D E M O C R A T O P I A

ESTRUCTURA Y ORGANIZACIÓN DEL LÉXICO

R.C. Olfield (1966). Una construcción teórica útil como fuente de hipótesis (DICCIONARIO MENTAL o LEXICÓN).
Drenowski y Healy (1977). La probabilidad de omisión es mucho mayor cuando la letra forma parte de una palabra de función que de contenido.
Bradley y Garrett (1980). La frecuencia de uso es una variable que tiene un poderoso efecto en la identificación de las palabras, pero esto sucede sólo con las de contenido; parece que las palabras de función no se ven afectadas por la frecuencia léxica en la misma medida.
Miller (1984). Los recuentos del inglés escrito indican que la palabra más usada es ‘the’ (el, la los, las), a la que siguen ‘of’ (de), ‘and’ (y) y otras palabras de función.
Aitchison (1992). Las palabras de función son el cemento del lenguaje que mantiene unidos a los ladrillos formados por las palabras de contenido. Desempeñan un papel clave en la construcción de la estructura sintáctica y transmiten información esencial para la asignación de funciones dentro de la oración.

Todas las lenguas del mundo disponen de vocabularios formados por miles de palabras. La edición 23ª del DRAE recoge 93.111 lemas o entradas, y se sirvió del Banco de Datos del Castellano, que cuenta con más de 270 millones de registros acumulados a través de los años. A pesar de la diversidad, los vocabularios de las distintas lenguas se ajustan a unos principios generales que se describen a continuación.

Dos vocabularios básicos

Es posible distinguir entre dos clases de palabras muy diferentes que, según indican los datos, se procesan de forma distinta en el cerebro humano. Desde el punto de vista lingüístico:

Categorías mayores o de clase abierta, son los ladrillos del habla (nombres, verbos, adjetivos y algunos adverbios). Las palabras de clase abierta, o palabras de contenido, poseen significado pleno y son, con diferencia, el grupo mayoritario, formado por decenas de miles de vocablos. Se denominan de clase abierta porque constituyen un conjunto que no cesa de incorporar nuevos términos a lo largo del tiempo. Son palabras que surgen y se usan en la calle y que luego, normativamente, pasan a formar parte del idioma. En el español, es la Real Academia Española quien se encarga de esa tarea a través del DRAE, cuyas sucesivas ediciones suman miles de nuevos vocablos, todos ellos de clase abierta.

Categorías menores o de clase cerrada, el cemento que une los ladrillos (artículos, preposiciones, conjunciones, auxiliares, etc.). La clase cerrada, o palabras de función (también denominadas functores), se componen de elementos sin contenido semántico pleno, que sirven para modificar el significado de las otras palabras y establecer relaciones entre ellas. No es lo mismo «ir a Valencia» que «ir desde Valencia», «estar en la caja» que «estar sobre la caja», etc. En castellano la palabra más frecuente es «de», según la base LEXESP, y le siguen «la», «que», «y», «el», «en», etc., todas ellas palabras de función.

fig6 01
En cualquier lengua existen dos tipos de vocabularios con caracteristicas distintas: palabras de clase abierta, o de contenido, y palabras de clase cerrada, o de función.

Hay evidencias de que la representación y el procesamiento de ambos tipos de vocabulario presentan importantes diferencias.

Lesiones cerebrales

Una lesión puede afectar selectivamente más a un tipo de vocabulario que al otro. En la afasia de Broca hay mayor dificultad para el uso de las palabras de función (vocabulario de clase abierta) que de las de contenido. En la afasia de Wernicke, cuyos pacientes no entienden ni producen las palabras de contenido, estos pacientes tienen graves dificultades para comprender el lenguaje, se derivan principalmente del deterioro en el procesamiento de palabras de contenido (vocabulario de clase cerrada).

Adquisición del lenguaje

Se sabe que la aparición del vocabulario de clase cerrada (palabras de contenido) es mucho más tardía que la del vocabulario de clase abierta (palabras de función). Las primeras palabras infantiles son fundamentalmente de clase abierta (o de contenido).

