Cada una de las moléculas de ADN que constituye una unidad en el reparto del material genético en el proceso de mitosis o de meiosis; consta, además, de un centrómero y de proteínas llamadas histonas que permiten su empaquetamiento; tal como se visualiza en metafase, está formado por dos cromátidas, cada una de las cuales está formada por una doble cadena de ADN; la segunda cromátida se sintetizó en la fase S a partir de la otra. Puesto que en las células diploides hay dos copias de cada cromosoma, cada una de ellas recibe el nombre de cromosoma homólogo; en función de dónde tenga el centrómero, se habla de cromosomas metacéntricos, submetacénctricos, telocéntricos o acrocéntricos.
Los cromosomas fueron descubiertos en 1842 por Carl ageli (1817-1891 ), conociéndose a finales del siglo XIX buena parte de sus características morfológicas y cómo les afectaban los procesos de división celular. Dos años después de que se redescubriesen las leyes de la herencia, en 1902, el norteamericano W. Sutton y el alemán Th. Boveri, de forma totalmente independiente, relacionaron rápidamente estas leyes con los movimientos que los cromosomas experimentan durante el proceso de división meiótica. Nace de esta forma la teoría cromosómica de la herencia. En el la se señala que los genes están ordenados de forma lineal sobre los cromosomas ocupando un determinado lugar. Los factores de Mendel, los genes, tienen un sustrato biológico, los cromosomas, el vehículo en el que viaja la información de célula a célula y de generación en generación.
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