D E M O C R A T O P I A

Intervenciones para la regulación emocional y tratamientos transdiagnósticos

Frijda (1986). La mayor parte de la investigación sobre el concepto de emoción asume que las emociones tienen diversos propósitos o funciones que han tenido un valor eminentemente adaptativo en las transacciones que se establecen con el medio.
Gross (1998). Define el concepto de regulación emocional como un proceso por el cual los individuos influyen en las emociones que experimentan, en cuándo las tienen y cómo las experimentan y expresan.
Borkovec, Alcaine y Behar, (2004). Las personas con trastorno de ansiedad generalizada (TAG), en relación con controles normales, tienen una emocionalidad incrementada, siendo sus respuestas emocionales más rápidas, más intensas, y más fácilmente desencadenadas. Además, presentan mayor reactividad negativa ante la experiencia emocional, y tienen mecanismos pobres de identificación de emociones primarias (ira, disgusto, tristeza, miedo y alegría), experimentando estas emociones como confusas, indiferenciadas y desbordante. También se ha identificado que tienen menor habilidad para recuperarse después de una experiencia emocional negativa.

La regulación emocional tiene un papel sobresaliente en la consecución de una conducta adaptativa. A su vez, se ha producido la incorporación de estrategias de regulación emocional a una buena parte de los programas de intervención cognitivo conductuales (trastorno límite de personalidad, trastorno de ansiedad generalizada, depresión, adicciones, etc.), siendo el elemento nuclear sobre el que pivotan los llamados tratamientos transdiagnósticos.

La mayor parte de la investigación sobre el concepto de emoción asume que las emociones tienen diversos propósitos o funciones que han tenido un valor eminentemente adaptativo:

  • Proveer información sobre el entorno (físico y social). Las señales del medio son capaces de desencadenar estados emocionales que implican una valoración automática del entorno (ver una sonrisa en la cara de un dependiente facilita un estado de bienestar que puede llevarnos a dirigirnos a él y no a otros, caminar por una calle completamente vacía probablemente desencadene una respuesta de alerta, etc.).
  • Comunicar a los demás cómo se está procesando el entorno (poner una cara seria puede indicar a nuestro interlocutor que lo que está diciendo no nos está gustando).
  • Afectar el comportamiento de los demás hacia el individuo que siente (llegar a casa con cara de enfado es una información determinante para que nuestro hijo de quince años nos deje en paz con el tema de la salida el sábado por la noche).
  • Las emociones se pueden fingir, y son una herramienta de manipulación y/o persuasión muy potente.

Las emociones pueden ser definidas como pistas o señales internas que estimulan tendencias de acción dirigidas a establecer, mantener o disolver relaciones con el entorno interno o externo, preparando al individuo para un afrontamiento adaptativo. Como se ha indicado, tienen una función informativa, señalando al individuo la relevancia de sus necesidades, preocupaciones u objetivos en un momento dado.

La regulación emocional se refiere a la capacidad de un individuo para experimentar, influenciar, controlar y expresar emociones, de tal forma que dichos estados emocionales no interfieran (o faciliten) la conducta dirigida a objetivos en su medio. Las intervenciones en regulación emocional están, por tanto dirigidas a proveer al sujeto esa capacidad. Un buen sistema de regulación emocional incluye:

  • Reconocimiento de la presencia de un estado emocional.
  • Discriminación de dicho estado emocional.
  • Aceptación de la respuesta emocional.
  • Acceso a recursos y estrategias que permitan la reducción o modulación de la intensidad emocional en función de las necesidades.
  • Capacidad para poner en marcha una conducta dirigida a objetivos a pesar de la presencia del estado emocional.
  • Inhibición de las conductas impulsivas.

La desregulación emocional se produce cuando una persona es incapaz de aceptar o cambiar diferentes componentes del proceso emocional, o experimenta un nivel de intensidad desmedido que interfiere con su autocontrol. No obstante la simple experiencia de una emoción intensa no debe considerarse desregulación emocional. Tanto respuesta emocional como su regulación se entienden inmersas en un proceso transaccional de adaptación, de tal forma que la intervención en cualquier componente que forme parte de esa transacción tendrá impacto sobre todo el sistema. Hay, por tanto, dos acercamientos diferentes a la hora de abordar el proceso de desregulación emocional: 1) estrategias de aceptación y 2) estrategias de cambio.

