D E M O C R A T O P I A

Heurístico de anclaje

Los heurísticos son atajos mentales que utilizamos para simplificar la solución de problemas cognitivos complejos, transformándolos en operaciones más sencillas (Tversky y Kahneman, 1974). Las personas utilizamos innumerables reglas de este tipo casi constantemente, pero aquí vamos a presentar las que más atención han recibido por parte de los psicólogos sociales en relación con el proceso de inferencia.

Cuando tenemos que hacer juicios en situaciones de incertidumbre, podemos utilizar este heurístico para reducir la ambigu?edad, tomando como referencia un punto de partida «ancla» que después ajustamos para llegar a la conclusión final. Si queremos estimar cuántos ciudadanos votaran extrema derecha en las próximas elecciones, nos basaremos en el número de ciudadanos que votaron extrema derecha en las últimas elecciones y haremos el ajuste correspondiente teniendo en cuenta el censo de votantes.


El problema que suele surgir al emplear este heurístico es que las personas utilizan el «ancla» (que a veces es inadecuada), pero luego no hacen los ajustes suficientes o apropiados. Hay numerosos sesgos que pueden explicarse por este error de corrección. Por ejemplo, cuando se trata de atribuir actitudes a alguien, aunque sepamos que hace lo que hace o dice lo que dice por exigencias de la situación (porque alguien le paga o le obliga, pongamos por caso), con frecuencia nos quedamos anclados en su acción o en sus palabras (un detalle irrelevante para hacer una inferencia correcta en este caso) y no tenemos en cuenta el peso de las circunstancias para corregir nuestro juicio, infiriendo que sus actitudes son realmente las que está expresando. Es lo que se conoce como error fundamental de la atribución.


Probablemente, el «ancla» más clara de la que partimos para estimar o juzgar la conducta social de
los demás somos nosotros mismos y nuestro ambiente social.

En este caso, el error reside en que la persona no ajusta su estimación teniendo en cuenta otra información relevante que no esté relacionada con ella misma. El heurístico de anclaje y ajuste se utiliza con mucha
frecuencia en situaciones sociales, funcionando a modo de hipótesis de trabajo para comprender la
realidad, probablemente porque la conducta social es a menudo ambigua y genera incertidumbre. Cuando
podemos, nos usamos a nosotros mismos como ancla pero, si esto no nos sirve, nos basamos en la conducta o las características de otras personas o, incluso, en detalles irrelevantes de la situación (como ocurre cuando incurrimos en el error fundamental de la atribución).

En ciertas situaciones realizamos estimaciones de cantidades inciertas a partir de un valor inicial que se ajusta hasta alcanzar la respuesta final. El valor inicial, o punto de partida, puede o bien sugerirse por la formulación del problema o ser el resultado de un cómputo parcial. En uno y otro caso, diferentes puntos de partida producen estimaciones diferentes sesgadas hacia el valor inicial. Tversky y Kahneman (1974) pidieron a los participantes que estimaron el porcentaje de países africanos en Naciones Unidas. El valor inicial, entre 0 y 100, se establecía haciendo girar una rueda de la fortuna en presencia del participante. El procedimiento experimental se desarrollaba en dos fases. El primer paso era estimar si el porcentaje era superior o inferior al resultado del giro de la rueda. Esta fase se denomina fase de juicio comparativo. Emitido este primer juicio, se pedía al participante en la fase de juicio absoluto que estableciera el porcentaje concreto requerido. La mediana de las estimaciones para valores de partida de 10 y 65 fueron 25 y 45 respectivamente, lo que demostró el efecto del valor de partida sobre la respuesta final. En este experimento los valores de partida no eran informativos al ser el resultado exclusivo del azar. Valores numéricos informativos pueden también servir como anclajes. En este caso, el participante basa su estimación en un cómputo inicial incompleto.

