Las palabras o, para ser ma?s exactos, los morfemas, son las unidades ma?s pequen?as cargadas de significado. Los morfemas no so?lo incluyen rai?ces de palabras, sino tambie?n prefijos y sufijos. En aras de la simplicidad, nos centraremos en el concepto intuitivo de palabra.
Cualquier persona de cultura media conoce varias decenas de miles de palabras, y el nu?mero de palabras de un idioma se cuenta en cientos de miles. El diccionario de la R.A.E. (23a edicio?n) tiene un total de 195.439 acepciones. Todas las lenguas tienen dos clases diferenciadas de vocabulario: palabras de contenido (sustantivos, adjetivos, verbos y algunos adverbios), con significado pleno, y palabras de funcio?n, o functores, (determinantes, preposiciones, conjunciones, modificadores, verbos auxiliares, etc.), que no tienen contenido sema?ntico pleno, pero modifican las relaciones de significado de las primeras.
Ambos tipos de palabras son necesarias y cumplen funciones diferentes: los functores son esenciales para formar la estructura sinta?ctica de la oracio?n, y las palabras de contenido para aportar la informacio?n. La distribucio?n de ambos vocabularios es muy desigual: las palabras de contenido son miles y forman una clase abierta que incorpora continuamente nuevos vocablos. Las de funcio?n constituyen una clase cerrada, un «club selecto» que apenas admite nuevos fichajes (¿cua?ntos siglos se necesitan para an?adir una nueva conjuncio?n o un determinante?). Estas u?ltimas son muy pocas, pero, por otra parte, son de uso muy frecuente en el lenguaje.
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