D E M O C R A T O P I A

Investigación de los problemas de logro

La falta de establecimiento de metas claras, la ausencia de planificación para alcanzarlas y una inadecuada supervisión del progreso pueden conducir a problemas de rendimiento académico (Senko, 2016). Esta situación se agrava en estudiantes con bajo rendimiento y expectativas reducidas de éxito. Estos individuos, en un intento de proteger su autoestima, pueden caer en comportamientos como la evitación del fracaso, la procrastinación, el perfeccionismo, el sobrepaso por la ansiedad, la pérdida de interés o el distanciamiento de la vida escolar. Estos desafíos son especialmente prevalentes desde la educación básica y se intensifican durante la secundaria y preparatoria. Se discuten a continuación estrategias que maestros, consejeros, mentores y padres pueden emplear para ayudar a los estudiantes a superar estos obstáculos para su éxito académico.

Las estrategias empleadas por los profesores para motivar a estudiantes desmotivados varían significativamente según la etapa educativa, ajustándose a las características específicas y necesidades de sus alumnos. Aquí se presentan algunas técnicas destacadas por educadores de diferentes niveles:

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Kindergarden Los niños a veces pierden motivación por el miedo a cometer errores o no cumplir con las expectativas. En este contexto, Missy D’Angier, de una escuela suburbana Hills, enfatiza la importancia de no escatimar elogios hacia los esfuerzos de los niños, creando un ambiente donde el intento y el proceso de aprendizaje sean valorados por encima de la perfección.1º 1er Ciclo
(2-3) 
Educación infantil
  2º 1er Ciclo (3-4)
 1º 2º Ciclo
 (4-5)
Kindergarden (5-6) 2º 2º Ciclo
(5-6) 
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Elementary schoolGrado 1 (6-7)La clave para reavivar la motivación en estudiantes desmotivados puede ser encontrar algo que capte su interés. Heather Zoldak de la primaria Ridge Wood, por ejemplo, descubrió el interés de un alumno por el Titanic. Al incorporar este tema en las actividades, el estudiante se involucró más en las discusiones y aumentó su confianza al darse cuenta de que compartía intereses con sus compañeros.1º Educación Primaria (6-7)Educación primaria
Grado 2 (7-8)2º Educación Primaria (7-8)
Grado 3 (8-9)3º Educación Primaria (8-9)
Grado 4 (9-10)4º Educación Primaria (9-10)
Grado 5 (10-11)5º Educación Primaria (10-11)
6º Educación Primaria (11-12)
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Middle schoolGrado 6 (11-12)Presentar desafíos puede ser crucial para la motivación. Mark Fodness, de la secundaria Bemidji, menciona cómo inicia la unidad sobre la Guerra Civil presentándola como una oportunidad para experimentar cómo sería un curso introductorio de historia en la universidad. A pesar de ser un material más complejo, los estudiantes se motivan ante el reto, resultando en calificaciones promedio más altas en el examen final de esta unidad en comparación con otras.1º ESO (12-13)Educación secundaria
Grado 7 (12-13)2º ESO (13-14)
Grado 8 (13-14)3º ESO (14-15)
 4º ESO (15-16)
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High schoolGrado 9 (14-15)Establecer conexiones personales basadas en los intereses de los alumnos es esencial para mejorar su motivación. Sandy Swanson, de la preparatoria Menomonee Falls, comparte cómo una conversación sobre una prenda de ropa con una estudiante que mostraba poco interés en clase, logró aumentar su participación y rendimiento. Al conectar con la estudiante en un nivel personal y a través de un interés común, logró motivarla para que se involucrara más en la clase.Bachillerato
Grado 10 (15-16)
Grado 11 (16-17)1º Bachillerato (16-17) 
Grado 12 (17-18)2º Bachillerato (17-18) 

Estos ejemplos subrayan la importancia de adaptar las estrategias de motivación a las necesidades individuales de los estudiantes, reconociendo sus intereses personales y creando desafíos que los incentiven a participar y superarse. Establecer relaciones positivas, celebrar los esfuerzos y personalizar el aprendizaje son técnicas efectivas para motivar a estudiantes desmotivados a lo largo de diferentes etapas educativas.