Resultados experimentales y observacionales

Experimentos con adultos sanos arrojan resultados distintos con unas y otras palabras. La frecuencia de uso es una variable que tiene un poderoso efecto en la identificación de las palabras, pero esto sucede sólo con las de contenido; parece que las palabras de función no se ven afectadas por la frecuencia léxica en la misma medida (Bradley y Garrett, 1980). Hay trabajos que ponen de manifiesto una mayor «invisibilidad» de las palabras de función, en tareas que consisten en identificar rápidamente una letra particular sobre un texto.

Organización del léxico mental

Taft y Forster (1975). Según la Hipótesis del listado parcial o segmentación obligatoria, para identificar una palabra morfológicamente compleja, primero debemos «despojarla» de todos sus afijos y luego localizar su forma base.
Taft (1981). El hecho de que los tiempos de reacción de palabras seudoprefijadas como «interés» o «resultado» que realmente no tienen prefijos pero tienen apariencia de tenerlos (in- y re-, respectivamente), se procesan más lentamente que las palabras control, parece apoyar la hipótesis del listado parcial.
Caramazza, Laudanna y Romani (1988). Lo que realmente apoyan los datos empíricos de forma clara es la hipótesis mixta o dual.
Emmorey y Fromkin (1988). Una distinción que se ha revelado útil es aquella que discierne entre una morfología de nivel I, en la que se produce una alteración de la raíz (de «soñar», «sueño»; de «toro», «taurino»), y una morfología de nivel II, donde no se altera la raíz (de «comer», «co-medor»; de «misa», «misal»).
Belinchón et al. (1992). Comprender una palabra implica comparar y acoplar un estímulo externo (escrito o hablado) con estructuras de información previamente representadas en la memoria del oyente.
Belinchón et al. (1992). Al igual que un diccionario tiene entradas que corresponden a las distintas palabras incluidas, el léxico mental constaría de una lista o red de «entradas léxicas», cada una de la cuales incorporaría, al menos, la siguiente información
Marslen-Wilson et al. (1994). Parece que un factor que influye en la descomposición de las palabras es el grado de transparencia que éstas tienen para nosotros.
Altman (1997). Una forma de pensar sobre esto [el acceso léxico] es recordar que, en último término, toda la información del léxico mental está almacenada dentro de estructuras neurales del cerebro.
Cuetos (2003). El fenómeno de la «punta de la lengua» es un fenómeno normal que ocurre de forma esporádica; sin embargo, algunas lesiones cerebrales pueden dar lugar a un cuadro de anomia, en el que el enfermo tiene gran dificultad para recordar el nombre de las palabras, incluso de las más comunes.

¿Cuánto tiempo transcurre desde que escuchamos la palabra «mosca» y evocamos mentalmente el insecto? Parece que la comprensión es un estado mental que brota de forma repentina en nuestra conciencia, sin ningún paso intermedio. Sin embargo, hoy sabemos que esta «atemporalidad» es sólo aparente; la compresión es, en realidad, la culminación de un conjunto complejo de subprocesos que ocurren de forma rápida y automatizada, y de los cuales no somos conscientes, ni podemos observarlos introspectivamente. Sólo somos conscientes del resultado final.

¿cómo y dónde guardamos en nuestra cabeza toda la información de que disponemos sobre miles de palabras de nuestro idioma? ¿Cómo está organizado nuestro hipotético «léxico mental» en el cerebro? Olfield (1966) propone el concepto de diccionario o léxico mental, como la hipotética estructura donde se representaría esta información de manera organizada. Se trata de una fuente de hipótesis que se pueden verificar empíricamente con experimentos psicolingüísticos. Su materialización neural la irá desvelando el avance de la neuropsicología (estudio de las lesiones y sus efectos) y de las neurociencias.

Según Belinchón et al., el léxico mental constaría de una lista o red de «entradas léxicas»:

  • Una representación fonológica, acerca de los sonidos que constituyen la palabra, cómo se pronuncia.
  • Una representación ortográfica, el conjunto de letras que forman la palabra, cómo se escribe.
  • Una representación morfológica, que refleja su estructura y categoría gramatical (sustantivo, verbo, adjetivo, etc.).
  • Una representación sintáctica, que indica las funciones que puede representar la palabra (sujeto, objeto directo, objeto indirecto, etc.).
  • Una representación semántica sobre su significado.
  • Representación de red o conjuntos. Términos, o conceptos asociados a la entrada léxica por sus significados.

