Trastorno caracterizado por la presencia recurrente de atracones, y la sobrevaloración de la imagen corporal en la manera de definirse como persona, que lleva a la persona a realizar comportamientos compensatorios para evitar los efectos de los atracones. A diferencia de la AN, en el caso de la BN lo más característico no es el bajo-peso corporal, sino el patrón alimentario anómalo con episodios de atracón y purga. Los atracones habitualmente están compuestos por alimentos que la persona se prohíbe en su día a día, esto es, altamente calóricos y apetecibles o palatables. De hecho, en un solo atracón la persona consume alrededor de 1.000-3.000 Kcal. Sin embargo, en ocasiones, las pacientes denominan atracón al episodio en el que pierden el control sobre la ingesta de una cantidad de comida que no es objetivamente grande, por ejemplo, comerse algunas galletas. Los episodios de estas características se denominan subjetivos y, aunque no son parte del diagnóstico, tienen una importancia y relevancia clínica significativas (de hecho, llevan en muchas ocasiones al vómito). Por otra parte, paradójicamente, los atracones se producen precisamente por una reacción natural del cuerpo para compensar la restricción en la ingesta. En este sentido, se observa un círculo vicioso de «restricción – atracón – purga – y vuelta a la restricción», en el que se ven atrapadas las personas con BN. Cuanto mayor es su esfuerzo por hacer dieta y restringir su ingesta, mayor es la frecuencia de sus atracones, con las consecuencias que esto conlleva tanto a nivel emocional (p. ej. sensación de fracaso y de falta de autocontrol), como físico. Tras el atracón, la paciente trata de compensar lo ingerido para evitar la ganancia de peso. La compensación se realiza principalmente a través del vómito, pero también con abuso de laxantes, diuréticos, enemas, restricción, y/o ejercicio físico excesivo. Sin embargo, una gran proporción de calorías consumidas son absorbidas por el cuerpo (aproximadamente la mitad), lo que conduce al temido aumento de peso. Tanto los atracones como las conductas compensatorias provocan un gran malestar y vergüenza a la persona. Esto hace que aumente su motivación por recibir tratamiento, al menos para tratar de controlar la ingesta y así evitar las purgas. Sin embargo, cuando acuden a consulta todavía mantienen el objetivo de bajar de peso. Y, precisamente, esto es debido a otra característica diagnóstica: la centralidad que ocupa la imagen corporal en la ., aspecto cuyo abordaje terapéutico es complejo.
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