Estudiantes con bajo rendimiento y pocas expectativas de éxito

Jere Brophy (1998) señaló que estos estudiantes requieren de un constante aseguramiento de su capacidad para alcanzar las metas y desafíos propuestos, junto con el soporte necesario para lograrlo. Es fundamental recordarles que su progreso está condicionado a su esfuerzo. Podrían beneficiarse de materiales o actividades didácticas personalizadas que representen un desafío adecuado a su nivel de habilidad, ayudándoles a fijar objetivos de aprendizaje y brindándoles apoyo para alcanzarlos. También es crucial motivarlos a realizar esfuerzos significativos y a reconocer su progreso, aunque este no se equipare al del resto de sus compañeros.

El síndrome del fracaso se manifiesta en estudiantes con expectativas de éxito muy bajas, quienes se dan por vencidos ante la primera señal de dificultad. A diferencia de los estudiantes de bajo rendimiento que se esfuerzan sin alcanzar el éxito, aquellos con el síndrome del fracaso no invierten el esfuerzo necesario, inician tareas con escaso entusiasmo y desisten rápidamente ante obstáculos. Comúnmente, estos estudiantes poseen una baja autoeficacia y una mentalidad fija, lo que agrava su predisposición al fracaso.

Para incrementar la motivación de los estudiantes afectados por el síndrome del fracaso, se han encontrado particularmente efectivas las estrategias de reentrenamiento cognitivo, incluyendo la capacitación en eficacia y en estrategias de aprendizaje. Estas técnicas ayudan a los estudiantes a reevaluar sus capacidades y a desarrollar un conjunto de habilidades para enfrentar y superar las dificultades académicas.

recapacitacion
Recapacitación cognitiva: métodos para aumentar la motivación de estudiantes que exhiben el síndrome del fracaso.

Estas estrategias y enfoques requieren un compromiso colectivo por parte de educadores, padres y mentores, quienes deben trabajar unidos para proveer el ambiente y los recursos necesarios que permitan a todos los estudiantes, independientemente de sus niveles de rendimiento iniciales, alcanzar su máximo potencial académico.

Estudiantes que evitan el fracaso para proteger su autoconcepto

Algunos estudiantes adoptan estrategias para evitar el fracaso con el objetivo de proteger su valía personal, lo que puede llevarlos a abandonar sus objetivos y a aplicar métodos contraproducentes en su aprendizaje (De Castella, Byrne y Covington, 2013). Estas estrategias incluyen el incumplimiento, la procrastinación y la fijación de metas inalcanzables (Covington y Dray, 2002). Estas tácticas no solo son ineficaces, sino que también pueden dañar el desarrollo académico y personal del estudiante, conduciendo a un ciclo de autosabotaje que refuerza la aversión al fracaso y deteriora aún más su autoestima y rendimiento académico (Akin y Akin, 2014; Callan, Kay y Dawtry, 2014).

Los estudiantes que evitan el fracaso mediante estas estrategias suelen justificar sus malos resultados basándose en circunstancias externas, como la falta de tiempo o la sobrecarga de trabajo, en lugar de reconocer sus propias capacidades o la falta de esfuerzo. Esta conducta puede conducir a un menor aprovechamiento académico y reforzar una mentalidad que evita los desafíos, según se ha demostrado en investigaciones recientes (Schwinger et al., 2014).

Para contrarrestar estas tendencias, se recomiendan varias estrategias dirigidas a fomentar una mentalidad de crecimiento y resiliencia ante el fracaso (Covington y Teel, 1996):

  • Establecer metas realistas pero desafiantes: Orientar a los estudiantes a fijar objetivos que sean alcanzables con esfuerzo, promoviendo así un sentido de logro y capacidad para superar desafíos.
  • Reforzar la relación entre esfuerzo y valía personal: Animar a los estudiantes a valorar su dedicación y trabajo duro, minimizando la comparación con otros y enfocándose en su propio progreso y mejora.
  • Promover creencias positivas sobre sus capacidades: Es vital estimular una autoimagen positiva en los estudiantes, evitando al mismo tiempo elogios vacíos que puedan inflar artificialmente su autoestima sin fundamentos en el esfuerzo real o el logro.

Estas estrategias pueden ayudar a los estudiantes a adoptar una perspectiva más saludable hacia el aprendizaje y el fracaso, viéndolo como una oportunidad de crecimiento en lugar de una amenaza a su autoestima. A través de un enfoque educativo que valora el esfuerzo, el desarrollo de habilidades y la resiliencia, es posible mitigar los efectos negativos de la aversión al fracaso y fomentar un ambiente académico más positivo y productivo.

