre las propiedades de los objetos o sujetos, se almacenan y se recuperan antes que la información de comparación entre ellos. Por ejemplo, en la premisa «Toyota es mejor que Audi», se comprende que tanto Toyota como Audi son buenos, pero la información comparativa sobre el grado de superioridad de Toyota respecto a Audi se representa de forma comprimida como «Toyota es mejor». En este caso, se enfatiza la relación de predicación y se pierde el término medio (Audi), lo cual puede hacer que el problema sea más difícil de resolver. En situaciones en las que no se pierde el término medio, es decir, cuando se conserva la información sobre los tres términos, el problema se vuelve más fácil, ya que la relación entre los extremos (A y C) se puede extraer directamente de la representación. En resumen, el principio de las relaciones funcionales establece que en el razonamiento transitivo, la información de predicación tiene prioridad sobre la información comparativa, lo que puede influir en la dificultad de procesamiento y comprensión de las premisas.
El principio de la congruencia establece que la recuperación de la información es más fácil cuando la representación de las relaciones funcionales es congruente con la pregunta formulada. En el razonamiento transitivo, esto significa que los silogismos serán más fáciles de resolver cuando la pregunta esté formulada en la misma dirección que la relación establecida en las premisas. Por ejemplo, consideremos el siguiente silogismo: «A es mejor que B; B es mejor que C». Si la pregunta formulada es «¿Cuál es el mejor?», la dirección de la pregunta es congruente con la relación establecida en las premisas, lo que facilita la recuperación de la información relevante y la respuesta correcta. En este caso, el principio de la congruencia apoya la congruencia entre la pregunta y la relación establecida en las premisas. Sin embargo, si la pregunta formulada es «¿Cuál es el peor?», la dirección de la pregunta es incongruente con la relación establecida en las premisas. Esto puede dificultar la recuperación de la información y la resolución del silogismo, ya que la dirección de la pregunta no coincide con la dirección de la relación establecida en las premisas. El principio de la congruencia se relaciona con el proceso de búsqueda en la memoria, donde la congruencia entre la pregunta y la información almacenada facilita la recuperación de la información relevante. Además, también está relacionado con la dificultad impuesta por el almacenamiento de la información, ya que la congruencia entre la pregunta y la relación establecida en las premisas puede influir en la facilidad con la que se puede acceder y utilizar esa información en el razonamiento transitivo. En resumen, el principio de la congruencia establece que la recuperación de la información y la resolución de los silogismos transitivos son más fáciles cuando la dirección de la pregunta es congruente con la relación establecida en las premisas. Esto tiene implicaciones tanto para el proceso de búsqueda en la memoria como para la dificultad impuesta por el almacenamiento de la información.
La controversia entre los modelos de representación espacial y lingüística en el razonamiento transitivo ha generado una extensa investigación experimental. Ambos modelos hacen predicciones similares en algunos aspectos, pero por razones distintas, lo que dificulta resolver la polémica. Por ejemplo, el principio de la preferencia direccional y el principio del marcado léxico predicen resultados similares, ya que la facilidad de la disposición de arriba a abajo se relaciona con la facilidad de los términos comparativos no marcados.
Clark señala que la confrontación entre los modelos es más evidente en las premisas negativas, y los datos experimentales respaldan las predicciones del modelo lingüístico. Las premisas negativas pueden ser equivalentes a las afirmativas en términos de resultados, pero el modelo lingüístico predice diferencias en la estructura lingüística, argumentando que las premisas negativas son más fáciles de procesar al conservar el término medio en la representación proposicional.
Sin embargo, algunos autores cuestionan la supuesta equivalencia entre las premisas afirmativas y negativas en el proceso de comprensión. Es posible que «A no es tan malo como B» no se interprete como «A es mejor que B», sino como «B es peor que A», lo que nuevamente coincide con las predicciones del modelo espacial en términos de direccionalidad y marcado léxico.
