CEREBRO Y DESARROLLO COGNITIVO

Desarrollo neurológico y períodos sensibles

Crecimiento postnatal
del cerebro humano
La masa cerebral se cuadruplica entre el nacimiento y la edad adulta.
Este crecimiento no está basado, en general, en un crecimiento en el número de neuronas, sino en:
Un notabilísimo aumento del número y complejidad de las dendritas.
Un firme incremento de la densidad de las conexiones sinápticas en diversas regiones del córtex cerebral.
Un incremento en el proceso de mielinización lo que permite una mejora en la velocidad de transmisión de información entre las neuronas.
Pérdida o «poda» de
conexiones sinápticas
Existe un proceso de pérdida selectiva en el desarrollo cerebral que se muestra, principalmente, en la densidad sináptica.
Este patrón de aumento inicial y posterior disminución o «poda» de la densidad sináptica, aparece a diferentes edades según las diversas regiones corticales.
La sobreproducción inicial de conexiones sinápticas y su posterior «poda» parece estar relacionada con la especial plasticidad del cerebro infantil.
La poda de las conexiones sinápticas parece responder al principio establecido por el neurofisiólogo canadiense Donald Hebb por el que las conexiones sinápticas más activas se fortalecen, mientras que las menos activas se debilitan y eventualmente desaparecen.
Plasticidad cerebralExiste una creciente evidencia a favor de la idea de que la plasticidad es una propiedad fundamental del desarrollo del córtex.
El proceso de diferenciación y especialización de las diferentes áreas del córtex está fuertemente influenciado por la propia actividad neuronal, además de por factores intrínsecos relacionados con el «encendido» automático.
Diferentes zonas corticales pueden servir de base a diversas representaciones, dependiendo de la entrada que reciban; no parecen existir, por tanto, áreas funcionales totalmente predeterminadas
Algunas características del desarrollo cerebral humano
(realizado a partir de Johnson, 1998, y Gopnik, Meltzoff y Kuhl, 1999)

La noción de período crítico enfatiza la importancia que la maduración biológica tiene en el desarrollo al resaltar la necesidad de que determinadas experiencias ocurran en un momento temporal determinado. No obstante, es preferible hablar de períodos sensibles, no críticos, en los que el cerebro resulta especialmente susceptible a las influencias ambientales y experiencias del individuo.

Ejemplos relevantes:

  • 1935. Konrad Lorenz. Descubrió que las crías de determinadas aves, como los patos, inmediatamente después de su salida del huevo, muestran una fuerte tendencia a seguir al primer objeto que se mueve (troquelado). El período durante el cual es posible establecer el troquelado en las crías de las aves es bastante reducido, ya que la maduración del cerebro hace que varios días después de su nacimiento, los patitos eviten los objetos desconocidos y sean incapaces de vincularse a ellos.
  • 1965. Hubel y Wiesel. Descubrimiento sobre el desarrollo temprano del sistema visual de los gatos. Comprobaron que si uno de los ojos de un gatito recién nacido es tapado durante un determinado período de tiempo, cuando el córtex visual está sufriendo determinados cambios, el animal quedará inevitablemente ciego de ese ojo. No obstante, parte de las funciones pueden ser parcialmente recuperadas por la experiencia posterior.

¿Existen también períodos sensibles en los seres humanos? En ningún caso se pueda hablar de períodos críticos en el desarrollo humano, aunque sí parece claro que determinados aprendizajes pueden ser realizados de forma mucho más sencilla y directa en determinados períodos sensibles. Existen determinadas habilidades, entre la que podemos destacar el reconocimiento de caras o las habilidades de reconocimiento de sonidos que subyacen al desarrollo fonológico, que se verán facilitadas si se tiene la experiencia adecuada antes de que se produzca la «poda» de las conexiones neuronales. Parece claro que la adquisición y desarrollo del lenguaje está sujeto a la existencia de períodos sensibles tanto en la adquisición de los fonemas propios de una lengua determinada, como en lo que se refiere a la adquisición de la gramática, aunque no así en el caso del léxico. Los niños son capaces de aprender rápidamente una segunda lengua convirtiéndose en «maestros» de sus padres, especialmente con respecto a las habilidades fonéticas y gramaticales; a partir de la pubertad, las dificultades del aprendizaje de lenguas extranjeras se incrementan notablemente en la mayoría de los sujetos.

Bases neuronales del desarrollo de la memoria

La evidencia neurocientífica confirma que podemos hablar de dos sistemas básicos de memoria: la memoria explícita o declarativa, y la memoria implícita, no declarativa o memoria procedimental. La distinción entre procesos cognitivos explícitos e implícitos es una distinción de gran calado en la psicología cognitiva actual ya que afecta no sólo a la memoria y el aprendizaje, sino también a los procesos de alto nivel como el pensamiento y el razonamiento (Evans, 2008, Reber, 1993).

El desarrollo de la memoria explícita en bebés comienza en la segunda mitad del primer año de vida como muestran los estudios de imitación diferida, en los que el bebé es capaz de reproducir un modelo, por ejemplo un adulto sacando y moviendo la lengua, cuando el modelo ha desaparecido. Esta memoria explícita depende de áreas neo-corticales específicas, así como de otras áreas de la corteza que rodean el hipocampo y el propio hipocampo (Nelson, Thomas y de Haan, 2006). El gradual desarrollo de la memoria explícita durante la infancia, que tanta importancia adquirirá en los años escolares con las exigencias del aprendizaje y memoria semántica, va unido al desarrollo del hipocampo, las zonas corticales que le rodean, y otras zonas del córtex prefrontal, así como el progresivo establecimiento de conexiones entre estas áreas.

Las bases cerebrales de la memoria implícita, también llamada no semántica o procedimental son diferentes de las de la memoria explícita. Poco después del nacimiento los bebés son capaces ya de aprendizaje y memoria condicionadas; es decir, son capaces de adquirir y recordar respuestas condicionadas tanto de tipo clásico, como conductas condicionadas de tipo operante. Así, en su primer mes de vida los bebés son ya capaces de aprender y recordar una respuesta condicionada a partir del reflejo palpebral. Parece claro que la base neural del aprendizaje y memoria condicional de este tipo está no ya en el cerebro, sino el cerebelo. La adquisición de las primeras conductas condicionadas de tipo operante, como conseguir un movimiento atractivo de un juguete o un sonido agradable de un sonajero mediante un movimiento de las manos o los pies, aparecen ya a partir de los tres meses, y dependen de los ganglios basales del cerebro. La adquisición de estas conductas no semánticas, procedimentales, que incluyen también el andar en bici o el escribir a máquina, continúa durante la infancia y dependen de zonas cerebrales diferentes de las que subyacen a la memoria semántica o explícita, como los ganglios basales y las cortezas frontal y motora.

REFERENCIAS

  • García Madruga, Delval, & Delval, Juan. (2019). Psicologia del desarrollo I (2ª ed. rev. ed., Grado (UNED); 6201201). Madrid: Universidad Nacional de Educación a Distancia.
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