Baltes y Linderberger (1997). La compensación que se produce en el cerebro de los adultos y los ancianos actúa a través de un proceso de indiferenciación progresiva de las funciones del cerebro. Además, la actuación de los mecanismos de compensación que aparecen con la edad (proceso de andamiaje) se produce merced a la propia actividad cognitiva de los individuos, así como al entrenamiento. |
Raz (2005); Park y Reuter-Lorenz (2009). Existe entre los mayores un aumento de la bilateralidad del cerebro en la resolución de determinadas tareas cognitivas. |
Raz (2005); Park y Reuter-Lorenz (2009). Los datos obtenidos mediante imágenes de resonancia magnética estructural han permitido comprobar que, con el paso de la edad, durante la edad adulta, existe una disminución del volumen de determinadas estructuras cerebrales, en particular en la zona caudal, el cerebelo, el hipocampo y las áreas prefrontales. |
Raz (2005); Park y Reuter-Lorenz (2009). Además de la contracción que se produce en determinadas estructuras cerebrales, se ha podido comprobar que, a partir de los 50 años aproximadamente, existe un adelgazamiento de zonas de la corteza cerebral, como el córtex visual o frontal, que podría servir de base a la disminución en la visión y en las funciones cognitivas de las que hemos hablado en el apartado anterior al referirnos al desarrollo de los mecanismos de la cognición. |
Raz (2005); Park y Reuter-Lorenz (2009). Se ha encontrado una disminución con la edad en el número de receptores dopaminérgicos del cerebro que cumplen una importante función en la regulación de la atención. De nuevo, la disminución de receptores de la dopamina se convierte en un candidato para la explicación de algunos de los cambios en los mecanismos de la cognición a los que nos hemos referido. |
Aunque no de forma generalizada, durante la edad adulta existe un deterioro cognitivo que se pone de manifiesto en un enlentecimiento en la velocidad de procesamiento, así como en una reducción de la memoria operativa, una menor eficacia en el control inhibitorio y una disminución en determinadas capacidades de memoria a largo plazo. Por otro lado, el análisis de los resultados de la cognición, tal y como son medidos por los tests de inteligencia, muestra un patrón parcialmente diferente: aunque existen diferencias relevantes entre las diversas aptitudes intelectuales, no parece existir una disminución general en la inteligencia hasta edades bastante más tardías, por encima de los 60-75 años, dependiendo del tipo de la aptitud estudiada.
Las técnicas de neuroimagen permiten acumular ya evidencias sólidas sobre la existencia de cambios cerebrales relevantes durante la edad adulta. Los datos obtenidos mediante imágenes de resonancia magnética estructural han permitido comprobar que:
- Durante la edad adulta existe una disminución del volumen de determinadas estructuras cerebrales, en particular en la zona caudal, el cerebelo, el hipocampo y las áreas prefrontales.
- La disminución del volumen tiene un carácter diferencial, ya que ni se da en todas las estructuras cerebrales, ni tampoco la contracción es la misma allá donde se produce, ni tampoco el patrón de contracción es el mismo para todos los individuos.
- A partir de los 50 años aproximadamente, existe un adelgazamiento de zonas de la corteza cerebral, como el córtex visual o frontal, que podría servir de base a la disminución en la visión.
- Además de las contracciones en la materia gris del cerebro, existen también pérdidas en la materia blanca, formada por los haces de axones de las neuronas que circulan por debajo de la corteza cerebral.
- La disminución con la edad los axones es un candidato claro para explicar el enlentecimiento en el procesamiento característico de los ancianos.
- La disminución de receptores de la dopamina con la edad es un candidato para la explicación de algunos de los cambios en los mecanismos de la cognición.
Se ha constatado que existe un incremento en la activación neuronal en los adultos. Este aumento en la activación neuronal con la edad se manifiesta en una mayor activación bilateral de las áreas prefrontales. Así, determinadas tareas verbales de memoria operativa y memoria a largo plazo, que son resueltas típicamente por los adultos jóvenes a través de la activación de zonas prefrontales del hemisferio izquierdo, en el caso de los adultos mayores se realizaban merced a una activación de las áreas prefrontales, tanto del hemisferio izquierdo como del derecho.
El desarrollo cognitivo en la edad adulta y el envejecimiento De nuevo, nos encontramos con un cambio cerebral, un incremento en la activación de la corteza prefrontal que sugiere que durante la edad adulta aparecen mecanismos de compensación mediante los cuales el cerebro a medida que envejece se adapta a las pérdidas mediante una reorganización que conlleva un aumento en la activación y un reclutamiento de áreas hasta entonces no implicadas en la resolución de determinadas tareas. Así, mientras que el tejido neuronal del cerebro de los jóvenes encargado de la realización de tareas motoras y cognitivas está altamente especializado y diferenciado, con el envejecimiento se produce una indiferenciación cerebral que hace que diferentes áreas estén implicadas, a la vez, en la resolución de esas mismas tareas.
Conclusión. La plasticidad cerebral se extiende a la edad adulta y la vejez. El entrenamiento y ejercicio físico y mental permiten seguir estableciendo nuevas conexiones y reclutar nuevas áreas cerebrales, principalmente en el córtex prefrontal, que sirven de ayuda en la realización de diversas tareas cognitivas. Es cierto que existen pérdidas desde edades tempranas en la estructura del cerebro humano, pero si el individuo se mantiene activo física e intelectualmente el propio cerebro pone en funcionamiento mecanismos de compensación y andamiaje que permiten llegar a la ancianidad en condiciones de enfrentarse con éxito a las tareas cotidianas, incluidas las tareas intelectuales. La variabilidad que encontramos en el patrón de deterioro cognitivo puede ser explicada por las evidencias encontradas en el desarrollo del cerebro durante el envejecimiento: existen pérdidas estructurales, pero al mismo tiempo existe un incremento en la actividad en zonas prefrontales que serviría de base a los mecanismos de compensación. Esta compensación con base cerebral explicaría por qué las personas mayores son capaces de mantener su actividad intelectual hasta edades bastante tardías en forma comparable a la de los adultos jóvenes.
Referencias
- García Madruga, Delval, & Delval, Juan. (2019). Psicologia del desarrollo I (2ª ed. rev. ed., Grado (UNED); 6201201). Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.