Estudiantes que procrastinan

La procrastinación, o el hábito de posponer sistemáticamente las tareas, es un obstáculo significativo para alcanzar el potencial académico de los estudiantes. Este comportamiento se asocia con factores como baja autoeficacia, escaso esfuerzo, susceptibilidad a la distracción y una débil motivación hacia el logro, además de mal manejo del tiempo, dificultades para concentrarse, miedo y ansiedad ante las tareas, creencias negativas y problemas personales (Ebadi y Shakoorzadeh, 2015; Grunschel y Schopenhauer, 2015; Steel, 2007; University of Buffalo Counseling Services, 2016).

Las formas de procrastinación varían ampliamente e incluyen desde ignorar completamente la tarea hasta dedicarse excesivamente a actividades de menor importancia, como la limpieza, en lugar de enfocarse en estudiar. Este comportamiento también puede manifestarse en la incapacidad para avanzar más allá de las etapas iniciales de una tarea o en la parálisis por análisis al tener que tomar decisiones sencillas (University of Illinois Counseling Center, 2016).

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Tomado de https://ar.europeanwriterstour.com/images-2023/meme-de-la-procrastinaci%C3%B3n

Ayudar a los estudiantes a superar la tendencia a procrastinar es fundamental para su éxito académico. Aquí se describen estrategias efectivas para este fin:

1. Reconocimiento del Problema. Es crucial que los estudiantes reconozcan que la procrastinación es un problema. A menudo, no son conscientes del impacto negativo que tiene en su rendimiento. Iniciar un diálogo abierto sobre este tema puede motivarlos a buscar soluciones.

2. Identificación de Valores y Objetivos. Motivar a los estudiantes a reflexionar sobre cómo la procrastinación puede socavar sus valores y objetivos personales puede ser un catalizador para el cambio. Ayudarles a ver la conexión entre sus acciones y sus aspiraciones les permite entender la importancia de modificar su comportamiento.

3. Gestión Eficaz del Tiempo. Enseñar a los estudiantes a elaborar planes de estudio detallados y realistas, desde anuales hasta diarios, les permite visualizar mejor su tiempo y compromisos. La supervisión periódica de estos planes ayuda a los estudiantes a utilizar su tiempo de manera más efectiva y a identificar áreas de mejora.

4. División de Tareas. Las tareas grandes y abrumadoras pueden parecer más manejables cuando se dividen en partes más pequeñas. Establecer submetas claras y alcanzables ayuda a los estudiantes a progresar paso a paso, reduciendo la sensación de abrumación y fomentando una sensación de logro continuo.

5. Estrategias Conductuales. Animar a los estudiantes a identificar y limitar las distracciones que impiden concentrarse en las tareas importantes es crucial. Esto incluye reconocer y modificar hábitos como el uso excesivo de dispositivos digitales o actividades recreativas durante el tiempo de estudio. Establecer contratos de comportamiento o sistemas de recompensas puede también incentivar el cumplimiento de las tareas.

6. Uso de Estrategias Cognitivas. Capacitar a los estudiantes para que sean conscientes de las justificaciones mentales que conducen a la procrastinación, como «Lo haré mañana» o «No puedo hacerlo», y enseñarles a contrarrestar estos pensamientos con afirmaciones positivas y realistas. Esto les permite reestructurar su diálogo interno hacia uno más productivo y motivador.

Implementar estas estrategias requiere un enfoque proactivo y colaborativo por parte de los maestros, que pueden actuar como mentores y guías en el proceso de superación de la procrastinación. Fomentar un ambiente de aprendizaje donde se valore la autodisciplina, la gestión del tiempo y el esfuerzo continuo es clave para ayudar a los estudiantes a alcanzar su máximo potencial académico.

Estudiantes perfeccionistas

Los estudiantes perfeccionistas son particularmente propensos a posponer tareas. Bajo la creencia de que los errores son inaceptables y que siempre deben alcanzar los más altos estándares de desempeño, el perfeccionismo puede llevar a una menor productividad, problemas de salud, dificultades en relaciones interpersonales y baja autoestima. Consecuencias adicionales del perfeccionismo incluyen depresión, ansiedad y trastornos alimentarios. Investigaciones han encontrado una correlación entre la ansiedad en niños y adolescentes y el perfeccionismo de sus padres (Bonvanie et al., 2015; Harrison y Craddock, 2016; Teixeira et al., 2016; Affrunti y Woodruff-Borden, 2014).

