En el trastorno de pánico, el punto de ajuste para los receptores benzodiacepínicos se encuentra desplazado hacia la izquierda del espectro. El agonista trabajaría como agonista parcial, pero ¿qué pasa con el agonista inverso, ¿no funciona? o ¿el efecto sería igual al agonista parcial inverso que actúa como agonista inverso?
En realidad, los datos de los que se disponen en la actualidad confirman que el flumazenil -un antagonista propiamente dicho- suele provocar en los pacientes con trastorno de pánico efectos adversos, todo lo contrario a los efectos neutros que el fármaco produce en sujetos control sin dicho trastorno. Lo que sí se sabe es que los pacientes con pánico necesitan agentes exógenos benzodiacepínicos para paliar los síntomas negativos. No existen datos conocidos de estudios en los que -de manera preclínica- se hayan testado los efectos de un agonista inverso, ya que la ética profesional no aconseja ni permite su utilización. Hipotéticamente, y de forma experimental, el agonista inverso completo no es que deje de funcionar en el caso hipotético de ser administrado, sino que -digamos- que desarrolla los efectos propios del agonista inverso parcial (y éste los del antagonista) al estar la sensibilidad alterada, disminuída, lo cual supone que si se administrara un agonista inverso completo lo más probable es que se sigan produciendo ataques de pánico y -obviamente- no efecto ansiolítico. De cualquier modo, la alteración de la sensibilidad en el receptor hacia el espectro agonista quizá sea un mecanismo compensatorio desarrollado precisamente para aliviar el probable incremento de los agonistas inversos benzodiacepínicos que se produce de modo natural en esos pacientes; es decir, para aliviar en cierto modo el disparo descontrolado y continuo de la ansiedad endógena propio del síndrome. Aunque esto no está comprobado fehacientemente.
¿En el trastorno de pánico cuál es la distinción entre situacional y espontáneo, o esperados e inesperados? ¿Es lo mismo que para el ataque de pánico?
La distinción se refiere a que para considerar a un paciente con trastorno de pánico es que debe desarrollar varios o todos los síntomas pero de forma inesperada; es decir, sin que lo determine o desencadene un estímulo o un contexto asociado (aparece sin más sin motivo o causa aparente, espontáneamente). Pero el ataque de pánico es coyuntural o situacional; y tenerlo no significa tener trastorno de pánico, sino que se asocia siempre con un estímulo o contexto estimular que lo desencadena. Es por ello que esas reacciones de pánico son esperadas o esperables en situaciones similares. Y el factor discriminante es precisamente el tipo de ataque de pánico.
Me hago un lío con la hipersensibilidad y hiposensibilidad a antagonistas y agonistas alfa 2 en pacientes con trastorno de pánico.
Los pacientes con trastorno de pánico son hipersensibles a los antagonistas alfa2 e hiposensibles a los agonistas alfa2. Por eso, un antagonista alfa2 ocupando/bloqueando el receptor alfa2 (encargado del freno de liberación) genera un ataque de pánico muy fácilmente en estos pacientes al impedirse el freno natural de liberación de norepinefrina (NE).
Por el contrario, estos sujetos, al tener un sistema noradrenérgico hiperactivo, la estimulación con un agonista que imite fisiológicamente a la NE (cortando la liberación ulterior de mayor cantidad de NE) tendrá que ser muy potente, precisamente por tener receptores alfa2 muy poco sensibles a agonistas alfa2. Ello quiere decir que estar «embotado» o «saturado» por la propia ocupación de las moléculas del transmisor NE, hace prácticamente ineficaz la función de dichos agonistas adrenérgicos, por estar hiposensibilizados sus receptores y no poder responder adecuadamente al freno de la liberación.