ESTRATEGIAS DE ACEPTACIÓNESTRATEGIAS DE CAMBIO
• Educación emocional.
• Discriminación emocional.
• Etiquetación emocional adecuada.
• Expresión emocional ajustada.
• Incremento de la tolerancia a los estados emocionales.
Mindfulness.
• Normalización y validación de la experiencia emocional.
• Exposición con prevención de respuesta.
• Disminución de la vulnerabilidad a la desregulación (p.ej,. dejar las apuestas)
• Estrategias de control estimular.
• Distracción y desactivación fisiológica.
• Activación conductual.
• Incremento de habilidades sociales.
• Resolución de problemas.
Estrategias de regulación emocional.

Procedimiento del entrenamiento en regulación emocional

El ejemplo de entrenamiento en regulación emocional que se expone a continuación ha sido aplicado por Huppert y Alley a diversos pacientes con trastornos de ansiedad.

ENTRENAMIENTO EN REGULACIÓN EMOCIONAL EN TRASTORNOS DE ANSIEDAD
Psicoeducación sobre teorías de la emoción.
• Funciones de la emoción:
• Informar sobre el entorno físico y social
• Mejorar el proceso de comunicación con los otros
• Influir en la conducta de los demás en relación con el individuo
Elaboración de una jerarquía emocional (la lista será la base de las próximas sesiones).
• Preparar una lista de emociones ordenadas por dificultad de manejo, si el individuo no es capaz de hacerlo el terapeuta le ayudará a identificar situaciones en las que se puedan estar manifestando.
• Comenzar a trabajar la discriminación emocional: qué estímulos o contextos pueden desencadenar determinadas emociones, forma de las diferentes respuestas emocionales (identificación del componente cognitivo, fisiológico y conductual), intensidad proporcionada o desproporcionada, etc.
• Ordenarlas por dificultad de manejo, de menor a mayor.
• Revisar en la siguiente sesión qué emociones pueden faltar de la lista y el porqué (posible evitación cognitiva automática o deliberada).
• La amplitud de la lista refleja el nivel de complejidad con el que el paciente concibe las emociones.
Análisis individual de las emociones identificadas.
Objetivo:
• Optimizar el proceso ya empezado de identificación y discriminación emocional.
• Aceptación de las respuestas emocionales y validación de las mismas.
Método:
• Análisis de las dimensiones de valoración para las experiencias emocionales:
Identificar qué significa para el individuo experimentar esa emoción.
¿Es aceptable para él/ella sentir determinadas emociones?
• Analizar cada emoción usando un marco cognitivo-conductual estableciendo:
1.- Antecedentes de la emoción
2.- Cogniciones asociadas a la emoción
3.- Reacción fisiológicas asociadas a la emoción
4.- Conductas asociadas a la emoción
5.- Papel específico en la situación
6.- Papel evolutivo de la emoción

Ejemplo: Emoción VERGÜENZA
Antecedentes: Confundir el nombre de alguien en una reunión.
Cogniciones: «soy idiota», «he hecho el ridículo», «pensará que no le presto atención»,…
Respuestas fisiológicas: Enrojecimiento facial, incremento de FC, temblores, sudoración,…
Conductas: Pedir excusas repetidamente, dar explicaciones sobre lo ocurrido, dejar la reunión,…
Papel específico: Comunicar al otro que sentimos haber olvidado su nombre, ayudar a no volver a olvidarlo.
Papel evolutivo: Prevenir el romper reglas sociales, arreglar errores sociales y mantener las relaciones.
Exposición en imaginación a las situaciones provocadoras de los estados emocionales de difícil manejo (si el individuo considera que está preparado para la exposición en vivo, se puede obviar esta fase).
Exposición en vivo a las situaciones evitadas.
Estrategias de mantenimiento:
• Mantener la monitorización emocional
• Seguir conceptualizando los estados emocionales desde el marco cognitivo-conductual ofrecido
• Mantener la búsqueda y confrontación con experiencias emocionales difíciles

