D E M O C R A T O P I A

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Además, es relevante mencionar que en algunos casos, estos resúmenes y contenidos son elaborados con el apoyo de herramientas de Inteligencia Artificial. Por tanto, me gustaría reiterar nuestras disculpas por cualquier confusión o malentendido que haya podido surgir debido a la falta de claridad respecto a la naturaleza y el origen del contenido en kibbutzpsicologia.com.

Clasificación Trastorno de ansiedad social

La vida social puede ser un entorno peligroso. Aunque la amenaza de depredadores y la escasez de alimentos ya no son nuestros principales riesgos, nos enfrentamos a peligros más insidiosos en la sociedad moderna. Las personas que acabamos de conocer pueden ser crueles y sarcásticas, las posibles parejas románticas podrían ignorarnos o rechazarnos, los amigos pueden criticar nuestras habilidades sociales y el público puede burlarse de nosotros cuando hablamos en público. Incluso nuestros jefes pueden obstaculizar nuestra carrera profesional. Es comprensible que el temor a hablar en público sea más común que el temor a las serpientes o las arañas en nuestra sociedad actual (Gilboa-Schechtman, Shachor y Helpman, 2014, p. 594).

Introducción

Como organismos vivos, los seres humanos somos ejemplos paradigmáticos de sistemas abiertos capaces de interactuar con nuestro universo participativo y, sobre todo, con el resto de los seres humanos, siendo nuestra naturaleza gregaria una característica clave que nos define. Las interacciones que hemos establecido con los demás a lo largo de milenios nos han proporcionado una gran cantidad de información, conocimientos, habilidades y destrezas que nos han permitido no solo sobrevivir, sino también habitar con éxito nuestro planeta y avanzar hacia otros. Los frutos de esta colaboración entre seres humanos son increíbles y van desde las primeras herramientas, las estrategias de trabajo en grupo, el lenguaje, los distintos alfabetos, el arte, la filosofía, la imprenta, hasta las actuales tecnologías de la información y la comunicación, por mencionar solo algunos ejemplos paradigmáticos.

Sin embargo, para algunas personas, el proceso de interactuar con otros provoca un terror insuperable que, a menudo, se evita. Este efecto puede ser devastador para el trabajo y la calidad de vida (Barlow, 1988). Aunque un cierto grado de ansiedad social es una emoción completamente normal y necesaria, ayudándonos a prever, anticipar y hacer planes acerca de nuestro futuro, así como a guiarnos a la hora de seguir normas y convenciones sociales, algunas personas experimentan síntomas fisiológicos de ansiedad, pensamientos catastróficos o dudas acerca de su actuación y cómo serán vistos y juzgados por los demás. Es importante destacar que un cierto grado de ansiedad social resulta de gran ayuda para numerosas tareas relacionadas con las interacciones que realizamos con los demás, aunque si se exacerba, puede tener efectos perjudiciales.

La ansiedad social, como la ansiedad en general, tiene un enorme valor para la supervivencia. Sin embargo, los demás también pueden representar una gran amenaza. Las respuestas defensivas emergen, a lo largo de la evolución, como adaptaciones ante peligros de la naturaleza y contra las amenazas de los enemigos; y los amigos y los enemigos pueden estar tanto dentro como fuera de la especie. La evolución sería entonces una carrera armamentística entre las adaptaciones defensivas de las víctimas y los intentos de los predadores para superarlas. La adaptación no es nunca perfecta, amenazar, escapar o colaborar tiene diferentes ventajas y/o inconvenientes, dependiendo de los enemigos, de los posibles amigos, de las armas, recursos o habilidades disponibles, así como del contexto o la situación.

Ante esto, es necesario plantear una serie de preguntas: ¿Cómo es posible que la mayoría de las personas puedan colaborar con otros y dar forma a proyectos magníficos en beneficio de todos?

