La hipótesis de la frustración-agresión es una teoría psicológica que sugiere que la frustración es una causa fundamental del comportamiento agresivo en los seres humanos. Esta teoría, propuesta por John Dollard y sus colegas en 1939, postula que cuando las personas experimentan la frustración, es decir, la interferencia en la obtención de un objetivo deseado, tienen una mayor probabilidad de responder con agresión.
Los principios clave de la hipótesis de la frustración-agresión incluyen:
- Frustración como desencadenante: La frustración actúa como un desencadenante que aumenta la probabilidad de que una persona responda de manera agresiva. Cuando se frustra un objetivo importante, se genera una acumulación de energía psicológica que busca una liberación, y esta liberación puede manifestarse en forma de agresión.
- Respuestas agresivas variadas: La agresión no se limita a una única forma de comportamiento. Puede manifestarse de diversas maneras, desde agresión verbal hasta agresión física, en función de las circunstancias y la naturaleza de la frustración.
- No siempre agresión directa: La frustración no siempre conduce a una agresión directa hacia la fuente de la frustración. Puede manifestarse como agresión desplazada hacia objetivos alternativos o incluso como agresión hacia uno mismo en forma de autodestrucción.
- Factores mediadores: La relación entre frustración y agresión puede estar influenciada por factores mediadores, como el estado emocional de la persona, su personalidad, su historia de aprendizaje y su capacidad para regular sus emociones.
Es importante destacar que, a lo largo de los años, esta teoría ha sido revisada y modificada para tener en cuenta factores adicionales que pueden influir en la relación entre frustración y agresión. Aunque la hipótesis de la frustración-agresión sigue siendo una perspectiva relevante en la comprensión de la agresión humana, se reconoce que no es la única explicación y que existen otras variables que también desempeñan un papel en el comportamiento agresivo.
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