La cultura es un sistema de significados compartido por un grupo determinado, que habla una lengua común, en un período histórico específico y en una región geográfica concreta. Su función es mejorar la adaptación de los miembros que pertenecen a la cultura a las características ecológicas del lugar en el que viven, pero también incluye el conocimiento que la gente necesita para funcionar de manera efectiva en su ambiente social. Todo el sistema de significados que constituye la cultura debe ser aprendido por cada generación mediante el proceso de socialización, a través de las prácticas de crianza de los padres, las escuelas y otras instituciones.
Existe una gran heterogeneidad intercultural en el grado en el que las personas internalizan y utilizan las normas culturales, dependiendo de sus preferencias, estados de ánimo, situaciones concretas, etc… No existe una única correspondencia entre personalidad y cultura, sino sólo vínculos probabilísticos, de tal manera que la cultura incrementa la probabilidad de ciertos comportamientos consistentes con lo observable entre segmentos significativos de la sociedad. Se estima que aproximadamente el 60% de los individuos de una cultura se comportan de acuerdo con el sistema de significados compartidos por los miembros de esta.
Individualismo-colectivo. Se refiere al grado en que la persona está integrada en el grupo. En las culturas colectivistas la unidad básica de actuación es el grupo, mientras que en las individualistas es la persona.
Harry C. Triandis, hace referencia a un conjunto de significados y prácticas que propicia que las personas.
- Colectivismo.
- Enfatice con su grupo siendo interdependiente de él.
- Se describen a sí mismas más como miembros que como individuos.
- Creen que la conducta social está más determinada por los elementos externos (normas).
- Metas Colectivas (Asia, África, América Latina y Pacífico)
- Individualismo.
- Enfaticen el carácter único e independiente del individuo.
- Se describan a sí mismas mediante atributos personales
- Creen que la conducta social está más determinada por atributos personales que por características externas Metas Colectivas (Asia, África, América Latina y Pacífico).
- Prioridad a sus metas personales sobre las del grupo. (América del Norte Australia y Europa)
Modelos Teóricos en el Estudio de la Personalidad y la Cultura
Existen 2 perspectivas en el estudio de la personalidad y la cultura, la psicología cultural y la transcultural.
- Cultural (Cross y Markus, 1999; Kitayama y Markus, 1999; Nisbett, Peng, Choi y Norenzayan, 2001).
- Se considera que la personalidad se construye socialmente a través de las interacciones entre el individuo y su ambiente cultural.
- El estudio de los aspectos específicos o indígenas de cada cultura, a los que se denomina émicos. Hacen descripciones de los fenómenos psicológicos muy contextuales.
- El estudio de los procesos, como expectativas, atribuciones, creencias, motivos, etc. (vs. las diferencias individuales).
- Empleo de metodología experimental.
- Transcultural (McCrae y Costa, 1997).
- Considera que cultura y personalidad son entidades distintas, entendiendo que la cultura es la VI que tiene influencia en la personalidad, que sería la VD.
- Se centra en los aspectos universales de todas las culturas, denominados éticos, y por ello sus estudios se focalizan en la comparación de diferentes culturas con el fin de encontrar estos universales culturales.
- Pone énfasis en el estudio de las diferencias individuales (vs. los procesos), fundamentalmente, los rasgos.
- Metodológicamente se centra en el empleo de cuestionarios estandarizados tradicionales.
Personalidad y Cultura
La psicología cultural se centra en el estudio de los procesos (motivacionales, emocionales, cognitivos), mientras que la psicología transcultural se ha focalizado fundamentalmente en el estudio de los rasgos.
El Self.
Hace referencia a cómo la persona se ve a sí misma y cómo se evalúa. A su vez, este conjunto de esquemas autorreferentes que constituyen lo que se denomina self, influye, e incluso determina la experiencia individual, es decir, cómo se percibe el mundo, o cómo se piensa, siente y actúa. Se va construyendo a través de la interacción del individuo con el ambiente cultural. Mediante esta interacción el individuo capta los significados del ambiente. Se distingue el self independiente, propio de las culturas individualistas, del self interdependiente, más frecuente en las sociedades colectivistas.
Las personas en las culturas individualistas se perciben como independientes, autónomas y completas o lo intentan, percibiéndose como agentes separados que actúan para conseguir sus propias metas, siendo algunas de las más importantes intentar ser único y autosuficiente. En este sentido, es el propio self el que actúa como fuente de acción y motivación. Se describen con una serie de atributos internos (rasgos, preferencias, deseos, etc.) inmutables, que determinan y causan la conducta. Sí que consideran que se puede cambiar el mundo. Este hecho, el que se crea que el mundo es más mutable que el self propicia que se experimente una percepción de control individual peculiar, a la que se denomina “control primario”. Las relaciones con los demás juegan un rol menor en la identidad.
