En 1971 apareció en Science el paradigmático trabajo de Peter Eimas y su equipo de la Universidad de Brown, en el que se demostraba que la percepción categórica de algunos fonemas era innata en el ser humano y se manifestaba desde los primeros meses de vida. El descubrimiento de que los recién nacidos perciben los sonidos del habla de forma categórica, como lo hacen los adultos, supuso un fuerte apoyo a la tesis de los «especialistas», que abogan por un mecanismo perceptivo específico para el lenguaje, frente a los «generalistas», defensores del mecanismo general de la percepción auditiva. Sin embargo, la evidencia empírica se ha ido repartiendo a favor de ambas posiciones teóricas y la euforia de los especialistas no duro mucho.
En 1975 Patricia Kuhl y James Miller demostraron que la percepción categórica también ocurre en sujetos tan poco sospechosos de tener lenguaje humano como las chinchillas. Estos autores pusieron a prueba cómo percibían estos animalitos sílabas formadas por una oclusiva dental (/t/ o /d/) y la vocal /a/. El experimento consistió en dos fases:
• Fase de entrenamiento. Las chinchillas fueron divididas en dos grupos y se utilizaron sólo los dos estímulos extremos de la serie.
• Fase de prueba. Ahora los animales eran enfrentados a toda la serie completa de estímulos. Los dos estímulos extremos fueron castigados o recompensados como antes, pero los intermedios fueron siempre recompensados.
Este diseño mimetizaba bien los experimentos típicos de identificación con seres humanos, en los que habría dos respuestas posibles (sonidos /t/ y /d/) y los estímulos presentarían toda la gama de posibilidades intermedias. También la chinchilla tenía dos respuestas para acoger: cruzar la barrera o permanecer en el mismo lado. Lo sorprendente del experimento fue que las respuestas de las chinchillas fueron muy semejantes a las humanas ante los mismos estímulos.
En 1989 y con los mismos estímulos, Dooling, Okanoya y Brown obtuvieron resultados parecidos en periquitos. Con otros estímulos lingüísticos se han hallado asimismo paralelismos entre las respuestas humanas y las de otros animales como codornices japonesas o monos macacos. Se asestaba así un duro golpe a la percepción categórica como manifestación o prueba de un mecanismo especial humano. Los resultados procedentes de los animales no humanos no invalidan per se la posible existencia de un mecanismo especial en las personas, pero restan peso al argumento que había sido su buque insignia: la percepción categórica.
Referencias
- Cuetos Vega, González Álvarez, Vega, and Vega, Manuel De. Psicología Del Lenguaje. 2ª Edición. ed. Madrid: Editorial Médica Panamericana, 2020.