Clasificación y diagnóstico de los trastornos del control de los impulsos y de la conducta

Introducción

Félix (2007). La comprensión de la psicopatología basada únicamente en categorías, tal como lo representan el DSM-5 (APA, 2014) o la CIE-11 (OMS, 2018), limita nuestra comprensión del desarrollo de los trastornos al enfoque en los factores que los desencadenan o mantienen. Esto puede conducir a confusiones entre la clasificación y el diagnóstico de un trastorno, especialmente debido a la alta comorbilidad entre las categorías psicopatológicas.

En las últimas décadas ha habido un aumento en el interés por los trastornos relacionados con el control de los impulsos. Este aumento de interés está marcado por la preocupación en el aumento del diagnóstico en los trastornos relacionados con la infancia y la adolescencia, siendo el Trastorno de la conducta disruptiva uno de los motivos más frecuentes de asistencia psicológica (Peña y Palacios, 2011). Aunque estos trastornos no son exclusivos de niños y adolescentes, es cierto que el mal comportamiento, las travesuras, la rebeldía, pelearse con la autoridad o la falta de control sobre sus impulsos son más comunes entre ellos. Sin embargo, estos comportamientos no deberían ser preocupantes ya que son previsibles evolutivamente. Cuando el fracaso sobre el control del comportamiento persiste, se puede manifestar en conductas observables desajustadas a lo esperable para su edad y contexto, como peleas, robos, expresiones de ira. Estas manifestaciones podrían dividirse en dos grandes dimensiones: internalizantes y externalizantes (Achenbach y Edelbrock, 1981; Wright et al., 2013). Aunque la segunda es la más común en los trastornos que nos ocupan, veremos cómo la primera también jugará un papel importante, y por tanto confirmará la relevancia de integrar ambas dimensiones para una mejor comprensión de estos trastornos.

En el DSM-5, se citan, entre otros, el trastorno negativista desafiante (observaremos la importancia de patrones como el enfado, la irritabilidad y el desafío sobre todo a las figuras de autoridad), el trastorno explosivo intermitente (con patrones como los arrebatos recurrentes en el comportamiento en forma de ira o gritos), el trastorno de conducta (siendo un patrón importante la falta de respeto a los derechos básicos de los demás, las normas o reglas sociales propias de su edad), la piromanía (destacando el patrón de excitación previa al acto incendiario y de liberación tras el mismo), la cleptomanía (caracterizado por el impulso a robar algo que en principio no es una necesidad) y otros trastornos disruptivos, del control de impulsos y de la conducta especificados y no especificados.

Por ejemplo, un déficit en el control de los impulsos puede manifestarse tanto en el impulso de comer grandes cantidades de alimentos (propio de la bulimia nerviosa) como en el impulso de robar algo que no se necesita (cleptomanía), consumir sustancias adictivas (toxicomanías), sentir placer por invadir la intimidad de alguien sin su permiso (exhibicionismo) o sentir placer por desafiar las normas sociales (conducta antisocial). La impulsividad o falta de control es relevante, pero no es el único elemento a tener en cuenta. También es importante considerar otros patrones conductuales y emocionales que se relacionan con comportamientos socialmente desajustados que pueden poner en riesgo la vida propia o la de otros en los casos más graves.

Por lo tanto, una visión más dimensional o integrativa enriquecería la descripción de los elementos subyacentes a las diferentes categorías, dedicando más espacio a la comprensión de la suma de factores que rodean a una categoría específica. Desde una perspectiva transdiagnóstica, podemos observar que existen procesos comunes a los diferentes trastornos. Según Belloch (2012), el enfoque transdiagnóstico nos proporciona información sobre los procesos básicos en la etiopatogenia o posibles causas y mantenimiento de los trastornos psicológicos. En este capítulo, haremos referencia a algunas de las dimensiones transdiagnósticas que se han estudiado en relación con los problemas de conducta.