Las personas de las culturas colectivistas se experimentan a sí mismas como interdependientes de los demás, se sienten en conexión con los miembros del grupo al que pertenecen. Su self está inherentemente conectado con los demás y los individuos se ven como agentes conjuntos que actúan en sintonía con las metas y deseos de los otros.
Algunas de las metas más importantes son conseguir ser similar a los otros y lograr su respeto, y se podría decir que, para ellos, los otros son una fuente importante de acción y motivación. Se describen a sí mismas mucho más mediante relaciones y roles (“soy una madre” o “soy un estudiante de Kyoto”). El cambio de situación implica nuevos roles y distintas obligaciones, es decir, la conducta está determinada mucho más por los roles y normas sociales que por las características personales. El self interdependiente implica estar alerta a las necesidades, deseos y metas de los otros, miembros del intragrupo (familia, amigos…). El self es fluido y puede cambiar en función de los distintos roles que se desempeñan y las diferentes expectativas y demandas situacionales. Por el contrario, estos roles son relativamente inmutables. El mundo social se ve como duradero y permanente, y por ello, la flexibilidad individual debe acomodarse a la inflexibilidad del mundo social. Cuando el mundo es más fijo que el self, la gente demuestra control mediante el “control secundario”, o ajuste a las demandas situacionales. La fuente de la acción es la “acción individual” que se distribuye a través de las relaciones con los otros. Ven a los miembros de su intragrupo como una extensión de su self, y mantienen la distancia con los miembros de los exogrupos.
El self interdependiente también incluye representaciones de atributos personales (como habilidades, rasgos…) que además pueden ser fenomenológicamente muy sobresalientes, pero generalmente están subordinados al orden social, y por ello, son menos importantes en la regulación y predicción de la conducta. El self individualista es un muro que separa a la persona de los demás, mientras que el self colectivista es un puente que la conecta con los demás seres humanos.
Motivación
Una de las diferencias más características entre culturas es que las personas individualistas se orientan más a conseguir el éxito (motivación de aproximación), mientras que las colectivistas se orientan más a la evitación del fracaso (motivación de evitación). Se ha encontrado que las personas individualistas puntúan más alto en las escalas de autoestima que las colectivistas, para conseguir mantener o aumentar la autoestima estas personas presentan lo que se conoce como motivo de auto ensalzamiento o tendencia a verse lo más positivamente posible, aunque para ello tengan que sesgar o distorsionar la realidad. Esta motivación también los va a llevar a intentar trabajar duro o persistir en tareas en que tengan éxito, y que aumenten la probabilidad de aumentar la positividad del self.
En las sociedades colectivas, el mandado cultural más importante para las personas es lograr el respeto y deferencia de los otros, lo que sólo se puede conseguir cuando los demás juzgan que uno se comporta adecuadamente, lo que, a su vez, sólo se logra en la medida en que el individuo es capaz de vivir con las expectativas (frecuentemente desconocidas) de los otros.
El auto ensalzamiento característico de los individualistas se logra de diferentes maneras.
- Muestran un estilo atributivo defensivo, es decir, explican sus éxitos por causas internas (por ejemplo, su capacidad, su forma de ser, etc.), y sus fracasos por causas externas (por ejemplo, mala suerte).
- Cuando se comparan con los demás (compañeros, padres, profesores), indican que son mejores que los otros, y a la hora de definirse emplean muchos más atributos positivos que negativos.
Entre las personas de las culturas colectivistas, (japoneses) no sólo no se da el sesgo de auto ensalzamiento, sino que son muy autocríticos. Aunque se había creído que la focalización en los aspectos positivos de uno mismo era la única manera de motivar al self, la psicología cultural ha puesto de manifiesto que la autocrítica también se asocia con el buen rendimiento. En relación con el auto ensalzamiento, se ha encontrado que los colectivistas así muestran los sesgos típicos de favorabilidad (auto ensalzamiento cuando se refiere a uno mismo). Otros estudios sobre diferentes aspectos motivacionales han encontrado que en las culturas individualistas las personas están muy motivadas para influir en el ambiente y cambiarlo, mientras que las personas de las culturas colectivistas están más motivadas por el ajuste a las circunstancias que les rodean. Cuando la gente actúa para influir en el ambiente, experimenta eficacia, creencia en la propia capacidad y sentimiento de competencia, mientras que cuando las personas se ajustan a su ambiente, especialmente a otras personas, reciben respuestas interpersonales positivas y apoyo socioemocional y experimentan un sentimiento de conexión con los demás.