Para ayudar a los estudiantes a superar la procrastinación y el perfeccionismo, es crucial promover estrategias de manejo del tiempo, técnicas de estudio efectivas y una mentalidad de crecimiento que valore el proceso de aprendizaje por encima de los resultados perfectos. Establecer metas realistas, dividir tareas grandes en partes manejables y fomentar un entorno de apoyo pueden ser pasos efectivos hacia la superación de estos obstáculos al éxito académico.

el perfeccionista

Diferencias entre perfeccionistas y luchadores sanos.

el luchador sano

Conectar con estudiantes desinteresados o alienados es esencial para fomentar un entorno educativo inclusivo y motivador. Jere Brophy (1998) propone estrategias efectivas para reenganchar a estos estudiantes y ayudarles a encontrar valor en su educación. A continuación, se detallan y amplían estas prácticas:

1. Desarrollo de Relaciones Positivas. Establecer una conexión genuina con el estudiante es el primer paso crítico. Mostrar paciencia, comprensión y un compromiso inquebrantable hacia su progreso son elementos clave. Reconocer sus esfuerzos, intereses y desafíos puede ayudar a construir un puente de confianza y respeto mutuo. La autenticidad y el interés genuino por su bienestar pueden romper barreras de desinterés o alienación.

2. Aumentar el Interés Intrínseco por la Escuela. La personalización del aprendizaje para incorporar los intereses de los estudiantes puede hacer que el contenido académico sea más relevante y atractivo. Esto podría incluir proyectos basados en intereses personales, discusiones en clase que relacionen temas académicos con sus pasiones o incluso clubes y actividades extracurriculares diseñados alrededor de sus áreas de interés.

3. Enseñanza de Estrategias Lúdicas para el Trabajo Académico. Capacitar a los estudiantes en técnicas y estrategias para abordar el trabajo académico de manera más atractiva y menos tediosa es fundamental. Esto podría implicar técnicas de gamificación, métodos de estudio interactivos, o proyectos grupales dinámicos que promuevan la colaboración y la creatividad. Ayudar a los estudiantes a ver su papel activo en su aprendizaje puede aumentar su sentido de agencia y orgullo por su trabajo.

4. Incorporación de Mentores. La orientación de mentores, ya sean compañeros mayores, profesionales de la comunidad o incluso figuras públicas que los estudiantes admiren, puede ofrecer una nueva perspectiva y motivación. Los mentores pueden proporcionar apoyo, orientación y ejemplos de vida real de perseverancia y éxito. Esta relación puede inspirar a los estudiantes a reconsiderar el valor de su educación y esforzarse por alcanzar sus metas.

Implementar estas estrategias requiere un enfoque adaptativo y sensible a las necesidades individuales de cada estudiante. Al priorizar la construcción de relaciones positivas, personalizar el aprendizaje para aumentar la relevancia, enseñar estrategias académicas atractivas y facilitar la mentoría, los educadores pueden hacer una diferencia significativa en la vida de los estudiantes desinteresados o alienados, reavivando su pasión por el aprendizaje y ayudándoles a alcanzar su potencial.

Estudiantes muy ansiosos

La ansiedad académica es una sensación de inquietud y preocupación generalmente asociada con el desempeño escolar y las evaluaciones. Aunque es normal experimentar cierto nivel de ansiedad ante desafíos académicos, como la realización de exámenes, se ha observado que un grado moderado de ansiedad puede ser común incluso entre estudiantes exitosos, posiblemente actuando como un motivador hacia el logro (Bandura, 1997). Sin embargo, un nivel crónicamente elevado de ansiedad y preocupación puede obstaculizar significativamente la capacidad de un estudiante para rendir al máximo de su potencial (Ramírez et al., 2016). Investigaciones recientes han identificado una correlación entre la ansiedad ante exámenes y el bajo rendimiento en estudiantes de preparatoria (Steinmayr et al., 2016).