Clasificación

Wittchen y Fehm (2001). Algunas personas acuden a buscar tratamiento solo después de años de sufrimiento y, desgraciadamente, después de haber sufrido complicaciones asociadas a la AS/TAS, como depresión grave o abuso de alcohol.
Morrison y Heimberg (2013). Cuando la AS llega a un punto máximo de gravedad y de interferencia, de forma tal que el funcionamiento de la persona en su vida cotidiana se ve afectado, se denomina trastorno de ansiedad social (TAS).

La ansiedad social es un fenómeno común en el que las personas experimentan un intenso temor a ser evaluadas por otros en situaciones sociales. Cuando este temor interfiere gravemente en el funcionamiento cotidiano de una persona, se conoce como trastorno de ansiedad social. Este trastorno se caracteriza por un miedo o ansiedad intensos que aparecen casi siempre en relación con una o más situaciones sociales en las que la persona se expone al escrutinio por parte de otros y teme actuar de forma embarazosa, ridícula o humillante, o mostrar signos de ansiedad que puedan ser percibidos y valorados negativamente por los observadores.

Las situaciones sociales temidas pueden variar considerablemente, como hablar en público, realizar alguna acción delante de otras personas, iniciar y mantener conversaciones con desconocidos o personas fuera del círculo familiar íntimo, asistir a reuniones, fiestas y eventos sociales, o simplemente ser observado en lugares públicos. Las respuestas fisiológicas pueden incluir taquicardia, molestias estomacales, mareos, rubor, temblores y sudoración. Las respuestas comportamentales pueden incluir evitar las situaciones sociales temidas o protegerse de alguna manera. Los pensamientos suelen centrarse en desprecios hacia uno mismo o posibles fracasos en la situación temida y pueden generar juicios por parte de los demás, ya sean estos negativos o positivos. La persona puede percibirlos como posibles amenazas presentes o futuras.

Evolución del diagnóstico clínico

Isaac Marks (1970). Defendió que las personas que padecían este problema formaban un grupo de pacientes situados entre la fobia específica y la agorafobia, ya que presentaban más miedos que las personas con fobias a los animales, pero menos que los agorafóbicos. Con sus propias palabras; «Los psiquiatras ven una gran variedad de fobias sociales en forma de miedos a comer, beber, temblar, sonrojarse, hablar, escribir o vomitar en presencia de otras personas. Estos difieren de los temores a las multitudes que se encuentran en los agorafóbicos, en que estos últimos son más aprensivos acerca de una masa de personas juntas que a los individuos que forman la multitud».

El texto original trata sobre la historia y evolución del término «ansiedad social» o «fobia social». Esta se remonta a Hipócrates y Cicerón, quienes describieron la ansiedad en situaciones sociales, y desde entonces se han utilizado diversos términos para referirse a los problemas de interacción social. En 1970, Isaac Marks publicó un trabajo titulado «The classification of phobic disorders», en el que clasificó los miedos a comer, beber, temblar, sonrojarse, hablar, escribir o vomitar en presencia de otras personas como fobias sociales. Marks también señaló algunas características clínicas, como la edad de inicio y la prevalencia en hombres y mujeres. A partir de esta aportación, el diagnóstico formal de fobia social se incluyó en la tercera edición del DSM.

La ansiedad social en el DSM
Liebowitz et al (2000). La última versión del DSM-5 (2013) introdujo algunas variaciones importantes en el diagnóstico de este problema. La más evidente es el cambio de nombre de fobia social a trastorno de ansiedad social, como un intento de capturar la experiencia más global y discapacitante respecto a la fobia específica que tiene realmente, en muchos casos, un estímulo bien concreto y delimitado.
Heimberg et al. (2014). Se ha incluido el especificador de actuación (performance) si el miedo o la ansiedad se limita a uno situación específica como hablar o actuar en pública, y se ha eliminado el anterior especificador de fobia social generalizado. Además de lograr una mejor confiabilidad diagnóstica, la evidencia existente, aunque no es concluyente, sugiere que hay criterios empíricos que apoyan esta categoría específica.

