Necesidades y problemas sociales

En las sociedades, grupos y colectivos existen importantes carencias y problemas, en los cuales el funcionamiento se aleja de los estándares saludables o deseables. La perspectiva psicosocial pone el foco de atención en los problemas sociales, no en los personales. Problemas como la discriminación, la exclusión o la violencia y también problemas que, aunque sean predominantemente médicos, tienen un
marcado componente social, como ocurre con el Covid, la obesidad o la hipertensión. Los problemas sociales, y los problemas individuales, tienen en común que, en su origen, se encuentran condiciones sociales desadaptativas y comportamientos disfuncionales de origen social.

Díaz, Blanco y Durán (2011) y otros autores consideran que la necesidad social es el precursor de los problemas sociales, sea porque la persistencia en el tiempo de una necesidad produce desajustes y comportamientos desadaptativos o porque las acciones dirigidas a su satisfacción no dan los frutos esperados. Existen dos requisitos para que una situación se reconozca como una necesidad social:

  1. Ser definida como tal por conjuntos claramente definidos de ciudadanos.
  2. Ser legitimada por la sociedad.

La legitimación se adquiere cuando la sociedad asume la responsabilidad de su solución, bien sea porque se desarrolla una conciencia cívica de la necesidad y con ello, vías informales de acción colectiva, bien sea cuando se establecen canales formales para su solución (servicios públicos y procedimientos formales). Este es el contexto en que surgen los servidos sociales y, en general, las políticas sociales cuyo objetivo es dar solución a necesidades sociales concretas.

Sullivan, Thompson, Wright, Gross y Spady (1980) consideran que un problema social se genera cuando un grupo de influencia conoce la existencia de una situación social que afecta sus valores y que percibe que puede solucionarse si se interviene de forma colectiva. Además, consideran que un problema social existe cuando se presentan las siguientes cuatro condiciones:

  1. Amplio consenso en considerar que dicha condición se trata de un problema social.
  2. Se puede identificar a los grupos sociales que definen la existencia del problema.
  3. Se pueden diferenciar los valores del grupo que orientan la definición del problema en comparación con los valores de otros grupos.
  4. Se diferencia de los problemas personales.

Ambos conceptos tienen en común el componente social. En concreto: se provocan socialmente, las primeras porque la mayoría de las necesidades están creadas socialmente (son prescindibles para la supervivencia) y los segundos porque, como las anteriores, los aspectos subjetivos y no los objetivos determinan que se reconozcan como tales; están ligados al contexto, a los grupos, al momento histórico, y son sociales porque están impregnados de valores sociales.

REFERENCIAS

  • Arias Orduña, A. (2016). Psicología social aplicada (1a ed., reimp. ed.). Madrid: Editorial Médica Panamericana.

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