Evidencia empírica Terapia Cognitiva y estudios de resultados

Gibbons, Stirman, DeRubeis, Newman y Beck (2014). La investigación muestra que la aplicación de la Terapia Cognitiva en un contexto experimental ofrece mejores resultados que en un contexto el clínico, probablemente debido a las mayores expectativas de los pacientes en el primero.
Vittengl y Jarrett (2015). En su revisión sistemática acerca de la utilidad de la Terapia Cognitiva para prevenir recaídas en depresión mayor llegan a las siguientes conclusiones: 1) la Terapia Cognitiva reduce las recaídas en comparación con la ausencia de tratamiento; 2) las recaídas son menores después de Terapia Cognitiva aplicada en la fase aguda en comparación con las recaídas después de medicación; 3) después de la reducción de síntomas en fase aguda, la Terapia Cognitiva puede usarse para prevenir recaídas; y 4) la prevención de recaídas es esencial en pacientes de alto riesgo.
Farah, Alsawas, Mainou, Alahdab, Farah, Ahmed et al. (2016). En la actualidad, la evidencia acerca de la eficacia y efectividad de la Terapia Cognitiva para la depresión sigue poniéndose de manifiesto.

Entre las últimas revisiones sobre la eficacia de la Terapia Cognitiva en depresión en adultos, destaca el interés por la prevención de las recaídas en depresión mayor. De hecho, en coherencia con estas conclusiones, el tratamiento en depresión mayor empieza a considerarse como una intervención necesaria a lo largo del ciclo vital, en personas de riesgo y después de debutar. Por otra parte, investigaciones rigurosamente controladas (ensayos clínicos controlados aleatorizados) siguen arrojando datos muy prometedores acerca de la posible eficacia de esta intervención en trastorno de estrés postraumático, en insomnio y prevención del impacto de ciertos síntomas psicóticos, concretamente alucinaciones auditivas de órdenes, que se encuentran entre la sintomatología psicótica más peligrosa y resistente al tratamiento. El interés de Beck por la formulación de teorías y el diseño de técnicas de intervención eficaces ha ido siempre acompañado de la consiguiente contrastación empírica. Los estudios sobre la terapia cognitiva pueden agruparse en función de la hipótesis conceptual o terapéutica que pretende contrastar.

