Ferster (1973); Lewinshon (1974). Los fundamentos conceptuales de la activación conductual se remontan a los modelos conductuales de depresión originales que describían el mecanismo causal de la depresión en términos de una disminución o eliminación del reforzamiento contingente de las conductas no depresivas. |
Martell, Addis y Jacobson (2001). Activación Conductual (AC). |
Lejuez, Hopko y Hopko (2001). Tratamiento Breve de Activación Conductual (TBAC). |
La activación conductual es considerada una terapia de tercera generación que se organiza en torno a un proceso estructurado de incremento de conductas abiertas dirigido a poner en contacto al individuo con unas contingencias ambientales reforzantes, de tal forma que, paralelamente, se vaya produciendo una mejoría en cuanto a pensamientos, estado de ánimo y calidad de vida. Esta terapia surgió en el contexto del tratamiento conductual de la depresión y es en esta área dónde se ha desarrollado y ha conseguido mejores resultados terapéuticos. La terapia de activación conductual hunde sus raíces en los planteamientos conductistas propios de la primera generación de TC de donde toma no solo elementos teóricos, sino también algunos de los que son procedimientos clave de intervención. Así, desde una perspectiva analítico-funcional se establecería que la depresión sería el resultado de la combinación de un reforzamiento de la conducta depresiva y de un déficit de reforzamiento (incluso castigo) de otras alternativas conductuales más adaptativas y saludables.
Las dos intervenciones de activación conductual más reconocidas son la (AC) y el (TBAC). Aunque estos protocolos difieren en algunos aspectos, ambos se basan en los modelos conductuales clásicos de la depresión e incluyen, en mayor o menor medida, procedimientos cognitivo conductuales convencionales dirigidos al incremento de actividades reforzadas positivamente. Entre las estrategias cognitivo conductuales utilizadas se encuentran el incremento de actividades placenteras o situaciones reforzantes, técnicas de relajación, entrenamiento en solución de problemas, disminución de la evitación conductual, auto-instrucciones, etc.
Se trata de poner en marcha un cambio comportamental a partir de la emisión de conductas potencialmente reforzantes, y con una alta probabilidad de ser reforzadas por el contexto, que vayan dirigidas a la consecución de objetivos valiosos en la vida de esa persona. La adecuación del cambio conductual introducido vendrá dado por la evaluación de la frecuencia y duración de los cambios introducidos que deberían hacerse mayores con el tiempo y conducir a una disminución de la sintomatología depresiva.
La activación conductual persigue lograr la adopción de una filosofía de vida basada en la aceptación del malestar y la realidad que facilite una experiencia vital plena y valiosa. En coherencia con las bases conceptuales de la tercera generación, la terapia de activación conductual es sensible al contexto y a las funciones de los eventos psicológicos en el contexto. El carácter contextual de este modelo de depresión establece la depresión no como algo que la persona tiene (un trastorno), sino como una situación (negativa) y considera que en a esas circunstancias, la evitación contribuye a perpetuar el problema depresivo. La terapia de activación conductual es un tratamiento limitado en el tiempo, en torno a 10 o 12 sesiones y 6 módulos de intervención sistematizados cuyos contenidos pueden variar en función de las habilidades del cliente concreto.
Evidencia empírica de la terapia de activación conductual
Barth, Munder, Gerger, Nüesch, Trelle et al. (2013); Cuijpers et al. (2008 y 2011); Mazzuc-chelli et al. (2009); Shinohara, Honyashiki, lmai, Hunot, Caldwell, Davies et al. (2013). Es posible afirmar que la evidencia es clara en cuanto a que la terapia de activación conductual se muestra superior a diversas condiciones de control en el tratamiento de la depresión, utilizando distintas medidas de resultado, no obstante, su superioridad frente a la TCC o la Terapia Cognitiva no ha podido ser identificada en la revisión de los ensayos controlados aleatorizados publicados. |
Tolin et al. (2015). La rigurosidad metodológica de muchos de los ensayos clínicos que avalan la eficacia el la activación conductual es cuestionable y sus credenciales empíricas a día de hoy se encuentran pendientes de revisión. |
La terapia de activación conductual ha sido utilizada para el tratamiento de los trastornos y síntomas depresivos. En la actualidad es considerado un tratamiento eficaz para la depresión, con mantenimiento de las ganancias terapéuticas a lo largo de 2 años de seguimiento según algunos ensayos aleatorizados. Destacan la eficacia de la activación conductual, la sencillez de aplicación y su eficiencia temporal. Esta terapia es especialmente adecuada para diversos tipos de pacientes depresivos, incluyendo aquellos con diagnóstico de depresión mayor, e
indicada en dispositivos de atención primaria en los que se requieren acercamientos terapéuticos rápidos y sencillos en su aplicación.
Referencias
- Díaz García, et al. Manual De Técnicas y Terapias Cognitivo Conductuales. Desclée De Brouwer : Universidad Nacional De Educación a Distancia, 2017.