Tversky y Kahneman (1974) pidieron a un grupo de estudiantes estimar en 5 segundos el siguiente producto:


8x7x6x5x4x3x2x1

y a un segundo grupo el producto:


1 x2x3x 4 x5x6x7x8


La mediana de la estimación para la secuencia ascendente fue 512 y para la descendente 2.250, mientras que el valor real es 40.320. En este caso, el producto de los primeros números constituye la información de anclaje que explica el valor estimado en el juicio absoluto.

¿Qué mecanismos psicológicos explican el efecto de anclaje? ¿Cuál es el proceso por el cual un ancla se juzga demasiado alta o demasiado baja? De acuerdo con la aproximación teórica inicial, en la fase comparativa el sujeto genera una estimación de la cantidad independiente del valor de anclaje y compara este valor con su estimación para determinar si el valor de anclaje es demasiado alto o demasiado bajo. Para emitir el juicio absoluto, el sujeto ajusta el juicio inicial en la dirección apropiada hasta que encuentra un valor aceptable. El proceso de ajuste es insuficiente (Tversky y Kahneman; 1974) porque termina en el límite más próximo al valor del ancla dentro del rango de valores posibles (Quattrone, Lawrence, Finkel, y Andrus, 1984; Wilson, Houston, Etling, y Brekke, 1996). De acuerdo con esta primera interpretación, el sesgo en el proceso de anclaje no se situaría tanto en la producción del juicio estimado inicial cuanto en el proceso posterior de ajuste del juicio absoluto.


Los resultados del estudio de Jacowitz y Kahneman (1995) cuestionan esta primera interpretación. En este trabajo los valores de anclaje proporcionados a los sujetos experimentales se basaron en las estimaciones de 15 problemas de juicio cuantitativo obtenidas en un grupo de sujetos distintos a los que participarían después en el experimento. Se estimó, por ejemplo, la altura del monte Everest, la distancia entre las ciudades de San Francisco y Nueva York o el número de profesoras en la Universidad de Berkeley. Los valores de estimación que correspondían al percentil 15 y 85 de este grupo se utilizaron como anclas de valor bajo frente a alto, respectivamente, para los sujetos de los grupos experimentales. jacowitz y Kahneman demostraron un efecto asimétrico en el sesgo de anclaje. El sesgo de anclaje fue significativamente superior para los valores elevados. Este resultado se vio reforzado por el hecho de que un porcentaje de sujetos sign ificativamente superior (27 %) al del 15 % del grupo de estimación inicial generaron juicios cuantitativos superiores al valor del percentil 85. No ocurrió así en el caso del porcentaje de sujetos (14 %) que generaron juicios cuantitativos inferiores al del percentil 15 del grupo de estimación inicial. De acuerdo con estos autores, los valores de anclaje altos incrementan la plausibilidad de los valores superiores al ancla en mayor medida que los valores de anclaje bajos incrementan la plausibilidad de los valores inferiores al ancla. La razón es que existe un claro límite inferior para los valores bajos (cero), pero no existe un límite superior para los valores elevados. A juicio de Jacowitz y Kahneman, el sesgo asimétrico observado en el efecto de anclaje pone de manifiesto que el sesgo no siempre se da en el proceso de ajuste de la estimación inicial, sino que el valor del ancla en sí mismo puede también alterar la creencia inicial del individuo y modular, en consecuencia, el juicio absoluto emitido. El hecho de que el 27 % de los sujetos experimentales frente al 15 % de los sujetos en el grupo de estimación inicial, generara valores superiores al percentil 85 % del grupo de estimación inicial sugiere que el proceso de anclaje puede iniciarse en la fase de comparación y sesgar la estimación inicial del sujeto, previa al juicio absoluto. Jacowitz y Kahneman (1995) concluyen enumerando tres posibles causas del anclaje en tareas de juicio cuantitativo, que no deben considerarse mutuamente excluyentes. El ancla puede considerarse: a) un punto de partida para el ajuste, b) un indicio conversacional, debido a la saliencia que le confiere la autoridad académica del experimentador oc) una sugerencia o prime. La primera de ellas responde a la formulación inicial de Tversky y Kahneman (1974).

