La intervención psicosocial reúne una importante cantidad de trabajos difíciles de unificar en unas características concretas debido a las diferencias en perspectiva y estrategias, pero tienen un objetivo común: abordar las necesidades y mejoras sociales con el objetivo de aumentar la calidad de vida.
Según distintos autores, es posible variar el número de fases y, por tanto, los aspectos que debe incluir cada una de ellas (Barriga et al., 1987; Lodzinski, 2003; Lodzinski, Motomura y Schneider, 2005; Maya, 2007; Rodríguez-Marín, Cañadas, García del Castillo y Mira, 2007; Blanco y Rodríguez, 2007). Pueden considerarse imprescindibles 5 fases para desarrollar una intervención psicosocial básica:
- Identificación, descripción y evaluación de la necesidad, carencia y problemas.
- Diseño del programa de investigación.
- Realización de la intervención.
- Procesamiento de la información y obtención de los resultados.
- Evaluación, seguimiento y presentación de la información.
En general, los aspectos que fallan en la calidad de vida, bienestar y satisfacción y demás actitudes con que la persona se aproxima a la salud se convierten en necesidades sociales cuando hay un estado de carencia que lo representa y lo define por acuerdo de un grupo específico de personas. De hecho, la propia calidad de vida y el bienestar se han considerado necesidades sociales que se convertirían en problemas sociales si no se satisfacen (Blanco y Varela, 2007).
La intervención psicosocial debe partir de una evaluación de necesidades previa y una evaluación de la calidad de vida final. Las mejoras incorporadas mostrarán el éxito del programa. De acuerdo con Blanco y Varela (2007), un programa de intervención psicosocial puede incluir tres grandes momentos de valoración que, en este caso y de acuerdo con lo expresado hasta el momento implica los procesos de:
- Valoración o evaluación inicial (necesidades).
- Valoración o evaluación del proceso (programa).
- Valoración o evaluación de resultados (logros del programa).
El primer paso de un programa de intervención debe ser seleccionar la población diana a la cual va a dirigirse.
Identificación, descripción y evaluación de la necesidad, carencia o problema
Para desarrollar esta fase, es necesario:
- Definir la necesidad de forma descriptiva, teórico-conceptual y operativa, en la cual se exprese claramente lo qué está ocurriendo, desde qué perspectiva teórica se explica y la forma de valorarla. Rodríguez-Marín et al. (2007) puntualizan que los indicadores deben permitir una respuesta a la necesidad intervenida y la determinación de las consecuencias del programa puesto en marcha, si se debe interrumpir en un momento determinado o no, si se debe modificar y con qué tipo de objetivos o metas se corresponde.
- Determinar el ámbito de intervención. Se define, fundamentalmente, por el contexto de la intervención. Alude a las áreas que se han desarrollado por la aplicación de la psicología social (p. ej., la psicología jurídica o la psicología política).
- Identificar el objeto o los actores sociales. Se refiere a las personas que recibirán la intervención, a los cuales afectarán sus resultados. Son las personas afectadas por la necesidad o los que, por diferentes razones, están interesados en ella.
- Tomar la primera medida de la necesidad sobre la cual se va a intervenir para obtener la valoración inicial. Esta evaluación de necesidades tiene como objetivo recoger la mayor cantidad de información para determinar la existencia de la necesidad mediante métodos formales o directamente de los afectados. En cuanto al método, se trata de elegir, entre los métodos cualitativos (observación o entrevistas de grupo) y los cuantitativos (cuestionarios, recuento o medidas directas), los más apropiados para valorar las necesidades del programa. Es habitual comenzar con métodos cualitativos para obtener el máximo de información de forma directa de los afectados y, posteriormente, construir los instrumentos que permitan una medida cuantitativa más objetiva.
- Considerar el contexto en que se está realizando la evaluación de necesidades y en el cual se va a intervenir con el fin de realizar una actuación culturalmente apropiada en relación con los valores, las costumbres, las expectativas y las estrategias dominantes en las personas, grupo o comunidad a los cuales se dirige la intervención, así como valorar los recursos de que se dispone en la comunidad u otros grupos o entidades interesadas en la intervención.
- Adaptar la intervención a cada fase del proceso. De esta manera, la intervención será específica de cada etapa (Dijkstra y Rothman, 2008).
Diseño del programa de intervención
Una vez que se ha llevado a cabo todo el trabajo de identificación, descripción y evaluación de las necesidades sobre las cuales hay que intervenir, puede iniciarse el diseño del programa de intervención. Las cuestiones fundamentales a las cuales hay que responder son: ¿Cuáles son los objetivos?, ¿Qué
estrategias se van a emplear para conseguirlo? y ¿Cómo se van a valorar los resultados? Las tareas para responder esas preguntas se agrupan e 3 grandes grupos:
- Especificar los objetivos del programa, su contenido y las actividades o estrategias que hay que emplear para lograrlos.
