El manejo de conductas problemáticas en el aula es un desafío constante para los educadores, independientemente de cuán cuidadosamente se haya planificado y creado un ambiente positivo. Es crucial abordar estas conductas de manera efectiva y oportuna para mantener un entorno de aprendizaje productivo.
Manejo de conductas problemáticas
Carolyn Evertson y Edward Emmer (2009, 2017), reconocidos expertos en gestión del aula, categorizan las estrategias de manejo en intervenciones menores y moderadas, adecuadas para abordar diferentes niveles de conductas problemáticas.
Intervenciones Menores. Las intervenciones menores son adecuadas para conductas que, aunque poco frecuentes, generalmente no interrumpen significativamente las actividades o el aprendizaje del grupo. Ejemplos de tales comportamientos incluyen hablar fuera de turno, moverse sin permiso, entablar conversaciones no autorizadas o comer en clase. Evertson y Emmer (2009, pp. 188-190) sugieren varias estrategias efectivas:
- Uso de Señales No Verbales: Establecer contacto visual con el estudiante y realizar un gesto discreto, como poner un dedo sobre los labios o un movimiento de cabeza, para indicar que debe detenerse.
- Mantener la Actividad en Movimiento: Evitar largas transiciones o pausas entre actividades para disminuir las oportunidades de mala conducta.
- Acercarse a los Estudiantes: La proximidad física del educador puede disuadir la conducta inapropiada.
- Reorientar la Conducta: Recordar a los estudiantes lo que deberían estar haciendo si se desvían de la tarea.
- Proporcionar la Instrucción Necesaria: A veces, las conductas problemáticas surgen de una falta de comprensión de la tarea asignada. Es esencial supervisar y ofrecer orientación cuando sea necesario.
- Indicaciones Directas y Asertivas: Pedir al estudiante que detenga la conducta inapropiada de manera asertiva y directa.
- Ofrecer una Opción: Dar al estudiante la responsabilidad de elegir entre comportarse adecuadamente o enfrentar una consecuencia negativa.
Intervenciones Moderadas. Para conductas más disruptivas, como el abuso de privilegios, interrupciones significativas, pereza o interferencia en la enseñanza o el trabajo de otros, se requieren intervenciones moderadas. Evertson y Emmer (2009, pp. 177-178) proponen las siguientes estrategias:
- Revocar Privilegios: Ante el abuso de privilegios otorgados, como la libertad de movimiento en el aula, es efectivo revocar estos privilegios.
- Aislamiento o Tiempo Fuera: Retirar al estudiante del refuerzo positivo puede ser necesario, eligiendo entre mantenerlo en el aula sin acceso al refuerzo, sacarlo del área de actividad, o enviarlo a una sala designada para tiempo fuera.
- Imposición de Sanciones: El trabajo adicional o repetitivo puede ser un castigo por mala conducta, aunque es importante considerar el impacto en la actitud del estudiante hacia la materia.
Estas estrategias, fundamentadas en la experiencia y la investigación de Evertson y Emmer, ofrecen un marco práctico para el manejo de conductas problemáticas en el aula, promoviendo un ambiente de aprendizaje donde todos los estudiantes puedan prosperar.
Aprovechar a otras personas como recursos. Involucrar a otras personas como recursos en la gestión de conductas inadecuadas puede ser una estrategia efectiva para fomentar un comportamiento más adecuado en los estudiantes. La colaboración entre compañeros, padres, directores, consejeros y mentores puede ofrecer un apoyo valioso en este sentido.
Mediación de los Compañeros. La mediación entre compañeros permite que los estudiantes intervengan en conflictos o situaciones problemáticas, fomentando un ambiente de apoyo mutuo. Esta estrategia puede ser particularmente efectiva cuando se trata de resolver disputas o cambiar conductas indeseables entre los alumnos.
Junta de Padres y Maestro. La comunicación efectiva con los padres es crucial. Informarles sobre el comportamiento de sus hijos sin culparlos puede motivar mejoras significativas en la conducta de los estudiantes. La clave es describir el problema de manera objetiva y solicitar su colaboración de manera respetuosa.
Apoyo del Director o Consejero. Cuando las estrategias de manejo de conducta no dan resultado, solicitar la intervención de la administración escolar puede ser una opción. El apoyo del director o del consejero puede incluir medidas disciplinarias formales y promover un encuentro entre los padres y la administración para abordar el problema de manera conjunta.
Encontrar un Mentor. La figura del mentor puede ser fundamental para el desarrollo positivo de los estudiantes, especialmente para aquellos provenientes de entornos desfavorecidos. Un mentor proporciona orientación y apoyo, lo que puede tener un impacto significativo en la reducción de las conductas problemáticas y en el éxito educativo y vocacional a largo plazo. La elección del mentor por parte del propio estudiante y la correspondencia en términos de grupo étnico pueden fortalecer la relación de mentoría y sus resultados positivos.