En la línea de los resultados de Jacowitz y Kahneman, la investigación más reciente sugiere que el anclaje se origina con frecuencia en la fase de recuperación de la información y que el ancla actúa como una sugerencia, haciendo la información consistente con el ancla más accesible. En apoyo de esta interpretación, se demuestra que el efecto de anclaje no se produce si no se cumplen determinadas condiciones de compatibilidad entre el ancla (valor inicial) y el juicio requerido (respuesta final), como es la escala de medida en la que se formulan ambos (p.e., Kahneman y Knetsch, 1993).


El trabajo de Strack y Mussweiler (1997) demuestra que, además, es necesario que se expresen en la misma dimensión (altura frente anchura). A los participantes se les formularon, de acuerdo con el procedimiento estándar, dos preguntas. En la primera se les pedía que hicieran un juicio comparativo considerando el valor del ancla (mayor o menor que) y en la segunda un juicio absoluto. Se utilizaron cuatro condiciones experimentales: 2 (compatibilidad o no de la dimensión del ancla con la dimensión en el juicio requerido) x 2 valor del ancla (alto frente a bajo). La interacción significativa de las dos variables independientes reveló que el efecto de anclaje sólo fue significativo cuando las dimensiones fueron iguales y, en coherencia con los resultados de Jacovitz y Kahneman (1995), sólo cuando el valor del ancla fue elevado. Strack y Mussweiler (1997) señalan que estos resultados no pueden explicarse por la mera activación de una respuesta potencial generada por el valor numérico del ancla. El hecho de que el efecto de anclaje disminuya de forma significativa cuando la dimensión del juicio difiere de la del ancla no puede explicarse por el priming numérico que proporciona el ancla. Estos resultados sugieren que la fuerza del efecto depende de la medida en que la información activada por el ancla también se percibe como aplicable al juicio absoluto.

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Strack y Mussweiler (1997) completan su investigación diseñando otro experimento que permitiera poner a prueba la hipótesis de que es el priming semántico y no el numérico per se, el responsable de los efectos de anclaje. Utilizaron cuatro condiciones experimentales 2 (ancla plausible versus no plausible) x 2 (ancla alta versus baja). Cuatro de las ocho preguntas planteadas en función de la plausibilidad o no del ancla y de su valor alto frente a bajo (adaptada de Strack y Mussweiler, 1997).

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Como variables dependientes se recogieron los valores de los juicios y la latencia de respuesta, tanto para el juicio comparativo como para el juicio en valor absoluto. El análisis de las latencias de respuesta desvela el resultado más interesante desde el punto de vista teórico. En la tarea comparativa las latencias de respuesta fueron significativamente mayores para las anclas plausibles frente a las no plausibles, mientras que en los juicios absolutos este patrón se invirtió. De acuerdo con estos autores, estos resultados sugieren que cuando el ancla es un valor plausible, los participantes resuelven la tarea comparativa elaborando la respuesta en un proceso cognitivo que consume tiempo. De esta forma, la información relevante es fácilmente accesible y acelera la respuesta en la tarea de juicio absoluto. Si este planteamiento es correcto, cuanto más tiempo consuma el juicio comparativo menos tiempo consumirá el juicio absoluto. Las latencias de respuesta en los juicios comparativo y absoluto deberían estar, por tanto, negativamente correlacionadas, pero sólo en el caso en que en la tarea comparativa utilice información relevante para responder al juicio de valor absoluto. En concreto, sólo cuando el ancla es un valor plausible debería esperarse una correlación negativa entre las latencias de respuesta de los juicios comparativo y absoluto. Los resultados del análisis correlaciona! apoyan esta predicción. En el caso de las anclas plausibles, ambas latencias de respuesta correlacionaron de forma negativa y significativa de tal forma que las latencias más largas en el juicio comparativo implicaban latencias más cortas en el juicio absoluto. Para las anclas no plausibles, sin embargo, las latencias de respuesta de ambos juicios no correlacionaron.