- Los objetivos aluden a lo que se quiere conseguir con la aplicación del programa. Algunos autores diferencian entre objetivos y fines; el primer término posee un carácter más concreto y se lo asocia con el resultado de la aplicación de una estrategia concreta mientras que los fines serían los resultados últimos de la intervención (Schneider et al., 2005).
- El contenido del programa de intervención se refiere al objeto de manipulación que se va a llevar a cabo o tratamiento.
- Planificar la infraestructura, los gastos, las formas de acceso a la población a la cual se dirige la intervención, la formación del personal de intervención y repartir las tareas que hay que realizar en función de la experiencia y formación de cada una de las personas que componen el equipo de intervención. La valoración, formación y asignación de los miembros del equipo requieren un amplio conocimiento de sus habilidades y, en muchos casos, la formación en técnicas concretas, como la entrevista de grupo o el entrenamiento en habilidades sociales.
- Definir los criterios e indicadores que permitan, una vez que se ha ejecutado el programa, valorar los resultados. Serán los elementos fundamentales para que en la fase siguiente puedan evaluarse los resultados del programa.
Realización de la intervención
En general, no se hacen muchas consideraciones respecto a la ejecución del programa. Obviamente, en esta fase se aplican las tareas y estrategias a la población objeto de intervención, que será más o menos fácil en relación con el diseño y lo trabajado, definido y cuidado que se haya llevado a cabo. Destacan dos aspectos:
- Permitir cierta flexibilidad en relación con la estructura y los compromisos del programa, que permita variar y manejar imprevistos que requieran una respuesta rápida o un cambio en el curso de la intervención (Rodríguez- Marín et al., 2007).
- Desarrollar el programa de tal manera que permita evaluar la eficacia de la intervención en cualquier momento (Lodzinski et al., 2005).
Procesamiento de la información y obtención de resultados
Esta fase requiere un trabajo delicado para obtener la información real de lo que ha ocurrido a lo largo de la intervención. El procesamiento de los datos y la obtención de resultados requiere algunas consideraciones que deben seguirse (Rodríguez-Marín et al., 2007):
- Establecer la correspondencia entre las medidas de las variables y constructos con los objetivos de la intervención y su fin último o resultado. Sin olvidar las diferencias entre objetivos y fines,
- Ajustar las medidas al diseño del programa de manera que quede claro si las variables que se están registrando son independientes, dependientes o de control.
- Elegir la información que se desea obtener en función del esquema teórico-conceptual sobre el cual se ha desarrollado el programa.
- Obtener datos de fiabilidad y validez de los instrumentos que hayan podido construirse nuevos para la intervención.
- Encargarse de que la realización de las pruebas y estrategias sea lo más adecuada, sencilla y viable para la población en la cual se van a aplicar.
- Diseñar el sistema de desarrollo que garantice la confidencialidad de los participantes.
Evaluación, seguimiento y presentación de la información
Es importante llevar a cabo una evaluación previa a la intervención, otra segunda evaluación del proceso
de intervención y, por último, la evaluación de los resultados. Estas evaluaciones deberán llevarse a cabo según se hayan planificado en el diseño del programa. Requieren un proceso en que se tendrá en cuenta, desde los objetivos de la evaluación, sobre qué población, los métodos e instrumentos de evaluación, la información de qué se dispone y los análisis de la información; en definitiva, todo lo que se ha llevado a cabo y en los tres momentos del proceso.
El seguimiento del programa implica examinar la medida en que, una vez que se ha finalizado la intervención y se han evaluado sus resultados, su efecto se mantiene en el tiempo. Como en el caso de la evaluación, debe planificarse en el diseño del programa su contenido, las personas que se van a encargar de llevarlo a cabo y el momento en que es pertinente.
La intervención psicosocial debe terminar plasmada en un informe en que debe hacerse constar todo el proceso realizado y sus resultados. No es necesario terminar la intervención para elaborarlo. Por el contrario, puede redactarse un informe de cada fase y este puede ser determinante para la continuidad de la intervención. Como señalan Rodríguez-Marín et al. (2007), independientemente del momento al cual se refiera, la calidad del informe escrito y de la presentación oral es un elemento de evaluación positiva o negativa sobre los diseñadores, ejecutores y evaluadores del programa. Siguiendo a estos mismos autores, se repasan los aspectos que debe incluir un informe:
- Título del proyecto.
- Resumen.
- Descripción del problema,
- Objetivos
- Fundamentos.
- Método.
- Procedimiento y estrategias.
- Acciones propuestas.
- Equipo de trabajo y de apoyo.
- Cronograma.
- Presupuestos previos
- Fuentes de financiación.
- Agradecimientos.
Diseñar y llevar a cabo un programa de intervención psicosocial es una tarea de gran envergadura y gran responsabilidad social y científica para el psicólogo social.
REFERENCIAS
- Arias Orduña, A. (2016). Psicología social aplicada (1a ed., reimp. ed.). Madrid: Editorial Médica Panamericana.