En las primeras ediciones del DSM, la ansiedad social patológica no tenía un diagnóstico específico y se consideraba dentro de las neurosis fóbicas. En el DSM-III de 1980 se reconoció formalmente el problema, aunque se consideraba una fobia simple que solo se diagnosticaba ante situaciones específicas como hablar en público. La versión revisada de 1987 amplió la visión restringida del problema, incorporando el subtipo de fobia social generalizada y permitiendo la comorbilidad con el trastorno de personalidad por evitación. En el DSM-IV de 1994, apareció la denominación de trastorno de ansiedad social, pero no se consolidó el término. En el DSM-5 de 2013, se introdujeron algunas variaciones importantes, como el cambio de nombre a trastorno de ansiedad social y la inclusión de un criterio específico para el miedo a la evaluación negativa. Además, se modificó el criterio de miedo excesivo e irrazonable por el criterio de desproporción respecto a la amenaza que supone la situación social y se incorporó el criterio de que el trastorno debe haber estado presente durante al menos seis meses.

Criterios para el diagnóstico del Trastorno de ansiedad social según el DSM-5 (APA, 2013)
Criterio A. Miedo o ansiedad intensa en una o más situaciones sociales en las que el individuo está expuesto al posible examen por parte de otras personas. Algunos ejemplos son las interacciones sociales (p. ej., mantener una conversación, reunirse con personas extrañas), ser observado (p. ej., comiendo o bebiendo) y actuar delante de otras personas (p. ej., dar una charla).
Nota: En los niños, la ansiedad se puede producir en las reuniones con individuos de su misma edad y no solamente en la interacción con los adultos.

Criterio B. El individuo tiene miedo de actuar de cierta manera o de mostrar síntomas de ansiedad que se valoren negativamente (es decir, que lo humillen o avergüencen, que se traduzca en rechazo o que ofenda a otras personas).

Criterio C.Las situaciones sociales casi siempre provocan miedo o ansiedad.
Nota: En los niños, el miedo o la ansiedad se puede expresar con llanto, rabietas, quedarse paralizados, aferrarse, encogerse o el fracaso de hablar en situaciones sociales.

Criterio D. Las situaciones sociales se evitan o resisten con miedo o ansiedad intensa.

Criterio E. El miedo o la ansiedad son desproporcionados a la amenaza real planteada por la situación social y al contexto sociocultural.

Criterio F. El miedo, la ansiedad o la evitación es persistente, y dura típicamente seis o más meses.

Criterio G. . El miedo, la ansiedad o la evitación causa malestar clínicamente significativo o deterioro en lo social, laboral u otras áreas importantes del funcionamiento.

Criterio H. El miedo, la ansiedad o la evitación no se pueden atribuir a los efectos fisiológicos de una sustancia (p. ej., una droga, un medicamento) ni a otra afección médica.

Criterio I. El miedo, la ansiedad o la evitación no se explican mejor por los síntomas de otro trastorno mental, como el trastorno de pánico, el trastorno dismórfico corporal o un trastorno del espectro autista.

Criterio J. Si existe otra enfermedad (p. ej., enfermedad de Parkinson, obesidad, desfiguración debida a quemaduras o lesiones), el miedo, la ansiedad o la evitación deben estar claramente no relacionados con ésta o ser excesivos.

Especificar si:
Sólo actuación: Si el miedo se limita a hablar o actuar en público.

Por otro lado, se ha incluido el especificador de actuación (performance) si el miedo o la ansiedad se limita a uno situación específica como hablar o actuar en pública, y se ha eliminado el anterior especificador de fobia social generalizado. Además de lograr una mejor confiabilidad diagnóstica, la evidencia existente, aunque no es concluyente, sugiere que hay criterios empíricos que apoyan esta categoría específica (Heimberg et al., 2014).

La ansiedad social en la CIE
Kogan et al. (2016). Hay un intento por atender a las diferencias contextuales, lo cual lleva a contemplar síndromes específicos como el takikin kyofusho como variante japonesa de la ansiedad social en la que el foco está puesto en no ofender a los otros más que en la concepción de humillación y vergüenza occidental.

La Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10), publicada en 1992 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), incluye la ansiedad social como una categoría diagnóstica independiente. Dentro de esta clasificación, la ansiedad social se conceptualiza como parte de la categoría de «Trastornos de ansiedad fóbica», junto con las fobias específicas, la agorafobia y otros trastornos de ansiedad fóbica. Esta categoría se encuentra dentro de la sección de «Trastornos neuróticos, secundarios a situaciones estresantes y somatomorfos», que también incluye «Otros trastornos de ansiedad», «Trastorno obsesivo-compulsivo» y «Reacciones a estrés grave y trastornos de adaptación».

En la última edición de la CIE, publicada en 2019 y actualmente en período de transición para su implementación como herramienta diagnóstica, se han producido algunos cambios en la conceptualización y diagnóstico de la ansiedad social. En primer lugar, se ha incorporado la noción de ansiedad social como una modificación de la clásica fobia social, en línea con los desarrollos descritos en el DSM de esa época (el DSM III-TR y el DSM-IV). Además, se ha enfatizado la aprehensión como un aspecto clave que describe la dimensión experiencial y conductual de retracción debido a la evaluación negativa (y positiva) por parte de los demás.

Comorbilidad, heterogeneidad y estructura

Hopwood et al. (2019). Recientemente, se ha publicado un excelente análisis con importantes repercusiones clínicas de los principales problemas de que adolece la psicopatología categorial: la comorbilidad, la heterogeneidad, y la estructura.
El problema de la comorbilidad: la ansiedad social y condiciones asociadas
Szafranski et al. (2014). La AS/TAS raramente ocurre de manera aislada, Por el contrario, suele presentarse de manera comórbida con un amplio conjunto de signos y síntomas clínicos, que plantean el desafío de desentrañar qué rol cumple la AS en la organización de la disfunción compleja que presenta un individuo. La evidencia indica que un elevado porcentaje de las personas con AS/TAS presenta una condición clínica adicional.
Cohen et al. (2017). En cuanto al perfil afectivo, tanto la AS/TAS como la depresión presentan altos niveles de afectividad negativa y bajos niveles de afectividad positiva. Esta estructura afectiva común permite explicar la comorbilidad existente.

En psicopatología, especialmente en los trastornos emocionales, la comorbilidad es la norma más que la excepción. Esta comorbilidad es una clara manifestación de la existencia de procesos y mecanismos subyacentes de orden superior, que están alterados y pueden causar diversas manifestaciones en un mismo individuo, como el afecto negativo.

La AS/TAS rara vez ocurre de manera aislada, ya que suele presentarse junto con un amplio conjunto de signos y síntomas clínicos. Esto plantea el desafío de determinar qué papel juega la AS en la organización de la disfunción compleja que presenta un individuo. La evidencia indica que un elevado porcentaje de las personas con AS/TAS también presenta una condición clínica adicional, especialmente otros trastornos de ansiedad, depresión y abuso de sustancias.

Dentro de los trastornos de ansiedad, las fobias específicas, el trastorno de pánico, la agorafobia y el trastorno de ansiedad generalizada son los que suelen aparecer con mayor frecuencia asociados al AS/TAS. Esta asociación está íntimamente relacionada con el subfactor miedo que se identifica en los estudios que exploran modelos dimensionales jerárquicos.

En cuanto a la depresión, los estudios epidemiológicos indican que la comorbilidad con AS/TAS es elevada, con hasta el 19,5% de las personas que padecen ambos trastornos. Existen numerosas características compartidas entre ambas condiciones, como la perseveración cognitiva, la baja autoestima y autoeficacia, y los altos niveles de perfeccionismo.

Cuando la AS/TAS se presenta junto con la depresión, la evidencia muestra que aumenta significativamente la gravedad clínica y la disfunción general de las personas que padecen ambos problemas. Además, tanto la AS/TAS como la depresión presentan altos niveles de afectividad negativa y bajos niveles de afectividad positiva, lo que explica su comorbilidad.

El uso y abuso de sustancias es también frecuente en personas que padecen AS/TAS, con el alcohol siendo la principal sustancia a la que recurren. En muchos casos, el consumo de sustancias constituye una estrategia conductual y emocional para intentar superar las dificultades que supone la AS/TAS. Sin embargo, el alcohol funciona como una estrategia de afrontamiento desadaptativa que permite a la persona focalizar la atención en estímulos externos y, por lo tanto, reducir momentáneamente los niveles de ansiedad. En otras palabras, se trata de una conducta de seguridad.