Chapman y Johnson (2002) presentan un modelo teórico alternativo a la propuesta inicial de Tversky y Kahneman (1974), que permite interpretar el sesgo de anclaje en un amplio abanico de tareas y procedimientos experimentales. Para estos autores, el mecanismo de anclaje se basa en un proceso de accesibilidad selectiva que se genera en la fase inicial de recuperación de la información y determina la formación de la respuesta. De acuerdo con Chapman y Johnson (2002), el proceso de anclaje puede ser el resultado de múltiples causas y los mecanismos responsables pueden producirse en más de una fase. Los errores en los juicios y sesgos se producirían como consecuencia del priming asimétrico en el proceso de recuperación de la información, que incrementa de forma desproporcionada la disponibilidad de rasgos compartidos por «ancla» y respuesta y reduciría la disponibilidad de aquellos rasgos que los diferencian.

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Imaginemos que has vivido toda tu vida en Xixón y un día por circunstancias de la vida te trasladas a vivir a Madrid, y un día cae enfermo y tiene que acudir al médico. El podrían servir para valorar la calidad de la sanidad madrileña y ajustarla luego según la diferencia en calidad. El proceso de anclaje es, en este caso, equilibrado e ilustra la funcionalidad del heurístico como recurso rápido que implica un esfuerzo cognitivo mínimo. Imaginemos, como estrategia alternativa, que tiene que ser tratado de un cáncer de testículos, pero en lugar de tratarlo en la sanidad pública Madrileña se trata en la prestigiosa y carísima clínica Ruber de Madrid. Obviamente, si activamos los rasgos compartidos (sistema de salud) en detrimento de los rasgos que diferencian ambos (sanidad privada frente a sanidad pública) nuestra estimación será excesivamente elevada y estaremos cometiendo un sesgo en la valoración. A diferencia del enfoque del efecto de anclaje como ajuste insuficiente determinado por el valor del ancla, el modelo de accesibilidad selectiva atribuye el sesgo en el juicio absoluto a una ponderación excesiva de los rasgos comunes entre el ancla y la respuesta en detrimento de los discrepantes, basada en una tendencia confirmatoria.

Si el ancla produce un efecto sobre el juicio incrementando la accesibilidad de rasgos comunes y reduciendo la accesibilidad de rasgos diferentes, el hecho de incrementar experimentalmente la accesibilidad de rasgos diferentes debería reducir el sesgo hacia el valor inicial. Chapman y Johnson (1999) pidieron a estudiantes universitarios que realizaran predicciones sobre las próximas elecciones presidenciales en Estados Unidos. Los participantes recibieron en primer lugar la instrucción de escribir los dos últimos dígitos del número de la seguridad social y considerarlo como una probabilidad. A continuación, se les pidió que pensaran en la probabilidad de que el candidato republicano ganara las elecciones presidenciales en la próxima convocatoria y que compararan su respuesta con el número apuntado. Esta primera estimación de probabilidad no se registró, pues su objetivo fue que el participante considerara los dos últimos dígitos del número de la seguridad social como valor de anclaje en la estimación de la probabilidad. Las probabilidades de anclaje fluctuaron entre 0 y 99 % con una media de 48 % y una mediana de 51 %. El siguiente paso fue asignar a los participantes de forma aleatoria a una de tres condiciones experimentales. Los participantes de la condición «a favor» debían escribir una razón por la cual el candidato republicano debería ganar, aquellos asignados a la condición «en contra» debían escribir una razón por la cual el candidato republicano no debería ganar, mientras que a los participantes de la condición «neutral» no se les pidió escribir ninguna razón. Finalmente, se pidió a todos los participantes que realizaran una segunda estimación por escrito de que el candidato republicano ganara las elecciones. Se establecieron tres categorías de participantes: 1) «similar»: aquéllos a los que se les pidió una razón «a favor» con valores de anclaje por encima del 50 % o bien a los que se pidió una razón «en contra» con valores de anclaje por debajo del 50 %, 2) «diferente» : aquéllos a los que se les pidió una razón «a favor» con valores de anclaje por debajo del 50 % o bien a los que se pidió una razón «en contra» con valores de anclaje por encima del 50 %, y 3) «neutral»: los participantes que no escribieron razón a favor ni en contra. Los resultados confirmaron la hipótesis de partida demostrando que el efecto de anclaje fue significativo sólo para las condiciones «Similar» y «neutra», mientras que no fue significativo para la condición «diferente». Estos resultados demuestran que el sesgo de anclaje puede reducirse o eliminarse propiciando que los participantes identifiquen razones discrepantes con el valor del ancla.