Tratamientos transdiagnósticos para los trastornos emocionales

Barlow (1988). La vulnerabilidad puede ser: 1) heredable (vulnerabilidad biológica general), 2) asociada a cambios en el funcionamiento del SNC y autonómico debido a experiencias tempranas adversas (vulnerabilidad psicológica general), y 3) referida a la historia de aprendizaje concreto que determinaría el desarrollo de un trastorno específico y no otro (vulnerabilidad psicológica específica).
Rector, Man y Lerman (2014). Las intervenciones transdiagnósticas se están mostrando en ciertos problemas superiores en efectividad a las intervenciones específicas, parece conveniente y aconsejable considerar estas aproximaciones terapéuticas, no tanto como sustitutivas, sino como complementarias a la forma de proceder tradicional.
Boyes, Hasking y Martin (2016). En el desarrollo de un problema emocional pueden también estar implicadas experiencias tempranas (vulnerabilidad psicológica generalizada), no necesariamente traumáticas ni especialmente perjudiciales (por ejemplo, una persona que a lo largo de su niñez ha sufrido numerosos cambios de residencia y colegio), que contribuirían a que un individuo experimente un exceso de ansiedad y de estados emocionales negativos en su interacción con el entorno.

Los trastornos emocionales (trastornos de ansiedad y del estado de ánimo) se encuentran entre los problemas mentales más frecuentes en la sociedad occidental. La investigación ha mostrado que existen tratamientos que son eficaces y efectivos basados en la evidencia para este tipo de problemas, sin embargo, el acceso y disponibilidad de estos tratamientos resulta restringido para muchas personas que los padecen (principalmente por causas políticas e ideológicas).

Los modelos de intervención de carácter transdiagnóstico asumen que distintos trastornos o problemas comparten características sustanciales, y que, por tanto, la comorbilidad existente entre diferentes síndromes emerge a partir de la presencia de vulnerabilidades de carácter biológico y psicológico comunes. Sería posible diseñar un sistema de clasificación de los trastornos emocionales a partir de dimensiones del temperamento ampliamente conocidas, concretamente: neuroticismo/afecto negativo y extroversión/afecto positivo. La importancia de estos constructos para la perspectiva transdiagnóstico estriba en que son capaces de explicar gran parte de las características comunes a los trastornos emocionales. Por ejemplo, la variable neuroticismo se relaciona con la presencia de inestabilidad emocional, percepción de incontrolabilidad respecto del futuro, intolerancia a la incertidumbre, alerta permanente y percepción de baja auto-eficacia en relación con la competencia para gestionar acontecimientos estresantes, tanto en el presente como en el futuro; de esta forma, los individuos que presenten un grado de neuroticismo mayor tenderán a presentar conductas de escape y/o evitación. En relación con el afecto positivo, aquellos individuos con un menor afecte positivo tenderán a ser pesimistas, a estar desanimados, a sentir que todo implica un gran esfuerzo, a mostrar poco entusiasmo e interés por lo que les rodea, y presentarían un bajo nivel en el sistema de activación conductual.

Si la vulnerabilidad biológica y psicológica generalizadas coinciden, la probabilidad de desarrollar un trastorno emocional es mayor. La vulnerabilidad psicológica específica daría cuenta del porqué de la aparición de un trastorno y no otro (p. ej., la exposición a modelos fóbicos o depresivos, situaciones de ridículo social, el aprendizaje a través de instrucciones sobre la gravedad que implica la presencia de determinadas sensaciones o emociones, podrían precipitar una fobia específica, un trastorno de ansiedad social, una fobia a la enfermedad, ataques de pánico, etc.).

