A mediados del siglo XIX, en 1858, Charles Darwin y Alfred Wallace, de manera independiente, descubren el mecanismo mediante el cual se produce la evolución: la selección natural. En 1859, Darwin publica su obra El origen de las especies, en la que sienta las bases de Teoría de la Evolución que conduce al actual marco científico, conocido como Teoría Sintética de la Evolución, en el que se encuadran todos los descubrimientos que amplían y corroboran la explicación dada por Darwin a la evolución de todos los seres vivos.
La implantación del método científico, como forma de adquisición de conocimiento, propició en los siglos XVI y XVII que Nicolás Copérnico, Galileo Galilei e Isaac Newton, revolucionaran la forma de pensar y de ver el mundo (no en «España», probablemente en España habrían sido ejecutados por herejes). Darwin puso en tela de juicio la esencia de lo que hasta entonces se consideraba la naturaleza humana y, con ello, las convicciones más profundas y sólidas de una parte de la sociedad eminentemente religiosa, propiciando un sinfín de críticas y descalificaciones.
La Teoría de la Evolución recoge un conjunto de leyes matemáticas y funcionales que nos sirven para explicar la diversidad de seres vivos y su causa. Como toda teoría científica, está sujeta a constante crítica y comprobación experimental y observacional de sus leyes, pero, como señalaba ya en 1994, el biólogo Francisco Ayala, «el origen evolutivo de los organismos es hoy una conclusión científica establecida con un grado de certeza comparable a otros conceptos científicos ciertos, tales como la redondez de la tierra, la rotación de los planetas alrededor del sol o la composición molecular de la materia. Este grado de certeza que va más allá de toda duda razonable, es lo que señalan los biólogos cuando afirman que la evolución es un hecho. El origen evolutivo de los organismos es un hecho aceptado por los biólogos y por todas las personas bien informadas sobre el asunto» .
No es materia de examen
Fragmento del post realizado por Javier Peláez (@irreductible) y es una colaboración de Naukas con la Cátedra de Cultura Científica de la UPV/EHU.
https://culturacientifica.com/2015/11/20/como-llego-el-darwinismo-a-espana/
Mientras tanto , en España ocurría esto…
El reinado de la robusta borbona Isabel II duró treinta y cinco años (1833-1868) durante los cuales la iglesia católica mantubo el monopolio de la educación (entre otras cosas). Mientras en Europa el darwinismo se extendía rápidamente, España se mantuvo aislada bajo la atenta mirada de obispos y demás prelados.
La Revolución gloriosa de 1868 destronó a la Reina trayendo una breve bocanada de aire fresco, y aunque el sexenio democrático encabezado por Prim, Serrano y compañía consiguió algunos logros políticos y sociales, lo cierto es que estaban más preocupados en encontrar un Rey adecuado a sus ideales que en realizar una verdadera apertura cultural. De hecho, este periodo duró poco y no consiguió disminuir el poder eclesiástico que seguía férreamente instalado y vigilante.
Como ejemplo más destacable se puede citar el primer intento de traducción del Origen de las especies al español. Fue en 1872 y en principio se trataba de una publicación por entregas basada en la traducción al francés de Clemence Royer. Digo que fue un primer intento porque ya en el inicio de la obra se incluía una nota del editor español que rezaba así:
“Como verán los lectores, la autora de este prólogo y traductora de la obra de Mister Darwin no tiene nada de católica, ni siquiera de cristiana. Para ella la naturaleza lo constituye todo. Conviene que esto se tenga presente para poder sacar doble fruto de la enseñanza de este libro y leer con prevención sus temerosas afirmaciones”
Con tales advertencias previas ya podéis imaginar que esta obra no pasó de la primera entrega…
Tuvimos que esperar hasta 1877, dieciocho años después de la publicación original, para que España tuviese por fin su primera edición completa. Fue publicada por la Editorial Perojo y en ella se incluían dos cartas del traductor al español, Enrique Godinez, con el propio Darwin.
Uno podría pensar que una vez publicada la primera edición en España, el darwinismo correría una suerte similar al resto de Europa, sin embargo el camino de la evolución en nuestro país se ha vio frenado, y en algunos momentos paralizado, por incontables obstáculos… empezando por el poder de la iglesia y pasando por la larga etapa franquista.
En 1936 apareció el “Decreto sobre publicaciones” que ya desde sus primeros artículos dejaba las cosas bien claras:
ARTÍCULO 1:
“Se declaran ilícitos la producción, el comercio y la circulación de libros, periódicos, folletos y toda clase de impresos pornográficos, de literatura socialista, comunista, libertaria, y en general, disolvente”
ARTÍCULO 2:
“Los dueños de establecimientos dedicados a la edición, venta o préstamo de los libros del artículo 1 están obligados a entregarlos a la autoridad civil en el improrrogable plazo de 48 horas”
Era un decreto demasiado indefinido y no especificaba obras concretas, pero en el fondo significaba que si alguien se topaba con una publicación que pudiese entrar dentro de la extensa categoría del artículo 1, debía obligatoriamente entregarla para su “custodia” en un plazo de dos días.
Tres años después, el 06 diciembre 1939, la Cámara Oficial del Libro especificó finalmente, mediante una circular, una larga lista de libros y autores prohibidos… Evidentemente, tanto El origen de las especies como El origen del hombre estaban incluidos.
Es probable que penséis que esta censura de la obra de Darwin es algo perteneciente a un pasado remoto ya superado, y efectivamente, así podríamos decirlo en nuestros días. No obstante, no podemos decir que ese pasado sea tan remoto cuando en realidad hasta bien entrada la década de los ’70 aún se ejercía la censura sobre cualquier intento de divulgación de las tesis de Darwin.
REFERENCIAS
- Abril Alonso, A. (2016). Fundamentos de psicobiología (UNED (Sanz yTorres). Alcorcón (Madrid): Sanz y Torres.
- https://culturacientifica.com/2015/11/20/como-llego-el-darwinismo-a-espana/
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