El problema de la heterogeneidad: la ansiedad social y sus múltiples formas

En psicopatología, es común que las condiciones clínicas adopten diversas formas heterogéneas. En el caso del Trastorno de Ansiedad Social (TAS), se han propuesto distintos subtipos en función de los tipos de situaciones temidas, como situaciones relacionadas con la ejecución o con la interacción social. Estos subtipos han sido objeto de numerosos estudios en los últimos años, y se ha demostrado que la fobia social generalizada y la específica tienen diferencias y similitudes.

La fobia social generalizada suele presentarse en personas con un nivel de estudios más bajo y tiene una edad de comienzo más temprana. Quienes la presentan también tienden a tener mayores niveles de ansiedad y depresión, así como un curso evolutivo más deteriorante. Por otro lado, la forma específica se relaciona con una mayor reactividad psicofisiológica al confrontarse con estímulos temidos.

En conclusión, la distinción entre los distintos subtipos del TAS parece tener validez y puede ser útil para comprender mejor la naturaleza de este trastorno y diseñar tratamientos más eficaces y específicos para cada subtipo.

Los problemas de estructura: las limitaciones de los modelos categoriales y la aparición de propuestas dimensionales
Cuthbert (2014). El RDoC persigue una clasificación dimensional con una fuerte impronta en los hallazgos neurocientíficas, basada en una matriz bidimensional que comprende dominios y constructos, por un lado, y unidades de análisis por el otro.
Hopwood et al. (2019). Los modelos que subyacen al DSM y la CIE definen los trastornos a partir de conjuntos de síntomas que se organizan en trastornos y a su vez, en grupos de trastornos. Si bien esta taxonomía permite guiar tanto la evaluación como el tratamiento, no está sustentada en resultados empíricos, sino en una combinación de juicio clínico de autoridad y tradición histórica. Esto da lugar a que conjuntos de síntomas muy heterogéneos sean etiquetados del mismo modo.

La taxonomía actual de los trastornos mentales, basada en el DSM y la CIE, se define a partir de conjuntos de síntomas que se organizan en trastornos y, a su vez, en grupos de trastornos. Aunque esto es útil para la evaluación y el tratamiento, no está basado en resultados empíricos. La Taxonomía Jerárquica de Psicopatología (HiTOP) y el Research Domain Criteria (RDoC) son modelos dimensionales que se basan en la evidencia empírica y permiten una mejor comprensión de los trastornos mentales, incluyendo la Ansiedad Social/Trastorno de Ansiedad Social (AS/TAS). La AS/TAS comparte un subfactor del espectro internalizante, junto con otros trastornos como la fobia específica, la agorafobia y el trastorno por pánico. La HiTOP posiciona la AS/TAS como una de las formas posibles en las que se organiza la disfunción. El RDoC se basa en una matriz bidimensional que comprende dominios y constructos, por un lado, y unidades de análisis por el otro. En el caso de la AS/TAS, muchos de los desarrollos conceptuales y resultados empíricos se pueden ordenar en el dominio de sistemas de valencia negativa, que comprende la amenaza aguda (el miedo) y la amenaza potencial (la ansiedad). Además, el RDoC contempla las potenciales contribuciones celulares, moleculares y neuronales, así como la psicofisiología y la conducta observable como la neuropsicología. Sin embargo, algunas personas se preocupan por el reduccionismo biologicista que puede implicar un enfoque puramente biológico.

♀️Epidemiología y curso evolutivo

Como se ha señalado, el trastorno de ansiedad social o fobia social es uno de los trastornos mentales más prevalentes. El estudio epidemiológico más exhaustivo hasta la fecha ha sido llevado a cabo por investigadores de los cinco continentes, y ha contado con una muestra representativa de 142.405 personas, en el que se han tenido en cuenta una amplia gama de variables. Según los resultados, la prevalencia de la AS/TAS a lo largo de toda la vida y en todos los países es del 4%. Sin embargo, se han identificado diferencias significativas dependiendo del nivel de ingresos de los países (mayor nivel de ingresos, mayor prevalencia) y de la región geográfica (menos prevalente en regiones de África y el este del Mediterráneo, y más prevalente en América y el Pacífico oeste) (Stein et al, 2017).