El manejo de la mala conducta en el aula es un aspecto fundamental de la labor docente, que requiere sensibilidad, consistencia y comunicación efectiva. A través de las estrategias compartidas por educadores de diferentes niveles educativos, se destacan varias aproximaciones adaptadas a la edad y necesidades de los estudiantes.
EEUU | Aplicaciones por Niveles Educativos | España | ||
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Kindergarden | En esta etapa, es crucial enseñar a los niños que toda acción tiene una consecuencia. La comunicación clara sobre por qué un comportamiento es inapropiado y cómo se espera que actúen en el futuro es fundamental. El envío de notas a los padres y el uso del tiempo fuera como último recurso son prácticas que involucran a los padres en el proceso educativo y ayudan a establecer límites claros y consistentes para los niños. | 1º 1er Ciclo (2-3) | Educación infantil | |
2º 1er Ciclo (3-4) | ||||
1º 2º Ciclo (4-5) | ||||
Kindergarden (5-6) | 2º 2º Ciclo (5-6) |
EEUU | Aplicaciones por Niveles Educativos | España | ||
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Elementary school | Grado 1 (6-7) | Establecer una comunicación proactiva y positiva con los padres desde el inicio del año escolar es clave para manejar eficazmente la mala conducta. Al crear un canal de comunicación basado en el respeto y la cooperación, los docentes pueden contar con el apoyo de los padres cuando surgen desafíos conductuales, facilitando un enfoque unificado hacia la disciplina y el comportamiento en el aula. | 1º Educación Primaria (6-7) | Educación primaria |
Grado 2 (7-8) | 2º Educación Primaria (7-8) | |||
Grado 3 (8-9) | 3º Educación Primaria (8-9) | |||
Grado 4 (9-10) | 4º Educación Primaria (9-10) | |||
Grado 5 (10-11) | 5º Educación Primaria (10-11) | |||
6º Educación Primaria (11-12) |
EEUU | Aplicaciones por Niveles Educativos | España | ||
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Middle school | Grado 6 (11-12) | La seguridad y el bienestar de todos los estudiantes son prioritarios. En casos donde la conducta de un estudiante pueda dañar a sus compañeros, es adecuado retirarlo temporalmente del grupo para prevenir escaladas y garantizar un ambiente seguro. Este enfoque también enseña al estudiante las consecuencias naturales de sus acciones y la importancia del respeto mutuo. | 1º ESO (12-13) | Educación secundaria |
Grado 7 (12-13) | 2º ESO (13-14) | |||
Grado 8 (13-14) | 3º ESO (14-15) | |||
4º ESO (15-16) |
EEUU | Aplicaciones por Niveles Educativos | España | ||
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High school | Grado 9 (14-15) | El respeto mutuo entre docentes y estudiantes es esencial para manejar la mala conducta de manera efectiva. Abordar los problemas de comportamiento de manera individual, mostrando comprensión y respeto, puede ser particularmente efectivo en la adolescencia. Este enfoque no solo ayuda a corregir la conducta sino que también fortalece la autoestima del estudiante y su relación con el docente. | Bachillerato | |
Grado 10 (15-16) | ||||
Grado 11 (16-17) | 1º Bachillerato (16-17) | |||
Grado 12 (17-18) | 2º Bachillerato (17-18) |
Estas estrategias reflejan un enfoque holístico y empático hacia la disciplina en el aula, resaltando la importancia de la comunicación, la cooperación con los padres y el respeto por la individualidad de cada estudiante. La implementación consciente y consistente de estas prácticas contribuye a crear un ambiente de aprendizaje positivo y seguro para todos.
Manejo de la agresión
El manejo de la agresión y la violencia en las escuelas es un desafío significativo que requiere una respuesta informada y proactiva por parte de los educadores. La presencia de peleas, intimidaciones y comportamientos amenazantes entre los estudiantes no solo afecta el clima escolar sino también el bienestar psicológico y físico de los implicados. Las estrategias presentadas a continuación buscan ofrecer a los docentes herramientas prácticas para abordar estas conductas de manera efectiva.
Manejo de Peleas. Para intervenir en peleas, especialmente en la educación primaria, los docentes pueden detener las confrontaciones verbalmente y, si es seguro, físicamente, siempre buscando apoyo de otros colegas o de la administración si es necesario. Es esencial separar a los implicados y dar tiempo para que se calmen antes de discutir el incidente. El objetivo es enfatizar la inadecuación de la violencia como medio de resolución de conflictos, promoviendo el diálogo y la empatía.