La motivación de control tampoco parece expresarse por igual:
- La percepción de control sobre los eventos es mucho mayor en los individualistas.
- Los colectivistas perciben tener más control sobre sus propias características personales internas.
Emociones y Bienestar
Los procesos emocionales se dan en todas las culturas, pero existen marcadas diferencias entre las sociedades en las emociones predominantes, la frecuencia con que se expresan y la regulación y valoración de las mismas. Un concepto clave para entender las emociones desde un marco cultural es diferenciarlas de acuerdo a una dimensión interpersonal. De esta manera, se puede distinguir entre las que son implicativas o tienen como referente a los demás y las que no son implicativas o tienen como referente al yo, o ego-focalizadas.
Esta diferencia se puede hacer tanto entre las emociones positivas como entre las negativas.
- En cuanto a los sentimientos positivos, las emociones como orgullo, autoconfianza o sentimiento de superioridad (que se consideran emociones no implicativas) suelen ser resultado de la satisfacción o confirmación de los atributos internos como metas, deseos o derechos. Experimentar y expresar estas emociones afirma la identidad del self como una entidad independiente. Por el contrario, otras emociones positivas como la simpatía o los sentimientos de respeto, cercanía o amistad (que son emociones implicativas), resultan del hecho de estar conectados con los demás en las relaciones. Cuando estos sentimientos se experimentan y se expresan la armonía y unidad se fortalecen y se percibe el self como implicado en estas relaciones.
- Las emociones negativas también se pueden localizar de acuerdo con una dimensión interpersonal. Así, las emociones como ira o frustración (emociones NO implicativas) normalmente derivan del bloqueo de metas, deseos o derechos, o de interferencias en creencias. Este tipo de emociones motivan para eliminar la amenaza y restaurar el sentido de independencia. Otras emociones negativas como la culpa o la vergüenza (emociones implicativas) resultan de algún tipo de fracaso producido en las relaciones con los demás, y motivan al individuo para cambiar su comportamiento y restaurar la armonía y unidad que se dan en las relaciones.
Los japoneses experimentan y expresan más emociones implicativas que no implicativas (positivas como negativas), mientras que los americanos presentan el patrón contrario. Los japoneses informan de menos emociones, menos intensas y de más corta duración. Se cree que este hecho deriva de los distintos focos atencionales de unos y otros, así como los japoneses están más atentos a la información extra-individual, dedican parte de sus recursos atencionales a los demás y al ambiente circundante y atienden menos a sus emociones, sin embargo, los norteamericanos desarrollan una sensibilidad especial para detectar cualquier cambio interno.
También hay diferencias en la regulación emocional. Así, la libre expresión de emociones negativas puede interferir en las relaciones, por lo que, en las culturas colectivistas, se tiende a controlar la expresión emocional. Para aquellos con un self interdependiente puede ser muy importante no experimentar intensamente las emociones negativas como la ira, ya que serían amenazantes para el self, y por ello, muchas culturas han desarrollado estrategias para evitar la expresión de emociones negativas.
Los predictores de la felicidad en las sociedades individualistas son la autoestima, las emociones positivas (sobre las negativas), el logro de metas personales y la percepción de control personal. En las sociedades colectivistas la felicidad se consigue mediante la armonía social, la adaptación a las normas sociales, el logro de metas interpersonales, la percepción de conexión social y el apoyo emocional de los demás. En las culturas colectivistas, la felicidad se relacionaría más con el balance entre emociones positivas y negativas, puesto que, las experimentan simultáneamente y correlacionan alta y positivamente.
Cognición
Uno de los procesos cognitivos que más atención ha recibido es la atribución. Este sesgo NO ES UNIVERSAL como se creía, y que es mucho más débil en las culturas colectivistas. Choi y sus colaboradores llevaron a cabo una revisión sobre las causas que se emplean para explicar la conducta en distintos tipos de culturas, y concluyeron que los individuos de culturas colectivistas (Asia), utilizan mayormente causas de tipo situacional para explicar la conducta.
Se han realizado algunos trabajos sobre la atención, encontrándose que los orientales, respecto a los occidentales, atienden más al ambiente y prestan atención a un rasgo más amplio de eventos simultáneamente (holística), atienden tanto al objeto como al campo, mientras que los americanos se centran más en el objeto (focalizada).