La fobia social suele iniciarse en la adolescencia y presenta un curso crónico. El estudio epidemiológico previamente mencionado ha identificado que la edad de inicio es baja en todo el mundo, pero la cronicidad es mayor en países de ingresos medios-altos, así como en África y el este del Mediterráneo. También se han identificado diferencias de género, siendo la prevalencia mayor en mujeres que en hombres, en línea con el resto de los trastornos internalizadores. Aunque el curso del trastorno tiende a ser similar en ambos géneros, hay evidencia que indica mayores niveles de disfuncionalidad en mujeres (Asher et al, 2017).

Por lo general, la fobia social se presenta antes que muchos de los trastornos que suelen ser comórbidos, con algunas excepciones como las fobias específicas, el trastorno de déficit por atención o el trastorno de ansiedad a la separación. Además, el inicio temprano de la fobia social se ha asociado con la aparición posterior de cuadros depresivos y abuso de sustancias, lo cual también predice altos niveles de disfuncionalidad e interferencia en la vida de las personas.

Diagnóstico diferencial

Uno de los mayores desafíos clínicos de la AS es realizar un diagnóstico diferencial adecuado, lo cual es común en muchos trastornos mentales. La AS/TAS puede presentarse de maneras muy diversas, desde una AS pronunciada pero no patológica, hasta manifestaciones de AS patológica como resultado secundario de otra condición médica. Además, la AS puede tener desde una manifestación puntual, como el miedo específico a hablar en público, hasta manifestaciones muy generalizadas que afectan a los patrones básicos de la personalidad. Por lo tanto, es crucial identificar los principales trastornos asociados a la AS que deben ser considerados en un diagnóstico diferencial.

AS/TAS, el trastorno de pánico y la agorafobia
Szafranski et al. (2014). La agorafobia está marcada por la ansiedad provocado por situaciones y lugares en los que la persona no puede escapar. En ese sentido, un individuo con este problema evitará, por ejemplo, un centro comercial por la multitud, mientras que alguien con AS/TAS lo evitará por la posibilidad de interacción social y el miedo a la evaluación que ello conlleva.

Es importante destacar que los síntomas de pánico y agorafobia pueden presentarse en personas con AS/TAS de forma aislada, pero también pueden ser parte de un cuadro más complejo que incluye otras manifestaciones como la evitación de situaciones sociales, el miedo a la evaluación negativa y la preocupación excesiva por el juicio de los demás. Por lo tanto, es fundamental que el diagnóstico diferencial se realice de manera cuidadosa y considerando todas las posibles manifestaciones clínicas de la AS/TAS, a fin de garantizar una intervención terapéutica adecuada y efectiva.

AS/TAS y depresión
Koyuncu et al. (2015). Cabe destacar que la depresión atípica constituye una forma particularmente grave cuando se asocia con la ansiedad social, tanto respecto a la edad de inicio como a los niveles de disfuncionalidad e íncluso a la asociación significativa con el desarrollo de trastorno bipolar.

La alta comorbilidad entre la depresión y la AS/AS da lugar a que, en muchas ocasiones, sea difícil diferenciar cuál es el cuadro principal y, por lo tanto, realizar un diagnóstico clínico adecuado. Es imprescindible considerar si la evitación a las situaciones sociales se debe, principalmente, al miedo a la evaluación por parte de los demás junto con una conducta de evitación respecto a relaciones interpersonales o como producto de elevados niveles de anhedonia, pérdida de interés y de energía. Es decir, es habitual encontrar temor a la evaluación en ambas condiciones, y, por tanto, resulta esencial realizar una exploración minuciosa.