El modelo mixto propuesto por Sternberg intenta conciliar los aspectos lingüísticos y espaciales en la explicación del razonamiento con series de tres términos. Según este modelo, el procesamiento de la información lingüística ocurre antes de la representación espacial, y ambos tipos de representaciones están disponibles durante la búsqueda y recuperación de la información. El modelo mixto integra los aspectos relacionados con los adjetivos marcados en la etapa de codificación lingüística y utiliza la construcción de la disposición espacial en la dirección no preferida. En el caso de la segunda premisa de igualdad negada, se propone buscar el término medio si la codificación lingüística de esta premisa lo destaca gramaticalmente como objeto. Una vez localizado, se construye una representación unitaria colocando primero la primera premisa y luego la segunda. La lectura de la respuesta es inmediata si se encuentra en la segunda premisa, pero llevará tiempo si se encuentra en la primera premisa, lo que implica un recorrido adicional.
Premisas de igualdad negada: «Se pueden introducir también relaciones negativas en una de las dos premisas o en ambas.» Es decir, te habla de cuando la segunda premisa es negada. Como sabe para resolver el silogismo se trabaja sobre la segunda premisa y las operaciones tienen como objetivo cambiar el término medio (el término que se repite) hasta convertir la figura en una figura 4 y poder resolverlo. Si ya es una figura 4 no habría que hacer ninguna operación.
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Es importante tener en cuenta que los sujetos pueden desarrollar diferentes estrategias a medida que adquieren experiencia en la resolución de los silogismos transitivos. Durante la tarea experimental, pueden optar por una representación espacial o lingüística dependiendo del momento en que se les presente la pregunta o las premisas.
En resumen, la controversia entre los modelos de representación espacial y lingüística en el razonamiento transitivo ha generado una amplia investigación experimental. Aunque los modelos presentan predicciones similares en algunos aspectos, la polémica aún no se ha resuelto debido a las diferencias en las razones que respaldan estas predicciones. El modelo mixto propuesto por Sternberg busca integrar aspectos de ambos modelos y reconoce la posibilidad de que los sujetos adopten diferentes estrategias durante la resolución de los silogismos transitivos.
LA TEORÍA DE LOS MODELOS MENTALES
La Teoría de los Modelos Mentales (TMM) se alinea con los modelos de la imagen mental y defiende una representación integrada de la información basada en la construcción de modelos mentales. En contraste con los modelos lingüísticos basados en reglas y representaciones proposicionales, la TMM sostiene que los sujetos construyen modelos mentales de las situaciones descritas por las premisas, basándose en su conocimiento del significado de los términos relacionales. Estos modelos mentales representan la disposición espacial del contenido y se combinan para llegar a inferencias sobre las relaciones entre los términos no relacionados explícitamente en las premisas.
Según la TMM, la dificultad de los problemas de razonamiento transitivo depende del número de modelos mentales que se pueden construir. En problemas de series de tres términos, la validez y el número de modelos mentales no se pueden distinguir, ya que los problemas que dan lugar a un modelo mental son aquellos que también tienen una conclusión válida. Por otro lado, los problemas que dan lugar a más de un modelo mental no tienen una conclusión válida. Byrne y Johnson-Laird (1989) estudiaron las relaciones transitivas con cinco términos y encontraron que el número de modelos mentales, y no el número de reglas, determina la dificultad de los problemas, respaldando así las predicciones de la TMM frente a otros modelos basados en representaciones proposicionales y reglas.
