En 1975, la psicóloga Ellen Langer describió por primera vez un sesgo cognitivo común entre los seres humanos: la ilusión del control. La ilusión del control es la creencia errónea de que se tiene la habilidad o estrategia para modificar la probabilidad de la aparición de un evento. Por ejemplo, cuando solicitamos ayuda a una deidad, ya sea la Virgen del Rocío, Buda, Mahoma u otra figura religiosa, podemos sentir una sensación de control sobre la situación, lo que reduce la incertidumbre y, por ende, la ansiedad.
Este fenómeno de la ilusión del control puede observarse en varios aspectos de la vida cotidiana. Por ejemplo, algunas personas pueden creer que tienen el control sobre su suerte o destino, pensando que sus acciones o rituales personales pueden influir en los resultados de eventos aleatorios, como los juegos de azar o los deportes. También puede manifestarse en situaciones en las que las personas creen tener el control sobre eventos externos, como el clima o la economía, cuando en realidad no tienen ninguna influencia real sobre ellos.
La ilusión del control puede tener un impacto psicológico significativo. Puede brindar una sensación reconfortante de seguridad y reducir la ansiedad al ofrecer una percepción de control en situaciones inciertas o fuera de nuestro alcance. Sin embargo, también puede llevar a una toma de decisiones irracional o a una sobreestimación de nuestras habilidades y capacidad de influir en eventos externos.
Es importante reconocer y comprender la ilusión del control como un sesgo cognitivo para tomar decisiones más informadas y realistas. Es crucial entender que algunos eventos están fuera de nuestro control y que no siempre tenemos la capacidad de influir en ellos. Al mismo tiempo, es importante desarrollar habilidades de afrontamiento saludables para manejar la incertidumbre y la ansiedad sin depender exclusivamente de la creencia en la ilusión del control.
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