La estructura del lenguaje es temporal. Generalmente se asume que el orden de las cláusulas y oraciones corresponde al orden cronológico de los eventos en el mundo narrativo. En el siguiente ejemplo [a] y [b] darían lugar a modelos de situación diferentes, ya que describen secuencias temporales distintas, a pesar de que no hay ninguna indicación explicita del orden:
El vigilante abrió la puerta, miró alrededor y preguntó si había alguien. [a]
El vigilante preguntó si había alguien, miró alrededor y abrió la puerta. [b]
El principio de iconicidad fuerte asume, además, que los sucesos descritos ocurren de forma continua, sin ningún lapso de tiempo entre ellos. Por ejemplo, en [a], entre la acción de abrir la puerta y la de mirar alrededor, entendemos que sólo transcurre un breve instante. Además del principio de iconicidad, que aplicamos por defecto, el lenguaje dispone de recursos léxicos y gramaticales para expresar diversos matices temporales.
Principio de iconicidad temporal
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