La característica central del trastorno de atracones es la presencia recurrente de atracones. Estos atracones se caracterizan por una ingesta más rápida de lo normal, hasta sentirse desagradablemente lleno, que ocurren a pesar de no sentir físicamente hambre, se dan a solas, y provocan disforia, depresión o vergüenza. Además, la persona siente un intenso malestar tras los episodios, que ocurren al menos una vez por semana durante tres meses. Por otro lado, a diferencia de la BN, en el trastorno de atracones, a la ingesta no le siguen comportamientos compensatorios. A pesar de que la sobrevaloración de la imagen corporal no está incluida como criterio diagnóstico de este trastorno, se ha observado que, efectivamente, en las pacientes está presente esta sobrevaloración, que no se relaciona con el IMC, pero sí con la gravedad del trastorno. También es característica la inseguridad y la autoestima baja. Otro aspecto importante es el relativo a las emociones. Las dificultades en la regulación y la intolerancia emocionales están presentes de manera transdiagnóstica en los trastornos alimentarios. En el caso del trastorno de atracones, es habitual que el atracón esté desencadenado por estados emocionales, principalmente negativos, ejerciendo una función de regulación del estado emocional. Por otra parte, se observa que las personas con diagnóstico de trastorno de atracones que presentan obesidad tienen un peor ajuste psicológico, que no se debe a la obesidad en sí.
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