AS/TAS, el trastorno dismórfico corporal y los trastornos alimentarios
Levinson et al. (2016). En relación con los trastornos alimentarios, el punto fundamental gira en torno a la imagen corporal y a cómo su distorsión puede llevar a conductas y experiencias muy similares a las de la AS/TAS. Esto es, altos niveles de perfeccionismo, miedo a la evaluación y preocupación por la apariencia.

Estas tres condiciones pueden compartir manifestaciones fenomenológicas vinculadas con la evitación y posible inhibición como producto de una autoimagen negativa, profundamente distorsionada. Por lo tanto, es esencial distinguir el papel del cuerpo en cada una de estas condiciones clínicas para realizar un diagnóstico diferencial adecuado. Por ejemplo, la diferenciación diagnóstica entre la AS/TAS y el trastorno dismórfico corporal puede resultar una tarea compleja, ya que comparten características como la edad de inicio, el curso crónico, la atención autofocalizada y los patrones de relaciones interpersonales evitativos. Sin embargo, en el trastorno dismórfico corporal, el miedo a la evaluación negativa, la evitación y la autoimagen se originan principalmente en una cuestión física y de apariencia, mientras que en la AS/TAS, el problema se extiende a una dimensión más profunda de la identidad personal y del self. En relación con los trastornos alimentarios, el punto fundamental gira en torno a la imagen corporal y cómo su distorsión puede llevar a conductas y experiencias similares a las de la AS/TAS, como altos niveles de perfeccionismo, miedo a la evaluación y preocupación por la apariencia (Levinson et al., 2016).

AS/TAS y los trastornos de personalidad
Skodol et al. (2014). Un diagnóstico diferencial de cualquier trastorno de ansiedad implica la necesidad de llevar a cabo una adecuada evaluación de los niveles de funcionamiento de la personalidad.
Belloch et al. (2019). Además de una evaluación precisa de personalidad, es esencial incorporar herramientas de evaluación sobre el funcionamiento interpersonal (Belloch et el, 2019).

Las manifestaciones clínicas y los procesos subyacentes a la AS/TAS están íntimamente relacionados con la disfunción de la personalidad. En línea con los modelos dimensionales descritos anteriormente, la separación entre trastornos de personalidad y otras condiciones clínicas ha comenzado a desaparecer. En el DSM-5 se plantea una modificación clave, que implica la desaparición de los ejes, y en la literatura abunda la investigación conceptual y empírica que apoya modelos dimensionales en los que la personalidad actúa como eje vertebrador de la psicopatología. Por lo tanto, para realizar un diagnóstico diferencial de cualquier trastorno de ansiedad, es necesario llevar a cabo una adecuada evaluación de los niveles de funcionamiento de la personalidad (Skodol et al., 2014).

Es especialmente importante realizar una distinción precisa con el trastorno de personalidad por evitación (TPE). Tanto la AS/TAS como el TPE tienen puntos en común desde un punto de vista fenomenológico, ya que ambos expresan la necesidad de evitar situaciones que suponen interacción social. Sin embargo, mientras que la AS/TAS suele afectar a áreas específicas de la conducta y la experiencia, el TPE expresa una disfunción vinculada con aspectos temperamentales de la persona y, por tanto, un comportamiento generalizado de evitación. Mientras que en la AS/TAS la evitación actúa como conducta de seguridad con el propósito de neutralizar la ansiedad, en el TPE constituye precisamente un modo de organización de la experiencia, que se define por el desinterés en la interacción social y componentes de marcada desconfianza hacia los otros. Por esta razón, además de una evaluación precisa de la personalidad, es esencial incorporar herramientas de evaluación sobre el funcionamiento interpersonal (Belloch et al., 2019).

Cabe destacar, sin embargo, que la asociación que se puede establecer con la personalidad es más amplia, y los signos de AS pueden presentarse en relación con otros rasgos y facetas de la personalidad.

Referencias

  • Belloch, Sandín, Ramos Campos, and Sandín, Bonifacio. Manual De Psicopatología. 3ª edición. Madrid [etc.]: McGraw-Hill Interamericana De España, 2020. Print.
  • ChatGPT

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