Otro aspecto cognitivo que también se ha estudiado es la tolerancia a las contradicciones. Los orientales muestran una mayor preferencia por soluciones de compromiso y argumentos más holísticos. Los americanos se ponen a favor de una parte y en contra de la otra (por ejemplo “las madres deben respetar la independencia de sus hijas”), mientras que los chinos intentan encontrar un “punto medio” que reconcilie la contradicción (por ejemplo “madre e hija fallan en entenderse la una a la otra”).
El rechazo o aceptación de las contradicciones es uno de los hechos que ponen de manifiesto dos formas diferentes de pensamiento en distintas culturas, pensamiento analítico y pensamiento holístico:
- Pensamiento analítico. Predominante en las culturas individualistas. El pensamiento analítico implica la separación del objeto del contexto, una tendencia a focalizarse en los atributos del objeto, lo que propicia que se les asigne a diferentes categorías, y una preferencia por usar reglas sobre las categorías para explicar y predecir el comportamiento del objeto.
- Pensamiento holístico. Predominante en las culturas colectivistas. El pensamiento holístico implica una orientación al contexto o campo como un todo, incluyendo las relaciones entre el objeto focal y el campo y la preferencia por explicar y predecir los eventos de acuerdo con sus relaciones. Es un conocimiento basado en la experiencia más que en la lógica abstracta y es además dialéctico, es decir, con énfasis en el cambio, la necesidad de múltiples perspectivas y búsqueda de un punto medio entre proposiciones opuestas.
Rasgos
Los rasgos, fundamentalmente los del modelo de los 5 grandes, SON UNIVERSALES y se presentan en todas las culturas. La psicología cultural no pone en duda la existencia de los rasgos en las diversas culturas, sino su relevancia. Es evidente que las personas no occidentales conocen los términos relativos a los rasgos y que, si se les evalúa sobre ellos, pueden contestar y después se puede encontrar una estructura factorial. Si en vez de rasgos se utilizaran ítems sobre otros constructos también encontraríamos alguna estructura factorial entre ellos.
La mayoría de los estudios transculturales sobre los 5 grandes factores de personalidad se han basado en la traducción del cuestionario más utilizado para evaluarlos, el NEO-PI-R. Otros estudios han empleado procedimientos desarrollados a partir de listas de palabras tomadas del diccionario propio de la lengua del país.
Cuando las comparaciones entre culturas se han realizado empleando traducciones del citado cuestionario, se han obtenido idénticas estructuras factoriales, de 5 factores, en los distintos países. Lo que realmente están probando estos estudios, es que lo ítems recogidos en el cuestionario se agrupan formando 5 factores, pero lo que no pueden aclarar es si existen otras características, no evaluadas por el cuestionario, que también pueden ser importantes en otras culturas, y si éstas se englobarían o no en estos 5 factores.
Se ha comprobado que, en las culturas no occidentales, los roles y normas sociales son más predictivos del comportamiento que los atributos internos. Aunque la autoevaluación se puede realizar en todas las culturas, este es un ejercicio mucho más natural en las sociedades individualistas, y así, las personas de culturas colectivistas tardan mucho más en definirse a sí mismas. La utilización de atributos internos por los orientales está mucho más contextualizada, viendo estos atributos como específicos de la situación. En las culturas occidentales, el sentido de consistencia o coherencia deriva de la identificación de características internas que se asume son estables y duraderas, mientras que, en oriente, la coherencia y predictibilidad proviene de los roles, relaciones y obligaciones que son las que se perciben estables y duraderas.
Consideraciones Finales
La psicología cultural considera que personalidad y cultura se influyen mutuamente. Los estudios se han centrado en cómo en las diferentes culturas, los individuos desarrollan diferentes patrones de comportamiento, pero se ha prestado muy poca atención a los procesos mediante los que la persona puede influir en la cultura. La personalidad de la gente va dando forma a los contextos culturales en lo que viven, tanto a nivel micro (tendencias musicales, etc.) como a nivel macro (orientación política, etc.) son necesarios muchos más estudios. Aunque la psicología cultural defiende que la personalidad se construye socialmente, a través de las continuas interacciones del individuo con el ambiente, sus estudios se centran en los efectos de esas interacciones, pero no en la interacción en sí misma.
Referencias
- Resumen Jovana RN (2017-18)
- Resumen NESS Uned (2015-16)
- Bermúdez Moreno, J., & e-libro, C. (2011). Psicología de la personalidad (1® ed.). Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.
- UNED aLF