  • Tríada cognitiva y sesgos negativos. El mayor volumen de estudios empíricos se han realizado para poner a prueba el modelo cognitivo de la depresión. De los estudios específicos sobre componentes cognitivos, 150 aportaron evidencia que apoyaba la existencia de la tríada cognitiva frente a 14 que no la encontraron.
    • Hollon, Kendall y Lumry (1985) revisaron 220 estudios y encontraron que el 91 % de las investigaciones proporcionaban apoyo empírico al modelo.
    • Haaga, Dyck y Ernst (1991) de su revisión meta-analítica concluyen que existe suficiente evidencia que apoya la existencia de sesgos negativos en todos los tipos de depresión: unipolar y bipolar, reactiva y endógena.
  • Esquemas cognitivos de peligro y amenaza: Los resultados de muchos de estos estudios parecen indicar que estos esquemas predisponen a llevar a cabo conductas de seguridad y a realizar interpretaciones catastrofistas de estímulos ambiguos.
    • Trastornos de pánico (Wenzel, Sharp, Sokol y Beck, 2006).
    • Ansiedad social y fobia social (Hirsch, Meynen, Clark, 2004).
    • Estrés post-traumático (Clark y Ehlers, 2004).
  • La hipótesis de la especificidad cognitiva propone un perfil cognitivo diferente para cada trastorno emocional.
    • Los pacientes depresivos presentan mayores creencias de desesperanza, derrota y fracaso que los pacientes con ansiedad, cuyas creencias están relacionadas con amenaza o peligro. (Clark y Beck, 1989; 1999; Greenberg y Beck, 1989).
  • Perfiles cognitivos. Estudios que aportan evidencia empírica sobre la existencia de perfiles cognitivos diferenciados en una amplia gama de trastornos como:
  • Eficacia de la Terapia Cognitiva frente a los grupos placebo y lista de espera.
    • Butler, Chapman, Foreman y Beck (2006) concluyen que, en comparación con los tratamientos placebo o los grupos de lista de espera, la Terapia Cognitiva es más efectiva para la depresión unipolar, ansiedad y depresión infantil y varios trastornos específicos de ansiedad, especialmente ansiedad generalizada, trastorno de pánico, fobia social y trastorno obsesivo-compulsivo. Los resultados son menos claros en cuanto a la efectividad de la TC en la reducción de la bulimia en comparación con los que se producen sólo con medicación.
  • Terapia Cognitiva vs. tratamiento farmacológico. La Terapia Cognitiva para la depresión muestra resultados similares o marginalmente superiores a los de los tratamientos farmacológicos.
    • Goaguen, Cottraux, Cucherat y Blackburn (1998) comparaban la efectividad de tratamientos farmacológicos y Terapia Cognitiva en pacientes depresivos.
  • Terapia Cognitiva y farmacológica combinada. Resultados positivos de la combinación de la Terapia Cognitiva con tratamientos farmacológicos en los problemas de depresión bipolar.
  • Terapia Cognitiva vs. otras intervenciones. Los resultados no son concluyentes.
    • Chambless y Gillis (1993) Estudio para mostrar evidencia de la efectividad de la Terapia Cognitivo-Conductual y de laTerapia Cognitiva para mejorar la mayoría de los trastornos de ansiedad descritos en el DSM-IV-R.
    • Abramowitz (2004) pone también de manifiesto la efectividad de la Terapia Cognitiva y laTerapia Cognitivo-Conductual para reducir tanto los síntomas emocionales como las conductas de evitación y los pensamientos disfuncionales en diferentes trastornos de ansiedad.
  • Mantenimiento de los beneficios terapéuticos. Los resultados de la revisión de
    • Butler, Fennell, Robson y Gelder (2006) indican que los beneficios alcanzados durante el tratamiento se mantienen una vez finalizado el tratamiento y las recaídas son menores tanto en depresión unipolar como en un amplio rango de trastornos de ansiedad en adultos.
    • En los estudios sobre la efectividad a largo plazo de la combinación de la Terapia Cognitiva y la farmacológica, los resultados parecen ser, sin embargo, contradictorios (DeRubeis, Hollon, Amsterdam, Shelton era/., 2005; Carety, Fowler, Freeman, Bebbington era/., 2008; Scott, Paykel, Morris, Bentall et al., 2006).
  • Terapia Cognitiva en problemas de salud en general.
    • problemas de corazón (Chavalier, Cottraux et al., 2004).
    • hipertensión (Shapiro, Hui, Oakley, Pasic y Jamner, 1995).
    • cáncer (Greer, 1992; Moorey, Greer, Bliss y Law, 1998).
    • dolor de cabeza (Blanchard, Appelbaum, Radnitz, Michultka et al., 1990).
    • dolor crónico (Nicholas, Wilson, y Goyen, 1992).
    • síndrome de fatiga crónica (Shape, Hawton, Simkin, Surawy et al., 1996).
    • colon irritable (Greene y Blanchard, 1994).
    • síndrome premenstrual (Blake, Salkovskis, Gath, Dayy Garrod, 1998).
    • artritis reumatoide (Bradley, Turner, Young, Agudelo et al., 1985).

La APA ha planteado recientemente la revisión de los criterios para la consideración de un tratamientos psicológicos como eficaz, utilizando para ello nuevos criterios más rigurosos, adaptados a los resultados de la investigación en las últimas dos décadas. Es probable que la Terapia Cognitiva se mantenga como tratamiento eficaz e incluso pueda conseguir más credenciales tanto en el caso de la depresión , como en el de otros trastornos, no obstante, habrá que esperar a los resultados de esas próximas revisiones.

Referencias
  • Díaz García, et al. Manual De Técnicas y Terapias Cognitivo Conductuales. Desclée De Brouwer : Universidad Nacional De Educación a Distancia, 2017.

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