Bullying o Acoso Escolar. El bullying es un problema extendido que afecta a estudiantes de todas las edades, siendo los más jóvenes y vulnerables los más propensos a sufrir y perpetrar estas acciones. Para abordarlo, es crucial fomentar un ambiente escolar donde prevalezca el respeto y la inclusión. Las intervenciones deben incluir programas de prevención, apoyo a las víctimas, y estrategias para cambiar las conductas de los agresores, enfatizando la importancia de una crianza positiva y del apoyo social.
Ciberacoso. Dada la prevalencia del ciberacoso y su impacto significativo en la salud mental de los estudiantes, es imperativo educar tanto a estudiantes como a padres sobre los peligros del acoso digital. Fomentar la resiliencia digital, establecer políticas claras de uso de tecnología, y crear canales de reporte y apoyo son pasos fundamentales. La intervención temprana puede prevenir escaladas y promover un uso seguro y respetuoso de internet.
Establecer una conexión fuerte con los estudiantes es fundamental para crear un entorno de aprendizaje seguro y acogedor donde el bullying y el acoso escolar se reduzcan significativamente. Implementar prácticas efectivas requiere de un enfoque multidimensional que involucre a toda la comunidad educativa. A continuación, se detallan algunas estrategias clave para fortalecer este vínculo y combatir el bullying:
1. Enfrentar al Acosador de Manera Firme. Es crucial abordar el comportamiento del acosador de manera directa y firme, preferiblemente en privado para evitar la humillación y la defensiva. Al hacerlo en público, es importante ser objetivo y claro, describiendo el comportamiento observado y explicando por qué es inaceptable, seguido de la imposición de sanciones adecuadas. Esto transmite un mensaje claro de que el bullying no será tolerado.
2. Involucrar a Compañeros Mayores como Supervisores. Los estudiantes que gozan del respeto de sus pares pueden desempeñar un papel crucial como supervisores en áreas donde el personal docente no puede estar constantemente presente. Su intervención puede ser una poderosa herramienta disuasoria contra el bullying.
3. Vigilancia en Áreas de Alto Riesgo. Reconocer que el bullying a menudo ocurre fuera del alcance de los adultos es el primer paso para combatirlo. Implementar un sistema de vigilancia en áreas de alto riesgo y fomentar una cultura de reporte entre los estudiantes puede ayudar a identificar y abordar el bullying de manera proactiva.
4. Comunicación con las Autoridades Escolares y los Padres. Determinar la gravedad del bullying y decidir cuándo involucrar a las autoridades escolares o a los padres es crucial. Las reuniones con los padres de los acosadores, solicitando su cooperación, pueden ser una estrategia efectiva para detener el comportamiento abusivo.
5. Establecimiento de Reglas y Sanciones Claras. La colaboración entre docentes y directivos para establecer un conjunto de reglas y sanciones claras y consistentes contra el bullying es esencial. Publicar estas normativas en toda la escuela ayuda a mantener a todos informados y comprometidos con un ambiente de respeto mutuo.
6. Educación sobre el Ciberbullying. Dado el aumento del ciberbullying, es importante que tanto los docentes como los estudiantes estén bien informados sobre cómo prevenirlo y responder ante él. Recursos online y literatura especializada en el tema, como el sitio web StopCyberbullying.org y el libro «Bullying Beyond the Schoolyard» de Hinduja y Patchin, son excelentes herramientas de apoyo.
Al implementar estas estrategias, los educadores pueden crear un entorno escolar más seguro que promueva el respeto, la empatía y el bienestar de todos los estudiantes. La clave es la prevención, la intervención temprana y la educación continua sobre las consecuencias del bullying y el acoso escolar.
Rebeldía u Hostilidad hacia el Docente. La confrontación directa con estudiantes rebeldes o hostiles puede escalar el conflicto. Manejar estas situaciones con calma, manteniendo la disputa en privado y enfocándose en la desescalada, permite abordar el problema sin entrar en confrontaciones de poder. Es fundamental establecer límites claros y consecuencias coherentes, siempre desde una perspectiva de apoyo y búsqueda de soluciones.
En todos estos casos, el papel del educador no solo es disciplinario sino también educativo y de soporte. La implementación de un enfoque integral que incluya educación emocional, habilidades sociales, y la promoción de un ambiente escolar seguro y acogedor es clave. La colaboración con padres, administración escolar, y profesionales de la salud mental puede reforzar estas estrategias, creando una comunidad educativa que abogue por el bienestar y el respeto mutuo.
Referencias
- Santrock, J.W. (2021) Psicología de la educación. 6th & #170; ed. adaptada a la UNED. edn. Madrid [etc.]: McGraw-Hill (McGraw-Hill Create).