A veces, en el uso diario del lenguaje puede fallar la conexión entre algunas de esas representaciones, de manera que no se activen todas como sería deseable: por ejemplo, en el fenómeno de la «punta de la lengua» no somos capaces de activar la información fonológica y ortográfica de la palabra, pero sí la semántica (podemos detallar aspectos de su significado, para qué sirve el objeto designado por la palabra, etc.) e incluso morfosintáctica (si es género masculino o femenino).

¿Listado exhaustivo o listado parcial?

En ese hipotético diccionario o léxico mental, palabras como «comer», «comió» y «comedor» ¿tienen una entrada léxica cada una, o sólo existe una única entrada a partir de la cual se derivan todas las variantes morfológicas? Como tantas en la psicolingüística, es una cuestión abierta,, sin una respuesta única. Existen al respecto dos hipótesis alternativas:

  • Hipótesis del listado exhaustivo. Considera que cada variante tiene su entrada o representación propia.
  • Hipótesis del listado parcial o segmentación obligatoria. Defiende que el léxico sólo contiene una lista parcial de entradas léxicas que incluye, por un lado las raíces o «formas base», y por otro los afijos (prefijos y sufijos). Para identificar una palabra morfológicamente compleja, primero debemos «despojarla» de todos sus afijos y luego localizar su forma base. Bastantes datos empíricos parecen apoyar esta segunda hipótesis.

Los datos empiricos apoyan claramente una tercera hipótesis, la hipótesis mixta o dual. Por una parte existe un listado exhaustivo para las palabras irregulares, para las monomorfémicas y para las muy familiares aunque sean regulares, ya que por su gran uso puede resultar más operativo mantener representaciones independientes de todas sus formas, y, por otra parte, estarían las palabras morfológicamente complejas y regulares de manera segmentada, ya que por un lado se encontrarían las raíces y por otro lado los afijos. Ambas partes se procesan por separado y posteriormente se unen. Este procedimiento es especialmente útil con las palabras de baja frecuencia, pues no es necesario conocer todas las formas derivadas para entender y utilizar una forma concreta (no es necesario disponer de todas las formas del verbo «bracear» para entender la palabra «braceábamos»).

En realidad, la noción de morfema es complicada y, desde el punto de vista psicológico, puede responder a realidades distintas. Si una palabra compuesta no es transparente respecto a sus componentes se representará como otra palabra aparte; por ejemplo, «camaleón» no es transparente respecto a sus componentes «cama» y «león» y se almacena independientemente de estas últimas. Paralelamente, una distinción que se ha revelado útil es aquella que discierne entre una morfología de nivel I, en la que se produce una alteración de la raíz, y una morfología de nivel II, donde no se altera la raíz. Probablemente, las transformaciones de nivel I darían lugar a unidades nuevas en el léxico mental, mientras que las de nivel II tenderían a depender de una única entrada léxica.

Acceso léxico

Muchos autores entienden que en la operación de acceder al léxico mental desempeña un papel especial la primera porción de la palabra, como se verá al tratar los modelos teóricos. Otros autores, generalmente conexionistas, consideran innecesario plantear un mecanismo de acceso separado del mecanismo de activación léxica.

En el reconocimiento de las palabras habladas, la mayor parte de los enfoques teóricos sobre el acceso léxico comparten la idea de que intervienen dos tipos de mecanismos fundamentales: activación y competición. Pese a la diversidad de modelos y aproximaciones teóricas (TRACE, Shortbst, PARSYN, DCM, etc.), hay consenso en aceptar que el input, o información de entrada, activa un conjunto de candidatos posibles que compiten entre sí en el proceso de identificación léxica.

Referencias

  • Cuetos Vega, González Álvarez, Vega, and Vega, Manuel De. Psicología Del Lenguaje. 2ª Edición. ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana, 2020.
  • PDF Profesor tutor Pedro R. Montoro

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