La investigación sobre la memoria de trabajo y el razonamiento silogístico también respalda la idea de una representación espacial integrada en la TMM. La sobrecarga de la memoria de trabajo se considera una fuente principal de error, y a medida que aumenta el número de modelos mentales, también aumenta la dificultad de los problemas. La memoria de trabajo incluye un procesador central que maneja la información del almacén fonológico y el visoespacial. El almacén visoespacial retiene información visual (como color) y espacial (como movimiento). Cuando se introduce una tarea secundaria que requiere el uso del almacén visoespacial durante la realización de una tarea de razonamiento silogístico, se espera que haya un deterioro en el rendimiento debido a la interferencia en la construcción y elaboración de las disposiciones espaciales en la memoria de trabajo. Los resultados experimentales han respaldado esta idea, mostrando que la introducción de una tarea visoespacial secundaria afecta el rendimiento de los sujetos, lo cual apoya la representación de una disposición espacial en el razonamiento silogístico.
Es importante destacar que no se ha demostrado de manera concluyente que esta representación espacial se concrete necesariamente en una imagen mental. Algunos autores argumentan que la representación espacial puede tener lugar sin una imagen mental explícita.
En resumen, la Teoría de los Modelos Mentales propone una representación integrada de la información mediante la construcción de modelos mentales. Esta teoría sostiene que la dificultad de los problemas de razonamiento transitivo depende del número de modelos mentales que se pueden construir. Los estudios experimentales respaldan esta idea y también sugieren la presencia de representaciones espaciales en el razonamiento silogístico, aunque no se ha establecido de manera definitiva si estas representaciones se materializan en imágenes mentales explícitas.
RESUMEN
El razonamiento deductivo han seguido los pasos marcados por la lógica al estudiar las inferencias que dependen de los operadores formales, tales como la negación, la disyunción, el condicional, y el bicondicional. Según el tipo de argumento deductivo, las investigaciones se pueden agrupar en tres tipos:
- Razonamiento silogístico categórico (proposiciones con cuantificadores). Existen 256 silogismos categóricos producto de la combinación de los cuatro tipos de enunciados en las dos premisas y la conclusión y en las cuatro figuras (4 x 4 x 4 x 4= 256).
- Silogismo inválido indeterminado: cuando la conclusión es posible, es decir, varias conclusiones son posibles, por tanto, no estamos ante una conclusión necesariamente verdadera.
- Silogismo inválido determinado: cuando la conclusión es falsa y no se puede inferir de las premisas.
- Razonamiento silogístico transitivo (proposiciones con relaciones internas). Un silogismo transitivo está constituido por dos premisas en las que se relacionan tres términos en función de una propiedad transitiva (una propiedad de cualquier escala o dimensión de acuerdo con la que se comparan u ordenan objetos) y una conclusión que establece la relación entre los dos términos no adyacentes.
- Razonamiento silogístico transitivo determinado: constituido por dos premisas en las que se relacionan sus tres términos en función de una propiedad transitiva y una conclusión que establece la relación entre los dos términos no adyacentes. P. ej.: Premisa 1: Luis es mayor que Juan.; Premisa2: Juan es mayor que Pedro.; Conclusión: Luis es mayor que Pedro.
- Razonamiento silogístico transitivo indeterminado: los dos términos de la serie están situados hacia el mismo extremo de la relación con respecto al término medio, no pudiéndose alcanzar una conclusión válida sobre la relación entre ambos. P. ej., en el siguiente silogismo los términos A y C se encuentran situados hacia el mismo extremo B > A y C < B y no podemos inferir la relación entre A y C, solo que son menores que B. Premisa 1: Juan es mayor que Luis; Premisa 2: Pedro es menor que Juan.; Conclusión: no se puede inferir la relación entre Luis y Pedro.
- Razonamiento proposicional (proposiciones con el condicional, bicondicional, la negación y la disyunción).
Estos son los principales enfoques utilizados en el razonamiento deductivo para estudiar inferencias basadas en operadores lógicos y relaciones entre términos y proposiciones.
REFERENCIAS
- RESUMEN M. GORETTI GONZÁLEZ
- GONZÁLEZ LABRA, M., SÁNCHEZ BALMASEDA, P., & ORENES CASANOVA, I. (2019). PSICOLOGÍA DEL PENSAMIENTO. MADRID: SANZ Y TORRES.