Desde la perspectiva transdiagnóstico, la sintomatología concreta que caracteriza cada uno de los trastornos emocionales no sería sino una manifestación (no substancial) de un síndrome subyacente generalizado, común a todos ellos y verdadero núcleo substancial, y que tendría que ver con un déficit de habilidades para la gestión de los estados emocionales. Los modelos de intervención transdiagnóstico para trastornos emocionales consideran que las personas afectadas tienen dificultades de regulación emocional al no comprender, no saber expresar, no aceptar, y/o no afrontar de forma adaptativa los estados emocionales que emergen de la interacción con el contexto. La conceptualización transdiagnóstico de los trastornos emocionales viene acompañada de una opción terapéutica alternativa al proceder tradicional centrada en la aplicación de protocolos específicos. Esta alternativa terapéutica está basada en el aprendizaje de mecanismos adaptativos de regulación emocional. En general, estas intervenciones utilizan la estructura teórico-metodológica de la orientación cognitivo conductual como eje aglutinador de las aportaciones de la psicología clínica basada en la evidencia, dando lugar a protocolos de tratamiento unificados que están mostrando gran utilidad en el tratamiento de los trastornos de ansiedad y del estado de ánimo. Las ventajas del modelo transdiagnóstico implica el poder realizar un abordaje terapéutico sin necesidad de una discriminación diagnóstica excesiva, lo que supone una simplificación del proceso de toma de decisiones por parte del clínico.

Estos protocolos cuentan con los elementos que se nombran a continuación, además de incluir módulos de prevención de recaídas y, en algunos casos, sesiones iniciales de mejora de la motivación al tratamiento:

  • Psico-educación dirigida al conocimiento y comprensión de las emociones.
  • Entrenamiento en detección y discriminación emocional.
  • Expresión ajustada de estados emocionales.
  • Reatribución de sensaciones físicas.
  • Atenuación emocional y conductas de evitación.
  • Aceptación y tolerancia de las sensaciones físicas y estados emocionales.
  • Exposición interoceptiva.

Aplicabilidad y datos de eficacia

Feigenbaum (2007; Robbins y Chapman (2006). La evidencia empírica indica que el uso de las estrategias de regulación emocional, tanto de aceptación como de cambio, y también su combinación, son efectivas. Estos datos se han obtenido básicamente en torno a la Terapia Conductual Dialéctica, cuyo foco central es la regulación emocional.

La evidencia empírica indica que el uso de las estrategias de regulación emocional, tanto de aceptación como de cambio, y también su combinación, son efectivas. En cuanto a los tratamientos transdiagnósticos en trastornos emocionales, las revisiones sistemáticas más recientes muestran que este tipo de intervenciones, en comparación con tratamientos específicos, son igualmente efectivas en el caso de los trastorno de ansiedad y parece que superiores en el caso de la depresión.

Consideraciones sobre la regulación emocional

Contar con un contexto social y familiar que apoye y valide (o al menos no castigue) el proceso de aprendizaje emocional es fundamental. La forma que tenemos de relacionarnos con nuestros estados internos, bien sean sensaciones físicas, pensamientos, imágenes o sentimientos está determinada por nuestra historia de contingencias, instrucciones y modelado en relación con dichos estado. Aunque no seamos conscientes, existen una serie de dimensiones a partir de las cuales hemos aprendido a valorar la adecuación, ajuste, pertinencia, deseabilidad social, simplicidad, comprensibilidad, etc. de nuestras experiencias emocionales, y, en función de esa valoración, reaccionamos ante ellas, bien aceptando o bien intentando evitarlas. El riesgo de fracaso de las intervenciones dirigidas a la regulación emocional es muy alto cuando las habilidades que se están adquiriendo no son comprendidas, ni validadas, por el entorno social o la familia.

Si una joven ha crecido en un entorno dónde ha visto que su madre tomaba medicación en cuanto se sentía un poco nerviosa, ha oído como se quejaba de lo insoportable y negativo de su estado y esta le ha dicho en numerosas ocasiones que no hay nada peor que sentirse ansioso porque así es como comienzan los trastornos psicológicos, es difícil pensar que esta joven pueda tener mecanismos de regulación de la ansiedad apropiados para enfrentarse a su vida, y no sería extraño que a medida que su vida se fuese haciendo más compleja, y tuviese que afrontar más situaciones estresantes, llegara a desarrollar un problema de ansiedad de carácter clínico. Si además añadimos que la cultura occidental actual no solo no facilita el aprendizaje emocional adaptativo, sino que valora negativamente la presencia de los estados internos que implican malestar, el pronóstico de nuestra joven puede ser aún peor.

Referencias

  • Díaz García, et al. Manual De Técnicas y Terapias Cognitivo Conductuales. Desclée De Brouwer : Universidad Nacional De Educación a Distancia, 2017.

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