El consumo de sedantes, hipnóticos y ansiolíticos ha aumentado considerablemente en las últimas décadas en los países desarrollados, tanto en forma de prescripción médica como automedicados. Su capacidad adictiva es bien conocida desde su aparición (DuPont y DuPont, 1988), destacando especialmente las benzodiacepinas, por su uso extendido, sobre todo para los trastornos del sueño y la ansiedad. Barbitúricos, sedantes, hipnóticos, benzodiacepinas son distintos tipos de fármacos que se han descubierto y usado desde inicios del siglo xx hasta ahora para el insomnio y la ansiedad. A ellos habría que añadir distintos antidepresivos y otros fármacos. Su consumo aumenta el riesgo de tener más accidentes de tráfico, laborales, peleas y agresiones, sobre todo cuando se asocia al alcohol. Disminuye el rendimiento escolar o laboral. Pueden producirse sobredosis accidentales o provocadas (suicidio). Su uso combinado con el alcohol es peligroso. La intoxicación grave puede producir depresión grave, tentativas de suicidio o suicidio.
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