Los elevados niveles de ansiedad en algunos estudiantes pueden ser el resultado de expectativas de logro poco realistas, ya sea autoimpuestas o derivadas de la presión parental (Wigfield et al., 2015). A menudo, la ansiedad aumenta conforme los estudiantes avanzan en su escolaridad, enfrentándose a evaluaciones más frecuentes, comparaciones sociales y posibles fracasos académicos (Wigfield et al., 2015).

Para abordar los niveles elevados de ansiedad, se han desarrollado varios programas de intervención. Algunos de estos programas utilizan técnicas de relajación, que, aunque efectivas en la reducción de la ansiedad, no necesariamente mejoran el desempeño académico. En cambio, las intervenciones enfocadas en modificar pensamientos negativos por otros más positivos y orientados a la tarea han demostrado ser más efectivas en mejorar el rendimiento académico (Watson y Tharp, 2014; Wigfield et al., 2006).

Estudiantes desinteresados o alienados

En el caso de los estudiantes desinteresados o alienados, Brophy (1998) señala que la falta de motivación constituye uno de los problemas más complejos. Estos estudiantes no valoran el logro académico como importante, lo que requiere esfuerzos sostenidos para modificar sus actitudes hacia el aprendizaje escolar (Murdock, 2009).

Conectar con estudiantes que parecen desinteresados o alienados es fundamental para fomentar un ambiente de aprendizaje inclusivo y motivador. Según Jere Brophy (1998), hay estrategias específicas que pueden ayudar a estos estudiantes a reenganchase y encontrar valor en su educación. Aquí se detallan y se amplían estas prácticas para su implementación:

1. Desarrollo de Relaciones Positivas. Crear un vínculo positivo con los estudiantes es primordial. Este proceso incluye mostrar empatía y comprensión, así como una firme determinación de apoyarlos y motivarlos a superar desafíos. Reconocer y celebrar pequeños logros puede fomentar una relación de confianza, facilitando la comunicación y el compromiso del estudiante.

2. Incrementar el Interés Intrínseco por la Escuela. Para hacer que la educación sea más atractiva para el estudiante, es esencial identificar y, si es posible, integrar sus intereses personales en el currículo o actividades de aprendizaje. Esto podría realizarse a través de proyectos temáticos, discusiones en clase que relacionen estos intereses con el material de estudio, o la creación de clubes y actividades extracurriculares centradas en sus pasiones.

3. Enseñanza de Estrategias de Aprendizaje Divertidas. Orientar a los estudiantes sobre cómo pueden hacer su trabajo académico más disfrutable es clave. Esto puede incluir técnicas de estudio creativas, uso de tecnología educativa interactiva o métodos de gamificación que transforman el aprendizaje en una experiencia más atractiva. Animar a los estudiantes a tomar responsabilidad de su aprendizaje y a encontrar orgullo en sus esfuerzos puede aumentar su compromiso.

4. Facilitación de Mentorías. La orientación por parte de mentores, ya sean profesionales de la comunidad o estudiantes de cursos superiores, puede ofrecer nuevas perspectivas y motivación. Estos mentores pueden servir como modelos a seguir, proporcionando consejos prácticos y apoyo emocional. La mentoría puede inspirar a los estudiantes a perseguir sus intereses y metas con renovado entusiasmo.

Implementar estas estrategias implica un compromiso continuo y adaptativo por parte de los educadores, ajustándose a las necesidades y circunstancias únicas de cada estudiante. Al enfocarse en construir relaciones positivas, personalizar la experiencia educativa, enseñar métodos de estudio atractivos y ofrecer oportunidades de mentoría, los educadores pueden marcar una diferencia significativa en la vida de los estudiantes desinteresados o alienados, reavivando su pasión por el aprendizaje y ayudándolos a alcanzar su máximo potencial.

En resumen, tanto la ansiedad excesiva como el desinterés académico representan barreras significativas para el logro estudiantil. Abordar estos problemas a través de intervenciones específicas que promuevan actitudes positivas hacia el aprendizaje y estrategias efectivas de manejo de la ansiedad es crucial para mejorar el rendimiento y el bienestar general de los estudiantes.

Referencias

  • Santrock, J.W. (2021) Psicología de la educación. 6th & #170; ed. adaptada a la UNED. edn. Madrid [etc.]: McGraw-Hill (McGraw-Hill Create).

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