A pesar de que la evidencia empírica expuesta, obtenida con el paradigma estándar, parece confluir en la interpretación del efecto de anclaje como el resultado del incremento en la accesibilidad de la información consistente con el ancla, el mecanismo explicativo de este fenómeno no puede reducirse en todos los casos a esta explicación. De acuerdo con Epley y Gilovich (2001 ), los procesos implicados en el efecto de anclaje difieren considerablemente dependiendo de si el ancla es suministrada por el experimentador o por cualquier otra fuente externa, en contraste con la situación en la que es el propio participante el que genera de forma espontánea el valor numérico del ancla a partir de la pregunta planteada. Estos autores afirman que, en este último caso, el proceso de ajuste sería el responsable del efecto, en la medida en que el valor numérico del ancla, por su condición de respuesta auto-generada, adquiere el estatus de respuesta candidata con el peso específico suficiente para iniciar dicho proceso. Para poner a prueba esta hipótesis, los autores compararon dos condiciones experimentales: «el valor del ancla lo genera el participante» frente a «el valor del ancla lo proporciona el experimentador». Se pidió a los participantes que explicaran cómo habían llegado a la respuesta para cada pregunta.


Sus respuestas fueron grabadas, transcritas y evaluadas por dos jueces que desconocían las hipótesis del estudio. Para cada respuesta el juez evaluaba si el participante conocía el valor del ancla, utilizaba el ancla como base de su respuesta y mencionaba el ajuste a partir del valor del ancla para alcanzar la estimación final . El acuerdo entre jueces alcanzó el valor 0.94. Se consideró que los participantes habían utilizado el mecanismo de anclaje y ajuste si sus informes verbales se referían tanto al ancla como al proceso de ajuste. Como habían predicho Epley y Gilovich, los participantes a los que se les había proporcionado el valor de anclaje utilizaron significativamente menos (13 %) el mecanismo de ajuste a partir del ancla que aquellos que habían generado de forma espontánea el valor inicial (73.9 %).

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Epley y Gilovich (2001 ) coinciden con Jacowitz y Kahneman (1995) en proponer una taxonomía de posibles efectos de anclaje en los juicios bajo incertidumbre en la medida en que son muchas las variables que pueden intervenir e interactuar en función del tipo de tarea o procedimiento experimental. Los resultados de la investigación que hemos recogido en este apartado nos permiten señalar algunas de ellas: la magnitud del valor del ancla, alto frente bajo, la compatibilidad o no de la escala de media y dimensión del ancla y el juicio absoluto, el grado de plausibilidad del ancla, y el hecho de que el ancla sea generada de forma espontánea por el participante o comunicada por el experimentador.

Fuentes:

•Gaviria, Cuadrado Guirado, López Sáez, & Gaviria, Elena. (2019). Introducción a la psicología social (3ª ed.). Madrid: Sanz y Torres : Universidad Nacional de Educación a Distancia.

•GONZÁLEZ LABRA, M., SÁNCHEZ BALMASEDA, P., & ORENES CASANOVA, I. (2019). PSICOLOGÍA DEL PENSAMIENTO. MADRID: SANZ Y TORRES.

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