Por último, también es importante considerar un enfoque bio-psico-social que tenga en cuenta los aspectos aportados por la neurobiología, el temperamento, la personalidad, la familia e incluso el marco social. Además, abordaremos las principales aportaciones de aquellos tratamientos que, basados en la evidencia, han demostrado su eficacia. En resumen, una visión complementaria entre la psicopatología categorial y dimensional, junto con un enfoque bio-psico-social, puede enriquecer nuestra comprensión de los trastornos psicológicos.

Clasificación y diagnóstico

En psicopatología existen dos enfoques principales al tratar trastornos: la categorial y la dimensional. Aunque cada vez es más común ver modelos integrativos que combinan ambos enfoques. La línea categorial, que es la más clásica y con mayor impacto histórico, está representada por dos sistemas clasificatorios principales: la CIE-11 y el DSM-5. Ambos sistemas abordan los trastornos mentales de manera diferente, por lo que es importante comprender cómo se clasifican en cada uno de ellos y cómo se entienden en cada sistema.

DSM-5CIE-11CIE-11
Trastornos del control de los impulsos, disruptivos y de la conducta.Trastornos del control de los impulsosTrastornos de comportamiento disruptivo y disocial
✅Trastorno negativista desafiante.
✅Trastorno explosivo intermitente.
✅Trastorno de conducta.
✅Trastorno de la personalidad antisocial.
✅Piromanía.
✅Cleptomanía.
✅Trastorno explosivo intermitente.
✅Piromanía.
✅Cleptomanía.
✅Trastorno oposicionista desafiante.
✅Trastorno de conducto disocial.
Diferencias en la clasificación entre el DSM-5 y la CIE-11.

Manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM)

La actualización del DSM-IV-TR al DSM-5 implicó cambios en la organización de los capítulos que abordan los trastornos mentales. Algunos capítulos desaparecieron y otros se fusionaron, lo que permitió incluir una mayor variedad de trastornos en una misma categoría. En el DSM-5, se integraron los capítulos de trastornos del control de impulsos y de trastornos de la infancia y adolescencia en una nueva categoría denominada «Trastornos del control de los impulsos, disruptivos y de la conducta».

Según el DSM-5 (APA 2014), estos trastornos se caracterizan por la dificultad en el autocontrol emocional y conductual. Aunque la falta de autocontrol puede aparecer en otros trastornos, como la bulimia nerviosa, el consumo de sustancias tóxicas o el trastorno por déficit de atención/hiperactividad, lo distintivo de esta categoría es que las conductas suelen violar los derechos fundamentales de los demás, causar explosiones de ira y generar conflictos con figuras de autoridad, así como incumplir las normas establecidas por la sociedad.

Clasificación internacional de las enfermedades (CIE)

A diferencia del DSM-5, que agrupa todos los trastornos en un solo capítulo, la CIE-11 utiliza dos secciones distintas debido a las características propias de cada categoría. Por un lado, se encuentran los trastornos del control de los impulsos, donde se incluyen la piromanía, la cleptomanía y el trastorno explosivo intermitente. Por otro lado, están los trastornos de comportamiento disruptivo y disocial, que incluyen el trastorno oposicionista desafiante y el trastorno de comportamiento disocial.

La OMS (2018) define los trastornos del control de los impulsos como aquellos en los que una persona no puede resistir la tentación de realizar un acto gratificante en el corto plazo, a pesar de las consecuencias negativas a largo plazo para sí misma o para los demás. Esto conlleva un marcado malestar y un deterioro significativo en diversos ámbitos de la vida. En este apartado se incluye el trastorno por comportamiento sexual compulsivo, que no se contempla en el DSM-5.

Por otro lado, están los trastornos de comportamiento disruptivo y disocial, que se caracterizan por comportamientos persistentes que van desde la desobediencia hasta la violación de normas y leyes. En la CIE-11, el trastorno de personalidad antisocial se incluye en la sección de «Trastornos de la personalidad y rasgos relacionados».

Referencias

  • Belloch, Sandín, Ramos Campos, and Sandín, Bonifacio. Manual De Psicopatología. 3ª edición. Madrid [etc.]: McGraw-Hill Interamericana De España, 2020. Print.
  • ChatGPT

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